- ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Qué justifica tu ensañamiento con esa joven? ¡¿Cómo puedes ser mi hijo?! - termino diciendo con desprecio al tiempo que lo liberaba.
- Yo... no quise... todo se salió de control, no es como ella te dijo. - fue la primera vez en la vida que Dalton uso su poder con su hijo, no solo lo paralizo, también le mostro sus recuerdos, las memorias de su muerte.
Declan vio al vampiro que atravesó el corazón de su padre, y luego de eso... oscuridad, no sentía nada, ni frio, ni calor, no sentía su cuerpo, estaba solo, no sabía que esperar, hasta que un llanto comenzó a escucharse, vio a un lado, luego al otro, la luna apareció en lo alto de cual fuera el lugar donde estaba, y el sol también, ambos sobre él, danzando, batallando, hasta que de pronto, un grito casi ensordecedor, los distrajo, tanto la luna como el sol perdieron el compás de su baile o batalla y terminaron colisionando, convirtiéndose en uno en el cielo, y su luz roja ahora le permitía ver a su alrededor, habían más, muchos más, cientos, miles, vampiros, brujos, lobos, podía distinguir los buenos de los malos, sus vidas habían terminado, y allí en medio, Kalila, ella era quien lloraba, quien gritaba, reconocía su voz, entonces mientras todos estaban aturdidos viendo el eclipse sobre ellos, él comenzó a caminar, descubriendo que no era el único, Talía, la madre de Tahiel, y Jana la media alma de Ukara estaban allí, caminando hacia Kalila, quien estaba en el suelo del bosque, la veían, pero no la podían tocar, no estaba con ellos en la oscuridad, ahora iluminada por el eclipse rojo, pero podían sentir lo que le sucedía, estaba muriendo, y lo estaba haciendo porque quería.
- No soy mala, yo no soy mala, no los dañe, nunca los lastime, no es mi culpa, no es mi culpa ser lo que soy, ¿Por qué? ¿Qué les hice? - dijo mientras dejaba ir la vida que en ella había.
Entonces Kalila cerró los ojos, y apareció en medio de ellos, y lo comprendieron, Kalila había muerto, la joven los vio con una sonrisa y los ojos aun aguosos.
- ¿Qué les hice? - pregunto la joven viendo a Talía. - ¿Por qué lo hicieron? - se giró a ver a Dalton. - ¿Fui tan mala persona? - dijo al ver a Jana.
Comenzó a caminar, y a cada paso que daba, las personas la observaban, despegando sus ojos del eclipse, que les brindaba un poco de luz.
- Kalila. - dijo un hombre y solo entonces Dalton vio a su hermano, quien había muerto años atrás, en una de las tantas batallas contra los cazadores. - Pequeña, ¿Qué haces aquí?
- Perdón, usted murió cuidando a mi madre, no debe estar aquí. - se lamentó la joven.
- No te sientas mal mi niña, aquí aguardamos, nuestro tiempo comienza y termina, solo nos queda esperar.
- ¿Qué cosa esperan? -indago con pena.
- Un eclipse. - Dalton vio a su hermano sonreír por última vez, y entonces todos, tantos buenos como malos se convirtieron en estrellas, danzando alrededor del eclipse.
Kalila se quedó de pie, viendo el cielo, Jana se acercó y la abrazo, Kalila le sonrió y luego su rostro se cubrió de preocupación.
- ¿Por qué estás aquí Jana? Tu no. - se lamentó aún más, y entonces Kalila los vio, las preguntas que le había hecho al llegar solo fueron consecuencia de sus últimos pensamientos, mas no estaba consciente de lo que decía.
- No, ustedes no deben estar aquí, deben regresar. - Talía le sonrió, aun con los ojos llenos de dolor al saber lo que su hijo había hecho.
- Eres tú la que no debe estar aquí Kalila, desde niña se te prohibió defenderte, y gran parte de culpa es mía, yo te ataque aun cuando estabas en el vientre de tu madre, perdón, fue el instinto, pero éramos nosotros los que debíamos adaptarnos a ti, no al revés, fallamos mi niña, somos débiles, permitimos que nuestro instinto nos domine.
- No es su culpa señora Talía, es mía, hay cosas que no deben existir, como yo, por ejemplo. - la voz de la joven trasmitía tanto dolor que incluso Declan lo sentía en los recuerdos de su padre, ahora al fin era consciente de lo que había hecho.
- Por la diosa niña, no digas eso, nunca has lastimado a nadie. - Dalton no pudo seguir en silencio.
- Lo hice, lastime a Declan y él no lo olvido, pero no fue apropósito, yo solo... quería ser su amiga y él decía que no podíamos, porque era débil, entonces, le quise mostrar que era fuerte y ahora... ya no vere a mis padres, ni a mi mamá, y Nuriel...
- Si sigues mi cabello no los perderás. - una voz extremadamente hermosa se dejó oír, al tiempo que unos cabellos azules brillantes aparecían.
- ¿Quién eres?
- Soy tu esclavo, tu amigo, tu amante, soy lo que tu desees, pero no me dejes, te espere mucho tiempo, vamos, regresa mi hermoso lago de vida.
- ¿Y ellos? - pregunto con preocupación viendo a los únicos tres que allí quedaban.
- También los buscaremos si tú quieres. - Kalila los vio una vez más y sonrió.
- Regresare por ustedes.
- ¿Por qué? - pregunto aturdida Talía y Dalton comprendió a que se refería, si ella fuera por Jana lo comprenderían, eran amigas, pero con ellos solo había tenido una o dos palabras en sus 18 años de vida.
- Porque sus hijos deben estar sufriendo, como deben sufrir mis padres por no saber de mí.
Bondad, empatía, comprensión, todo eso era lo que podía ver el mayor en los ojos de la joven, y Kalila cumplió su promesa, solo entonces Dalton libero a su hijo.
- Tarde o temprano Vito sabrá lo que sucedió, y cuando pida tu corazón, yo mismo te lo arrancare. - y esa fue la promesa que Dalton le hizo a su hijo.
Para Tahiel no fue mucho mejor, si bien su madre no tenía el poder de Dalton, de igual modo conto lo que había sucedido, frente a su esposo, quien corrió de su hogar a Tahiel, el lobo durmió en el bosque, pensando que sería de él de ahora en adelante, estaba seguro de que Kek no se conformaría con desterrarlo.
Ukara durmió en su hogar, sabía cuál era su castigo, Jana lo había rechazado, y aunque tuviera dos meses para recuperarla, antes de que la luna cambiante Aysel llegara, no estaba dispuesto hacerlo, sabía que no la merecía, sabía que debía morir por lo que había hecho.
Kalila por su parte, mintió, con ayuda de Ikigaí, dijo que estaba jugando con Jana, y cayó en una grieta y que quedo tan mal herida que murió y fue allí donde Ikigaí apareció.
- ¿Entonces tu trabajo es encontrar a esos que murieron sin saber su razón de existir? - dijo asombrada Chloe.
- Solo encuentro algunos. - se limitó a responder, no queriendo decir que lo que lo despertó de su sueño fue el dolor de Kalila, y que lo guio su luz, una única, como el mismo Ikigaí.
- ¿Como tomara esto Nuriel? - pregunto Kek, no queria que su hija pasara por los celos de dos hombres como sucedió con Chloe, claro que ellos eran tres y el hecho de ser primos tampoco los detuvo a la hora de celarse entre ellos, aunque su hija solo lidiaría con dos.
- Lo tendrá que aceptar, así como la diosa luna designa sus compañeros, nosotros elegimos a la nuestra, una sola, por toda la eternidad, sin cambios, ni nada.
- Ese es el punto, veras Kagí.
- Ikigaí. - lo corrigió con una sonrisa el joven flacucho y el lobo gruño.
- Si, como te llames, el tema es que ustedes eligieron a mi hija, ella no los eligió...
- Sí lo hizo. - lo interrumpió el peli azul. - A diferencia de ustedes hijo de la luna, nosotros no necesitamos marcar a nuestras parejas, ella tomo mi cabello, cuando le jure ser lo que ella quisiera, y con Nuriel, tengo entendido que lo acepto hace dos años, el fénix le dijo que ardería y renacería solo por ella y ella le dijo que viviría por él.
- Pero era una niña. - se trató de justificar Dante.
- Aun así, como lo dije, nuestro lazo se forma a través de la confianza, ella sabe que jamás la lastimaremos de ninguna forma.
- Comprendan, Iki y Nury viven por mí, no los dejare. - hablo por primera vez Kalila.
- Hija lo comprendo, solo quiero saber si los amas, no es justo que te ates a dos... personas, por obligación, si no los amas y ellos mueren, pues ni modo. - tanto Chloe como Kalila vieron mal a Kek, el lobo era territorial, pero peor que eso, sabía que pronto perdería a su cachorra.
- Cuando estoy con Iki... me siento en casa, aunque ustedes no estén allí, y cuando pienso en Nury... - el olor a pimienta se esparció por todo el lugar, y todos sabían lo que significaba, lo anhelaba.
- Bien, en ese caso, será como quieras, ahora ve a descansar. - Kalila se levantó dejando un beso en la mejilla de cada uno de sus padres que sonrieron con agrado, hasta que vieron a Ikigaí caminar tras la joven.
- ¡¿A dónde crees que vas?! - dijo con disgustó Vito.
- A dormir con mi Lila.
- ¡Eso claro que no! - grito Kek y Kalila al fin rio con ganas, rio de corazón.
- Corre Iki, corre.
Ambos corrieron entre risas como los adolescentes que eran, o por lo menos Kalila y sus padres quedaron congelados de asombro, su hija no era desobediente.
- Pero que mierda. - Dante estaba a punto de subir las escaleras cuando Chloe lo detuvo.
- Ellos estuvieron juntos toda la noche y la mayor parte del día de hoy y ya te explicaron que no hicieron nada, confía en tu hija.
- Confió en mi niña, pero no en él.
- Pero sí parece aún más niño que Kalila. - intervino Chloe.
- Vida, no olvides que tengo 68 años, y tú siempre me comparas con un adolescente. - Chloe vio con horror a Vito que se lamia los labios y corrió por las escaleras, hasta que al fin llego a la habitación de su hija, donde vio a Iki, como lo llamaba Kalila, flotando en mitad de la habitación, con una pose de meditación, con las piernas cruzada y las manos sobre las rodillas, mientras su niña ya estaba dormida en la cama.
- ¿Cómo puede ser? - dijo en un susurro, sabiendo que su hija no la escucharía.
- Cuido su sueño, se podría decir que hago lo que Kek hace contigo cuando temes tener pesadillas después de un ataque de cazadores. - respondió Ikigaí sin abrir sus ojos.
- ¿Como sabes eso?
- Me entrelace a Kalila, ella se convirtió en mi mundo, mi vida, mi ser, se todo lo que ella sabe. - y ahora al fin dejaba ver sus ojos aún más raros que los de Kalila.
- ¿Cuidaras a mi hija siempre? - pregunto viéndolo con seriedad y esperando honestidad por parte del peli azul.
- Lo hare, y no debes de seguir preocupándote, sé que no parezco gran cosa comparado con el fénix, pero que mi docilidad no te engañe Luna, solo por ella me muestro tan complaciente y tranquilo, créeme que ningún cazador querrá conocer mi verdadero rostro. - y cuando Ikigaí dijo aquello dejo al descubierto sus brazos, en ellos habían decenas de pulseras de oro, con las mismas inscripciones que tenían las cuencas que Nuriel usaba en su cabello, entonces Chloe recordó que cuando Nuriel perdió una de esas cuencas creció y ahora era un hombre de dos metros diez centímetros, recordaba a la perfección que el fénix le dijo que las cuencas que sujetaban sus trenzas era lo que lo mantenían de un modo "normal para no llamar la atención de los humanos", ahora veía que Ikigaí, tenía muchas más que esas cuencas en los brazos, él tenía brazaletes, gruesos y en más cantidad, que las pequeñas que usaba Nuriel para sujetar sus trenzas.
- ¿Por qué luces tan frágil? - pregunto la humana al comprender que ese era un disfraz.
- Soy lo que ella necesita.
- ¿Alguien a quien cuidar?
- Alguien como ella, alguien que aparente ser débil pero que no lo es.
Chloe se marchó, pensando en las palabras del peli azul, tenía razón, durante esos 18 años ella había estado preocupada por su hija, pero no por ser débil, sino porque en ella dormía un gran poder, uno que, si se despertaba, los destruiría a todos, ya que el alma condenada del gran cazador conocido como LA NIEBLA, dormía en su interior.