CEO en la Lista Negra
img img CEO en la Lista Negra img Capítulo 4 4
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Capítulo 4 4

El silencio en la oficina de Alexander Blake era espeso, casi sofocante. Isabella lo observó fijamente, buscando grietas en su fachada de acero. Pero por primera vez, él parecía genuinamente afectado. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos fríos, pero había algo más debajo de esa superficie inquebrantable.

Algo que dolía.

-¿Qué pasó esa noche, Blake? -preguntó Isabella con voz firme, aunque su curiosidad se mezclaba con algo inesperado: una punzada de empatía.

Él desvió la mirada hacia la enorme ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad.

-Ya te lo dije. Alguien importante para mí murió.

-¿Quién?

Alexander cerró los ojos por un segundo, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado. Luego, su mirada regresó a ella, intensa y calculadora.

-Mi hermano.

Isabella sintió un golpe en el pecho.

-¿Tu hermano?

Él asintió lentamente.

-Se llamaba Samuel. Tenía diecisiete años. No éramos millonarios en ese entonces. Apenas sobrevivíamos. Mi madre trabajaba día y noche, y yo hacía lo que podía para que no nos hundiéramos. Pero Samuel... él siempre quiso algo mejor. Quería ayudar a los demás. Por eso estaba allí.

-¿En la comunidad? -Isabella se estremeció.

-Sí -respondió con un deje de amargura-. Se había unido a un grupo de voluntarios que ayudaban a la gente del barrio. Pasaba más tiempo allí que en casa. Yo no lo entendía en ese entonces... solo pensaba que estaba perdiendo el tiempo en lugar de concentrarse en sobrevivir.

Su voz bajó un tono.

-Esa noche, cuando el incendio comenzó, alguien me llamó. No sé cómo, pero alguien supo que él estaba allí y me avisó. Corrí lo más rápido que pude. Vi las llamas, vi a la gente intentando escapar, vi el caos... y lo vi a él atrapado dentro de una de las casas.

Isabella apenas podía respirar.

-Intenté entrar, juro que lo intenté -susurró Alexander, su voz llena de una rabia contenida-, pero era demasiado tarde.

El silencio que siguió fue aplastante.

-Después de eso, no me quedó nada -continuó él, con una mirada perdida-. No tenía familia, no tenía dinero, no tenía propósito. Solo tenía rabia.

Isabella sintió un nudo en la garganta.

-¿Y qué hiciste con esa rabia?

Alexander la miró de una forma que le revolvió el estómago.

-La usé.

La Transformación de un Hombre

Isabella tomó aire.

-Así que desapareciste.

Él asintió.

-Me fui. Busqué respuestas, busqué venganza. Y cuando volví, no era el mismo.

-Te convertiste en el hombre que eres ahora.

-Me convertí en alguien que nunca más sería vulnerable -confirmó, apoyándose en el escritorio con los nudillos blancos de tanto apretar los puños-. Alguien que nunca más perdería a nadie sin pelear.

Isabella sintió un escalofrío.

-¿Y los responsables? -preguntó en voz baja-. ¿Qué les pasó?

Alexander la miró, y su sonrisa fue tan oscura que le heló la sangre.

-Digamos que pagaron por lo que hicieron.

Ella tragó saliva.

-¿Hiciste justicia... o te vengaste?

Él se inclinó un poco más hacia ella.

-A veces, no hay diferencia.

Isabella sintió un extraño choque de emociones. Alexander Blake no era solo un magnate despiadado. Había sido un joven quebrado por la tragedia. Y ahora... era un hombre peligroso, pero no solo porque tenía dinero y poder. Sino porque no tenía miedo de usar ambos para hacer lo que él creía correcto.

Y lo peor era que, en el fondo, ella no estaba segura de si eso lo convertía en un villano o en alguien que, por primera vez, entendía demasiado bien.

Una Advertencia y un Desafío

Alexander la observó en silencio por un momento.

-Ahora que lo sabes, ¿qué harás con esta información?

Isabella parpadeó.

-Publicarla.

Él sonrió, aunque en su expresión no había ni un rastro de sorpresa.

-Por supuesto que lo harás. Eres Isabella Ramírez, la periodista que expone la verdad.

-Exacto.

Él se acercó aún más, y por primera vez, su arrogancia habitual desapareció.

-Pero ten cuidado con lo que destapas, Isabella. A veces, la verdad no solo destruye a quienes la ocultan... sino también a quienes la buscan.

Sus palabras la golpearon más fuerte de lo que esperaba.

Y en ese momento, supo que esta historia no solo era sobre él. Sino también sobre ella. Y sobre el peligro en el que estaba a punto de meterse.

            
            

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