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La estrategia de Isabela había comenzado a dar frutos. Valeria, ignorante de la trampa que le había sido tendida, había aceptado la oferta de alianza con Durán Global. Lo que para ella parecía una victoria estratégica era, en realidad, el comienzo de su caída. Pero mientras la joven empresaria se sumergía en el proceso de negociación, Isabela observaba desde las sombras, preparándose para dar su siguiente movimiento.
Era una mañana fría cuando Isabela decidió poner en marcha el siguiente paso. Su oficina, como siempre, se mantenía impecable, sus ventanas abiertas al horizonte, dejando que la luz tenue del sol iluminara el lugar. El café que siempre tomaba al inicio del día aún permanecía sobre su escritorio, sin que hubiera tocado ni un sorbo. Su mente estaba completamente enfocada en lo que vendría.
Valeria, por su parte, no sospechaba nada. Se sentía más confiada que nunca en sus decisiones, y la alianza con Durán Global representaba un gran logro para ella y para Vanguardia Group. Sin embargo, el hecho de que las negociaciones se estuvieran llevando a cabo en absoluto secreto le comenzaba a inquietar. Algo en el ambiente no le parecía del todo transparente. Pero no podía dar marcha atrás; la oportunidad era demasiado grande.
Isabela sabía que había que jugar con las emociones. Valeria había demostrado ser una mujer ambiciosa y calculadora, pero también impulsiva y sensible en sus puntos más vulnerables. La clave de su caída residía en manipular esas emociones, en hacerla sentir que su éxito era efímero, y que, al final, la alianza era solo una farsa que ella misma había creado. Había una delgada línea entre controlar a Valeria y ser descubierta, y Isabela estaba determinada a caminar esa línea sin cometer errores.
La Visita de Valeria
Tres días después, Valeria llegó al edificio de Durán Global para una reunión más. Sabía que Isabela tenía la intención de involucrarla más profundamente en el negocio, y aunque en su interior persistía una sensación de duda, sentía que debía avanzar, que no podía mostrarse débil ante su oponente.
Isabela la esperaba en su oficina, que era mucho más que un simple espacio de trabajo: era una fortaleza de poder. Las paredes de cristal ofrecían una vista impresionante, pero era la atmósfera que Isabela había cultivado la que dominaba el lugar. Todo en esa oficina exudaba autoridad, control, y, sobre todo, una sensación palpable de que Isabela era la reina indiscutible de este imperio.
- Bienvenida, Valeria -dijo Isabela al recibirla, sonriendo con aquella calma que siempre la caracterizaba-. Estoy encantada de que hayas podido llegar.
Valeria asintió con una sonrisa confiada, aunque había algo en los ojos de Isabela que la inquietaba.
- Gracias por recibirme. He estado esperando esta oportunidad, y me gustaría saber más sobre los detalles de nuestra alianza.
Isabela la invitó a tomar asiento frente a su escritorio, pero no se sentó inmediatamente. En lugar de eso, se acercó a una mesa lateral donde reposaba un sobre cerrado con el logotipo de Vanguardia Group en su exterior.
- Tengo algunos documentos que necesitamos revisar juntos -dijo, abriendo el sobre con calma-. Estos son los términos preliminares de nuestra colaboración. Como sabes, la expansión es clave, y las condiciones para entrar en nuevos mercados deben ser claras.
Valeria observó la carpeta con atención, pero algo en su interior le decía que no todo era tan sencillo como parecía. Había una sensación de incomodidad que no podía ignorar, una sensación que le decía que, al entrar en este trato, Isabela había ganado más que ella. Y Valeria no era del tipo que se dejaba engañar fácilmente.
- ¿Hay algo que no me esté diciendo? -preguntó Valeria, con una ceja levantada, desconfiada-. Todo esto parece demasiado perfecto. No quiero que me estén ofreciendo un "trato" para luego descubrir que me he convertido en una peón en su tablero.
Isabela la miró fijamente. Era una mirada de calma, pero también de un poder tan grande que, por un momento, Valeria se sintió como si estuviera atrapada en una tela de araña.
- No se trata de ser una peón, Valeria. Se trata de hacer una jugada maestra. Si no entiendes el juego, será fácil perderlo. Aquí, las piezas se mueven con precisión, y si juegas bien tus cartas, podrías ganar mucho. Pero si no sabes qué piezas mover, terminarás siendo víctima de tu propia impulsividad. No dejes que tu ambición te ciegue.
La tensión en el aire era palpable. Valeria se mantuvo en silencio durante unos segundos, procesando las palabras de Isabela. Sabía que la mujer que tenía enfrente no era una novata en el juego de poder. Había hecho su carrera construyendo un imperio de la nada, y lo que la hacía peligrosa no era solo su capacidad de tomar decisiones difíciles, sino la facilidad con la que manipulaba las circunstancias a su favor.
- Estoy aquí porque quiero ser parte de este mundo, Isabela. Y si quiero que esta alianza funcione, necesitamos ser honestas la una con la otra. No puedo seguir en este juego sin saber qué está en juego.
Isabela sonrió con una mezcla de respeto y diversión. La joven estaba tomando el control de la conversación, pero no había entendido completamente la naturaleza del desafío. Isabela sabía que Valeria era inteligente, pero no tanto como para reconocer el verdadero poder de la manipulación que se tejía a su alrededor.
- No te preocupes, Valeria. No te estoy ocultando nada. El trato es transparente. Solo recuerda algo: cuando juegas con fuego, corres el riesgo de quemarte.
La amenaza estaba velada, pero lo suficientemente clara como para que Valeria comenzara a dudar. A pesar de sus esfuerzos por mostrar firmeza, algo dentro de ella le decía que, tal vez, había subestimado a Isabela. Pero aún había algo que Valeria no iba a permitir: rendirse sin luchar.
- Si es así, entonces comencemos -dijo Valeria, cerrando la carpeta de golpe-. Estoy dispuesta a seguir adelante, pero necesito garantías. Quiero que me demuestres que esto es realmente lo que dices que es.
Isabela observó a Valeria con una sonrisa que, por un momento, se tornó casi maternal.
- De eso se trata el juego, Valeria. Garantías, como las que tú también puedes ofrecer. Todo tiene su precio. Pero recuerda, la lección más importante es que, en este mundo, quien no sabe cuándo parar, termina perdiendo todo.
Valeria, confiada en su habilidad para manipular, decidió no ceder ante la presión. Se incorporó lentamente, tomando la decisión de ir un paso más allá, de jugar el juego de Isabela en sus propios términos.
- Veamos quién pierde al final, Isabela -dijo con una mirada desafiante.
Isabela, aún sonriente, asintió levemente.
- Así será, Valeria. Así será.
Ambas mujeres se levantaron, y mientras Valeria se retiraba con la sensación de que había dado un paso decisivo, Isabela permaneció en su escritorio, observando el horizonte con la certeza de que la partida apenas comenzaba. La guerra de poder entre ellas había dado su primer paso, y en el ajedrez de los negocios, Isabela sabía que solo una reina saldría victoriosa.