Capítulo 7 ¿Me darás un sermón por ofender a Callie

La expresión de Callie cambió y sus ojos se suavizaron, haciéndola lucir muy apenada.

"No quise decir eso", dijo con un tono gentil. "Solo quería... hacer algo para ayudarte a integrarte mejor en la familia Brooks".

La mirada de Nyla recorrió a las dos mujeres que tenía delante. Stella todavía parecía dispuesta a abalanzarse sobre ella y destrozarla, mientras que la amabilidad premeditada de Callie empezaba a resquebrajarse.

De repente, la cena familiar ya no le parecía tan aburrida y se puso un poco interesante.

Una le advirtió que no se hiciera ilusiones con la familia Brooks, mientras que la otra le recordó sutilmente que, en realidad, no era uno de ellos.

¡Fue hilarante!

"¿Y qué tiene eso que ver contigo, señorita Higgins?", preguntó Nyla, poniéndose de pie abruptamente. Una sonrisa maliciosa curvó sus labios mientras agregaba: "Pero Stella tiene razón. No sabemos si me atreveré a seducir al siguiente hombre que se cruce en mi camino. Tal vez algún día... Ethan también termine en mi cama. En lugar de preocuparse por mí, señorita Higgins, quizás deberías atender tus propios asuntos".

La sonrisa de Callie se esfumó con la misma velocidad con la que apareció. Sin esperar una respuesta, Nyla se giró y caminó hacia el jardín.

"¡Maldita perra! ¡Cómo te atreves siquiera a pensar en Ethan!", la voz estridente de Stella atravesó el aire. "¿Ya viste la clase de persona que es? No merece tu amabilidad. ¡Es una mujer desvergonzada!".

Los ojos de Callie se detuvieron en la figura de la chica que se alejaba, olvidándose por completo de su amabilidad fingida. Entonces, dijo con una voz fría y calculadora: "Ni siquiera pertenece a esta familia. ¿De verdad cree que los Brooks la protegerán? Veamos por cuánto tiempo más logra permanecer con vida".

El jardín, aunque frío por el aire invernal, se convirtió en un santuario donde Nyla pudo encontrar la paz. Todavía no servían la cena, debido a que el señor Roger Brooks, el padre de Ethan, aún no llegaba. La chica estaba agradecida de no tener tanta hambre; de lo contrario, podría haber tenido un enfrentamiento directo con Vicki y haberse ido.

La mayoría de las flores se habían marchitado, dejando el paisaje, una vez vibrante, estéril y desolado; mientras contemplaba las flores marchitas, encontró un extraño consuelo en su soledad y abandono.

Sentándose en un columpio escondido en un rincón del jardín, la chica comenzó a balancearse hacia adelante y hacia atrás ligeramente, perdida en sus pensamientos. De repente recordó que la situación de Ethan estaba empeorando; en caso de que las cosas entre ellos terminaran de forma definitiva, sus planes cuidadosamente trazados colapsarían.

Cuando se acercó a ese hombre por primera vez, se dijo a sí misma que solo lo estaba haciendo por conveniencia, viéndolo como un medio para alcanzar un objetivo en específico. Desafortunadamente, en algún punto de su historia compartida, sus emociones la traicionaron.

Había anhelado amor durante tanto tiempo que su sabor, sin importar cuán fugaz fuera, la había vuelto codiciosa; realmente no quería dejarlo ir.

"¿Crees que puedes esconderte aquí después de causar tantos problemas?", la voz de Ethan cortó el silencio en un tono mordaz pero sereno. "¿Crees que la familia Brooks seguirá siendo indulgente contigo?".

La chica se quedó congelada por un segundo antes de reanudar su perezoso balanceo. La luz de la casa se derramaba sobre su figura, brindándole un resplandor etéreo que la hacía parecer casi de otro mundo, como una delicada flor que brotaba en medio de un jardín marchito.

Cuando inclinó la cabeza ligeramente, su cabello se derramó sobre su pecho a la vez que esbozaba una leve sonrisa. "Entonces, ¿viniste aquí para sermonearme porque ofendí a tu futura prometida?".

Sus ojos, brillando con un desafío juguetón, se clavaron en los del hombre. Ethan odiaba y al mismo tiempo amaba esos ojos; ese brillo travieso la hacía parecer un pequeño zorro astuto, el cual siempre lo atraía más y más.

"Debo decir que cada vez eres más atrevida".

"Si solo has venido para eso, mejor ahórrate el esfuerzo", replicó Nyla con amargura en la voz. "No me disculparé y tampoco tienes que recordarme cuál es mi lugar. No es asunto tuyo si la familia Brooks me odia o no. Después de todo, para ellos simplemente soy una... irrelevante, ¿cierto?".

La expresión de Ethan se oscureció al instante; dio unos pasos largos para acercarse a ella, la levantó del columpio con un agarre firme y la miró fijamente. "¿Una irrelevante?", repitió él con una voz que se asemejaba más a un gruñido. "¿Ya olvidaste quién estuvo ayer en mi cama complaciéndome?".

Los ojos de la chica se abrieron mientras luchaba contra él, pero Ethan no cedió y la siguió sujetando con fuerza; la atrajo hacia su regazo mientras tomaba asiento en el columpio, cuyo marco crujió por culpa de su peso combinado.

"¡Suéltame!", siseó Nyla, forcejeando para poder liberarse. "No olvides que estamos en la Mansión Brooks. ¡Alguien puede vernos!".