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Las semanas posteriores al encuentro entre Isabela Durán y Valeria Cruz estuvieron marcadas por una creciente tensión. En Durán Global, el equipo de Isabela estaba inmerso en una nueva ronda de negociaciones para asegurar varios proyectos clave en la ciudad. Aunque la competencia con Valeria aún no había alcanzado su punto más crítico, la atmósfera dentro de la empresa de Isabela era eléctrica. La joven empresaria estaba comenzando a ser un tema recurrente en las conversaciones de pasillo, y los ejecutivos más cercanos a Isabela no podían dejar de discutir su imparable ascenso.
Por su parte, Valeria no había dejado de sorprender a todos con su rapidez y sus movimientos impredecibles. Había comenzado a adquirir propiedades que Isabela consideraba inviolables, comenzando con la famosa Torre Elíptica, un proyecto que Durán Global había intentado comprar durante años sin éxito. Valeria no solo había asegurado la propiedad, sino que ya había comenzado a transformarla, dándole un toque futurista y tecnológico que ponía a Durán Global en una desventaja inmediata. Era evidente que la joven había comprendido los cambios que el sector de bienes raíces necesitaba antes que nadie.
Un viernes por la tarde, en la sala de juntas de Durán Global, Isabela observaba un informe sobre las últimas adquisiciones de Cruz Inmobiliaria. Las cifras eran impresionantes, y la joven empresaria no parecía tener miedo de desafiar a la competencia de manera directa. En el centro de la mesa, un mapa de la ciudad mostraba las nuevas propiedades adquiridas por Valeria, y algunas de ellas estaban tan cerca de las propiedades clave de Durán Global que casi parecía un juego de ajedrez. Isabela frunció el ceño. Nadie había logrado ser tan eficaz en tan poco tiempo.
- ¿Cómo es posible que se haya adelantado tanto? -murmuró Isabela, más para sí misma que para sus ejecutivos, que la observaban atentos.
Su mano recorrió el borde del mapa mientras sus ojos brillaban con una determinación feroz. Sabía que este no era un momento de titubeos. Valeria Cruz estaba luchando por posicionarse en lo más alto, y si Isabela no tomaba las riendas, sería ella quien perdería el control.
- Necesitamos un plan -ordenó con voz firme.
Un murmullo recorrió la sala, y todos los ojos se volvieron hacia el director de estrategia, un hombre de mediana edad llamado Víctor Herrera, quien llevaba años en la empresa y conocía a Isabela mejor que nadie.
- Tengo algo preparado -respondió Víctor, sin dudar, y procedió a colocar sobre la mesa una serie de documentos. El plan que había preparado era audaz, y más de uno en la sala sabía que Isabela no era de tomar decisiones tímidas. La jugada que sugería Víctor era arriesgada, pero con la ambición de Isabela, parecía lo único posible.
- Vamos a atacar su flanco más débil -dijo Isabela, sin apartar los ojos del mapa-. Necesitamos lanzar un golpe tan inesperado que no tenga tiempo de reaccionar. Si cruzamos sus límites, se verá obligada a dar un paso en falso.
El plan era claro. Durán Global intentaría adquirir las últimas propiedades que Valeria había estado comprando, usando sus influencias políticas y contactos en la ciudad para asegurar los permisos necesarios antes que ella. Además, Isabela tenía en mente otro movimiento: hacerle una oferta de compra directa a Valeria Cruz, una oferta que no podría rechazar, y que, de aceptar, permitiría a Durán Global tomar control de sus proyectos más prometedores.
Mientras tanto, Valeria no estaba tranquila. Después de haber saboreado su éxito, sabía que la tormenta se acercaba. Isabela Durán no iba a dejar que nadie le arrebatara su trono sin luchar. Pero Valeria no era una mujer fácil de derrotar. Había crecido en un entorno donde las expectativas de los demás nunca la detuvieron, y su astucia y perseverancia eran su mayor activo.
El despacho de Valeria era moderno y minimalista, pero en el aire flotaba una sensación de energía constante, como si cada decisión que tomaba estuviera destinada a cambiar el curso del mercado. En su escritorio, un informe detallaba la estrategia de Durán Global. Había estudiado cada movimiento de Isabela, y sabía que la batalla apenas comenzaba. Pero esta vez, Valeria no iba a esperar pasivamente el ataque. Estaba lista para contrarrestar.
- Si cree que va a ganar con un golpe bajo, se equivoca -murmuró, con una sonrisa desafiante.
Valeria ya había comenzado a crear su propia red de aliados, buscando financiamiento en lugares inesperados y estableciendo relaciones estratégicas con políticos y empresarios que compartían su visión de un mercado más dinámico y accesible. Sabía que Isabela Durán tenía los recursos, pero ella contaba con la ventaja de la innovación y la flexibilidad.
Esa misma tarde, Valeria se reunió con su equipo en su oficina para discutir los próximos pasos. Su rostro, normalmente tranquilo y calculador, mostraba una determinación inquebrantable.
- Necesitamos movernos rápido. No vamos a permitir que Durán Global nos arrebate lo que es nuestro -declaró con firmeza-. Isabela no entiende que el futuro ya llegó, y nosotros somos los que estamos marcando el camino.
La reunión transcurrió con rapidez, con Valeria dando órdenes claras para asegurar los terrenos y edificios clave en los que Durán Global también tenía interés. No iba a dejar que Isabela la intimidara. En lugar de eso, utilizaría la agresividad de la CEO para su propio beneficio. La clave estaba en desestabilizarla antes de que pudiera ejecutar su golpe.
Al día siguiente, Isabela recibió un correo inesperado: una oferta de Valeria Cruz. La joven empresaria le proponía una reunión, en la que discutieran posibles colaboraciones o adquisiciones mutuas. Isabela, aunque intrigada, sabía que no debía tomar esa oferta a la ligera. Valeria quería algo, y estaba dispuesta a jugar sus cartas con astucia.
El juego de poder entre las dos mujeres estaba a punto de alcanzar nuevos niveles. En ese momento, Isabela decidió que no dejaría nada al azar. Valeria Cruz había iniciado una batalla, pero Isabela no iba a ceder tan fácilmente. Lo que había comenzado como una rivalidad empresarial ahora se había convertido en un duelo donde el respeto, el poder y el deseo se entrelazaban de una manera peligrosa.
El encuentro entre las dos empresarias estaba inevitablemente cerca, y las cartas ya estaban sobre la mesa. El resultado, sin embargo, estaba lejos de ser claro.