-Tranquila, Rose, estás...bien- seguía hablando esa gruesa voz.
-¿Qué pasó?- pregunté comenzando a sentir poco a poco mi cuerpo, por fin estaba volviendo en sí.
-Te has desmayado, ¿segura que no quieres que llame a una ambulancia?
-Segura.
-Al menos deberás aceptar que nuestra enfermera te tome la presión, quizá pudo ser eso...
-No, gracias.
Cerré mis ojos una vez más, tomé aire profundamente y por fin los abrí intentando enfocar mi vista, obtuve el resultado deseado pero definitivamente no esperaba encontrarme su cara frente a mí. Había unos rasgos por aquí, otros por allá, unos se me hacían conocidos y otros eran completamente nuevos para mí. Ya no era más ese muchacho que había estado en la mayor parte de mi adolescencia, no, ya era todo un hombre hecho y derecho.
-¿Te encuentras mejor?- pregunta mientras se aleja de mí, dándome mi espacio.
-Sí, gracias.
-¿Agua?- pregunta una chica pequeña a un lado mío mostrándome una botella de agua. Le sonrío agradecida tomando la botella, ella me regresa la sonrisa y al igual que él se aleja una vez que me la entrega.- ¿Segura que no quiere que le tome su presión arterial?
-No, gracias, ya estoy bien.
-De acuerdo.
-¿Sigue en pie la entrevista?- pregunto intentando quitarle la tensión a esta desagradable situación.
-Alice, déjanos a solas por favor- la chica asiente y sale de la habitación.- No tenemos que seguir con la entrevista, si quieres podemos posponerla hasta que te sientas mejor.
-Me siento mejor- le aseguro para después tomar un poco de agua. Alex asiente no muy seguro de mis palabras, sin embargo, no insiste más, se va hasta su asiento y adopta una seriedad extrema.
Trato de hacer lo mismo, me pongo lo más erguida que pude, crucé mis tobillos y sin saber qué más hacer puse mis manos sobre mis piernas. Alex comenzó a hacerme preguntas relacionadas al trabajo, intentaba concentrarme con todas mis fuerzas en lo que él decía pero me era muy difícil lograrlo, no podía creer que estuviera frente al que fue el amor de mi vida.
Esperaba que mis respuestas fueran lo más acertadas, realmente no prestaba atención a lo que yo estaba diciendo, se supone que había practicado tanto para este momento, este trabajo era demasiado importante para mí, no podía simplemente tirar por la borda la oportunidad que me había dado mi hermana, tenía que comenzar a trabajar antes de que mis ahorros fueran un simple recuerdo, no podía pedirle dinero a papá.
Aunque también mi mente vagaba en que si trabajaba en este lugar tendría que verlo a diario, sería mi jefe. No podía ser que el destino me estuviera jugando esta pésima broma, ¿qué había hecho mal yo para merecer esto? Era una buena persona, iba a misa de vez en cuando, ayudaba a las personas, cuando disponía de dinero hacía donativos a diversas asociaciones...joder, era buena chica.
-Bien, eso es todo, Rose.
-Rosalie- rectifiqué y él me miró con el ceño fruncido.- Ya nadie me dice Rose- mentí.
-Bien- nos quedamos callados unos minutos y él se levantó.- Entonces, Rosalie, ¿nos vemos mañana a las 8 am en punto?
-¿Tengo el trabajo?- pregunté sorprendida levantándome de un salto.
-Bienvenida- dijo Alex extendiendo su mano.
*****
-¿Me estás jodiendo?- chilló Nat a través de la línea telefónica.- ¡Esa es la mejor entrevista de trabajo!- comienza a carcajearse con ganas y yo tengo que morder mi labio para no reírme junto con ella.
-No fue gracioso desmayarse, ¿ahora qué pensarán de mí? ¡¡Que soy una debilucha que se desmaya por una entrevista de trabajo!!
-Ya quisiera yo haber visto todo eso, tú desmayándote porque Alex trabaja ahí.
-Me desmayé porque ayer nos desvelamos mientras nos embriagábamos- miento descaradamente y mi hermana ríe.
-Pobre ilusa- comenta con sarna.- Diles eso a tus nuevos compañeros de trabajo cuando se enteren, a mí no me tienes que mentir.
-¿En serio no pudiste investigar quiénes trabajaban ahí?- repliqué metiendo mi cara al refrigerador para refrescarme un poco, ese jugo de naranja se miraba muy apetitoso.
-¿Me estás diciendo que es mi culpa el no saber que tu ex trabaja ahí? Ja- bufa mi hermana con una pizca de risa.
-¿Y si renuncio?- tomo el jugo y lo coloco bajo el brazo en el que tengo el teléfono y luego agarro la caja con comida que había sobrado de ayer.
-¿Le pedirás dinero a papá?
-Puedo buscar un trabajo en esta semana.
-Rose, ¿qué crees que hice todo este mes? Aquí hay demasiados contadores, es tu culpa por no estudiar otra carrera.
-Prometo que cuando tenga dinero cambiaré de carrera- replico con sarcasmo y mi hermana ríe.- Quizá ser repartidor de pizzas no estaría tan mal.
-¿Y si mejor vamos a festejar por tu nuevo empleo?
-El fin de semana- le aseguro.
-Amargada.
-Buenas noches, changa.
-Buenas noches, simio, éxito mañana, rómpele la cara a tu ex.
*****
Me levanté temprano y me arreglé lo mejor que pude, no sé para qué me esforzaba tanto en eso, hice velozmente un café y me fui directo al trabajo. Como era de esperarse, llegué más temprano de la hora prevista, así que me quedé un momento en el auto viendo hacia mi futuro lugar de tortura. Faltando 10 minutos para las 8 bajé y caminé lentamente al edificio, pero por más que quería alargar el tiempo no lo logré. No quería ver a Alex.
-Buenos días- saludó la chica de recepción.
-Buenos días- repliqué con una sonrisa nerviosa.
-Eres la señorita Rogers, ¿cierto? La nueva contadora.
-Así es.
-Bien, el señor Stevens quiere verte en su despacho, es el último piso a mano izquierda.
-Gracias- tomé el elevador y con cada piso que éste subía mi nerviosismo se incrementaba, y no era tanto porque el jefe quería verme, sino porque al lado derecho se encontraba la oficina de Alex, por favor, que aún no estuviera ahí.
Las puertas del elevador se abrieron y salí con pasos tambaleantes, sólo faltaba que volviera a desmayarme para hacer una vez más el ridículo...seguro ya todos saben de mi desmayo de ayer. No me atreví a voltear hacia su despacho así que elevé mi cabeza y caminé directo hacia el despacho del jefe, por fin lo conocería.
Toqué a su puerta.
-Adelante.
-Buenos...-no puede ser.- Días.
-Señorita Rogers- viene hacia mí el que debe ser mi jefe, y sentado cerca del escritorio está Alex.- Es un placer por fin conocerla- su tono dulzón me saca de mi trance y tomo la mano que está extendida hacia mí.
-Lo mismo digo- le sonríe y él hace lo mismo.
-Lamento el no haber podido hacerle la entrevista el día de ayer, tuve un viaje de negocios de última hora y no pude comunicarme con usted, pero aquí mi colega Aldrich ya me contó que usted es muy eficiente- ¡¡Jesús, qué le habrá dicho!!
-Hago lo que puedo.
-¿Ya le dieron el recorrido por el edificio?
-Me temo que no- tanto el señor Stevens como yo dirigimos nuestras miradas hacia Alex.
-¿Qué pasó con eso?- le pregunta Stevens.- ¿Cómo crees que ella llegará al comedor, a su área de trabajo o siquiera al baño, Aldrich?
-Lo lamento- habla por primera vez desde que llegué.- Como la señorita Rogers tuvo un percance antes de la entrevista creí que lo mejor sería que se fuera a descansar en vez de darle el recorrido habitual.
-¿Percance?- nos mira a ambos.- ¿Todo bien, señorita Rogers?
-Dígame Rosalie, por favor, y todo está bien, nada de qué preocuparse.
-Perfecto, entonces ahora mismo se le dará su recorrido- Stevens voltea a ver a Alex y me temo lo peor.- Acompáñeme...y por favor, llámeme Sebastian.