Capítulo 4 Cuatro

-Necesito aire -dije suavemente saliendo de la cocina.

Mi corazón martillaba con fuerza contra mi pecho y empujé a las personas que se me cruzaban hasta dar con la puerta de una terraza. Cerré la puerta detrás de mi percatándome de que estaba muy poco iluminado el lugar, pero tenía la suficiente luz para dejarme ver a un par de personas a lo largo de la terraza y el patio trasero. Yo caminé hasta un pequeño sofá y me senté en el sintiendo la brisa fresca de la noche azotar mi cuerpo.

Llevé mis pies hasta arriba del sofá y me abracé las piernas sintiendo mi piel erizarse. Un poco más delante de mí se encontraba un chico de espaldas con chaqueta de cuero y el humo de un cigarrillo me dejó saber que estaba fumando.

Él me miró por encima de su hombro y se acercó hasta sentarse junto a mí. Era atractivo por mucho y la piel de su rostro era canela clarita. Dios, amaba ese color de piel. Su cabello no era ni lacio ni rizado, era más ondulado y tenía los lados rapados y el resto lo tenía hasta la mejilla.

Él sin decir una sola palabra llevó el cigarrillo hasta mis labios y yo di una calada sintiendo el humo en mi boca y luego bajar por mis vías aéreas calentándome. Solté el humo suavemente y el chico volvió a llevar el cigarrillo a sus labios.

Yo me estremecí levemente ante la brisa fría y él dejando el cigarrillo en sus labios bajó la cremallera de su chaqueta y la sacó de su cuerpo dejándome saber que no llevaba nada debajo. Su torso quedó desnudo y colocó la chaqueta sobre mis hombros y yo me acurruqué un poco respirando profundo ante el maravilloso olor de su ropa.

Sin que pudiera evitarlo mis ojos se dirigieron hacia su torso descubierto y encontré en él tatuajes en un costado, además de que sus abdominales estaban perfectamente marcados y su pecho carecía de cualquier vello.

Su mano volvió a colocar el cigarrillo en mis labios y yo le di otra calada observando las venas marcadas de su brazo y la pulsera negra que tenía en ella. Madre mía, mi corazón iba a una velocidad de vértigo y mis manos temblaban levemente en tanto sostenía la chaqueta.

-Gracias -susurré soltando el humo, sin embargo, él no contestó y ambos nos quedamos sentados en silencio.

No era incomodo, más bien era relajante. El chico acabó el cigarrillo y lanzó la colilla hacia el frente luego de apagarla y llevó sus manos hasta sus bolsillos.

-¿No tienes frío? -cuestioné y él negó -si tienes -dije segura.

Yo aprovechándome de la situación envolví mis brazos alrededor de su torso envolviéndonos a ambos con su chaqueta y sonreí al haber logrado mi cometido, ya que no me apartó, todo lo contrario, pasó uno de sus brazos por mi espalda pegándome un poco más hacia él. Yo aspiré el aroma de su piel que parecía ser menta.

-Tienes la piel fría, si tenías frío.

Yo lo escuché reír suavemente y por inercia sonreí.

◈◈◈◈◈

-Hey, ya vámonos ¿qué haces aquí dormida? -cuestionó Mely y yo me incorporé en mi lugar mirando a todos lados desorientada.

¿Había sido un sueño? Sostuve con fuerza la chaqueta sobre mis hombros confirmando que no lo había sido.

-Estaba con alguien y al parecer me quedé dormida -dije tranquila.

-Estabas sola cuando llegué -ella suspiró -vámonos, se ha armado una pelea y ya van a ser las cuatro de la madrugada.

Apretando la chaqueta con fuerza contra mi pecho salimos por la terraza y rodeamos la casa por el jardín hasta quedar en frente de esta. Escuchando el problemón que se estaba armando dentro ambas atravesamos el camino de la entrada y nos adentramos en el taxi que nos estaba esperando en frente.

-Menuda noche -susurré.

-Bendita seas, Jessamine -dijo mi nombre completo por primera vez -un Dahal está detrás de ti -una sonrisa apareció en su rostro y el taxista se sobresaltó con su grito de euforia -Madow Dahal está detrás de ti.

Yo guardé silencio obviando la parte del beso por ese momento, estaba segura de que gritaría como loca si se lo decía y no quería que el taxista nos dejara varadas a mitad de camino.

Cuando el auto me dejó frente a mi edificio me despedí de ella y subí hasta mi habitación lanzándome en la cama en cuanto entré. Una sonrisa apareció en mi rostro al recordar el beso, pero una sensación extraña invadió mi cuerpo al recordar al chico silencioso que me cedió su chaqueta.

Me fue imposible no dejar de pensar en su piel canela brillante y los ojos que no pude ver bien por la oscuridad de la terraza, pero sabía a ciencia cierta que eran claros. Solo esperaba un día volver a encontrarlo para regresarle su chaqueta como excusa para volver a verlo.

◈◈◈◈◈

-Dios, estoy casi dejando este trabajo -aseguró Laia mientras cerraba el local.

Eran las dos de la mañana del domingo y a ambas nos tocó terminar de arreglar todo ya que mañana el bar no abría.

-Yo no he encontrado nada más flexible que esto -comenté con mis manos en mis bolsillos.

-Lo entiendo, la universidad no te da chance, pero vas a terminar hecha pedazos si sigues con esta rutina, no se te ve brillo ni por asomo en ningún lado.

-Estaré bien -aseguré -nos vemos el martes, Laia.

Yo comencé a caminar en dirección contraria a la morena viendo como el cielo se encontraba considerablemente nublado. Laia vivía muy cerca del bar, mientras que yo tenía que atravesar toda la ciudad hasta los suburbios y probablemente esa tormenta que se acercaba me encontraría a media calle.

Un claxon sonó junto a mí y yo me di la vuelta para observar el auto deportivo ya conocido.

-Honey -yo le sonreí al mellizo de cabello rizado.

-Hola, Aiden -él me sonrió de vuelta.

El agua comenzó a caer como un torrencial sobre mi cuerpo y yo corrí hasta la puerta de copiloto para entrar en el auto.

-Joder -susurré sintiendo el frío apoderarse de mi cuerpo.

-Gracias a Dios que pasaba por aquí y me acordé de que salías a esta hora -él comenzó a conducir por las calles que se inundaban a velocidad de vértigo.

-Probablemente no hubiese podido regresar a mi casa.

-Honey, no puedo conducir así -admitió deteniendo el auto.

Ciertamente no se podía ver nada por la fuerte lluvia y yo me acurruqué más en el asiento suspirando derrotada.

-Al menos no me estoy mojando -dije suavemente y él rio.

-¿Tienes mucho trabajando en el bar? -yo asentí.

-Un año -sus cejas se levantaron con sorpresa -no soy mesera, por eso es por lo que nadie sabe que trabajo ahí, solo a veces reemplazo a alguna mesera indispuesta.

-Suelo ir, pero Aidan es quien va más -él apagó el auto y yo me di calor a mí misma abrazándome.

Aiden encendió la calefacción y se lo agradecí relajándome en el asiento.

-¿Qué estudias? -pregunté.

-Marketing -mi boca se abrió con sorpresa -ya casi termino.

-¿Y Aidan?

-Publicidad y si preguntas, Madow se graduó de administración a los veintidós y está haciendo una maestría que está por terminar -era poco lo que podía ver en el auto, pero su sonrisa no pasó desapercibida para mí.

-No iba a preguntar -mentí.

-¿Tu barrio no se inunda? -cuestionó mirándome con la cabeza ladeada.

Yo golpeé mi frente con la palma de mi mano.

-Si -me quejé como niña pequeña.

El auto de Aiden no podría entrar a mi barrio porque las calles se llenaban de agua cuando llovía demasiado fuerte.

-No pienso dejarte en la calle a mitad de una tormenta -aseguró.

-Pero no tengo a donde más ir.

-Te llevaré a mi casa.

Yo guardé silencio viendo como poco a poco la lluvia iba menguando, pero solo era un pequeño lapso de paz, ya que seguiría lloviendo a cantaros según el pronóstico.

Aiden encendió el auto aprovechando que la lluvia bajó de intensidad y comenzó a conducir despacio por las calles mojadas de la ciudad. Muchos otros vehículos se encontraban estacionados y otros comenzaban a avanzar hacia sus casas.

-Puedes dejarme en un hotel -pedí.

-No, ya te dije que no te dejaré tirada en cualquier sitio, posiblemente se termine yendo la electricidad y no pienso dejarte en un lugar en el que no sé si estarás segura.

-Pero no quiero ir a tu casa -él se encogió de hombros.

-No quiero cargos de conciencia.

Aiden condujo un poco más veloz para evitar que la lluvia torrencial volviera a detenernos y luego de unos minutos se adentró en el barrio que visité el día de la fiesta. Quién diría que eso fue hace más de una semana.

Aiden estacionó el auto frente a la enorme casa que ahora lucía más hermosa debido a la escasez de personas y yo me bajé del auto para correr hacia la entrada apretando la mochila contra mi pecho.

Esperé a Aiden y este pasó junto a mi empujando la puerta doble que se encontraba sin seguro. Yo entré detrás de él y observé el lugar perfectamente arreglado y el piso de mármol perfectamente limpio. Si esa noche la casa se veía sofisticada ahora se veía como un maldito palacio.

Todo se encontraba en absoluto silencio por lo que dudé de que hubiese alguien más despierto.

-Ven, te prestaré algo de ropa para que te duches y puedas descansar.

Yo seguí a Aiden por las oscuras escaleras ya que en esa sección se encontraban las luces apagadas. Recorrimos uno de los pasillos hasta una habitación que abrió y me adentró en ella encendiendo la luz.

Fue hasta su armario y tomó un buzo blanco que sabía me quedaría grande y un bóxer con etiqueta.

¿Enserio la gente tenía ropa interior sin usar? Yo cuando solía comprar les quitaba las etiquetas y las estrenaba el mismo día.

-Gracias -susurré.

Decir que me encontraba normal era una falacia, pues la mirada de ricitos me ponía nerviosa y el que estuviese en su dominio solo me intimidaba.

Él salió de la habitación y yo lo seguí hasta el fondo del pasillo. Él se detuvo frente a una puerta blanca y la abrió dejándome pasar primero.

Cuando encendió la luz pude percibir la habitación. No era muy grande, solo tenía una cama en medio, dos mesitas de noche. Una ventana grande con cortinas blancas en la cual chocaban las gotas de lluvia creando un sonido hipnótico.

-Es una habitación de visitas, puedes dormir aquí y por favor ponle seguro a la puerta -me dio una sonrisa antes de salir de la habitación -que tengas buenas noches, Honey.

Cerró la puerta detrás de él y yo le pegué seguro con una sonrisa. Me encantaba cuando me decía Honey.

Observando todo a mi alrededor fui hasta la única puerta encontrándome con un baño a oscuras, encendí la luz y abrí mis ojos impresionada. Hacía tiempo que no me duchaba en un baño tan grande.

Con una sonrisa quité toda la ropa que me envolvía y me adentré en la ducha en donde me bañé por casi media hora. Utilicé el gel que se encontraba dentro y en cuanto terminé sequé mi cuerpo y me coloqué la ropa que el pelinegro me había dado. Sequé mi cabello con el secador debajo del lavamanos y en el proceso encontré cepillos de dientes nuevos por lo que tomé uno y lavé mis dientes.

Luego de abrir mi ropa para que se secara me fui hasta la cama que se encontraba calientita gracias a la calefacción y me acurruqué en las sábanas cayendo rendida ante los brazos de Morfeo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022