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Capitulo 5. Realidad.
Cuando consigo que se separe de mi, puedo ver a un hombre muy atractivo, su cabello es oscuro y corto y sus ojos son claros.
Podría decir que son azules pero otras veces me parecen dorados. Creo que debe de estar cerca de los dos metros de altura, es un hombre imponente.
Me alejo un poco de él, ya que este despierta varias sensaciones en mi cuerpo. Pero la más evidente es el miedo.
-No tengas miedo no voy a hacerte daño.
Sus palabras parecen sinceras pero aún así no terminó de fiarme de el.
Vuelvo a la cama y me quedo sentada. Él me mira desde la puerta hasta la que casi consigo llegar.
-¿Cómo te llamas?
-Abi, respondo mirando al suelo.
-No recuerdo haber leído ese nombre en el censo del pueblo.
-Está bien mi nombre es Abigail. Respondo entre dientes.
-¿Cuántos años tienes Abi? mi nombre en sus labios me hacen estremecer. Pero qué demonios me pasa, debo de haberme dado un golpe en la cabeza porque esto no es muy normal.
-Diecisiete.
-¡No me jodas! Esto no puede ser real, esto no me puede estar pasando a mí.
Lo veo tan enfadado que por alguna estúpida razón me vuelva a dirigir hacia él.
-En un mes cumplo dieciocho.
Mis palabras parecen conseguir algo de calma en él.
-Un mes, un puto mes más voy a tener que esperar. De verdad que me ha tocado el premio gordo contigo.
Sale de la habitación enfadado y da un portazo.
Me levanto de la cama y paseo por la habitación, porque no me despierto, porque sigo en este horrible sueño.
Me asomó por la ventana y veo pequeñas casas de madera dentro de un gran bosque. Bueno al menos parece que no me he ido de casa, qué poca imaginación tengo, podría soñar que estoy en Hawaii o en Japón pero por el contrario sueño que sigo en Alaska.
Pasan las horas y veo como el sol comienza a aparecer. Me acerco hasta la puerta y la abro, salgo al pasillo y veo que me encuentro en una casa muy grande. Llego hasta la escalera y veo que estoy en la última planta, por debajo de mi hay dos más si no veo mal.
Me miro y veo que aún llevo puesto es estúpido vestido. Pero no tengo zapatos ni abrigo.
Paso de nuevo hasta el dormitorio y los busco por todas partes. Después de unos minutos me siento frustrada aquí no están ni mis zapatos ni me abrigo.
Si salgo así a la calle de seguro que voy a enfermar, pero por otra parte mi casa no debe estar muy lejos.
Salgo de nuevo de la habitación y bajo las escaleras, no me encuentro a nadie en ningún momento.
Llego hasta la puerta y salgo a la calle, el frío es... es horrible no me gusta nada este clima. Cuando pongo los pies sobre la tierra siento que voy a morir congelada.
Miro hacia todos lados y no reconozco el lugar. Supongo que debo de estar en la otra punta del pueblo.
Comienzo a caminar y el pueblo se halla en total silencio, no se por cuánto tiempo camino pero no me paro en ningún momento, no quiero que el loco de antes me encuentre.
Llegó hasta una fortificación, esto sí que raro es la primera vez que la veo. Cuando llegué aquí juraría que no había ningún muro que separara el bosque del pueblo.
Busco una pequeña abertura y paso a través de ella. Segundos después comienzo a escuchar una sirena, me quedo parada durante unos segundos más.
Recuerdo en mi mente todas las películas policíacas que he visto. ¿Y si las sirenas son por mí? ¿ esto es igual qué una fuga no? Salgo corriendo y no miro hacia atrás, mis pies estos duelen como nunca antes lo habían hecho. Debo de tener clavadas millones de astillas, pero no puedo parar, aún no, aún no es seguro.
Acabo de darme cuenta de que esto no es un sueño, en los sueños no hay dolor y yo he pasado al nivel más alto de la escala.
Escucho aullidos muy cerca, esto no es bueno tengo que buscar algún lugar donde esconderme. Donde ellos no me puedan encontrar.
Diviso una pequeña gruta y hacia allí me dirijo hasta que un gran lobo negro se planta delante de mí.
Me gruñe y me enseña sus colmillos, creo que hasta aquí he llegado. El gran lobo se acerca hasta mí y muerde mi brazo, el dolor que siento hace que la oscuridad llene por completo todo mi cuerpo.
....
Abro los ojos y de nuevo me encuentro en la misma habitación, miro mi brazo y veo que está vendado al igual que mis pies.
Me intento incorporar pero me siento bastante adolorida aún así después de mucho esfuerzo lo consigo.
Lo veo allí sentado, está vez sí consigo verlo bien y por su cara se que está muy enfadado.
-¿No tienes nada que decir Abigail?
-Pues la verdad es que no, yo solo quería volver a mi casa pero se ve que tú no me vas a dejar.
-Veo que no te han explicado cómo va esto, pero en algo sí que tienes razón, no voy a dejarte marchar. dice acercándose a mí y cogiendo mi barbilla con una de sus manos consiguiendo que lo mire directamente a los ojos.
-No eres como ellas, ¿tú no eres del pueblo verdad?
-No, la verdad es que llegué allí hace cuatro días.
-Agradezco a quién te llevase allí, si no nunca te hubiese encontrado.
-¡Yupi! digo bajito pero lo suficientemente alto para que él lo escuche y de un gruñido.
-Te voy a explicar algo para que no intentes volver a huir de mi, aunque dudo que lo puedas hacer porque a partir de hoy hay cerrojos y guardias custodiandote todo el día. Pero en el supuesto caso en el que consiguieras escapar de mí otra vez. Ten por cuenta que te encontraría y te daría caza. No hay lugar en el mundo donde yo no te pueda encontrar.
Sus palabras suenan como una amenaza y la verdad es que ha conseguido despertar en mí el miedo y la inquietud. Si es lo que buscaba con ello lo ha logrado con creces.
Se aleja de mi y me deja sola en la habitación. Escucho como se cierra un cerrojo a su salida. Por lo que entiendo que estoy encerrada.
Me levanto de la cama entre quejidos, miro mis pies y puedo ver que las vendas están mojadas, de verdad que me los de debo haber dañado pero bien.
Me acerco hasta la ventana y la abro, me asomo un poco y veo que es imposible salir por ahí. Al menos hay siete metros hasta el suelo y si por una suerte del destino no me matara ni me rompiera nada en la caída. No podría ir muy lejos en el estado que tengo los pies.