Aunque quisiera reaccionar simplemente no podía, no había nada que me impulsara a salir de mi propio universo, hasta este día, ni siquiera la mujer que me había ofrecido desayuno y almuerzo pudo sacarme de mi letargo, nada, solo los dos hombres que entraron por la puerta principal me pudieron sacar de mi desequilibrada mente.
-¿Qué decidiste? -la pregunta fue directa y sin rodeos, solo tenía que decir lo que ya había determinado.
-Que estoy de acuerdo -Cameron asintió mientras se posicionaba frente a mí.
-Pero hay reglas -dejé de enfocar mi mirada en el castaño para enfocarla en el pelinegro -no has comido nada durante el día y nuestra intención no es matarte de hambre, así que no sea la tuya.
Asentí prometiendo internamente que obedecería.
-Después de tu presentación firmaremos el contrato y podrás ir a tu casa a buscar lo necesites durante tu estadía, solo quiero recordarte que no estoy muy feliz de que te quedes, tampoco estoy feliz de que tengas que pagarme de esta forma, hubiese preferido ir a la policía, agradécele a Ashton que este siendo solidario contigo, porque para ser sincero no pretendía tener la menor de las consideraciones -dicho esto se levantó una vez más y solo pude escuchar sus pasos subiendo las escaleras hacia las habitaciones.
-Dormirás en la misma habitación en la que estuviste anoche, Camil te prestará ropa de su hija para estos tres días y Cameron te facilitará la vestimenta para el sábado -asentí dándome cuenta de que era miércoles, había perdido la noción de los días -debes tomar tus analgésicos, alimentarte y puedes entretenerte con lo que quieras dentro de la casa, pero no entres a las dos últimas habitaciones del segundo piso -asentí una vez más hundiéndome un poco en el mullido sofá debida a su sofocante mirada.
-Entiendo todo -él asintió más para que él que para mí.
-Eso sería todo por hoy, que tengas buenas tardes, Alisha, espero que tu estadía sea lo más placentera posible, claro, todo lo que se permita debido a la situación en la que te viste envuelta.
Luego de esto recorrió el mismo camino que el hombre anterior perdiéndose entre los pasillos de la casa en cuanto subió las escaleras.
★━━━━━━━━★
Podría decir que durante estos días había descubierto un poco más acerca de la vida de los hombres que me habían ofrecido un trato para saldar mi deuda, pero no era así, pues me había limitado a vivir bajo su mismo techo como si fuese una sombra, hablaba solo necesario como buenos días y buenas noches, sin mencionar que cada vez que me quedaba sola no hablaba con Camil más de lo necesario, ni siquiera me había atrevido a preguntar si ellos eran hermanos, porque creía que estaba mal ser entrometida, definitivamente lo estaba, las personas me contarían las cosas cuando las creyeran prudentes y yo debía preguntar solo si era directamente a la persona en cuestión.
Habían pasado exactamente tres días desde mi llegada y aún no sabía a ciencia cierta a donde iría a cantar ni nada por el estilo, por lo que bajé las escaleras tan solo con un pantalón jean largo y una remera blanca con dirección a la sala en donde supuse estarían Ashton y Cameron.
-Buen día, disculpen mi intromisión, pero necesito saber a qué tipo de actividad iré para saber que canciones cantar -Ashton levantó la vista de su portátil para observarme detenidamente, sin embargo, no dijo nada.
-Es una fiesta benéfica. Lo más importante de la noche son las subastas, solo tendrás que cantar tres canciones que serán divididas a lo largo de la actividad -asentí comprendiendo -ese es tu vestido -señaló la caja que estaba en el sofá frente a él y yo me acerqué a ella para tomarla en mis manos.
-Necesito algo que se conecte a internet para poder practicar las canciones -mi voz era baja y extrañamente ronca.
-Por cierto, deberás adaptarlas al instrumental, la música será en vivo -asentí una vez más en su dirección.
Ashton se levantó de su lugar y me tendió la portátil cerrada.
-Úsala lo que creas conveniente -asentí una vez más.
-Gracias -dicho esto me di la vuelta y comencé a caminar hacia las escaleras.
-Tienes que estar lista a las siete -gritó Cameron mientras yo me perdía por las escaleras en dirección a la habitación.
Al entrar tiré la laptop sobre la cama y abrí la caja para sacar un vestido negro sin mangas y totalmente liso con tela mate.
Inmediatamente me lo puse y subí la cremallera que se encontraba en mi costado.
Mi ceñó se frunció en desmedida cuando me paré frente al espejo y observé el grotesco vestido. Era horrible, me llegaba hasta las tibias y caía sin ningún tipo de vida.
-Que vestido tan feo -me dije a mi misma.
Una risita me hizo girarme asustada hacia la puerta.
-Definitivamente lo es -aseguró Camil mientras entraba con una caja negra en sus manos.
La abrió mostrándome unos bonitos zapatos plateados con lazos que se amarraban hasta los tobillos, eran lo único hermoso del atuendo.
-Al menos los zapatos si son bonitos -ella sonrió.
-Hay un taller de costura en el piso de abajo, si quieres te puedo ayudar a arreglarlo -mis ojos brillaron ante lo que dijo.
-¿Podría hacerlo sola? -pedí -se coser -ella sonrió aún más mientras sonreía.
-Claro que sí, vamos -sin meditarlo mucho me quité del vestido y lo coloqué en la caja poniendo dentro también la laptop, luego la seguí hasta el primer piso y pasé con Camil por la sala en donde la mirada de ambos hombres se clavó en mi figura, pero no dijeron nada en mi dirección retomando la conversación que estaban teniendo.
Camil me llevó por un pasillo que no había explorado lleno de puertas, al final se encontraba una puerta doble la cual ella abrió dejándome ver el enorme salón con escaparates llenos de piedras para vestidos, maniquíes unos cinco desnudos y tres con vestidos jodidamente despampanantes, vestidos de alta costura jodidamente hermosos. Las paredes estaban llenas de cristales que dejaban ver el enorme jardín trasero y lateral que solo había visto por la ventana de la habitación.
Las paredes estaban llenas de rollos de tela de todos los colores y formas y en medio del salón se encontraba una enorme mesa de trabajo y junto a ella una moderna máquina de coser.
-Esto es el paraíso -susurré.
-Puedes usar lo que quieras siempre y cuando no estropees los vestidos que están hechos, por ahora no hay ningún vestido en proceso, por lo que solo no te acerques a esos maniquíes -luego de sus palabras simplemente salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.
En cuanto estuve sola coloqué la caja sobre la mesa y exploré todos los alrededores tocando las telas, abriendo los cajones con todos los colores de hilos existentes y las piedras en las repisas. Con una sonrisa tomé una libreta que se encontraba en la esquina de la mesa y el lápiz junto a ella y las coloqué junto a la caja. Abrí la caja para sacar la laptop y la coloqué sobre la mesa, la abrí para buscar YouTube y salí de la cuenta de Ashton para entrar en la mía y colocar la lista de reproducción de las canciones que sabía de memoria para determinar cuál cantar mientras sonaban dependiendo su orden en la lista.
Luego de eso tomé uno de los maniquíes y lo coloqué junto a la ventana para enfundarlo en el feo vestido. Luego me dirigí a la mesa y tomé la libreta para comenzar a dibujar en él los cambios que le haría al vestido. Le agradecía a mi madre por haberme enseñado a coser, de hecho, me encantaba hacerlo, pero sobre todo diseñar. La mención de mi madre hizo que me deprimiera un poco, pero respiré profundo y me enfoqué en lo que realmente importaba en ese momento, porque mi madre ya estaba bajo tierra pudriéndose lentamente.
★━━━━━━━━★
Para cuando terminé con el vestido ya había decidido que canciones cantar, por lo que guardé el vestido de vuelta en la caja y tomé los accesorios que había creado con las piedras y encaje. Tomé la laptop y la caja después de haber colocado todo de vuelta en su lugar, incluyendo la pequeña libreta.
Cuando pasé por la sala no pasó desapercibido para mí que estaba completamente vacía, subí las escaleras de dos en dos y cuando llegué a la habitación ensayé las canciones una sola vez, pues las tenía dominadas desde hacía tiempo. Cuando vi el reloj en la mesita me di cuenta de que me había saltado la hora de la comida y que ya eran las tres de la tarde y tenía un montón de cosas por hacer aún.
Luego de descansar unos minutos bajé a comer, luego le pedí a Camil una plancha para cabello y maquillaje. Me informó sobre una plancha para cabello en el baño de invitados.
-Pero aquí no hay maquillaje, así que ve a la casa de empleados que está cruzando el jardín y llama a mi hija Sacha, ella tiene mucho maquillaje que podría prestarte.
Después de haberle dado las gracias salí de la casa por primera vez agradeciendo la brisa fresca que azotaba mi rostro. Crucé el enorme pasillo sin inmutarme ante la belleza de los arbustos con formas y las bonitas flores sembradas por todos lados. Era simplemente hermoso, pero distracción para mí en todos los sentidos.
Al llegar a la casa de color blanco toqué la puerta principal un par de veces, pero nadie abrió, empujé la puerta lentamente encontrándome con una sala de estar y al fondo un pasillo lleno de puertas, supuse que cada empleado tenía la suya propia.
-¿Sasha? -llamé.
La tercera puerta fue abierta y por ella salió una chica de cabello rubio y ojos color miel muy bonitos. Su figura era delgada, a diferencia de la mía que tenía curvas en los lugares adecuados.
-¿Sí? -interrogó al ver que me le había quedado mirando.
-Tu madre dijo que me podrías prestar maquillaje -ella frunció el ceño observando mi vestimenta de arriba abajo.
Reconoció las prendas de vestir que había tenido que ceder hacía unos días y asintió reconociendo que era la visita o más bien la nueva empleada.
Volvió dentro de la habitación y luego de unos segundos salió de nuevo con una maleta de maquille de esas que tenían diferentes compartimientos que se abrían hacia afuera.
-Aquí tienes -se acercó hasta mí y me tendió la maleta. La tomé de inmediato asintiendo en agradecimiento.
-Gracias, en cuanto termine te la traigo -ella sonrió.
-Claro.
Luego se dio la vuelta para volver a su habitación.
Con un suspiro salí de la casa cerrando la puerta detrás de mí.
Volví a la casa y antes de subir una vez más a la habitación pasé por el baño para tomar la plancha de cabello. El día estaba resultando más agotador de lo que esperaba.
★━━━━━━━━★
Seis y media de la tarde y sentía que había hecho un agujero en el piso de la habitación, estaba lista hacía unos diez minutos, pero los nervios no dejaban de apretar mi pecho. Me paré frente al espejo una vez más observando mi apariencia, al vestido le había hecho una abertura en la parte delantera por donde se podía apreciar mi pierna derecha mientras caminaba, había cubierto la parte inferior del vestido con encaje color crema haciendo que el vestido arrastrara por el suelo, mientras que por los agujeros del encaje se podía apreciar el negro del vestido. La parte superior se había mantenido igual mostrando por completo la tela negra, mi cuello tenía una pequeña gargantilla que había hecho con encaje y piedras doradas, Lina las llamaría choker y la verdad lo hice porque me recordó a los que ella solía usar.
Mi mano izquierda estaba cubierta con encaje negro sobre la tela elástica que acomodaba mi muñeca debido al esguince. Mi cabello estaba perfectamente planchado y mi rostro poseía un leve maquillaje que no hacía nada más que resaltar mis comunes ojos.
Poseía cuatro manchas de nacimiento en todo mi cuerpo, una de ellas en la parte izquierda de mi mandíbula, una pequeña mancha de un color más oscuro que mi piel, pero que nunca ocultaba con maquillaje, al igual que las otras dos que tenía en mis muslos, una más cerca de mi rodilla y la otra más en la parte central del muslo. Una más oscura que mi tono de piel y otra más clara. Nunca entendí de dónde venían, pero tampoco las intenté ocultar.
Suspiré profundo una vez más mientras intentaba que el nudo en mi estómago se desvaneciera, pero no sucedía, cada vez empeoraba y temía arruinarlo. Había cantado tantas veces en el restaurante, pero menos de 50 personas me observaban en los días más movidos, en los otros apenas unas 20 o 25 personas me contemplaban, ahora era diferente, en esa fiesta habría más de 250 personas pertenecientes a la élite, temía con todas mis fuerzas arruinar las cosas más de lo que ya estaban.
Armándome de valor salí de la habitación dando profundas respiraciones. Bajé las escaleras despacio sosteniéndome del barandal para no perder el equilibrio debido a los tacones dorados. Cuando llegué al final de la escalera ambos hombres que se encontraban en la sala se pusieron de pie para caminar hacia mí, ambos con trajes negros, camisas blancas y corbatas grises.
Mis manos comenzaron a temblar al percatarme de la mirada desconcertada de Cameron.
-¿Por qué cambiaste el vestido? -preguntó con una ceja enarcada.
-Porque era feo -contesté sincera.
-Ese vestido me costó diez dólares -dijo incrédulo observando el vestido sobre mi cuerpo.
-Y ahora parece un vestido de mil dólares -miré hacia la puerta que daba a la cocina en donde se encontraba Sasha, la hija de Camil.
-Tiene más de un talento -comentó Ashton por primera vez.
-Bien, es hora de irnos -avisó Cameron -eres la primera mujer con la que tengo que salir a algún sitio y esta lista veinte minutos antes -habló alto, aun cuando estaba lo suficientemente cerca como para escucharlo.
-Cada vez que tengo que salir contigo me avisas muy tarde -comentó Sasha sonriendo.
-En eso es en lo que te excusas -comentó mientras caminaba a la salida -duras horas buscando que ponerte aun cuando solo me enfocaré en quitártela -dicho esto salió de la casa y Ashton detrás de él.
Sin detenerme a pensar en lo que había insinuado salí de la casa siguiéndolos a ambos.
Un vehículo negro se encontraba frente a la casa y un chofer mantenía la puerta abierta para que Cameron entrara, cuando pensé que Ashton entraría luego de él, me hizo un ademán para que entrara, lentamente lo hice sin necesitar su ayuda para subir y luego él, para luego el chofer cerrar la puerta y subir al asiento del conductor. Puso el auto en marcha y yo por primera vez observé el exterior de la casa dándome la vuelta para ver por el cristal polarizado de atrás.
La casa era enorme, de al menos tres o cuatro pisos y de color blanco, luces por todas partes y una fuente hermosa en la entrada. La casa era definitivamente hermosa y el jardín que veía desde la ventana se veía precioso siendo iluminado por las luces del piso.
-¿Nunca la habías visto por fuera? -negué acomodándome en el asiento de la forma correcta.
-No, solo la parte de atrás, ni siquiera sabía que la casa tenía más de dos pisos, esta tarde ni siquiera me fijé en ese detalle -respondí al cuestionamiento de Ashton.
Ninguno dijo nada más y eso solo pudo ponerme más nerviosa.
Estaba en medio de ambos y aunque el aura que desprendían me intimidaba, las 250 personas que estarían en la fiesta con esa misma aura me intimidaron más. Restregué mis manos sobre mi regazo de la forma más nerviosa.
-Estas demasiado nerviosa -comentó Cameron viendo a mis manos -recuerda que te pedí estar a la altura -mi corazón aceleró su palpitar y en ese momento quise vomitar.
-Será mejor que cualquier otra que hayas contratado -aseguró Ashton.
Y no sé qué me puso más nerviosa, si las amenazas de Cameron o la fe de Ashton. Dios mío ayúdame a salir de esta.
Media hora después nos encontrábamos frente a un enorme salón de fiesta, era posiblemente uno de los más exclusivos de la ciudad y eso solo hizo que mi estómago se revolviera. Ashton salió primero y me tendió su mano para ayudarme a bajar, cuando tomé su mano sentí como mis nervios enviaban corrientes por todo mi cuerpo hasta mi cerebro. Las alertas se activaron en él y la verdad no tenía idea de lo que me advertía.
En cuanto bajé Cameron salió y se posicionó a mi izquierda.
-Al menos sonríe, que no se note que estas aquí por obligación -dicho esto caminó al frente por encima de la hermosa alfombra roja y se detuvo frente a las cámaras.
Ashton me empujó por mi espalda baja y me obligó a caminar para colocarme junto a Cameron mientras que él se quedó junto a mí. Haciendo caso a las palabras de Cameron saqué mi pierna por la abertura y sonreí. Ambos hombres pasaron unos de sus brazos por mi espalda, uno más abajo que el otro y todo mi cuerpo se tensó, pero no dejé de sonreír fingidamente.
Luego de un par de fotos en la que los flashes me cegaron me empujaron hasta dentro del lugar en donde ya se encontraban muchas, muchas personas.
-Hay más de 250 -dije incrédula.
-Fueron 250 invitaciones y cada invitado puede traer a un acompañante -soltó Cameron -lamento ser yo quien te dé esta noticia -luego de darme una sonrisa de lo más burlona desapareció entre el montón de personas que esperaban para saludarlo.
-¿Ves ese escenario? -señaló la enorme plataforma en medio del lugar con muchos músicos sobre ella que tocaban una melodía suave.
Asentí levemente a su pregunta.
-Junto a él hay un par de sillas especiales para los cantantes y subastadores -asentí una vez más -ve allá y espera a que te llamen, los músicos se pondrán de acuerdo contigo para saber lo que vas a cantar, adelante.
Asentí levemente y comencé a alejarme de su anatomía mientras caminaba por la alfombra roja que cubría todo el piso, era simplemente fascinante y temí que mis zapatos estuviesen sucios y manchara la alfombra, pero a decir verdad solo me distraía de lo que verdaderamente me atemorizaba.
Las personas a mi alrededor no tomaron en cuenta mi presencia, posiblemente porque me consideraban insignificante, alguien poco importante.
Cuando llegué junto a la plataforma me senté en una de las sillas doradas con asiento acolchado y de inmediato un hombre con traje se acercó a mí.
-Eres Alisha -afirmó el hombre de cabello canoso. Yo asentí levemente -bien, comenzamos en unos minutos y necesito que me des los nombres de tus canciones para buscar la partitura.
Le dije los nombres de las tres canciones que pensaba cantar y él de inmediato las buscó en su iPad. Asintió en mi dirección y los nervios una vez más crearon un fuerte nudo en mi estómago.
-Arriba -mis ojos se abrieron atemorizados y él enarcó una ceja para luego hacer ademanes con sus manos apresurándome, indicándome que subiera.
Con las manos temblando subí al escenario y me coloqué frente al micrófono que era sostenido por un atril, por lo que no tenía la necesidad de sostenerlo.
Quería llorar, vomitar y demás, pero eso no podría ser, no hasta que terminara con esto. Di varias respiraciones cuando me percaté de que nadie me observaba, aunque estuviese sobre el escenario la mayoría de las personas seguían de pie charlando entre ellos, no prestándome atención a mí.
La música cesó y el murmullo de los presentes se hizo más fuerte para mis oídos, cuando la música empezó una vez más entonando las notas de Young & Sad de Noah Cyrus intenté enfocarme, pero no pude, se me pasó el momento en que debía iniciar y los músicos se detuvieron abruptamente.
Estaba frente al micrófono, con una de mis manos sobre él, pero me había paralizado. En medio de la multitud me encontré con los ojos azules de Ashton y me enfoqué solo en él, porque de todas estas personas era la única que me había escuchado cantar, la única que creía que si podía hacerlo.
Asentí en dirección a los músicos y les di una mirada de disculpa, ellos volvieron a empezar y esta vez sí presté total atención a la canción.
Cuando dije la primera línea la mayoría de los presentes dirigió su mirada hacia mí, pero yo seguía enfocada en Ashton. Seguí cantando suavemente la canción mientras veía como poco a poco su sonrisa aparecía.
Cuando llegué al coro mis manos tomaron vida propia, mi izquierda fue hasta el micrófono tocando la base suavemente y con la derecha chasqueé los dedos dejándome llevar por la triste letra de la canción, canción que me identificaba al cien por ciento. En la parte en la que decía "Mi hermana es como un rayo de sol" dije mi madre es como un rayo de sol atrayéndola a ella a mis recuerdos.
Me dejé envolver completamente logrando que el nudo en mi estómago desapareciera y pude disfrutar de lo que estaba haciendo, aunque todo lo que decía no era para nada motivador.
¿No sabes que solo estoy intentando desaparecer?
No quiero ser joven y estar triste otro día más.
Cuando terminé la canción y los músicos dejaron de tocar un silencio invadió el salón. Mis ojos se enfocaron en todas las personas en la sala y mi estómago se apretó una vez más. Hasta que todo explotó en aplausos y flashes de cámaras me cegaron una vez más. Ni siquiera sabía de dónde venían.
Ni siquiera sonreí, solo pude dejar escapar un suspiro de alivio. Había pasado la primera etapa.
-Y así damas y caballeros iniciamos esta hermosa velada -el presentador dio paso a mi descenso, hice una pequeña reverencia para luego bajar del escenario.
Quería sonreír, pero me di cuenta de que eso no era motivo suficiente para hacerlo, no había terminado y nadie sabía si lo demás sería de total agrado para quien en verdad importaba.
La noche pasó entre subasta y subasta, lo que subastaban eran joyas, días de vacaciones en villas y fincas, viajes entre otras cosas y todo el dinero recaudado iba a organizaciones de ayuda para personas desamparadas. Era definitivamente una bonita acción, pero las personas que se encontraban aquí lo hacían solo para cumplir con requisitos del estatus y presumir sus jugosas donaciones, aunque fuese por eso detrás de esa acción se encontraba algo más grande que ellos y que al menos ese dinero sirviera para algo me bastó para estar feliz con esto.
Alguien se beneficiaría de lo que a estas personas le sobraba.
Habían pasado por lo menos una hora, me habían ofrecido champaña, pero me había negado rotundamente, había estado sobria durante tres días después de un mes sin poder despegar mi boca de una botella, posiblemente si comenzaba no pararía.
-Ahora para dejarlos con un receso volveremos con la majestuosa voz que nos ha cautivado al inicio de esta velada.
Me puse de pie como si de un resorte me tratara y me encaminé al escenario en donde una ola de aplausos me recibió, sin embargo, una vez más no les sonreí.
La melodía de un piano entonando la melodía de Homesick de Dua lipa resonó en el silencio del lugar.
Canté la primera línea doliéndome cada palabra, cada letra.
Aquí, donde el cielo se está cayendo.
Estoy cubierta de azul
Estoy corriendo y arrastrándome.
Seguí cantando suavemente, mi voz se escuchaba en todo el lugar gracias a los parlantes en todo el lugar, esta vez las personas me prestaban más atención, tanto a los movimientos que hacía con mis manos como al movimiento de mis labios.
Todos mis sueños se han vuelto realidad.
Aun así, no significan nada, sin ti.
En medio de todas las personas me encontré con Cameron quien por primera vez no me miraba con rabia o molestia, de hecho, sus ojos brillaban levemente y prestaba totalmente atención a mí.
Aun cuando la canción acabó y los aplausos rompieron el halo de tristeza en el ambiente Cameron no dejó de mirarme de esa forma. Pensé que no le agradaba nada de lo que había hecho, pero de repente una sonrisa incrédula escapó de sus labios.
Una vez más hice una reverencia cuando uno de los subastadores se acercó al escenario y me fui a sentar de vuelta a mi lugar.
Luego de unos minutos en donde se ejecutó un complicado baile de ballet para hacer más largo el receso el subastador de turno se acercó a mí con una sonrisa.
-Después del acto se inicia tu subasta y luego el baile -lo miré con el ceño fruncido al no comprender a lo que se refería -entiendo, eres nueva. Todas las cantantes son subastadas para un baile, quien pague más podrá bailar una pieza de vals con ellas -cuando pensaba negarme a tal cosa la presentación acabó y él se fue rápidamente al escenario.
Si esta tarde estaba nerviosa ahora lo estaba más, yo no sabía bailar. El pánico afloró por todo mi cuerpo. Pasaría la mayor vergüenza de mi vida y todo porque Cameron no me dijo nada, hubiese podido aprender unas horas antes viendo videos.
Pero no, tuve que venir aquí sin saber cómo mierdas eran los pasos del vals. Mis manos fueron hasta mi cabello acariciándolo con vehemencia, que fuera hasta media espalda no ayudaba, pues era menos cabello para acariciar.
-Ahora comenzaremos la subasta para que nuestra cantante de esta noche les conceda un baile -los aplausos invadieron el lugar mientras yo trataba de ubicar a Cameron, pero solo pude encontrar a Ashton entre la multitud quien al ver mi rostro lleno de pánico me dio una sonrisa de medio lado que solo me puso más nerviosa.
Mis manos comenzaron a temblar al escuchar una voz entre la multitud.
-Con lo hermosa que es me atrevo a dar dos mil dólares -risitas se escucharon después de sus palabras, las cuales no tenían ni la más mínima gracia.
-Pues comencemos con dos mil dólares.
Mis nervios aumentaban cada vez que escuchaba a un hombre ofrecer quinientos dólares más que el anterior, pero todo quedó en silencio cuando alguien ofreció diez mil dólares por encima de la cantidad actual acabando con la subasta.
-Concedido el baile por quince mil dólares al señor Ashton Callen -mi boca se abrió con sorpresa absoluta.
¿Qué demonios?
Ashton caminó hacia donde me encontraba y yo no tuve más remedio que levantarme de mi lugar cuando se posicionó frente a mí y me tendió su mano. La tomé y él la apretó suavemente. Estaba totalmente serio aumentando de esta forma mis nervios.
Las personas se corrieron del centro dejándonos el espacio central del salón.
-No sé bailar -dije mientras nos acercábamos más al centro.
-Lo sé, solo déjate llevar, tu vestido es largo y no se notarán tus pasos -me sonrió levemente dándole un respiro a mi sistema nervioso que se había visto muy atacado en las últimas horas -solo es un uno, dos, tres -la música comenzó a sonar suavemente y Ashton comenzó a moverse de la misma forma llevándome con él a rastras.
Comencé a contar el un dos tres en mi mente mientras seguía sus pasos y una sonrisa brotó de mis labios sin que me diera cuenta. Yo que nunca había bailado un vals lo estaba haciendo y no parecía que lo hacía tan mal porque Ashton me sonrió de la misma forma.
Luego de unos minutos la música acabó y Ashton hizo una reverencia hacia mi persona, reverencia que correspondí para luego dirigirme a mi lugar aun flotando de la forma más metafórica posible. Había jodidamente bailado y se sintió genial, más aún cuando Ashton me tomó de la cintura para darme una suave vuelta por los aires.
Definitivamente eso había sido genial.
Sacudí levemente mi cabeza apartando cualquier emoción que me invadiera. No estaba ahí para disfrutar, estaba ahí para saldar una deuda y luego alejarme.
Debía recordar eso siempre para evitar problemas futuros.