Bajo dos lunas
img img Bajo dos lunas img Capítulo 2 El Viaje hacia la Luna Plateada
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Capítulo 6 El Encuentro Inesperado img
Capítulo 7 La Doble Carga img
Capítulo 8 Ecos del Pasado img
Capítulo 9 Los Susurros de la Noche img
Capítulo 10 El Encuentro del Destino img
Capítulo 11 La Prueba del Corazón img
Capítulo 12 Ecos del Pasado img
Capítulo 13 La Sombra del Futuro img
Capítulo 14 La Llama de la Decisión img
Capítulo 15 El Costo de la Paz img
Capítulo 16 La Doble Cara del Poder img
Capítulo 17 La Sombra de la Venganza img
Capítulo 18 No quiero nada que no sea tu paz img
Capítulo 19 Esto no se detendrá sin lucha img
Capítulo 20 La Llama del Conflicto img
Capítulo 21 La guerra no terminará nunca img
Capítulo 22 La Promesa Rota img
Capítulo 23 Las Sombras del Pasado img
Capítulo 24 24 img
Capítulo 25 La guerra, el amor, el odio img
Capítulo 26 La Prueba del Corazón img
Capítulo 27 La Alianza Sellada img
Capítulo 28 El comienzo de lo que podemos ser. img
Capítulo 29 Una chispa que aún podía iluminar el camino img
Capítulo 30 Hacia su oscuro final img
Capítulo 31 El Fuego que Quema img
Capítulo 32 El Encuentro del Destino img
Capítulo 33 La Alianza Inesperada img
Capítulo 34 La Marca del Pasado img
Capítulo 35 La Ruta del Destino img
Capítulo 36 La Búsqueda de la Verdad img
Capítulo 37 El Despertar de la Magia img
Capítulo 38 El Vínculo del Sacrificio img
Capítulo 39 Ecos de un Nuevo Amanecer img
Capítulo 40 La Marca del Destino img
Capítulo 41 La Despedida del Pasado img
Capítulo 42 El Eco de los Vientos de Guerra img
Capítulo 43 Sombras del Pasado img
Capítulo 44 Ecos de Traición img
Capítulo 45 Sombras del Pasado img
Capítulo 46 La Fragilidad del Alma img
Capítulo 47 El Juego de Sombras img
Capítulo 48 La Sombra del Pasado img
Capítulo 49 Entre Sombras y Promesas img
Capítulo 50 Las Ruinas del Futuro img
Capítulo 51 El Amanecer de una Nueva Era img
Capítulo 52 Entre el Fuego y la Sangre img
Capítulo 53 La Llama de la Redención img
Capítulo 54 La Larga Marcha hacia la Paz img
Capítulo 55 El Despertar de Viejas Sombras img
Capítulo 56 Sombras del Pasado img
Capítulo 57 El Ecos del Pasado img
Capítulo 58 La sombra de la traición img
Capítulo 59 El peso de la verdad img
Capítulo 60 La caída de la oscuridad img
Capítulo 61 El Último Refugio img
Capítulo 62 La Marca del Destino img
Capítulo 63 El Despertar del Enemigo img
Capítulo 64 La Oscuridad Despierta img
Capítulo 65 La Resistencia de la Luz img
Capítulo 66 El Renacer de la Esperanza img
Capítulo 67 La Llegada del Alba img
Capítulo 68 El Reflejo de la Sombra img
Capítulo 69 La Llama Interior img
Capítulo 70 La Confrontación img
Capítulo 71 La Revelación Final img
Capítulo 72 Los Ecos del Pasado img
Capítulo 73 El Precipicio del Abismo img
Capítulo 74 La Fuerza del Lamento img
Capítulo 75 El Despertar del Abismo img
Capítulo 76 El Precio de la Oscuridad img
Capítulo 77 El Límite de la Redención img
Capítulo 78 Los Ecos del Pasado img
Capítulo 79 La Decisión Final img
Capítulo 80 La Revelación del Corazón img
Capítulo 81 El Reflejo del Poder img
Capítulo 82 La Elección de la Oscuridad img
Capítulo 83 El Despertar del Legado img
Capítulo 84 La Larga Noche img
Capítulo 85 El Desafío de la Oscuridad img
Capítulo 86 La Revelación del Alma img
Capítulo 87 El Eco de las Promesas img
Capítulo 88 La Última Alianza img
Capítulo 89 Sombras del Pasado img
Capítulo 90 La Alianza img
Capítulo 91 La Sombra del Pasado img
Capítulo 92 El Encuentro Inesperado img
Capítulo 93 La Alianza Fragil img
Capítulo 94 Los Ecos del Pasado img
Capítulo 95 Las Sombras del Alma img
Capítulo 96 La Promesa Rota img
Capítulo 97 La Tormenta de Decisiones img
Capítulo 98 Entre Sombras y Juramentos img
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Capítulo 2 El Viaje hacia la Luna Plateada

El viaje a la Luna Plateada estaba marcado en el calendario como el evento más importante de la historia de Artheon, y Selene lo sabía. Cada detalle había sido cuidadosamente planeado, desde la escolta de nobles que la acompañarían hasta el brillante carruaje que la transportaría. Pero ninguno de esos preparativos podía calmar la tormenta que rugía en su pecho. A medida que los días pasaban y la fecha de su partida se acercaba, su mente se llenaba de preguntas y temores.

El amanecer de su partida llegó con un aire de solemnidad que no había anticipado. El sol apenas comenzaba a iluminar las tierras de Artheon cuando Selene, vestida con un manto de terciopelo azul oscuro, subió al carruaje que la llevaría al reino enemigo. Aunque las lunas seguían brillando como siempre, ninguna de ellas parecía ofrecerle consuelo. La Luna Plateada, que presidía el cielo de su destino, no era un faro de esperanza, sino un recordatorio de lo que iba a enfrentar.

El rey, su padre, estuvo presente antes de que Selene partiera, con una mirada de apoyo que escondía su propio dolor. Él la abrazó, pero sus palabras fueron breves, como si temiera que cualquier emoción de más pudiera hacerla dudar.

-Hazlo por Artheon, hija -le dijo, su voz grave-. Hazlo por la paz.

Selene no respondió. No había nada que decir. Su destino estaba sellado y, a pesar de que su corazón luchaba contra todo lo que se esperaba de ella, sabía que no podía fallar.

El carruaje comenzó a moverse lentamente, mientras los últimos destellos de la luz matutina pintaban el cielo en tonos cálidos y dorados. A su lado, la escolta de caballeros estaba alerta, con sus espadas brillando al sol. Selene miraba por la ventana, observando el paisaje que se extendía ante ella, un paisaje que se transformaba gradualmente en algo más árido, con valles rocosos y montañas escarpadas que marcaban la frontera entre los dos reinos.

A medida que avanzaba, Selene no podía evitar pensar en el hombre al que se iba a casar, en el príncipe Aric. Su imagen había sido la de un monstruo durante todos esos años. El asesino de su madre, el responsable de tantas vidas perdidas. Sin embargo, ahora que se acercaba al reino de la Luna Plateada, las dudas comenzaban a invadirla. ¿Era realmente él el hombre que todo el mundo decía? ¿O había algo más que aún no comprendía?

Aquel pensamiento fue interrumpido cuando el carruaje se detuvo abruptamente. Un sonido metálico resonó en el aire y los caballos relincharon, nerviosos. Selene se sobresaltó, sus manos aferrándose al borde del asiento. La escolta se puso en alerta de inmediato, pero antes de que pudieran reaccionar, una figura apareció en el horizonte, montando un caballo oscuro como la misma noche. Su silueta era imponente, y aunque Selene no podía verlo con claridad, algo en su presencia la hizo estremecerse.

La figura avanzó hacia el carruaje con rapidez, y al acercarse, Selene reconoció la armadura reluciente que llevaba puesta, un emblema de la Luna Plateada grabado en su pecho. El caballo se detuvo ante el carruaje y el hombre bajó lentamente, su mirada fija en Selene.

-La princesa de la Luna Azul, por fin -dijo el hombre con una voz profunda que resonó en el aire-. He estado esperando este momento.

Selene frunció el ceño, su mano descansando sobre la empuñadura de la espada que llevaba a su lado. No esperaba una bienvenida, pero aquel tono arrogante la sorprendió.

-¿Quién eres? -preguntó, con la voz tensa.

El hombre se inclinó ligeramente, como si la estuviera desafiando.

-Soy el capitán Kieran, de la Guardia Real de la Luna Plateada. Mi misión es escoltarla hasta el castillo de nuestro príncipe.

Selene lo observó detenidamente. Su rostro era marcado por cicatrices, pero sus ojos... sus ojos parecían reflejar un alma que había sido testigo de demasiados horrores. Había algo en su mirada que la inquietaba, algo que la hacía preguntarse si no todos en el reino enemigo eran tan distintos a los suyos.

Sin dar espacio a más preguntas, Kieran se acercó al carruaje y le hizo un gesto a la escolta de Selene, indicando que podía continuar. Aunque al principio dudó, la princesa se vio obligada a ceder, sabiendo que no podía retrasar más el inevitable encuentro con su destino. El carruaje comenzó a moverse nuevamente, esta vez bajo la vigilancia del capitán Kieran.

Durante el viaje, Selene no pudo evitar observar al hombre que la había escoltado. No hablaba mucho, pero su presencia era innegable. Había algo en su postura, en la forma en que se movía, que indicaba una vida de disciplina y lucha. Pero lo que más desconcertó a Selene fue que él no mostraba ninguna animosidad hacia ella. De hecho, parecía casi... neutral.

Al caer la tarde, llegaron a la frontera del reino de la Luna Plateada. La diferencia era asombrosa. Mientras que Artheon se caracterizaba por sus vastos bosques y paisajes frondosos, la Luna Plateada estaba marcada por tierras áridas y montañas escarpadas. La entrada al castillo se alzaba frente a ellos, una enorme fortaleza de piedra blanca que resplandecía bajo el brillo de la luna plateada. Los muros eran imponentes, y las torres se perdían en el cielo nocturno.

Selene sintió un nudo en el estómago. A medida que cruzaba el umbral del reino enemigo, una parte de ella temía que ya nada sería igual. A pesar de las promesas de paz, el viaje y todo lo que lo acompañaba le recordaban la traición de la guerra, que se reflejaba en cada piedra de ese castillo.

Al llegar a la entrada del castillo, Kieran desmontó de su caballo y, con un gesto de cortesía que a Selene le pareció irónico, abrió la puerta del carruaje.

-Bienvenida a la Luna Plateada, princesa -dijo, su tono casi imperceptible-. El príncipe Aric la espera.

Selene se apresuró a bajar del carruaje, mirando al frente. Sabía que, más allá de esas puertas, su futuro la aguardaba. Aunque todo lo que había vivido hasta ese momento había sido un preludio a este momento, sentía como si la verdadera batalla estuviera a punto de comenzar. No solo por la guerra entre los reinos, sino por la lucha que se libraría dentro de su propio corazón.

Y mientras cruzaba el umbral del castillo, bajo la mirada implacable de la Luna Plateada, Selene comprendió que, aunque la paz estuviera a su alcance, podría costarle mucho más de lo que estaba dispuesta a sacrificar.

            
            

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