Capítulo 2 Dos

-Hey, espera -un chico sostuvo mi brazo haciendo que me detuviera, ese día no llevaba música en mis oídos por lo que fue fácil escucharlo.

-¿Tú eres? -cuestioné observándolo de arriba abajo.

Sus ojos eran de dos colores, uno verde y otro azul clarito y su cabello negro con rizos se me hizo conocido.

-El hermano de Madow -dijo como si eso resolviera mi duda.

-¿Y Madow es? -él rio suavemente.

-De los que estábamos en la cafetería el otro día, el único que sabe tu nombre.

-Ahh, ya, el de ojos negros -él asintió -¿y tú que quieres? -cuestioné viendo sus bonitos ojos.

-Pues solo saludarte -comentó acercándose.

Ese solo acto hizo que me pusiera nerviosa. Su altura era impresionante, casi igual a la de su hermano que ahora sabía se llamaba Madow.

-Pues hola -dije en un susurro.

-Nunca te había visto -admitió -¿no vas a fiestas? -asentí.

-Si voy, solo que no suelo estar en medio de la pista sobre una mesa bailando -él sonrió entendiendo a lo que me refería.

-Lo más extraño es que no supieses quien era -me encogí de hombros.

-Casi siempre ando en mi mundo.

Él llevó sus manos hasta la sudadera gris que llevaba y yo no pude evitar alagar su vestimenta, llevaba jeans negros y botas militares y su cabello rizado haciéndolo ver como un auténtico chico despreocupado. Y olía tan malditamente bien.

-¿Tienes algo que hacer? -con todo el pesar del mundo asentí.

-Tengo que hacer unas tareas que tengo que entregar mañana -él asintió.

-Bien, supongo que nos vemos otro día, Honey -dejó un beso en mi mejilla que me hizo sonrojar y luego recorrió el pasillo perdiéndose de mi vista.

Y otra vez uno de esos chicos se fue sin decirme su nombre.

-Estas roja -dijo Mely extrañada en cuanto entré en la biblioteca.

-Calor -mentí sacando mis libros.

Tenía semanas sin hacer tareas y eso me estaba pasando factura ya que tenía más de siete trabajos que entregar mañana, gracias a Dios que Mely se encontraba en esas mismas clases en otros horarios y podría copiarme de los trabajos que había fotografiado ya que el maestro no vería si trabajos de otras clases eran iguales.

Durante tres horas escribí la gran cantidad de hojas que tenía atrasadas y en cuanto terminé entré todos los trabajos en sus respectivos folders.

-Estos son los que te faltan para no tener pendientes hasta el miércoles de la siguiente semana.

Eran solo cuatro trabajos más algo cortos por lo que los escribí para no tener nada más que hacer.

-Me has salvado la vida -aseguré cuando terminé.

-Deberías poner atención, estudiar y hacer tus tareas con tiempo, Jessam, sé que estas en esa etapa en donde odias esto, pero ponle un poco de empeño -asentí sabiendo que haría todo lo contrario.

Era difícil saber lo que me pasaba, no quería agarrar un solo cuaderno, no quería dedicarle ni medio segundo a las clases y si hacía los trabajos era solo porque sabía que me quemaría en los exámenes y debía tener, aunque fuese el mínimo de calificación para por lo menos pasar la materia.

Una vez recogí todas mis pertenencias fui hasta mi casillero para dejar todos los trabajos ahí para no olvidarlos en casa a lo largo de la semana. Luego arreglé mi mochila y comencé a salir de las instalaciones con algunos estudiantes sabiendo que ya estaba tarde, eran ya las seis de la tarde y yo entraba a trabajar a las siete, por lo que tenía que estar allá unos minutos antes.

Mientras atravesaba el estacionamiento me percaté del auto que se encontraba conduciendo despacio junto a mi hasta bajar la ventanilla y detenerse.

-Jess -saludó y yo sonreí.

-Hola -saludé a Madow que se encontraba detrás del volante del auto negro que a leguas se veía que era un deportivo.

-¿Necesitas a alguien que te lleve?

Se supone que uno no debe aceptar subir al auto de alguien que apenas sabe su nombre, pero debía admitir que con lo tarde que iba y el chico siendo tan lindo acepté.

-Si, tengo que ir a trabajar ¿me vas a llevar? -cuestioné y él asintió.

Yo miré hacia una de las cámaras del estacionamiento para que enfocara bien mi rostro y luego subí al auto, al menos si me pasaba algo la policía sabría desde donde partir.

-Gracias -susurré poniéndome el cinturón de seguridad.

-No es nada -dijo sincero.

-¿Sabes dónde queda el bar de Mails? -él asintió -pues ahí trabajo -él me observó sin poder creérselo.

El bar no era de mala muerte, pero ahí iban la mayoría de los universitarios y supuse que él se encontrara raro el no haberme visto nunca ahí.

-Nunca te he visto -yo sonreí observándolo de reojo.

-Salgo poco, me mantengo atrás lavando los utensilios y solo voy adelante para rellenar los estantes -él asintió comprendiendo.

-¿Cuál es tu nombre? -cuestioné más para estar segura.

-Madow -dijo tranquilo y me embelesé observando las venas que se le marcaban en el brazo con el que sostenía el volante.

Ese día llevaba una polera blanca sencilla y un jean negro.

Volví mi vista al frente y agradecí que ese día si me había puesto algo de ropa decente. Llevaba unos jeans claros de talle alto y un top azul oscuro que dejaba ver parte de mi estomago en conjunto con unas Adidas negras. Y aunque mi cabello estuviese en un moño desordenado porque lo amarré a mitad del día por el calor me sentí lo suficientemente arreglada para no verme tan desaliñada.

-¿Cuántos años tienes? -cuestionó luego de unos segundos de silencio.

-Diecinueve -dije mirándolo nuevamente -¿y tú?

-Veinticuatro, en una semana veinticinco -contestó.

Yo conté con mis dedos los años que me llevaba. Vi su sonrisa aparecer por primera vez y yo me sonrojé en desmedida sintiendo toda mi cara arder.

Madre mía, yo solo me he sonrojado con este chico.

Su auto se estacionó frente al local que por fuera se veía como una cabaña y yo le sonreí.

-Muchas gracias por traerme, Madow -él asintió y yo bajé del auto cerrando la puerta detrás de mí.

Me encaminé hasta la puerta del bar y me adentré en el sintiendo la mirada de Madow sobre mí.

-Min -saludó mi compañera Laia, una despampanante morena con curvas hermosas y ojos castaños.

-Hola, morenaza -saludé y ella dejó un beso sobre mi mejilla por sobre la barra.

La mujer tenía unos veintisiete años y era la barman del bar, había otras chicas, pero estas solo se dedicaban a atender mesas y a pasar cervezas y tragos cada que se le pedía, sin embargo, la morena era la encargada de preparar tantos tragos con nombres extraños como se te ocurriesen, sin mencionar lo deliciosos que eran.

-Estas más peinada que de costumbre -bromeó y yo reí suavemente.

-¿Qué necesitas? -cuestioné.

-Cinco cajas de cervezas frías, dos botellas de tequila, tres de vodka y vasos para cerveza, los dejaste atrás anoche.

Asintiendo en su dirección fui hasta la barra y crucé detrás de ella dejando una palmada en su voluptuoso trasero antes de seguir hacia la puerta al fondo y cruzar encontrándome con una cocina y al final un largo tramo de refrigeradores que mantenían una gran cantidad de cervezas de botella frías.

Dejando la mochila en el suelo lo primero que hice fue llevar un barril de cerveza hasta la barra y saqué el que ya se encontraba vacío, moví los otros tres encontrándolos de la misma forma por lo que cambié los cuatro barriles y luego rellené el mostrador con las botellas faltantes, luego limpié la parte de debajo de la barra para colocar todos los vasos que hacían falta y luego limpié el piso dejando todo perfecto para la jornada de la noche.

Luego volví atrás arreglando los barriles vacíos en el almacén para cuando fuese el tiempo de mandarlos a llenar.

El bar abrió y la faena nocturna comenzó. Los primeros vasos comenzaron a llegar ya fuese de tequila, de cerveza o de los que usaba Laia para sus bebidas. Las botellas vacías también comenzaron a ser dejadas apiladas en una esquina y mi trabajo era ordenarlas en unas cajas perfectamente para que la cervecería las pasara a recoger el otro día y las reutilizara.

-Solo queda un barril lleno, necesito dos cajas de cerveza y cinco botellas de vodka.

Comencé por lo más importante que eran las cajas de cervezas, por lo que fui al refrigerador por una y corrí detrás de la barra para colocarlas dentro del freezer. El poco tiempo que duré ahí pude ver que el lugar estaba jodidamente repleto.

Luego de la primera caja llevé la otra entrándola a velocidad de vértigo y luego llevé las botellas de vodka.

-Necesito espacio -le dije a las chicas y estas salieron del estrecho pasillo para permitirme sacar los barriles y llevarlos rápidamente hasta detrás, luego volví con uno lleno haciendo algo de fuerza.

Los barriles pesaban, sí que lo hacían, pero ya estaba acostumbrada a cargar cosas pesadas y de esto dependía si comía o no.

Luego de dejar los barriles volví a mi lugar de trabajo para lavar los utensilios y regresarlos a la barra. La música en el lugar nunca era muy alta, pero el ruido de las risas y las conversaciones era algo molesto.

Luego de media hora en donde dieron las diez de la noche una de las chicas entró y terminó vaciando su estómago en el zafacón.

Fui corriendo a ayudarla tomando su cabello entre mis manos, cuando ella dejó de ahogarse con su propio vómito se sentó en el piso derrotada.

-Estoy embarazada -explicó -el malestar es horrible, necesito, aunque sean quince minutos, por favor -yo suspiré y asentí dejándole saber que la ayudaría.

Salí hacia la barra y miré a Laia en busca de ayuda.

-¿Mails está aquí? -ella negó -una de tus chicas está indispuesta, voy a cubrirla por unos minutos.

Ella asintió volviendo a lo suyo.

Yo arreglé mi cabello para que el moño no se viera tan despeinado, le quité el delantal negro a la chica y salí hacia la barra.

-Sirve en la barra -pidió y yo me incliné para escuchar la petición de la primera persona.

Media hora pasó en la que yo solo servía cervezas y servía chupitos. Revisaba los estantes para ver si no tenía que ir a surtirlos, pero aún había de todo.

-Eres rápida -alagó la morena y yo le sonreí sin saber que más hacer.

Luego de un par de minutos más un chico se colocó frente a la barra en el espacio que algunos le dejaron intencionalmente y mi corazón latió con algo de velocidad. Diría que era el chico del pasillo de esta mañana, el hermano de Madow, pero era algo de lo que no estaba segura, pues tenía los mismos ojos de dos colores, pero invertidos y su cabello era lacio, no rizado.

-Soy su hermano -explicó y mis cejas se levantaron con sorpresa.

Él me dio una sonrisa de boca cerrada.

-Una cerveza -yo asentí abriendo el mostrador -que sean dos -sin mirarlo saqué otra destapándolas a ambas y cuando las dejé sobre la barra me di cuenta de que había pedido otra por la chica que tenía arrimada de su brazo.

Parecía que se lo quería comer con la mirada.

Él dejó el dinero sobre la barra.

-Quédate con el cambio -luego se dio la vuelta y se perdió en el mar de personas.

Al darme cuenta de que me había dejado más de la mitad en propina sonreí. Ya entendía por qué las chicas amaban estar de este lado.

Sabiendo que ya era suficiente volví atrás para encontrarme con la chica lavando los vasos mientras algunas lágrimas caían de sus ojos.

-¿Qué sucede? -cuestioné mientras colocaba los vasos en bandejas.

-El padre no se hizo responsable -explicó y yo no pude evitar sentirme mal.

-Hera ¿verdad? -cuestioné, ella asintió -saldrás adelante sola, porque puedes con esto y con más y si me lo permites quisiera ayudarte -contesté suavecito.

Y decirle eso fue como un detonador porque la chica soltó en llanto y yo terminé envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo.

-Estoy jodida, pero no lo quiero abortar -admitió.

-Entonces no lo hagas, cuando se quiere se puede, será difícil, pero lo vas a lograr -aseguré acariciando su espalda -repondré la barra y volveré a tu puesto, por esta noche yo haré tu trabajo.

-Yo seguiré lavando los vasos mientras tanto, tu lleva solo los barriles, yo me encargo del resto.

Y así lo hicimos hasta que dieron las una de la mañana y nuestra jornada laboral acabó.

Yo conté la propina en mis bolsillos y le pasé la mitad a Hera, pero ella negó.

-Te la ganaste tu sola -dijo dejando un beso en mi mejilla y comenzando a caminar en dirección contraria a la mía.

Yo solté un largo suspiro antes de meter el dinero en mis senos y comenzar a caminar. La noche estaba fría y estaba más cansada de la cuenta ya que tuve que hacer prácticamente trabajo doble, mi trabajo era sencillo, pero el de las chicas abrumador e intenso.

Un auto se estacionó junto a mí y estuve a punto de comenzar a correr si no es porque bajan la ventanilla.

-Madow me dijo que trabajabas en el bar -yo me abracé al reconocer al chico de ojos de dos colores.

-Si, acabo de salir -el chico me sonrió y yo no pude evitar sonrojarme.

-¿Me permitirías llevarte? -yo mordí mi labio mirando la desolada calle.

-Ni siquiera sé tu nombre -dije sincera.

-Soy Aiden Dahal, Honey -y sin pensarlo dos veces me metí en el auto colocándome el cinturón de seguridad casi de inmediato.

-Pensé que dirías que no porque podría ser un violador -comentó algo divertido.

-No es violación si no me resisto -dije tranquila dejándolo algo choqueado por lo que sonreí de oreja a oreja.

            
            

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