Capítulo 4 Cena familiar

"¡Nyla!".

Vicki se puso de pie de un salto, pero su movimiento repentino despertó al bebé en sus brazos; al verse perturbada su paz, Nolan emitió un chillido que resonó en todo el estudio.

"Tranquilo, pequeño. Aquí está mamá, todo está bien", murmuró la mujer, volviendo a enfocar toda su atención en él e ignorando deliberadamente a su otra hija. "Pronto nos iremos a casa, cariño. Sé un buen chico y pórtate bien".

Nyla se frotó las orejas; la ironía de la situación le agotó toda la paciencia. Sin pronunciar una palabra más, se giró para marcharse.

"No olvides ir a la cita", la voz tensa de su madre resonó detrás de ella.

"Siempre he sido yo quien ha rogado por ayuda para tu hermano. ¿Tienes idea de lo mucho que ha sufrido en prisión? ¿Y qué hay de tu cuñada? Yo le envié dinero para que sobreviviera. ¡Si tuvieras un mínimo de consideración hacia mí, me obedecerías sin cuestionarme!".

Estas declaraciones hicieron que Nyla se detuviera a mitad del camino, con la mirada fija en el techo mientras una ola de impotencia la invadía.

Tras el incidente suscitado varios años antes, su hermano fue encarcelado, dejando a una esposa embarazada; la experiencia fue tan traumática para ella, que terminó hospitalizada. El bebé, quien ya tenía cinco meses de gestación, no pudo ser salvado por los médicos y la salud de la mujer nunca se recuperó.

La familia vendió todo lo que tenía, le pidió dinero prestado a todos sus conocidos, pero aun así no fue suficiente para cubrir todos los gastos; al final, se quedaron sin opciones y hasta familiares cercanos cortaron todo vínculo con ellos. La cuñada de Nyla finalmente se dio por vencida, diciendo que no quería ser una carga.

El matrimonio de Vicki con un miembro de la adinerada familia Brooks trajo un alivio temporal, pero la persistente enfermedad de su cuñada se había convertido en una batalla permanente, la cual agotó tanto su dinero como sus esperanzas; cada que tenía la oportunidad, la mujer presumía de ser quien subsidiaba los costosos tratamientos, pensando que eso le daba cierta superioridad moral.

Los dedos de Nyla se curvaron y relajaron a lo largo del borde de su manga, un gesto silencioso cargado de impotencia y derrota. "Está bien. Iré a la cita".

Su madre dejó escapar un suspiro de alivio y su tono se suavizó: "Por cierto, esta noche se llevará a cabo una cena familiar en la Mansión Brooks. Procura salir temprano del trabajo y llegar puntual. No puedes faltar".

Nyla de inmediato sintió que se avecinaba un agudo dolor de cabeza; había planeado evitar a Ethan por al menos un poco más de tiempo, pero sus planes se vieron frustrados antes de que siquiera comenzaran.

"Sé que odias ir a esta clase de eventos, pero piensa en mí y en tu hermano pequeño. Es solo un bebé indefenso. Si no cuidas de él, ¿quién más lo hará? Por favor, hazlo por mí".

Las palabras de Vicki no dejaron lugar a ninguna objeción. Nyla se quedó sin palabras; su madre le pidió que protegiera a Nolan, pero ¿quién la protegería a ella?

Los Brooks eran lobos con piel de oveja, algo que ella sabía muy bien; cada uno de ellos la destrozaría si tuviera la oportunidad.

Aun así, la chica no le expresó estas quejas ante su madre. Eso no le serviría de nada; Vicki la llamaría inmadura, la culparía por la hostilidad de la familia Brooks y la responsabilizaría de su propia desgracia.

En consecuencia, Nyla no tuvo más remedio que tragarse su resentimiento.

Más tarde esa tarde, salió temprano del trabajo según las instrucciones de su madre; se tomó su tiempo para llegar a casa y cambiarse de ropa, consciente de que Vicki la criticaría si no se vestía de manera apropiada.

Decidió llevar una chaqueta corta de lana gris y una falda negra; el atuendo resultó ser lo suficientemente elegante. A Nyla no le agradaba mucho el clima frío; si no fuera por la reunión familiar de los Brooks, se habría envuelto en dos chaquetas de plumas y habría dado por terminado el día.

Detestaba esta clase de compromisos sociales sin sentido; en su opinión, eran superficiales y agobiantes. Pero su madre insistió en que necesitaba integrarse y fomentar vínculos con estas personas.

Media hora después, la chica bajó del taxi, justo frente a la imponente Mansión Brooks. Cuando se preparaba para entrar, un elegante Maybach se detuvo a su lado. Nyla no tenía intención de saludar a nadie... o al menos así fue hasta que la matrícula llamó su atención.

¡Era el auto de Ethan!

La ventanilla polarizada bajó lentamente y aparecieron dos rostros elegantes e impecables; podría decirse que eran demasiado perfectos.

"Hola, Nyla", la voz de una mujer la sacó de su aturdimiento. "Soy Callie".