THORNS
img img THORNS img Capítulo 3 Dos
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Capítulo 6 Cinco img
Capítulo 7 Seis img
Capítulo 8 Siete img
Capítulo 9 Ocho img
Capítulo 10 Nueve img
Capítulo 11 Diez img
Capítulo 12 Once img
Capítulo 13 Doce img
Capítulo 14 Trece img
Capítulo 15 Catorce img
Capítulo 16 Quince img
Capítulo 17 Dieciséis img
Capítulo 18 Diecisiete img
Capítulo 19 Dieciocho img
Capítulo 20 Diecinueve img
Capítulo 21 Veinte img
Capítulo 22 Veintiuno img
Capítulo 23 Veintidós img
Capítulo 24 Veintitrés img
Capítulo 25 Veinticuatro img
Capítulo 26 Veinticinco img
Capítulo 27 Veintiséis img
Capítulo 28 Veintisiete img
Capítulo 29 Veintiocho img
Capítulo 30 Veintinueve img
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Capítulo 32 Final img
Capítulo 33 Epílogo img
Capítulo 34 Extra 1 img
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Capítulo 3 Dos

El viejo auto de mi madre iba a la mayor velocidad que se podía en una cacharra como esta, pero, aunque no fuese el auto más veloz iba a una velocidad suficiente como para lograr lo único que le daba sentido a mi vida, irónico, lo único que en ese momento le daba sentido a mi vivir eran las ganas de morir.

La noche era oscura y más considerando que me encontraba lejos de la ciudad en donde el fulgor de las luces no perturbaba la oscuridad, solo perturbaban mí ya ensombrecida alma.

Las lágrimas corrían por mis mejillas dificultando mi visión, pero eso no importaba, de hecho, facilitaba las cosas. Cuando estuve en el cruce en forma de T pisé hasta el fondo el acelerador y justo cuando cruzaba la estrecha carretera hasta el barranco que me esperaba al fondo un auto pasó por delante de mí, de inmediato pisé el freno, pero no fue suficiente para detener el auto y este chocó con la parte trasera del otro auto desestabilizándome y evitando que cayera por el barranco, en vez de eso di media vuelta en la carretera y terminé impactando el lado del copiloto contra un árbol que se encontraba en la orilla. Mi cabeza se golpeó fuertemente con algo que desconocía, mi vista se nubló aún más, pero antes de caer en la inconciencia ubiqué el otro auto para saber si estaba bien y así era, el auto se encontraba más adelante de mi justo en medio de la carretera.

Si la inconciencia no me hubiese llamado estaba segura de que le hubiese dado reversa al auto para recorrer la pequeña distancia que me separaba de la muerte, pero antes de siquiera poder pensarlo mis ojos se cerraron deseando no haber chocado con ese auto poniendo en peligro la vida de alguien que no tenía nada que ver con mis incesantes ganas de morir.

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Poco a poco recuperaba la conciencia, aunque no la movilidad en mis extremidades. Sabía a la perfección lo que había sucedido, recordaba cómo había acelerado el auto para acercarme a la muerte, pero terminé chocando con un auto.

Recordando tales cosas imaginé que aún estaba en el auto, claro si no había estado mucho tiempo inconsciente, aunque también era probable que estuviese en un hospital y esa teoría se reforzó cuando pude percibir la superficie acolchada debajo de mí.

Mis ojos se abrieron suavemente intentando acostumbrarse a la luz de la habitación, pero me molestaba más mi vista nublada que la intensa claridad de la habitación. Las bombillas en mi casa eran amarillas, sin embargo, estas eran blancas.

Cuando abrí mis ojos por completo intenté sentarme en la superficie en la que me encontraba apoyando mi mano izquierda, pero un quejido de dolor escapó de mis labios ante aquella acción. Llevé mi mano hasta donde la pudiese observar para estudiar la venda que se envolvía alrededor de mi muñeca. Al parecer me la había torcido o algo por el estilo.

Intenté sentarme una vez más apoyando esta vez mi mano derecha logrando sentarme en la mullida cama. La habitación que se extendía frente a mí era enorme, pero impersonal, no había nada que me diera una señal de donde estaba, pues no parecía ser la típica cama de hospital.

La habitación era de paredes grises y blancas, lujosa a simple vista y me pregunte una vez más en donde estaba.

-Al fin despertaste -miré hacia una esquina de la habitación en donde un hombre descansaba sentado en un sofá negro de cuero.

-¿Dónde estoy y quien es usted? -él se levantó del sofá, a leguas se veía enojado y algo agitado.

-Estas en la casa del hombre que casi matas -contestó severamente.

-¿Qué hago aquí? -pregunté entrando poco a poco en pánico.

-Pues estuviste a punto de morir, literalmente te salvé de morir quemada -comenzó a caminar en la habitación intentando parecer calmado -estoy a punto de explotar -comentó mientras llevaba sus manos hasta su cabello negro para despeinarlo.

-¿Qué sucede, Cameron? -un hombre entró por la puerta abierta de la habitación vistiendo solo unos pantalones largos de dormir, su musculoso y tatuado torso se encontraba desnudo y su cabello negro despeinado.

-Lamento haberte despertado -el hombre me observó curioso y el reconocimiento brilló en sus ojos azules.

-Hola, Alisha -mi ceño se frunció ocasionándome un leve dolor en mi frente.

-¿Me conoce? -él asintió.

-He ido al restaurante en el que cantas, o bueno, cantabas -mi cuerpo se erizó al saber la situación en la que me encontraba -¿Qué sucede con ella, Cameron?

-Sucede que esta niña atropelló mi auto -pasó las manos por su cabello una vez más intentando relajarse.

-Tienes cinco más y por lo que veo estas en perfectas condiciones -puntualizó el hombre de cabello negro.

-Destruyó la parte trasera de mi Lamborghini, Ashton y si me hubiese tardado medio segundo más en la calle ambos estaríamos en el fondo del acantilado -mi cuerpo se erizó antes tales declaraciones, lo sabía, sabía que yo terminaría en el fondo, pero no tenía intención de que nadie más saliera afectado.

-Lo siento -en cuanto esas palabras salieron de mis labios ambos hombres enfocaron sus miradas en mi -pagaré todo lo que dañé, de verdad -el castaño de nombre Cameron rio irónicamente mientras colocaba ambas palmas de sus manos al pie de la cama en la que yo aun yacía sentada.

-Chocaste un auto de medio millón de dólares, sin mencionar que no tienes ni licencia ni seguro -puntualizó -¿Cómo pretendes arreglar el desastre que acabas de armar por conducir a las dos de la mañana a toda velocidad? -mi cuerpo sufrió un escalofrió y las lágrimas se acumularon en mis ojos.

-Cameron, deberíamos descansar, ya mañana podríamos pensar en la mejor de las soluciones, mientras puede quedarse en esta habitación -el que ahora sabía se llamaba Ashton miró con una ceja enarcada a Cameron cuando siguió mirándome profundamente con sus ojos verdes oscureciéndose cada segundo.

-Bien -dijo al fin, para luego salir de la habitación dando enormes zancadas.

Un suspiro de alivio escapó de mis labios y llevé mi mano derecha hasta mi pecho intentando calmarme.

-Se que será difícil descansar en la casa de dos desconocidos, pero ponle seguro a la puerta e intenta hacerlo -llevó sus manos hasta los bolsillos del pantalón de dormir y suspiró suavemente -mañana estará más enojado que hoy, pues ese auto se lo regaló su padre -explicó a medias -por ahora solo descansa Alisha -dicho esto salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él.

Sin hacerle el más mínimo de los casos a su orden de cerrar la puerta me recosté una vez más en la mullida cama. Cerré mis ojos y me dejé guiar por la angustia que ahora sentía, pasé de no tener nada que me atara al mundo a tener una razón más para suicidarme.

¿Cómo demonios pagaría el arreglo del auto que atropellé si apenas tenía dos mil quinientos dólares en mi cuenta de banco? Estaba segura de que eso no me serviría ni para comprarle un adorno al auto.

Una lágrima escapó de mis ojos y a esa le siguieron muchas más hasta que quedé profundamente dormida debido al leve mareo que aún tenía a causa del golpe que me di en la cabeza.

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Me hubiese gustado decir que todo lo que viví la noche anterior se trataba de una fea pesadilla, pero no era así, la habitación de paredes blancas y grises me recordó que había intentado quitarme la vida, pero sobre todo me recordaba que había fracasado y que ahora me encontraba en una situación que no podía controlar. Estaba jodida.

Lentamente me levanté de la cama y caminé en dirección a la única puerta que había además de la entrada. Supuse que era el baño y estuve en lo correcto, pues cuando la abrí un lujoso baño de cerámica blanca me recibió. Sin detenerme a examinarlo profundamente me acerqué al lavabo para lavar mi rostro con una sola mano y cepillar mis dientes con mis dedos y la pasta dental nueva que se encontraba en el cajón.

Luego de eso peiné mi cabello con mis dedos para recogerlo mejor en el moño y luego oriné, cosa que se me dificultó gracias al esguince en mi muñeca izquierda.

Mi cuerpo seguía cubierto por mis jeans y mi remera negra, el buzo había desaparecido, pero esa era la menor de mis preocupaciones.

Cuando salí del baño me encontré con Ashton con unos pantalones de vestir azul marino y una camisa blanca que se ajustaba a todos sus músculos y una corbata gris alrededor de su cuello.

-Te dije que le pusieras seguro -reprochó, pero no me detuve a mirarlo por más tiempo.

Me encaminé hasta la cama y como pude comencé a estirarla.

-Alguien más se encargará de eso -aseguró indicándome la salida -tenemos cosas de las que hablar antes de que nos vayamos.

Asentí tragando saliva, luego caminé hacia él quien comenzó a salir de la habitación. Pude apreciar un pasillo de paredes blancas y piso de mármol, repisas y cuadros por todas las paredes y candelabros hermosos. Definitivamente estaba en un palacio.

Lo seguí a través del pasillo hasta unas escaleras de caracol que bajé lentamente intentando retrasar lo inevitable. Cuando llegamos al pie de las escaleras una sala muy moderna nos recibió; de muebles negros y paredes blancas y grises con decoraciones plateadas.

La teoría de que estaba en un palacio se reafirmaba con cada paso que daba en el brillante piso de mármol, si me detenía a mirarme en él estaba segura de que podría ver mi reflejo.

Seguí a Ashton hasta la sala en donde se sentó en el mismo sofá que Cameron, pero al otro extremo manteniendo las distancias. Yo me quedé de pie frente a ellos detrás de la mesita que separaba el sofá que estaba frente a mí del que estaba detrás.

-Siéntate -acaté la orden de Ashton lo más tranquila posible, quería salir de este problema de la mejor forma posible, pero viendo en todo lo que había fracasado a lo largo de mi vida dudaba que eso sucediera.

-Podemos arreglar este problema de muchas formas, pero en ninguna te va bien -advirtió Cameron -por una milésima de segundo pensé en dejarte arder después de haber estropeado por completo mi auto, también sopesé lanzarte después de haberte sacado y mientras conducía hacia acá contigo en el asiento de copiloto también sopesé la idea dejarte desangrar por la herida de tu cabeza -llevé mi mano hasta la parte de mi cabeza que dolía encontrando una superficie acolchada cubriendo el lugar que dolía.

Definitivamente no me había dado cuenta de ese detalle gracias a la gran cantidad de cosas que tenía que procesar. No había explorado mi cuerpo en busca de alguna herida punzante porque no me importaba en lo absoluto, mi salud no me importaba, eso lo tenía claro, por lo que no me sentí culpable por no haber prestado atención a alguna otra herida en mi cuerpo.

-La primera opción para resolver este asunto es enviarte a la cárcel, fue mi primera opción de esta madrugada, pero Ashton me hizo cambiar de opinión alegando que habían otras formas, mi intención no es exactamente que pagues la reparación del auto porque no necesito que lo hagas, lo que necesito es darte una lección, hacerte entender que no puedes tomar un auto sin licencia e ir a chocar con otro auto casi ocasionándole la muerte -un suspiro largo escapó de mis labios, mis manos comenzaron a temblar al imaginar aquella escena en mi cabeza y un escalofrió me recorrió el cuerpo al darme cuenta de que tenía toda la razón.

Yo no tenía a nadie que me esperara en casa, pero él sí.

-La otra opción que queda es que trabajes para mí para que sientas el peso de saldar una deuda no solo con dinero -asentí una y otra vez.

Podría vender la casa en la que vivía y pagarle, pero despojarme de lo único que me quedaba de mi madre no era una opción, sin mencionar que ahora tendría que trabajar para saldar una deuda y dudaba de que me dieran un sueldo, por lo que tener mi hogar propio me ayudaría a no necesitar tanto dinero para subsistir.

-Haré lo que sea necesario para saldar la deuda, el tiempo que creas conveniente, de verdad lamento tanto haberte atropellado, lamento haber puesto tu vida en peligro, joder, no quería que nada de eso sucediera y me alegra que nada te haya pasado por mi culpa, sería algo que no podría perdonarme -me sentí aliviada de por fin hablar, de por fin poderle expresar lo mal que me sentía con la situación.

-Me alegra que te sientas mal y créeme que te lo recordaré cada día para que no vuelva a pasar algo similar -solté un suspiro al darme cuenta de que no sería fácil -Ashton me dijo que cantabas -asentí lentamente -en tres días tenemos una actividad en la que cantarás, por lo general pagamos algunos miles de dólares a la cantante, espero que estés a la altura -asentí frenéticamente -después de esa presentación firmarás un contrato en donde pautaremos por cuanto tiempo durará este acuerdo y los límites de las cosas que harás -asentí una vez más.

-Estoy de acuerdo con todo -aseguré. Él asintió para sí mismo mientras que Ashton se mantuvo en silencio todo el tiempo, pero analizando cada uno de mis movimientos -¿Ahora puedo irme a casa? -Ashton me miró con una ceja enarcada.

-Tal vez esa sea la única parte que no te va a gustar -miré a Ashton interrogante esperando a que respondiera, pero no lo hizo.

-Nada me asegura que no vas a huir en el momento en que te encuentres libre -mi mirada pasó de Ashton a Cameron en cuestión de segundos -tendrás que quedarte aquí.

Mi cuerpo sudó frío ante sus palabras, esa no era una opción, podría pagar todo lo que debía durante el tiempo que fuese necesario, pero no podría vivir en el mismo techo de la persona que estuve a punto de matar.

-No puedo hacer eso -él enarcó una ceja disgustándose un poco más.

-Bien, a menos que estés dispuesta a que te ponga un GPS en el cuello es la única opción -llevé mis manos hasta mi rostro y lo restregué abrumada por toda la situación.

-Nosotros nos tenemos que ir, tienes todo el día para pensarlo, volveremos a las tres y si aún estas dispuesta a aceptar el trato para disolverte de toda culpa, pues firmarás el contrato en tres días -Ashton se puso de pie y tomó el saco a juego con su pantalón que se encontraba en el brazo del sofá.

Lentamente se lo colocó mientras su mirada escaneaba cualquier reacción de mi cuerpo ante sus palabras.

-Pero si no estás de acuerdo fácilmente puedo acabar con esto olvidándome de las palabras de Ashton y contactando a la policía -dicho esto se puso de pie dejándome ver su imponente figura y lo bien que se veía en ese traje igual de azul que el de Ashton -que tengas buen día, Alisha.

Dicho esto, se acercó a la puerta con pasos rápidos y salió de la casa sin mirar atrás.

-Espero que aceptes, no me gustaría ver como una vida es arruinada con años de cárcel por un error que nunca debió pasar -luego de esto salió de la casa desprendiendo el mismo poderío y prepotencia que Cameron.

Tal vez lo hacía inconscientemente o solo fluía a través de su ser por la costumbre, no lo sabía, pero lo que si sabía era que estaba frente a dos hombres poderosos, la casa, su actitud y la forma en la que caminaban me dejó saberlo.

Definitivamente estaba jodida de todas las formas posibles.

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Las horas pasaban tan lentas que me torturaban y mi mente simplemente no se callaba, muchas formas de resolver la situación en la que me encontraba pasaron por mi mente. Como por ejemplo terminar con lo que me había llevado hasta donde estaba, pero no podía simplemente quitarme la vida en la casa de las personas que había perturbado desde el inicio de mi descabellada idea.

Idea que no parecía tan descabellada cuando pensaba en mi madre, no parecía tan absurda cuando pensaba en que no tenía nada que me atara al mundo, pero el destello de una deuda que pagar viajó por mi mente hasta que un suspiro escapó de mis labios en reconocimiento.

Si tenía algo que me atara al mundo.

Una deuda que saldar.

Y mi madre me enseñó que nunca debía dejar una deuda sin pagar, mi madre me enseñó que eso no era honorable.

Pero mi madre también me había enseñado a no mentir y según escuché hace mucho tiempo el mejor consejo era el ejemplo y mi mamá no había dado un buen ejemplo ocultando una verdad tan dolorosa como lo era su enfermedad y futura muerte.

Mi cabeza estaba hecha un desastre, pensamientos demasiado descabellados y recuerdos muy dolorosos, pero había llegado a una conclusión dentro de aquel torbellino de emociones y pensamientos.

Debía aceptar el trato, saldar mi deuda y luego terminar con lo que había empezado sin ningún remordimiento que me atara a la vida. Después de que muriera quería ir directo al infierno y no al purgatorio o el limbo en donde mi alma debía encontrar el perdón que no pude conseguir en vida.

Definitivamente absurdo, pero había leído suficientes artículos de personas que habían vuelto a la vida y también había leído demasiadas historias de fantasía en mis tiempos libres. Demasiadas cosas en las que pensar.

Gracias a Dios que la mujer que se había acercado a mí en cuanto me quedé sola, no había vuelto, me había negado al desayuno que ella me ofrecía al igual que a las pastillas. No las quería, yo necesitaba sentir dolor para aferrarme a lo físico y no viajar más lejos a lo mental. A penas arañaba la superficie de mis pensamientos, pero era por el simple hecho de que no quería tener una recaída en una casa que no conocía con personas desconocidas para mi cuando aún tenía miles de cosas en las que pensar.

En realidad, solo una.

            
            

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