Estaba evitando a toda costa levantarme de los cimientos con la única intensión de buscar a tres hombres. Porque no quería que mi vida girase en torno a ellos, quería tener una vida antes de volver a ellos, de lo contrario me acoplaría a la de ellos nuevamente y esa no era la idea.
Quería ser alguien antes de regresar a su lado.
Quería que cuando dijese mi nombre me reconocieran por ser yo, no solo por ser la mujer de alguien más.
Un auto se estacionó frente a nosotras y cuando la ventanilla descendió sonreí emocionada.
Era Mails, el hombre que se encargó llevarme personalmente a aquel lugar, el que me llevaba las cosas que necesitaba cuando se lo pedía, el que me visitaba cada que podía y el que me dejaba los recados que mi hermana enviaba y, sobre todo, el que se había encargado de darme ánimos cuando todo se venía abajo.
En cuanto bajó del auto yo extendí mis brazos para recibirlo. Gustosa lo envolví en un abrazo y pronto las lágrimas hicieron su aparición.
-Al fin salí -susurré mientras permitía que me apretujara.
-Y estoy tan orgulloso de eso -admitió.
En cuanto se separó repasó mi cabello y yo sonreí.
-Pero que hermosa estás mujer, se nota el cambio -una nueva sonrisa surcó mis labios y él se acercó nuevamente para besar mi frente.
-Ella es Nathalie -dije en cuanto se alejó -una amiga.
Él tendió su mano para saludar a Nathalie y ella le correspondió el saludo.
-Un placer, soy Mails, amigo de Calliope.
-Un gusto -contestó de vuelta.
Él una vez nos presentamos se encargó de subir nuestros equipajes, luego subí al auto en la parte del copiloto y Nathalie lo hizo detrás.
Mails puso el auto en marcha en cuanto se colocó el cinturón y procedió a encender el auto para ponerlo en marcha.
-¿Cómo te sientes? -cuestionó.
Yo suspiré pesadamente antes de dejarme caer en el asiento.
-Nerviosa, eufórica y feliz.
Mails sonrió abiertamente.
-Estoy orgulloso -dijo sincero -ver como estuviste y verte ahora tan sana, tan viva, tan tú, me hace sentir orgulloso.
Yo sonreí abiertamente ante sus palabras y mientras bajé la ventanilla para dejar que la brisa fresca se adentrara en el auto azotando mi rostro.
-¿Los buscaras? -yo negué.
-Aun no, no estoy lista -dije de forma sincera -me falta mucho camino por recorrer y no quiero estancarme nuevamente.
Yo aprecié la sonrisa que surcó el rostro de Mails y sonreí nuevamente antes de inclinarme entre los asientos para apreciar a mi nueva amiga.
-¿Cómo la llevas? -ella sonrió nerviosa.
-Quiero vomitar -dijo sincera.
Yo solté una suave carcajada y extendí mis manos en su dirección para que las tomara.
-Todo estará bien, tu puedes seguir adelante -intenté animarla -y si algo sucede, siempre me tendrás a mí.
Ella me dio una nueva sonrisa con algo más de seguridad y yo apreté sus manos intentando darle fuerzas.
-Estoy orgullosa de ti -dije sincera.
-Y yo de ti.
↢ ↣
-Esto no puede seguir así -Nath se acercó a mi para sostener mi cabello al ver que se iba hacia adelante cada vez que una arcada me azotaba -ya esto no es por la desintoxicación, eso pasó hace mucho.
-No sé qué me pasa -dije sincera.
-Yo creo saberlo, pero es tan poco probable que la verdad no sé.
-¿Qué? -cuestioné.
Ella negó mientras yo me incorporaba alejándome del retrete.
-Vamos al hospital -dijo demandante mientras yo me inclinaba en el lavabo para lavar mi boca.
-¿Ahora? -cuestioné al saber que eran las una de la tarde.
-Ahora -confirmó.
Y sin más opción dejé que me llevara al hospital.
Levaba a penas cuatro días fuera del centro de rehabilitación, Nath y yo habíamos estado viviendo en un departamento no muy grande en el centro de la ciudad en la que estábamos residiendo. El centro de rehabilitación se encontraba a las afueras Washington D.C. y nosotras nos habíamos ubicado ahí.
Mails por su parte, había regresado a Detroit, del otro lado del país, pues solo había ido a buscarme un lugar donde vivir y a recogerme a las afueras del centro de rehabilitación que había escogido.
¿Por qué tan lejos? Pues no los quería tener cerca en ese entonces, no quería que pudiesen saber en donde me encontraba, por eso en cuanto pisé Washington me registré en todos los lugares de forma anónima.
Con pesar y poco ánimo salí de casa y nos subimos al primer taxi que encontramos para que nos llevara al hospital.
El proceso fue básico y mecánico: explicar mi problema y recibir las indicaciones para las diferentes pruebas, luego esperas paciente los resultados y por último acudir a consulto para que el médico los leyera.
Todo eso lo hice de forma nerviosa mientras movía un pie arriba y abajo ante la incertidumbre.
¿Y si el alcohol ya me había dañado lo suficiente y estaba al colapso sistemático?
No lo creía posible, no podía estar manifestándose a estas alturas.
¿Y si sí? Yo cerré mis ojos nerviosa.
-Ya nos toca -avisó Nath tomando mi mano para que me levantara.
Más ansiosa y nerviosa aun me dejé guiar hacia la entrada del consultorio.
Al entrar un señor de cabello canoso nos recibió sentado en su escritorio y ambas pasamos cerrando la puertas detrás de nosotras.
Con los mismos pasos nerviosos me acerqué a la silla y me senté, Nath ocupó la que me seguía y tomó mi mano dándome la seguridad que me hacía falta en una situación como esa.
-Buenas tardes -saludó amablemente.
Saludo que solo devolvió Nath, pues yo tenía un nudo en mi garganta que no me permitía hablar.
-¿Son pareja? -cuestionó al ver nuestras manos.
-No, somo amigas -explicó mi castaña amiga y yo pasé saliva al notar la forma en la que me miraba.
Él mismo me había indicado los análisis y ahora estaba ansiosa de más por la forma en la que se estaba comportando.
-¿Estoy enferma? -cuestioné de una vez por todas -es viable, soy alcohólica rehabilitada, el alcohol pudo haber hecho meya en mí.
Él hombre frente a mi sonrió.
-Su situación es más sencilla de lo que cree, señorita -mi ceño se frunció -está usted embarazada -soltó como si fuese cualquier cosa.
En ese momento mi corazón aceleró los latidos poniendo mi sangre a viajar a una velocidad alarmante por mi torrente sanguíneo.
Mi rostro palideció y un escalofrío me recorrió completa.
-No puedo estar embarazada, eso es imposible -dije nerviosa a mas no poder.
-No es imposible, señorita, está embarazada.
Yo negué una y otra vez.
-Se supone que soy estéril, yo... -yo pasé saliva y solté la mano de Nath para cubrir mi rostro.
-Nací con un solo ovario -le informé -me dijeron que las probabilidades de un embarazo eran nulas porque además de ello era poliquístico, solo recibo la menstruación tres veces por año, a veces cuatro -yo respiré entrecortadamente -no me planificaba por eso, porque se supone que ser madre nunca había sido una opción desde el día en que nací.
El hombre frente a mi suspiró pesadamente.
-Para la época en la que la diagnosticaron había muchos conocimientos erróneos en la medicina, pocos experimentos y mucha desinformación en temas como estos, actualmente se confirmó que, si es posible, hay probabilidades, aunque bajas, pero las hay, usted es un ejemplo.
-Estuve ocho años casada antes de cambiar de pareja y nunca usé anticonceptivos ¿Cómo explica eso? -él se encogió de hombros.
-Probablemente era estéril y el espécimen que tiene actualmente no -yo me dejé caer en el asiento ante sus palabras.
-Además, tengo más de cuatro meses sin tener actividad sexual -le dejé saber -¿cómo explica que no tengo ni siquiera panza.
-A ver, señorita, muchas mujeres no se dan cuenta de un embarazo hasta los seis meses, porque muchas como usted son irregulares en su periodo menstrual y no presentan sintomatología o aumento de peso, en su caso si llego a presentar sintomatología al inicio la confundió con los síntomas de la desintoxicación -explicó pausadamente.
-¿Y si está enfermo por mi culpa? -cuestioné dejando que las lágrimas descendieran por mis ojos -el alcohol pudo haberle hecho algo -susurré.
Nath extendió su mano nuevamente para tomar la mía y esta vez me dejé ser.
-No podemos hacer conjeturas -dijo profesionalmente -lo ideal es hacerle una ecografía para puntualizar el tiempo de gestación y la situación del feto.
Yo asentí de acuerdo.
-Todo estará bien -aseguró Nath dándome ánimos.
-De verdad que eso espero.
Porque como ese feto estuviese enfermo por mi culpa se iría al retrete todo mi avance.