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Capitulo 3. Recolección
Vuelvo a casa y veo como esos dos se están comiendo a besos.
Toso para que noten mi presencia, ellos al escucharme se separan con la respiración acelerada.
De verdad que no es necesario que se coman vivos delante de mi persona.
-¿Qué tal tu día? Pregunta mi madre sin soltar la mano de Kevin
-Bien, he hecho una amiga, se llama Yami pero creo que no está muy bien de la cabeza me ha contado algo de la "recolección" y de unos lobos que bajan a por las jovencitas cada diez años... ¿No te parece gracioso mamá?
Mi madre mira a Kevin con seriedad, no entiendo por qué no se rien. Si es algo que resulta gracioso, como unos lobos van a bajar de la montaña y se van a llevar a un grupo de jovencitas.
-Bueno no te preocupes esas tradiciones a ti no te afectan, ¡verdad Kevin!
No me puedo creer que mi madre se lo esté creyendo, de verdad que estar enamorada te destruye las neuronas.
-Sois oficialmente residentes en Ketchikan por lo que ella también es parte de la comunidad. Dice Kevin visiblemente nervioso.
-Cuándo me contaste esa estúpida historia no pensé que mi hija tuviese que ser ofrecida a esos...
-¡Pero de verdad vosotros os estáis escuchando!
-Siéntate, dice mi madre palmeando el sillón que tiene justo al lado.
Dejó la botella de leche en el frigorífico y la mochila sobre la encimera.
Me siento a su lado y espero a que ella hable.
-Hay cosas en este mundo que nosotras desconocemos, a veces lo que creemos que es fantasía no lo es tanto y hay ciertos seres que si existen en la vida real.
-Claro y ahora es cuando me dices que los vampiros, los hombres lobo, los elfos y hasta los duendes son reales, verdad. Respondo con sarcasmo.
Mi madre parece ausente en estos momentos por lo que Kevin toma la palabra por ella.
-No te estamos mintiendo, ellos existen al menos los hombres lobo, déjame que te cuente la historia de mi pueblo y después podrás comprender un poco mejor lo de la "recolecta"
Asiento con la cabeza y espero a que me cuente la historia, no lo entiendo de verdad, creo que aquí debe haber algo en el aire que te hace perder la cordura e imaginar cosas.
-Hace muchos siglos mi pueblo se estableció aquí, al principio todo era paz y felicidad. Vivían de la caza y la pesca y poco a poco se fueron convirtiendo en un pueblo próspero. Pero tenían unos vecinos un tanto primitivos por llamarlos de algún modo. Ellos podían pasar desapercibidos como simples humanos pero de la nada se convertían en lobos, sí ya sé que suena extraño no me interrumpas por favor... Por lo visto no eran muy numerosos y ellos creían en algo así como una compañera destinada, a la que podían reconocer por su aroma. Unos cuantos de esos lobos cansados de esperar una compañera que nunca llegaba decidieron adentrarse en nuestras tierras y descubrieron que en ellas habitaban sus compañeras destinadas.
No solo se llevaron a las mujeres sino también destrozaron la aldea, así pasaba sucesivamente a lo largo de los años. Hasta que uno de los dirigentes del pueblo decidió hacer un tratado con ellos. Cada diez años las mujeres comprendidas entre ciertas edades se quedarían paradas en la plaza del pueblo, si alguna de ellas era su compañera se la podrían llevar, pero ya no podrían destrozar el pueblo ni matar a nadie nunca más.
-Vamos a ver, porque creo que mi cabeza va a explotar. Si eso es verdad cosa que me cuesta mucho creer, porque demonios me has traído aquí ¡y justo ahora mamá!
-Yo, yo ... no creí que fuese cierto y aún me cuesta mucho creerlo la verdad.
-¿Y si no me presento en la plaza?
-Ni siquiera lo sugieras los más ancianos cuentan que una vez una muchacha no se presentó, un lobo enfurecido destrozó toda la casa y mató a toda su familia.
Parece tan convencido como Yami de que esta historia es real. No sé que se fumaran aquí pero de verdad que resultan convincentes.
Me retiro del salón y subo hasta mi dormitorio, cojo mi ordenador y comienzo con el trabajo que nos ha mandado el profesor de historia.
No dejo el ningún momento de trabajar, solo lo hago cuando escucho un aullido en el exterior de la casa.
Me asomo por la ventana y no puedo ver nada, la espesura del bosque lo opaca todo.
Creo que me estoy volviendo loca, claro que hay lobos en un bosque, al igual que osos, ardillas y demás animalitos.
Cierro el portátil y bajo para cenar, ya no digo nada sobre la conversación y ellos tampoco. Creo que no merece la pena, igual mañana hasta lo he olvidado todo.
....
-¿A dónde vamos mamá?---
-A comprar tu vestido para esta noche.
-Todavía sigues con eso, te creía más lista la verdad.
-Abi, no te lo permito. Ojalá todo fuese una gran mentira y esta noche no tuvieras que pasar por ello.
No necesito continuar ya que sé donde va a terminar todo esto, mi mamá llorando y yo sintiéndome fatal por haberle faltado el respeto.
Compramos un vestido blanco. Elijo el más simple que veo, no veo la necesidad de gastar tanto dinero para un rato solo. Además de que no me pienso quitar el abrigo.
Tomamos un chocolate caliente en una cafetería, todas las personas que vemos parecen bastante nerviosas. Esto es como si en vez de estar en un pueblo estuviéramos nos encontramos en una secta y todos esperarán que esta noche llegara el fin del mundo.
Después de comprar y tomar el chocolate volvemos a casa, hoy mamá se ha tomado el día libre "por eso de si es mi último día aquí".
He intentado de todas las formas posibles, no decirles que están locos y que nada de lo que cuentan va a suceder. Por lo que al final me he decidido por seguirles la corriente.
Después de la cena subo hasta mi dormitorio, cojo el vestido y me lo pongo.
Me miro en el espejo y no me veo bien. Quizás si hubiese escogido uno más entallado en la zona del pecho no algo tan recto me hubiese sentado mejor.
En fin solo lo llevaré puesto unas horas por lo que recojo mi pelo en una coleta alta y me pongo el abrigo.
"La hora del lobo ha llegado"