-Son quince mil dólares que se suman a tu deuda -miré a Cameron por primera vez después de haber subido y no medí la forma en la que las palabras salieron de mi boca.
-Se los debo a él no a ti -dije bajito de forma mordaz.
-Oh, ya estas sacando las garras -tomé una bocada de aire intentando no decir nada más.
-No me debes nada, los di porque quise, no porque estuviese obligado a hacerlo -se encogió de hombros -no sabías bailar y se notaba tu miedo a kilómetros.
-¿No sabes bailar? -negué -joder, lo siento -él tomó un mechón de mi cabello y lo acarició levemente -no te dije nada porque lo olvidé, pero no me preocupé en lo absoluto cuando lo recordé, porque pensé que sabías, me disculpo por no avisar.
Me encogí de hombros restándole importancia no queriendo decir nada más, él soltó mi mechón de cabello y en cuando el auto estacionó y Ashton se bajó yo lo seguí para encaminarme hasta la casa y subir las escaleras sin siquiera despedirme, no me sentía bien, aunque intentaba guardarme todo lo que había estado sintiendo toda la presión que sentí cayó de golpe sobre todo mi cuerpo.
Corrí a la habitación cerrando la puerta detrás de mí para luego llegar hasta el baño y arrodillarme frente al váter para terminar vomitando lo poco que había ingerido en la tarde. Cuando las arcadas se esfumaron me levanté hacia el lavamanos después de jalar la palanca.
Lavé mi boca y volví a la habitación para sentarme en la cama y retirar los tacones que me estaban matando.
-Me mandaron a ver si te encontrabas bien -miré hacia Sasha quien había entrado en la habitación sin tocar.
-Lo estoy -me puse de pie dejando los zapatos en una esquina y sintiendo lo frío de la cerámica.
-Ese vestido te quedó hermoso -admitió maravillada.
-¿Lo quieres? -le pregunté -a fin de cuentas, ya no puedo usarlo para otra actividad -ella asintió una y otra vez.
-Para cuando me corresponda ser maestra de ceremonias en alguna actividad de la universidad -yo llevé mi mano hasta la cremallera y la bajé lentamente por mi cuerpo para luego entregarle el vestido sin molestarme en lo absoluto que me viera en ropa interior, a fin de cuentas teníamos lo mismo.
-Le dices a tu madre que lo estreche un poco y ya está -lo decía porque su figura era más delgada que la mía, yo poseía más curvas en ciertos lugares en donde ella tenía pocas provocando que mi cuerpo fuese más voluptuoso que el de ella.
-Gracias -luego de eso se encaminó hasta la puerta, pero antes de salir se volteó a hablarme -que tengas buenas noches y si necesitas algo no dudes en ir a mi habitación.
Luego salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella. Sin pensarlo dos veces me fui hasta el baño para darme una merecida ducha y luego poder caer rendida en los brazos de la inconciencia.
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Cuando desperté al otro día me di cuenta de lo tarde que estaba gracias al reloj en la mesita de noche, marcaba las nueve y media de la mañana, era tarde para mi considerando que todos los días me despertaba a las siete treinta casi todos los días.
Sin querer perder más tiempo me levanté de la cama y fui directo al baño para realizar todas mis necesidades y rutina habitual.
Una vez terminé entré por la pequeña puerta que se encontraba en el baño que te guiaba al closet, ahí tenía la poca ropa que poseía, tomé un pantalón jean negro con rotos y una polera gris, sobre esta me coloqué una sudadera gris y sobre mis pies coloqué unas vans rojas que me quedaban algo pequeñas.
Una vez amarré mi cabello en una coleta tomé la laptop de Ashton y salí de la habitación para ver si se encontraban en la sala. A fin de cuentas, hoy tenía que firmar el contrato siempre y cuando Cameron estuviese de acuerdo.
Al bajar las escaleras los pude observar en la sala y fui hasta ellos para luego sentarme en el sofá de en frente.
-Ya estaba pensando en irte a buscar -comentó mientras hojeaba unos documentos que tenía en sus manos.
-Gracias -dejé la laptop sobre la pequeña mesa y Ashton solo asintió en mi dirección -y buenos días, Cameron -dije con un deje de reproche por su falta de educación hacia mi persona. Dejó de ver los documentos para enfocar sus ojos en mí.
-Nunca habías dicho mi nombre -sonrió. Mi corazón dio un vuelvo, pero sin querer entenderlo ignoré su acelerado latir.
-¿Qué es lo que tengo que firmar? -él señaló los documentos sobre la pequeña mesa y yo los tomé junto con la pluma junto a ellos.
-¿No los leerás? -preguntó incrédulo.
Negué mientras terminaba de firmar con mi nombre la parte vacía del contrato.
-¿Y si ahí cita que tendrás que ser mi esclava sexual? -lo miré con una ceja enarcada -¿No lo pensaste? -negué levemente.
-De todas formas, ya estoy jodida.
Respondí mientras me encogía de hombros.
-¿Puedo ir a mi casa a buscar las cosas que necesitaré durante este tiempo? -Cameron asintió levemente y se puso de pie.
-Por cierto, Alisha -me dio una sonrisa de boca cerrada antes de hablar -cantas como los jodidos ángeles -luego de sus palabras mordió su labio inferior y retomó su caminata hacia la salida.
Ashton lo siguió y yo aún de cierta forma emocionada lo seguí. La forma en la que lo dijo me hizo sonreír por dentro.
"Cantas como los jodidos ángeles" me repetí a mí misma mientras subía a la parte trasera del auto.
Ashton manejaba mientras que Cameron iba de copiloto.
Íbamos en total silencio durante el trayecto hasta que Cameron se volteó en su asiento mirando en mi dirección.
-Mira ese árbol -miré el árbol enorme que se encontraba a un lado de la carretera, una parte estaba del otro lado siendo rodeada por más plantas que se encontraban prácticamente en picada indicando que se encontraba en una barranca -ese árbol evitó que murieras aquella noche, bueno primero yo, claro, aunque casi me matas a mí por ello -solté un suspiro pesado mientras él se acomodaba en su lugar.
Por inercia llevé mi mano al cinturón de seguridad y me lo coloqué aferrándome a la cinta que pasaba por mi pecho.
Luego de indicarles en donde se encontraba mi casa diez minutos atrás no habíamos dicho nada más, nos encontrábamos ya en la ciudad y una nube oscura cubría todo el cielo dejando saber que tarde o temprano llovería.
Unos minutos más tarde ya estábamos frente a mi casa, aquella bonita casa de un solo piso pintada con colores pasteles y una cerca blanca, con tan solo dos habitaciones, dos baños y lo demás esencial en una casa para dos personas. Poseíamos solo un pequeño jardín compuesto por rosas de todos los colores, mi casa era hermosa.
-Parece una casa sacada de una caricatura -comentó Cameron fascinado.
Yo bajé del auto y esperé en la acera a que ambos bajaran del auto antes de empujar la cerca blanca, pero antes de poder entrar un grito me detuvo.
-¡Alisha! -un suspiro de frustración escapó de mis labios -Dios mío, gracias a Dios que estas bien, estaba tan preocupada.
La vecina de al lado venía corriendo hacia mí. Ambos hombres se alejaron unos pasos cuando la mujer llegó hasta mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo.
-Señora Prudens, estoy bien -susurré.
-Niña, Lina y yo hemos estado tocando esa puerta durante un mes y nunca saliste -su voz sonaba estrangulada y supuse que estaba al borde del llanto. Suspiré incómoda con la situación -luego de un día para otro el auto de tu madre no está y encuentro toda tu basura regada en la acera porque el recolector de basura no pudo pasar y los perros rasgaron todo, vi todas esas botellas de vodka, Alisha y me asusté tanto, pensé que te había perdido a ti también -y las lágrimas comenzaron a salir.
Suspiré profundo antes de envolver mis brazos alrededor de su pequeño cuerpo. La señora Prudens era una mujer de 65 años de tez clara, cuerpo menudo y estatura baja. Su cabello era muy corto y de color blanco y las arrugas no tan notorias se asomaban por los bordes de su rostro.
-Señora, todo está bien ¿sí? Estoy en perfecto estado -ella se separó de mi cuerpo y me observó por completo revisándome, cuando descubrió mi esguince me miró de forma acusadora -solo me torcí la muñeca, ahora señora Prudens, tengo que recoger mis pertenencias, pues dañé una propiedad privada y tengo que saldar la deuda con trabajo – sus ojos se abrieron con preocupación observando a los dos hombres detrás de mí.
-Puedo prestarte dinero -yo negué varias veces.
-No, es demasiado dinero -ella llevó sus manos hasta su boca.
-Pues vende la casa, puedes quedarte conmigo mientras consigues estabilizarte -yo negué una y otra vez.
-Mi madre trabajó mucho para tener esa casa y usted lo sabe, no pienso venderla -ella soltó un suspiro.
-¿Estarás bien? -asentí.
-Lo estaré -ella me dio un último abrazo para luego volver por donde había venido.
Solté todo el aire que estaba conteniendo cuando la vi entrar a su casa.
-Lamento eso -dije bajito mientras empujaba la pequeña puerta de la cerca que me llegaba hasta la cintura.
No recibí respuesta de ninguno de los dos, pero sentí sus pasos detrás de mi mientras recorría el pequeño camino de piedras, me detuve antes de llegar a la puerta para agacharme y tomar una piedra de las que se encontraban junto al camino.
Caminé hasta el pórtico de la casa y abrí la piedra para sacar de ella una pequeña llave. Solté la piedra sobre la madera del piso e inserté la llave en la cerradura para darle vuelta y abrir la puerta lentamente.
-¿Podemos pasar?-preguntó Cameron al verme cruzando el umbral. Asentí mientras continuaba entrando en la casa que me traía tantos recuerdos.
La casa en donde había vivido la mayor parte de mi vida y la casa que había visto el deceso de mi madre.
Pasé por el pequeño living lentamente hasta el comedor en donde me detuve a ver la sala donde se encontraban un montón de fotos junto a mi madre. Recordando que no estaba sola caminé hasta el pasillo ignorando las fotos en las paredes para ingresar en mi habitación y sacar una maleta del closet. No tenía mucha ropa, por lo que no me preocupé por tener que empacar mucho.
Abrí la maleta sobre la cama y entré en ella cuatro pares de zapatos un par de jeans, vestidos, piyamas, tops, faltas y algunos shorts además de ropa interior y mis chaquetas, al ver que me quedó más espacio metí un par más de zapatos y cerré la maleta.
Tomé la mochila que siempre usaba para el trabajo y metí en ella mis cosas personales como maquillaje, desodorante, cremas, perfumes toallas sanitarias y demás. Busqué el cargador de mi celular y mis auriculares, pero no los encontré en la habitación.
Busqué en la mesita de noche mi cuaderno de dibujo y mis lápices de colores y los agregué a la mochila, una vez con todo eso guardado la cerré y la bajé de la cama para llevar todo a la sala.
Al entrar ahí me encontré con Ashton mirando una fotografía.
-¿Es tu madre? -preguntó.
-Si, lo es -respondí simplemente. Me había quedado de pie en el marco del pasillo observándolo.
Estaba frente al esquinero que se encontraba junto al sofá, era pequeñito y solo tenía sobre el dos fotografías en las que me encontraba con mi madre.
-Es muy hermosa -comentó Cameron.
-Lo es -sonreí al visualizar la foto que mi madre y yo nos habíamos tomado frente a la casa.
-¿Dónde está ahora? ¿Vive contigo? -mi sonrisa desapareció al caer en cuenta de lo que había hecho.
Negué una y otra vez sin poder creerlo, esto me estaba matando, me estaba haciendo daño y decirlo en voz alta tal vez me ayudaría a poder afrontar esto de la mejor forma, al menos hasta que lo que me ataba al mundo acabara.
-Era mi madre -hice énfasis en el "era" -era muy hermosa y está muerta -susurré.
Sin esperar respuesta de ninguno de los dos llevé las maletas hasta el living y luego fui hasta la cocina pasando por enfrente de Cameron, ambos no encajaban con mi casa. Esta era de colores claros muy bonitos y ellos con sus jeans negros Adidas blancas y negras, poleras negras y chaquetas de cuero no encajaban en mi casa, definitivamente no lo hacían.
Al estar frente al refrigerador lo abrí para ver si algo de lo que había dentro se podía dañar. La mayoría de los enlatados tenían dos años antes de caducar. Nada había sido abierto, pues el mismo día en que había comprado todo me había ido sin intenciones de regresar.
Y aquí estaba, arrastrándome por mantenerme viva solo para saldar una maldita deuda.
-Alisha -Cameron me llamó desde la sala y me vi obligada a ir hasta allá.
-¿Sí? -cuestioné.
-Aquí hay un sobre.
-De seguro es de las cuentas -comenté volviendo a la cocina.
-Tiene tu nombre -con un suspiro volví al umbral de la puerta.
-Yo era quien pagaba todo, todo está a mi nombre -expliqué, pero antes de que pudiese volver a la cocina habló una vez más.
-Dice que es de tu madre -observé el sobre en sus manos incrédula.
Eso era imposible.
Me acerqué hasta el tomando el sobre que tenía en sus manos. Las mías comenzaron a temblar levemente al ver la letra de mi madre sobre la portada del sobre.
"Para mi hermosa Alisha"
"De tu madre"
Intenté que las lágrimas no invadieran mis ojos en ese momento, respiré un par de veces aún en frente de Cameron. Pero simplemente no pude, un pequeño hipo salió de mis labios y a él le siguieron un par de lágrimas. Una de sus manos tomó mi muñeca y sin yo poder detenerlo me llevó hasta su pecho envolviéndome en un abrazo.
Sin pensarlo envolví mis brazos alrededor de su cintura y no pude evitar sollozar. Era la primera vez que alguien me abrazaba después de la muerte de mi madre. Yo la enterré sola sin ninguna ceremonia porque mi madre no creía en ninguna religión, el sepulturero y yo fuimos los únicos en darle la despedida a mi madre. Lo había hecho al otro día a las ocho de la mañana, la primera persona en ser enterrada el diecisiete de marzo fue mi madre.
Lina intentó hablar conmigo al igual que los vecinos y varios compañeros del trabajo, pero no pudieron, me había encerrado dentro de mi casa y dentro de mí misma y no había permitido que nadie más compartiera mi dolor, excepto Cameron quien me abrazaba y acariciaba mi espalda mientras yo solo podía llorar.
Tal vez había sido la impresión de saber que mi madre me había dejado algo escrito antes de morir, pensaba que tal vez esto podría ser bueno, porque dependiendo de sus palabras podría aferrarme a sus palabras y no a ella, si me aferraba a sus palabras podría seguir viva, tal vez.
Me separé lentamente de él llevando mis manos a mi rostro intentando secar mis lágrimas. Él alejó mis manos y tomó mi rostro con una de sus manos, con la otra lo secó con ayuda del pañuelo que sostenía.
-Lo siento -susurré. Él me dio una sonrisa que por primera vez no fue pedante, sarcástica o burlona. Su sonrisa era sincera, cálida por mucho y me reconfortó de la mejor de las formas.
-No tienes que disculparte, siempre es bueno desahogarse -asentí mirando esta vez a Ashton.
-¿Dónde estaba? -él señaló el techo sobre el esquinero y una imagen de mi madre escribiendo en esa misma esquina del sofá llegó a mi mente.
Solté un suspiro asintiendo.
-Solo me faltan un par de cosas y ya nos vamos.
Dicho esto, di la vuelta y fui hasta la ventana de la cocina, junto a esta había un panel en donde se podía desactivar el uso de la electricidad y el agua. Bajé ambas llaves al igual que la del gas y después de asegurar todas las ventanas de la casa tomé mi teléfono que se encontraba sobre la mesa de centro al igual que mis auriculares y cargador. Entré todo en mi mochila, pero antes de irme recordé mis documentos y volvía mi habitación para tomar la pequeña billetera de mi escritorio y adentrarla en la mochila también.
-Listo -dije enganchándome la mochila y tomando la maleta.
Salí de la casa después de ellos y me aseguré de cerrar la puerta correctamente. Adentré la llave de vuelta en la piedra y mientras caminaba por la entrada la arrojé junto a las rosas rojas del jardín.
Cameron abrió la cajuela del auto y metió mi maleta azul en ella. Cuando ambos estuvieron dentro del auto me metí en el asiento de atrás y ellos pusieron en marcha el auto.
Mi corazón latía muy veloz, ninguno había dicho nada después de mis últimas palabras en la casa y lo agradecía, yo estaba demasiado ansiosa y nerviosa.
El camino se me hizo corto, pues venía perdida en cada uno de mis pensamientos.
Cuando llegamos simplemente me bajé del auto y tomé la maleta de la cajuela y yo misma la arrastré hasta la casa, las subí por las escaleras y la metí en la habitación.
Me arrastré por la puerta hasta estar sentada en el piso, abrí la mochila y observé una y otra vez el sobre en mis manos sin poder todavía abrirlo.