Rompiendo tus Reglas
img img Rompiendo tus Reglas img Capítulo 4 Gala
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Capítulo 6 La loca img
Capítulo 7 La pomposa cena img
Capítulo 8 Kadet Kravec img
Capítulo 9 Kadet Kravec img
Capítulo 10 Tarde benéfica img
Capítulo 11 Muda img
Capítulo 12 Una noche larga img
Capítulo 13 Una buena noche img
Capítulo 14 Bailar img
Capítulo 15 La quería a ella img
Capítulo 16 Rogar img
Capítulo 17 A casa img
Capítulo 18 Te lo daré img
Capítulo 19 Sin reglas img
Capítulo 20 Noches encantadoras img
Capítulo 21 Intenso img
Capítulo 22 Disculpas img
Capítulo 23 Padres que no existen img
Capítulo 24 Como en casa img
Capítulo 25 Pequeña niña img
Capítulo 26 Te amo img
Capítulo 27 Yo también te amo img
Capítulo 28 Carolina Bae img
Capítulo 29 Mi hermana img
Capítulo 30 Mentiras img
Capítulo 31 ¿Dónde estás img
Capítulo 32 Carolina Ben img
Capítulo 33 Una nueva vida img
Capítulo 34 Propuestas de matrimonio img
Capítulo 35 Mi mujer img
Capítulo 36 Kravec img
Capítulo 37 Embarazada img
Capítulo 38 Final feliz img
Capítulo 39 Días felices img
Capítulo 40 Parto img
Capítulo 41 Final img
Capítulo 42 Epílogo img
Capítulo 43 Extra img
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Capítulo 4 Gala

Una vez Tiara salió de mi oficina no pude evitar festejar conmigo misma ante la emoción que se desbordaba de todo mi sistema.

Y es que, había querido hacer tantas cosas por este lugar y ahora al tener un cargo mayor podría hacerlo.

Y aunque de manera clara la identidad recientemente descubierta de nuestro benefactor me había dejado con la piel totalmente de gallina, estaba tratando de parecer tranquila mientras salía al pasillo para dirigirme hacia el comedor en donde debían estar todos a estas horas.

Mis nervios estaban al tope, al igual que la adrenalina, la emoción y la felicidad.

Si me lo preguntaban, realmente si me había visto como directora del orfanato, pero nunca a una edad tan temprana. Había estado decidida a perdurar en este lugar el tiempo que fuese necesario hasta que llegara la oportunidad de ocupar el cargo de directora, pero nunca creí que sería a la corta edad de veintisiete años y bueno, para muchos podría ser mucho tiempo, pero para mí había sido tan rápido que ciertamente nunca hubiese podido verlo venir.

Por ello estaba tan nerviosa, porque esto era algo que había soñado por tanto tiempo y que se hiciera real tan rápido era algo que no podía asimilar del todo.

Una vez llegué al comedor, fui a buscar algo para comer y mientras cruzaba el enorme lugar, iba saludando a los niños que me miraban con esos ojitos soñadores al pasar junto a ellos.

Al obtener mi plato con brócoli, salsa blanca y muchas papas con carne, me encaminé hacia la mesa en donde estaba el director junto con Tiara y los encargados de las demás áreas.

Él me sonrió en cuanto me senté junto a él y aprobó lo que tenía en plato provocando que rodara los ojos. Él me dio un leve empujón con su codo haciéndome reír, pero al final terminé comiendo mi plato mientras todos hacían lo mismo hasta terminar.

Cuando el señor Wolsky vio que todos tenían sus platos vacíos y que charlaban animadamente, gastando los últimos minutos del receso, se levantó de su lugar y aplaudió un par de veces para que todos prestaran atención.

Cuando todas las miradas se concentraron en él, sonrió abiertamente dándoles esa imagen de hombre confiable, ese al que podías ir y decirle lo que fuese y siempre te escucharía y entendería.

-Sé que muchos estarán tristes por esta noticia y que otros tantos ya se la esperaban, pero es algo que ya debía ser -todos se miraron intentando entender a que se refería y en la mesa de los encargados de área entendieron lo que sucedía -he renunciado como director del orfanato -y pronto los murmullos entre los niños se extendió.

Realmente era de valientes pararte frente a los niños que habías visto crecer y decirles que ya no serías quien se hiciera cargo de mantenerlos seguros, que ya no serías su escudo, el hombre que veían como un padre o abuelo en algunos casos.

-Pero mi puesto será ocupado por la Señorita Estefanía, así que creo que eso es un premio para ustedes.

-Si, la señorita Estefanía -el grito de Natalie se escuchó por encima de todo el barullo haciéndome reír incontrolablemente.

-Sé que ella los cuidará muchísimo más que yo, niños, así que respétenla, ámenla y cuídenla como ella hará con ustedes.

Con una sonrisa que extendí a fuerza y mis ojos a punto de derramar las lágrimas contenida, me puse de pie y junté mis manos frente a mí.

-Les prometo a ustedes, mis niños de ahora en adelante las cosas solo mejoraran, les prometo siempre seguir cuidando de ustedes y dar mi mayor esfuerzo por darles una vida digna, la vida que realmente merecen.

Los aplausos no se hicieron esperar y muchos de ellos golpearon las mesas totalmente emocionados y creo que el hecho de que el señor Wolsky se fuera era algo que los dejaba tristes, pero era un hecho que se veía anestesiado por la simple razón de que sería yo quien estaría para ellos.

Una vez el almuerzo acabó cada uno se fue a su respectivo lugar y yo me encargué de comenzar a habilitar la oficina para el nuevo contable junto con los niños grandes de carpintería.

Cosa que fue más fácil de lo que había creído en un inicio y una vez tuve esa parte lista me encargué de ayudar al señor Wolsky a recoger sus cosas y fue jodidamente difícil, pues había tantos recuerdos en esas cuatro paredes y todos llegaron a mi mente mientras dejaba sus retratos en la misma caja que había usado para sacar mis pertenencias de la oficina y que había vaciado en la silla de la oficina que ocuparía al día siguiente.

Una vez terminado acompañé al señor Wolsky a su auto y me despedí de él hecha un mar de lágrimas y mocos, pero él entendió. Comprendió y aceptó que había sido parte esencial de mi vida y el que estuviese dejando el lugar en el que lo conocí era difícil para mí, aun cuando sería yo quien ocupara su lugar.

-Es probable que te anuncien a los medios como la nueva directora del orfanato, sabes que, aunque el benefactor no sea conocido, es bien sabido que el orfanato es uno de los más prestigiosos y verídicos de la ciudad.

-Hablando de eso, ya sé quién es -el señor de cabello canoso me dio un sonrisa de medio lado que me dejaba ver lo orgulloso que estaba de mi.

-No esperaba menos de ti -yo le di una sonrisa completa y él acaricio mi cabello suavemente.

-Lo vas a conocer y espero que se lleven bien -yo arrugué completamente mi boca en desacuerdo con sus argumentos y él solo se carcajeó -a ese tipo de hombres les hace falta una mujer con lengua de víbora que los ponga en su lugar.

-¿Me ha dicho víbora? -cuestioné fingiendo estar ofendida y él solo se carcajeó mientras ingresaba a su auto.

-A ti no, a tu lengua viperina sí -y tras sus últimas palabras cerró la puerta y encendió su auto para marcharse sin siquiera mirar atrás.

Pero es que ese no era un adiós, simplemente era un hasta luego, porque él había marcado mi vida de todas las formas posibles y nunca dejaría de buscarlo, llamarlo y visitarlo mientras vida tuviera.

↞ ↟ ↠

-¿Entonces eres la nueva directora? -cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.

-Sí ¿puedes creerlo? -ella negó con una sonrisa incrédula.

-Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.

-Y la primera mujer -susurré -de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.

-Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.

Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.

-Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.

-Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápido todo te caerá encima y se te hará difícil sacarlo adelante, así que ve despacio, primero ordena lo ya establecido y luego crea esquemas de mayor facilidad a mayor dificultad y ve haciendo las cosas más sencillas antes de meterte a lo rudo ¿de acuerdo?

Yo asentí un par de veces y sin dudarlo metí un bocado de pastel a mi boca mientras la veía sonreírme.

Una vez salí del orfanato me pasé por una pastelería y me encargué de comprar el pastel y la sidra de celebración para Mónica y para mí.

Este era nuestro ritual cada que alguna lograba algo importante, la ganadora invitaba el pastel y la bebida y al llegar a casa nos dábamos la sorpresa y contábamos lo sucedido.

Era magnifico saber que al llegar a casa la encontraría o ella a mí y que podríamos contarnos todo lo que nos había sucedido sabiendo que se alegraría un montón.

Mónica era una de las pocas personas que conocía todo de mi vida, así como Tiara y el señor Wolsky, ellos eran mis personas favoritas, las más cercanas y las que veían más allá de mi rostro serio en el autobús.

Ellos sabían que, aunque me jactaba de ser una mujer de veintisiete años, en mi interior vivía una niña que difícilmente desaparecería.

-¿Mañana será un día duro? -asentí en respuesta sabiendo todo lo que tendría que hacer -pues a dormir -ordenó -que mañana te vas a levantar con las gallinas.

Solté una pequeña risita mientras me levantaba con mi plato y vaso vacío en mis manos para llevarlos al lavaplatos y dejar que ella los lavara, después de todo yo lavé los de la cena.

Una vez en mi habitación amarré mi cabello para que no amaneciera vuelto un nido de pájaros y luego arreglé la ropa del día siguiente.

Una vez con todas mis cosas acomodadas me acosté en mi cama con móvil en mano dispuesta a navegar en las redes sociales en busca de un hombre que no había salido de mi cabeza.

Y es que no lo entendía, a todos los millonarios les encantaba presumir de su dinero, dejarle saber al mundo que tanto dinero habían gastado en los pobres, querían que los demás supieran lo que hacían con sus millones, pero él no.

Kadet Kravec prefería continuar en el anonimato aun cuando entregaba miles de dólares al mes para mantener en buen estado un orfanato que había sacado de la miseria absoluta.

Y en parte lo admiré por ese hecho, por haber hecho por aquellos niños lo que nadie más hizo por ellos y que probablemente nunca harán sin usarlos a ellos para darse publicidad a sí mismos.

Porque eso era lo que hacía la mayoría, usar a los niño para salir en revistas.

La cuestión es que eso era algo irrelevante para mí siempre y cuando pudiese obtener dinero para sacar a otros no solo de orfanatos abusivos, sino también de las calles en las que permanecían.

-Otto Overman, a sus servicios -se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.

Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.

Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.

-Es un placer tenerlo aquí, señor Overman -él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.

Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.

-Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.

Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.

Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no supe que decir, hasta que recordé que debía llevarlo a su oficina y luego darle un recorrido por el orfanato.

-Acompáñeme por aquí, le mostraré su oficina.

Él me siguió sin dudarlo y mientras avanzábamos me cuestioné, como alguien que vestía como él podía aceptar un trabajo en un orfanato que no solo carecía de un pago prominente, sino también que era poco probable que se hiciera un nombre en este lugar.

A menos que él ya haya conseguido todo a lo que aspiraba en la vida y ahora solo quisiera ofrecer sus servicios por el bien de estos niños.

No podía dudarlo al cien por ciento, porque todos los que estábamos aquí adentro hacíamos esto por los niños.

Una vez llegamos a la nueva oficina remodelada le dejé ponerse cómodo durante unos minutos en los que lo esperé en el pasillo y una vez salió hice que me siguiera nuevamente para presentarle las áreas a las que si tenía acceso dentro del orfanato.

Le mostré la cafetería, la sala general, la cancha, las aulas de clases y otras áreas más que le servirían para cuando pasara sus días aquí dentro.

-La verdad estoy muy feliz de poder trabajar aquí -dijo sincero -daré todo de mi para que sigamos haciendo funcionar este lugar.

-De verdad espero que podamos comprendernos durante este tiempo y no dudo de que viene con las mejores intenciones para este lugar, los niños aquí nos ven como sus padres desde el momento en que nos conocen, nos ven como sus cuidadores, sus guías, sus ejemplos a seguir y es por eso por lo que para ellos debemos mostrar esa cara bondadosa que todos llevamos dentro, después de todo han sufrido lo suficiente ya.

Él asintió de acuerdo con mis palabras y una vez obtuve una sonrisa de su parte, me di la vuelta y seguí con el recorrido hasta llegar a mi oficina.

-En su computador tiene un documento abierto con todas las pautas a seguir, están las directrices con las que se va a guiar para poder entender mejor lo que hacemos aquí, que no es solo cuadrar los números para llegar a fin de mes. Si necesita cualquier cosa esta es mi oficina. Que tenga buen día, señor Overman.

Y una vez asintió hacia mí me di la vuelta para ingresar a mi oficina dejándolo fuera para que él pudiese ir a la suya.

Una vez sola me dejé caer en mi escritorio y encendí el computador para comenzar a leer la solicitud que había recibido esta mañana. Era algo que se me daba fácil, por lo que media hora después ya me encontraba negando la petición al ver pocas concordancias en los datos que fueron dados.

No pasó mucho tiempo después cuando el computador hizo el característico sonido que hacía cuando un nuevo correo llegaba.

Suponiendo que era otra solicitud lo abrí de inmediato, pero sorpresivamente no se trataba de ninguna solicitud.

En el correo se redactaba la cordial invitación a una gala benéfica en donde los fondos recaudados serían donados a diferentes fundaciones para personas necesitadas y era de suma importancia que la nueva directora del orfanato hiciera su aparición para anunciar definitivamente que era la nueva directora que lo estará dirigiendo.

Sabía de estas galas benéficas, también de fiestas, cenas y otras cosas más que hacían para recaudar fondos para los más necesitados.

Sabía que el señor Wolsky asistía a ellas, pero nunca creí que me llegaría la hora tan rápido. Aunque era de esperarse, los millonarios vivían haciendo estas cosas ostentosas para sacar a pasear sus más finas joyas y vestidos caros.

Debajo estaba la advertencia que me hacía la rubia Stella de que fuera correctamente vestida, ya que yo era la nueva cara del orfanato y debía dar buena impresión.

Por supuesto que la daría, aunque mi vestido fuera de una tienda de garaje, no pensaba romper los códigos de vestimenta que se establecían en fiestas como esas.

Mas abajo se encontraba la dirección, la fecha y la hora en la que se llevaría a cabo tal cosa y me sorprendí en sobre manera al saber que era el sábado próximo ¿acaso me daría tiempo de buscar algo que valiera la pena?

Probablemente no, por lo que debería recurrir a mi hermosa compañera de piso, la cual probablemente tendría uno de esos vestidos ostentosos, ya que ha asistido a eventos importantes del departamento de la policía.

Y recordando ese hecho me relajé en mi lugar, no solo porque tenía las capacidades intelectuales para ir a un evento así y salir inmune, sino también porque la rubia me ayudaría con mi vestimenta sin tener que pedírselo muchas veces.

↞ ↟ ↠

-Tengo este verde esmeralda -Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo -también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.

Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.

-Ese si me gusta -susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.

-Tenemos hasta las seis ¿no? -yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.

Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.

-Tres horas -susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.

La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.

Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.

Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba preparando un viaje para comenzar las vacaciones eternas que tendría de ahora en adelante.

Durante las siguientes dos horas y media, Mónica se dedicó a peinarme, maquillarme y buscar los accesorios más convenientes para el vestido que llevaría.

Y al final terminé pareciendo una de esas mujeres elegantes que aparecían en la televisión.

No me reconocía en lo absoluto, y aunque definitivamente era yo, mi apariencia lucía más estilizada.

Y es que, aunque diariamente usaba vestidos y peinaba mi cabello, casi nunca me maquillaba o me hacía peinados rebuscados como el que tenía ahora.

Se trataba de una perfecta trenza que iniciaba en la parte central de mi cabeza a ambos lados, Mónica había hecho aparecer mis rizos y los había usado para hacer un recogido prominente con varios mechones rizados sueltos a ambos lados de mi cara.

En mis orejas se encontraban unos pendientes con piedras que parecían diamantes, pero estaba segura de que no eran reales, al igual los que decoraban la pulsera que rodeaba mi mano y la gargantilla en mi cuello.

El vestido era hermoso y me quedaba como un guante gracias a las similitudes en el cuerpo de Mónica y mío.

Este era de un solo hombro, ajustado en toda la parte del torso y con una abertura en una de las piernas que dejaba ver mis zapatos negros con suela roja.

Eran los mejores que tenía y ya que los zapatos de Moni no me quedaban, era la mejor opción.

-Te vez tan hermosa -alagó observándome completamente.

-Lo sé, ni siquiera parezco yo -ella hizo un ademán como si mis palabras no le hubiesen agradado.

-Solo es tu mejor versión, pero eres tú, tienes tus ojos cafés, tus labios algo rellenos, tus mejillas sonrosadas, tu nariz adorable, así es como te vemos los demás y solo te hace falta un poco más de seguridad para que arrases en esa gala.

Intenté que mis ojos no se llenaran de lágrimas para evitar arruinar el maquillaje.

-Oye, muchas gracias por la mano que me has echado.

-Sabes que siempre te ayudaré en lo que pueda, ahora ven, Elliot debe estar abajo esperando.

-No te toca trabajar este fin de semana -ella sonrió perversamente.

-Lo sé, me iré de parranda con Elliot una vez te llevemos, no para nada le pedí que te llevara en su modernísimo auto.

-Bueno, al menos no tendré que llegar en taxi.

Ella me dio una de sus características muecas de desagrado.

-Te juro como hicieras eso te echaba de casa ¿a quién se le ocurriría llegar a una gala en taxi?

-Pues a una alma pobre como yo -dije obvia mientras recogía el pequeño bolso donde había puesto el labial marrón mate, mi móvil y un par de billetes.

-Cállate y vámonos, no queremos que llegues super tarde.

Ambas salimos del departamento y mientras recorríamos el pasillo me permití ver su atuendo, uno que usualmente no se ponía.

Y es que ella prefería ir con ropa de hombre a todos lados, pero este día en especial tenía un vestido de lentejuelas negro, corto y con escote, lo que era un claro indicador de que esta noche no llegaría a casa temprano.

-Vas de cacería -ella me dio una mirada pervertida antes de levantar sus cejas arriba y abajo.

-Tengo mucho tiempo sin tener a una chica entre mis brazos, ya es hora ¿no?

-¿Y la chica de la estación? -ella se encogió de hombros sin tener una respuesta clara.

-Simplemente no volvió a escribir más.

Al salir del edificio fue casi imposible no saber cuál era el auto de Elliot, pues era el más sofisticado en la acera. Un hermoso mercedes de color negro brillante con cuatro puertas.

Moni me ayudó a ingresar en la parte trasera y luego se subió ella en la parte del copiloto. En cuanto lo hizo Elliot puso el auto en marcha para adentrarnos en el tráfico algo congestionado de un sábado a las siete de la noche.

-Pero mujer, que hermosa estas -yo le di una sonrisa completa a través del retrovisor.

-Gracias, Elliot.

Elliot era un hombre muy a puesto, con una buena complexión física, ya que era compañero de patrullaje de Mónica.

Lo había conocido desde el día uno en el que comenzaron a trabajar y siempre me pareció un tipo interesante y sí, me llegó a gustar por un tiempo, pero yo no era el tipo de chica que él buscaba, así que eso permaneció en el pasado y continuamos nuestras vidas siendo solo las personas que se conocían por la amiga en común que tenían.

Era probable que él estuviera enamorado de Moni, pues no cualquiera la miraba como lo hacia él, pero la ecuación era imposible de resolver, pues Mónica no estaba interesada en ningún hombre.

-Estoy nerviosa -susurré apretando mis dedos unos con otros intentando no llevármelos a la boca, ya que terminaría arruinando el esmalte beige y de paso el labial color granate.

-Tú tranquila, cariño, eres una mujer muy capaz y estoy segura de que saldrás de ahí siendo la administradora más sexy que hayan podido observar los medios, mírale este lado a la situación, si llegas a atraer a uno de esos ricachones podrás conseguir más fondos para el orfanato.

Su broma definitivamente no me hizo gracia, pero según ella había sido más que chistoso pues estaba hecha un manojo de risas.

-Mejor cierra la boca, que no ayudas mucho -intentando apaciguar su risa, juntó sus labios en una línea y respiró profundamente antes de hablar.

-Hablando enserio, sé que es atemorizante estar rodeada de personas tan influyentes, pero solo tienes que recordar que eres Estefanía, mi Teffy de lengua viperina y que no se minimiza por estar en presencia de alguien más poderoso que ella, solo sé tú y sé que saldrás triunfando esta noche.

Y por más estúpido que pareciera le creí, porque Mónica siempre tenía razón y si ella decía que esa noche yo saldría victoriosa le creería completamente.

Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.

Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.

Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.

-Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos -Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.

Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.

Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.

Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté con la ayuda de la mano que me había tendido.

Una vez fuera ella cerró la puerta y tras darle un leve abrazo comencé a caminar hacia la entrada del lugar en donde podía observar una línea de camarógrafos bien estructurada.

El suelo estaba cubierto por una alfombra roja brillante iluminada por reflectores que colgaban del techo de una manera artística, haciendo ver la pasarela de alfombra roja, digna de un evento como este.

Sintiendo los nervios aflorar avancé sin mirar a los lados y con la mirada en el frente. Gracias a la abertura en el vestido no me enredé los pies debajo del vestido y aunque la abertura era notoria, no dejaba mucho al descubierto, ya que se encontraba más debajo de mi muslo.

En cuanto estuve en el radar de los camarógrafos los flashes comenzaron a ser dirigidos en mi dirección como si de una celebridad me tratase.

Pero ellos no me conocían, nadie lo hacía realmente, pero para ellos era fácil deducir que algo de importante tenía si entraba por la puerta grande en un evento como este.

Las preguntas no se hicieron esperar, pero las ignoré todas olímpicamente y continué mi recorrido hacia el lobby del lugar en donde se encontraba un hombre trajeado, robusto y con rostro totalmente serio.

En su mano llevaba una Tablet que a leguas se veía más moderna que el teléfono que llevaba escondido en mi bolso.

-Su nombre, por favor -pidió amablemente con una voz varonil y robusta.

En cuanto le di mi nombre y revisó que, si estuviese en la lista de invitados, él se hizo a un lado y me dejó pasar permitiendo que pudiese acceder al interior del lugar.

Una música suave se escuchaba por los parlantes escondidos en alguna parte. El ambiente se sentía relajado, al menos por ahora. Las luces eran más tenues, pero igual dejaban ver claramente todo el lugar. A penas estaba en la entrada, por lo que aún estaba alejada de la multitud más adelante.

Las personas las podía observar paseándose con trajes caros y joyas perdidas de algún reino antiguo. Copas de champan eran sostenidas por sus delicados dedos mientras charlaban con las personas que los rodeaban. Pero todo parecía tan distante, como si realmente no hubiese un vínculo mayor que el de presumir para intentar resaltar entre estas personas.

Pero juzgar no sería lo más indicando, recordando la posición en la que me encontraba, pues me había vestido y maquillado para estar alrededor de esas mismas personas que me jactaba de juzgar sin conocerlas.

Me sentía tan fuera de lugar, con un vestido prestado, maquillaje que nunca pondría en mi rostro y unos tacones que habían pasado de temporada hacía dos años.

¿Pero que más daba? Después de todo era la administradora de un orfanato que tenía como benefactor a un magnate anónimo.

Que ya no era tan anónimo, pues su nombre se repetía una y otra vez en mi cabeza e inevitablemente me cuestioné si él estaría aquí esta noche.

Las probabilidades eran muchas considerando que era un hombre que se desenvolvía en este mundo.

            
            

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