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Mis ojos se abrieron gracias al sonido de mi teléfono. No era la alarma ya que había olvidado ponerla anoche. Cuando lo tomé respondí la llamada y la voz de Mely al otro lado me despertó de mi letargo.
-No habrá clases hoy, hay un apagón terrible en toda la ciudad y varios postes se cayeron -explicó -supongo que tú no podrás salir de tu edificio, las calles están inundadas.
Despegué el teléfono de mi rostro para ver que eran a penas las ocho de la mañana.
-Gracias, espero que te encuentres bien.
-Lo estoy -aseguró.
Yo colgué el móvil y miré el techo blanco soltando un suave suspiro. Retiré las sábanas que me cubrían y me acerqué a la ventana. Al retirar las cortinas pude presenciar el camino que hacían las gotas de agua que chocaban con el cristal, había parado un poco, pero el patio se observaba saturado de agua.
Cerré las cortinas y me encaminé al baño para lavar mi rostro y cepillar mis dientes, mi cabello se encontraba enmarañado y levemente rizado por no haberlo desenredado anoche, así que recogí bien los mechones y los amarré para evitar que se salieran.
Con tan solo el buzo y el bóxer salí de la habitación. Gracias a Dios el buzo me cubría hasta el muslo debido a que ricitos me superaba en altura. Bajé las escaleras escuchando ruido en lo que supuse era la cocina y al entrar me encontré con una manada de chicos casi desnudos, pues solo tenían pantalones de chándal.
-¿Jess? -miré el torso descubierto de Madow sin poder evitarlo -mis ojos están aquí arriba -dijo, pero yo no podía dejar de ver el tatuaje en su costado.
-Am, buenos días -dije saliendo de mi aturdimiento, pero caí en otro más grande al ver al chico silencioso cruzado de brazos sobre la mesa observándome atento.
Sus ojos eran de un verde hermoso que me dejaron impresionada. Madre mía, estaba frente a chicos malditamente atractivos.
-Creo que me voy a desmayar -susurré sentándome en la primera silla que encontré.
-¿Quién la trajo? -cuestionó Madow.
-Yo -habló Aiden -y no, no me la cogí -yo aclaré mi garganta mirando la mesa.
-Buen día, fosforito -el chico de ojos azules con el que había chocado hacía más de dos semanas me saludaba con una sonrisa que a mi parecer era irresistible.
-¿Panqueques? -ofreció el de ojos bicolores y yo asentí sintiéndome intimidada por la mirada que todos me estaban dando -¿Y cómo has estado? -cuestionó colocando un plato frente a mí.
-Bien -susurré algo cohibida.
-¿Y qué tal van las cosas con tu ex? -yo fruncí el ceño incómoda.
-¿Quién es ese? -él sonrió sentándose en un espacio vacío y al final todos quedaron sentados.
Madow se encontraba a mi derecha y Aiden a mi izquierda, pero el que más me intimidaba era el chico de piel canela que se encontraba en la otra punta de la mesa mirándome intensamente.
-¿Por qué te mira así? -me preguntó Aiden y yo me encogí de hombros.
La pregunta era ¿por qué no se lo preguntaba a él?
-Por cierto, mi nombre es Asher -el chico de ojos azules me regaló una sonrisa y yo se la devolví.
-Jessamine, un placer -él volvió a su plato y yo al mío.
Una mano comenzó a subir por mi pierna y yo la sacudí intentando parecer tranquila, pero no podía. Madow detuvo su mano en mi rodilla y luego comenzó a acariciar de arriba abajo colocándome nerviosa.
-¿Podrías dejar de manosearla? -cuestionó Aiden y todas las miradas se posaron en nosotros dos.
-Uy, pero no te esponjes, hermanito -Aiden rodó los ojos y su gemelo soltó una carcajada la cual cayó cuando su hermano le pegó en la parte baja de su cabeza.
Yo alejé el plato a medio comer sintiéndome algo incómoda.
El chico silencioso se levantó de su lugar arrastrando la silla y caminó hasta colocarse junto a mí, me tendió su mano y yo con el ceño fruncido la tomé.
Los otro cinco chicos guardaron silencio y lo miraron como si algo extraño estuviese sucediendo. Yo sin entender tomé su mano y él me jaló hasta levantarme y me arrastró fuera de la cocina.
Él sostuvo mi mano guiándome por las escaleras y los pasillos del segundo nivel hasta detenerse frente a una puerta doble, abrió una de ellas y me indicó que pasara. Yo sintiendo que no corría peligro alguno entré en la habitación y escuché la puerta ser cerrada detrás de mí.
-¿Cuál es tu nombre? -cuestioné, pero no obtuve respuesta.
Su mano volvió a tomar la mía y me llevó hasta su cama, la habitación se encontraba a oscuras por lo que era muy poco lo que podía ver. Yo me subí en ella y él se acostó a mi lado.
-Solo quiero abrazarte -susurró con voz ronca haciendo que cada terminación nerviosa de mi cuerpo vibrara.
Dios santo, su voz era el paraíso en la tierra. Haciéndole caso como una estúpida me acosté junto a él y dejé que envolviera sus manos alrededor de mi cintura y enterrara su cabeza en mi cuello aspirando mi olor.
Yo me encontraba de espaldas a él por lo que observé la poca luz que entraba por la ventana y terminé quedándome dormida con el sonido que ocasionaban las gotas de agua chocando con esta.
◈◈◈◈◈
La puerta fue tocada un par de veces despertándome de mi sueño. Yo me incorporé en la cama percatándome de que me encontraba sola. La puerta volvió a ser tocada y yo salí de la cama para abrirla encontrándome con el chico de ojos bicolor.
-Ya vamos a almorzar.
En completo silencio lo seguí por las escaleras hasta un comedor del otro lado de la cocina. Este era de doce sillas, pero solo la mitad estaba siendo ocupada, bueno menos de la mitad ya que el chico silencioso no se encontraba por ningún lado.
Yo en completo silencio me dejé caer en la silla sintiendo la mirada de todos quemarme.
-¿Cuándo podrás llevarme a mi casa? -le pregunté a ricitos.
Pero él no parecía querer llevarme a casa ya que arrugó su rostro en cuanto le hablé acerca de eso.
-Todo sigue inundado, probablemente mañana ya todo esté en orden.
Yo suspiré observando el plato frente a mí, no tenía ni una pizca de hambre.
-¿Por qué me miran así? -cuestioné ya cansada.
-Porque... -comenzó a decir el chico de ojos bicolores pero la entrada del chico silencioso al comedor hizo que se callara.
Él se sentó en el asiento vacío junto a mí y le dio un toquecito a mi nariz antes de comenzar a comer.
Madow sonrió ante esa acción y yo tomé la cuchara entre mis manos para comenzar a comer.
La tarde pasó algo lenta a comparación de la mañana y los chicos parecía pulular alrededor de mí y del chico de ojos verdes. Él no se había despegado de mi después de la hora de la comida y no había dicho una sola palabra más después de las primera que me había dicho. Su voz la recordaba en mi cabeza como algo abstracto y dudé que realmente hubiese pasado.
-¿Vemos una película? -propuso Aidan el gemelo de cabello lacio mientras entraba en la sala.
Yo miré al ojiverde y este se encogió de hombros.
-Pero que sea de acción, por favor -Aidan sonrió en acuerdo y yo me levanté para seguirlo por los pasillos de la casa hasta una habitación grande con un montón de cojines en el suelo y una pantalla enorme que iba desde el piso hasta el techo que no era muy alto en aquella habitación.
En la habitación estaban todos los Dahal faltantes y en el centro se encontraban palomitas de maíz, chocolates, bebidas y dulces.
Era particularmente adorable la imagen de los chicos en el suelo con mantas cubriendo sus cuerpos y cojines por todos lados.
Asher señaló un lugar junto a él y yo fui hasta allá para sentarme. Aidan lanzó una manta la cual chocó con mi rostro y yo no pude evitar soltar una carcajada. Él me observó con una sonrisa haciendo que dos hoyuelos hermosos aparecieran en sus mejillas.
Listo, ya está, me enamoré de este chico.
La película que pusieron era una de acción gracias a Dios y yo me dediqué a observar atenta hasta que sentí algo frío siendo puesto sobre mis labios. Miré al mellizo de cabello lacio, Aidan el cual sostenía una barra de chocolate sobre mis labios.
Yo la mordí masticando suavemente el delicioso chocolate y seguí viendo la película para evitar perderme algún detalle.
◈◈◈◈◈
Era extraña la situación en la que nos encontrábamos, pues me encontraba recostada de Asher, el ojiazul, uno de mis brazos se encontraba entrelazado con el de Aidan y Aiden o como yo le llamaba, ricitos, tenía su cabeza sobre mis piernas.
La película había acabado hacía un rato y nosotros cuatro habíamos terminado dormidos mientras que el chico de ojos bicolor estaba abrazando una almohada más alejado de nosotros y los otros dos Dahal no se encontraban por ningún lado.
Con cuidado de no despertar a ninguno me levanté y coloqué la cabeza de Ricitos sobre una almohada. Con pasos suaves salí de la habitación y recorrí los pasillos hasta la cocina encontrándome con el chico silencioso.
-¿Por qué te pregunto tu nombre y no contestas? -cuestioné sentándome junto a él -¿no te gusta tu nombre? -él negó y no supe que significaba -te pondré silence -dije haciéndolo sonreír -¿te gusta? -él negó conservando la sonrisa -entonces dime como te llamas.
Él no dijo nada, más bien tomó mi rostro entre sus manos y pegó sus labios de los míos dándome un beso suave entrelazando nuestros labios. Su otra mano se posó sobre una de mis piernas y me pegó un poco más a él haciendo el beso más profundo.
Yo me separé de él al escuchar a alguien entrando a la cocina y quise morirme al ver que era Madow.
-Continúen -dijo tranquilo.
Nos dio una sonrisa y se recostó del fregadero observándonos atentos.
El chico junto a mi soltó un suspiro algo pesado antes de levantarse.
-Me llamo Ambrous -dicho esto dejó un último beso sobre mis labios y salió de la cocina dejándome sola con Madow.
-Definitivamente eres la indicada -aseguró antes de darse vuelta y dejarme sola en la cocina mientras intentaba procesar que me había besado con dos Dahal.
◈◈◈◈◈
Los chicos rodeaban la mesa de los muebles la cual tenía encima cajas de piza como para un pelotón. Yo estaba sentada en el piso frente a esta y los chicos sobre los muebles observándome comer. Asher y Ambrous no habían tocado la pizza y Madow según él ya había comido lo suficiente, pero los gemelos y el chico de ojos bicolor se engullían pedazo tras pedazo sin impórtales nada.
Yo comía despacio ya que no había comido mucho durante el día y mi estómago estaba algo reacio a aceptar comida. Pues con lo que había sucedido en la cocina me sentía levemente incómoda en el mismo lugar en el que estaban ambos hermanos.
-¿Siempre se juntan para comer? -algunos de ellos negaron.
-Solo para el desayuno o cuando nuestros padres están aquí, si nos reunimos hoy fue porque tu estabas aquí -comenzó a explicar Madow.
-De lo contrario estaríamos en nuestras habitaciones -finalizó Asher.
Yo finalicé mi pedazo de piza y me limpié la boca y las manos con la servilleta.
Los gemelos cerraron la caja y el ojos bicolor fue hasta la cocina y cuando regresó tenía sus manos levemente mojadas.
-¿Qué estudias? -cuestionó mientras se sentaba.
-Contabilidad – dije suavecito.
-No pareces ser alguien que estudia contabilidad -yo me encogí de hombros.
-No había de otra -dije tranquila -¿Cuál es tu nombre? -pregunté al saber que era el único al que no le había preguntado.
-Adler -yo le di una media sonrisa aceptando que el nombre le quedaba.
Los seis chicos no eran tan parecidos, cada uno tenía un color de ojos que iban desde al azul, el miel, el verde o combinados, sin mencionar que sus pieles iban desde el color canela como Ambrous, tostada como la de Adler, bronceada como la de los mellizos y blanca como la de Asher y Madow.
Sus cabellos eran igual de negro, pero iban del lacio al ondulado o rizado. Pero lo que si compartían todos era el arrasador atractivo que te hacía delirar, pero cada uno tenía una característica única que ninguno de los otros poseía. Por ejemplo, Ambrous aun con su piel canela tenía varias pecas regadas por su nariz y mejillas, Aidan el mellizo de cabello lacio tenía unos hermosos hoyuelos, Madow tenía una cicatriz sobre su ceja izquierda, Aiden tenía lunares regados por su cuello y me pregunté que tenían los otros que los hacían únicos.
-Se siente tan bien -admitió Asher mirándome.
-¿El qué? -cuestioné.
-La paz que nos transmites -yo sonreí y bajé mi cabeza al sentir mis mejillas calientes.
-Bueno -aclaré mi garganta levantándome de mi lugar -yo me iré a dormir aprovechando el día libre y supongo que nos vemos mañana, que tengan buenas noches.
Yo comencé a caminar hacia las escaleras, pero una mano en mi muñeca me hizo darme la vuelta.
-Buenas noches -Madow dejó un beso en mi mejilla antes de darle paso a otro de sus hermanos.
-Que tengas buenas noches, Honey -Aiden dejó un beso en mi otra mejilla y le dio paso a su mellizo.
-Buenas noches, brillitos -sonreí ante el apodo y él se movió dejando pasar a Asher.
-Duerme bien, Farolito -su beso fue en la comisura de mis labios haciendo que me sonrojara en desmedida.
Adler se detuvo frente a mí con una sonrisa y dejó un pico en mis labios sin que ninguno de sus hermanos lo notara. Madre mía ¿en qué lio me estaba metiendo?
Ambrous fue el último en acercarse y dejó un beso en mi frente antes de envolver mi cuerpo con sus brazos. La sensación era tan embriagadora, pero recordando que su otro hermano al que había besado se encontraba en la misma habitación me despegué algo incómoda.
-Que tengas buenas noches -dijo con su voz ronca y yo sentí mis mejillas arder en llamas.
Santo Dios, necesitaba un audio con esa voz para ponerlo de alarma.
Dando una última sonrisa me dirigí a las escaleras subiéndola de dos en dos y corrí hasta la habitación que me habían dado cerrando la puerta detrás de mí.
Me recosté de la puerta y por mi mente viajó el rostro de cada chico, los tatuajes en el costado de cada uno me dejaron saber que era una especie de código para su hermandad, aunque algunos tenían en sus brazos y otros en sus cuellos o detrás de la oreja como era el caso de Asher que tenía una cruz en ese lugar.
Eran simplemente fascinantes, pero iba por mal camino, muy mal de hecho. Eran hermanos y estaba literalmente provocando algo que no debía, si, besarme con Madow no estuvo mal, lo que estuvo mal fue besar a su hermano en su propia casa, debí detenerlo a penas le vi las intenciones y por Dios, la forma tan intima en la que estuve con ellos mientras veía la película no era algo que se debiese repetir.
Callando los pensamientos ensordecedores me lancé a la cama y coloqué la alarma para despertar a tiempo al otro día.