Capítulo 5 Examen físico

"No me atrevería a eso", murmuró Lena. "Pero me aseguraste que dejarías de molestar a mi familia. ¿La promesa todavía sigue en pie?".

"¡Claro que sí!", contestó Alana. "¡Ahora date prisa y deja que te hagan ese examen médico! ¡Si te niegas, tu madre y tu hermano sufrirán las consecuencias!".

Al escuchar las mismas palabras vacías, Lena sintió su corazón hundirse.

No tendría que haber confiado en la familia Evans. Ni una sola palabra de lo que decían era confiable.

Pero ahora le faltaba fuerza para resistir, así que solo podía aceptar sus demandas. "Espero que cumplas tu promesa".

Sintiéndose un poco culpable, Alana rápidamente ordenó a unas criadas que la ayudaran a vestirse.

Una vez que Lena estuvo lista, Alana temió que ella causara problemas, así que se disfrazó con un atuendo de sirvienta, con sombrero y mascarilla para pasar desapercibida.

La siguió y murmuró con los dientes apretados: "Compórtate. ¡Si la familia Harvey descubre algo, tu madre y tu hermano pagarán las consecuencias!".

Lena apretó los puños mientras entraba en la sala de estar.

Juliet entró apresuradamente y conversó con Reese.

Aunque la familia Evans era poderosa, no podía compararse con la influencia de los Harvey.

Julieta estaba hablando con mucho respeto: "Reese, te agradezco por venir hasta aquí para ver a Alana. De hecho, se somete a controles anuales, así que su salud es mejor que la de la mayoría".

Entonces vio a Lena entrar con una criada enmascarada, que rápidamente reconoció como su hija. No tardó en darse cuenta de que los dos habían intercambiado identidades.

"El examen no es necesario si tu hija ha proporcionado un paño con sangre de su himen como prueba de su virginidad", respondió Reese. "Pero como anoche estuvieron en las aguas termales, impidiendo que lo verificaran, debemos confirmar si Alana era virgen".

Tanto Juliet como su hija se quedaron atónitas. No esperaban que la familia Harvey fuera tan estricta.

Reese se rio entre dientes. "Dylan acaba de regresar después de tres años. No se vería bien si la gente supiera que lo engañaron".

La expresión de Juliet se volvió severa, pero antes de que pudiera hablar, Lena la interrumpió: "¿Estás sugiriendo que yo traicioné a Dylan?".

Reese mantuvo una actitud gélida, por lo que Lena se mordió el labio y añadió: "Dylan se ausentó durante tres años, así que todos asumen que yo no pude ser fiel y se burlan de mí. ¿Pero yo soy la culpable? Estoy dispuesta a someterme al examen, pero la familia Harvey debe reivindicarme".

Alana y Juliet no sabían qué decir. Nunca imaginaron que ella se enfrentaría a Reese. ¿Cómo se atrevía?

"Alana, ¿cómo puedes hablarle así a tu suegra?", la regañó Juliet. "¡Debes tener buenos modales!".

Le lanzó una mirada fulminante a Lena para ordenarle que se mantuviera en silencio.

Pero ella la ignoró y siguió dirigiéndose a Reese. "Si el examen demuestra que no tengo ningún problema y puedo concebir sin dificultad, espero una disculpa de parte de ustedes".

"En estos tres años, nunca le pedí explicaciones a su familia", declaró gélidamente. "Ahora no permitiré que se cuestione mi dignidad".

Alana estaba consumida por la ansiedad.

¡Esa miserable! ¿Cómo se atrevía?

Si la familia Harvey hacía controles de rutina, con su aborto anterior, Alana tendría que dejar que Lena ocupara siempre su lugar.

"Está bien". Reese no se negó. "Doctor Murray, traiga a su equipo y examine a Alana en su habitación".

Joseph asintió. Luego, instaló con sus ayudantes el equipo de esterilización y sacó varias herramientas.

Lena fue conducida adentro.

A ningún miembro de la familia Evans ni a sus sirvientes se les permitió la entrada.

Julieta y Alana estaban esperando ansiosamente.

Después de media hora, Joseph y el equipo regresaron. Lena también salió.

"El revestimiento uterino de la señorita Evans está sano. No muestra signos de embarazo previo ni de aborto espontáneo", informó el doctor. "Hay signos recientes de sangrado, probablemente porque el señor Harvey fue demasiado brusco anoche. Tampoco se encontró evidencia de actividad sexual previa".

Todos suspiraron de alivio.

Pero solo Alana sintió un sudor frío en su espalda, empapando su ropa.

"Sin embargo...", continuó el médico.

Joseph frunció el ceño, así que todos contuvieran la respiración.

Alana agarró ansiosamente el borde de su vestido, temiendo que el examen hubiera revelado más.

"Está desnutrida y tiene moretones en las rodillas...".

Alana se quedó sorprendida.