Capítulo 3 Jamás serás lo suficientemente buena

Adán no llegó hasta altas horas de la madrugada, completamente tomado y despotricando como suele hacerlo estando sobrio.

¿Sabrá él del inminente regreso de Victoria?

Negué inmediatamente, si ese fuese el caso, no estaría ebrio, estaría pidiéndome el divorcio. Por una parte, mi corazón sintió alivio. No me encuentro preparada para ese día, de hecho, ni siquiera sé si podré aceptar irme tan fácil.

-¿Por qué nos lastimaste tanto, Eva? -dijo el hombre apenas me vio.

Sus ojos demuestran tantas emociones, más que de costumbre. En los momentos cuando bebe es cuando más tenemos esa conexión que perdimos hace tres años, volvemos a ser cómplices y amigos, incluso levantó una empresa vinícola porque se lo pedí.

Claro, no lo recuerda y jamás aceptará que fue mi idea, pero sí.

Al principio, cuando recién nos casamos, mis sueños de ir a la mejor universidad y estudiar negocios con la ferviente ilusión de montar mi propia empresa encargada de elaborar, vender y distribuir vinos me llevó a pasar noches enteras leyendo sobre viñedos, vinos, administración, entre otras. Sin embargo, solo quedó en eso, en sueños.

Adán llegaba borracho por las noches y yo aprovechaba de comentarle acerca de todo lo que aprendía, con el tiempo eso cambió, ya no podía contarle mis sentimientos, ni mis ideas para la empresa, no saber nada de Victoria por meses lo transformó en un hombre frío y sin sentimientos que solo me culpó a mí.

-Adán... -susurré.

Él no dejó de juguetear con sus manos durante todo el camino a nuestra habitación, sí, compartíamos cama, pero el contacto era casi inexistente, excepto por las noches en que intimamos.

No es la gran cosa, no era malo, simplemente carente de emociones, de sentimientos y de deseo. Adán podría simplemente buscarse a otra mujer y serme infiel, sin embargo, iría contra de sus principios, o eso es lo que dice.

Mi mente o, más bien, un maldito sesgo carente de ver todo mi sufrimiento me confirma que esa es una de las formas en que me dice que sí le importa este matrimonio. Siéndome fiel.

Terminé despertando, sintiendo mi cuerpo cansado luego de las horas que pasé con Adán, intimamos, pero no había rastro de él en la habitación. Tomé la bata que se encuentra en la mesilla de noche y caminé hasta el baño para asearme.

Tomé una larga ducha con agua caliente, mis músculos se relajaron con el paso de los minutos y salí recibiendo una llamada del abuelo Ethan.

-Hola, abuelo. -dije apenas contesté.

-Mi niña, discúlpame si te he ocasionado problemas, ya Scott me ha contado que te fuiste llorando de casa. -mencionó el hombre con pesar en su voz-. No deberías aceptar que te traten así, Eva.

-Estoy bien, abuelo, enserio, no te preocupes tanto. -mencioné esbozando una leve sonrisa.

-Si yo no me preocupo por ti, Eva, ¿Quién lo hará? -preguntó de pronto.

La conversación siguió por lo menos unos quince minutos, el abuelo se retiró de la empresa dejando a cargo a papá y Brandon, aunque estos, si no fuese por la constante ayuda de Adán, hace mucho hubiesen dejado la empresa en quiebra, claro que, con el nuevo socio del abuelo, un alemán que no conoce ni dios, las cosas han empezado a ir mejor.

Las semanas siguientes a mi cumpleaños transcurrieron tranquilas, de hecho, hoy ya se cumplía mi tercer aniversario de bodas y, como siempre, preparo mis mejores platillos para cenar con Adán.

Este día le dije a Marie, Evan y a Scott que podían irse temprano.

Adán llegó por la tarde, casi de noche, pero no me impidió mostrarle la hermosa cena romántica que preparé para nosotros. Sonrió con amargura y se sentó en la mesa.

Es mucho más de lo que he logrado en estos tres años y mi corazón se hinchó de alegría, quizás mi sesgo irracional no estaba tan equivocado y Adán esté dispuesto a, por fin, darnos esa oportunidad que merecemos.

Recordé la historia de mi suegra, su matrimonio fue concertado por los padres de ambas familias y entre ellos no existía amor, solo resentimiento, pero cuando ella se embarazó de Adán, todo cambió. Ambos comenzaron a llevarse mejor e incluso, ahora, son inseparables.

-Adán... -susurré intentando captar su atención.

-Dime. -respondió sin siquiera mirarme.

-¿Te gusta la comida? -pregunté sin saber cómo abordar el tema de querer un bebé.

-Está bien. -dijo.

-Adán he estado pensando y quizás...

-¿Podríamos solo comer en silencio? -dijo molesto. Me quedé callada por un tiempo y luego intenté hablar nuevamente, pero volvió a interrumpirme-. Me arruinaste la vida con este matrimonio, Eva, te he demostrado que tan poco me importa esta maldita fecha y tú sigues empeñada en restregármela en la cara, ¿Buscas que te odie más aún?

-Quizás si tenemos un hijo las cosas cambiarían, Adán... -dije provocando que su intensa mirada se pose sobre la mía.

-¿Qué dijiste? -preguntó tosco y molesto-. ¿Estás embarazada?

-¿Eh? No, no, es solo que les funcionó a tus padres y quizás... -las risas aturdidoras de Adán se escucharon por toda la casa.

Adán se levantó de su silla y caminó hasta mí, tomándome de las mejillas y ejerciendo presión, lastimándome.

-Escúchame bien, Eva. -dijo con sus ojos brillando en ira-. No te amo. Nunca lo haré. Mis hijos no merecen llamarte madre, nunca serás lo suficientemente buena para serlo, ¿Entiendes?

-Pero...

-¡Aún si llegas a quedar embarazada haré cualquier cosa para deshacerme de ese niño! -gritó en mis oídos, golpeándome con la cruda realidad-. ¿Te quedó claro?

Asentí sintiendo como mi corazón se cae a pedazos, su agarre disminuyó cuando el timbre de su teléfono se escuchó sobre la mesa. Me soltó e incluso ahí, seguí sintiendo que todo mi cuerpo ardía. Él tomó el aparato y salió al jardín, mientras yo...

Levanté los platos y los llevé a la cocina, durante la noche no pisé nuestra habitación y terminé durmiendo en el sofá. Por la mañana, Adán ya no estaba y recibí la llamada de mi madre.

-¡No lo vas a creer! -dijo ella en regocijo-. Victoria por fin vuelve.

Con eso, todas mis esperanzas terminaron de morir, o quizás, la racionalidad me pegó de golpe, Adán jamás sintió ni el más mínimo afecto por mí y todo acabará pronto. Con la inminente llegada de Victoria, él me pedirá el divorcio y podremos seguir adelante. Quizás desapareceré como lo hizo mi hermana, pero al contrario de ella, nadie se preocupará jamás por mí.

-Eso... eso es bueno, madre. -respondí sintiendo el nudo en mi garganta cada vez más grande.

-¡Es genial! ¿Puedes creer que ha estudiado en el extranjero? Claro, cambiará de universidad para terminar su carrera de abogada aquí, pero ¿No es estupendo? -siguió-. Al fin podré darle todos los abrazos que tengo pendientes, mi niña debió necesitarme tanto.

-Yo también te necesito, mamá. -dije rompiendo en llanto.

Mi madre se quedó en silencio y luego de unos minutos que parecieron eternos, terminó cortando la llamada. El vacío en mi corazón creció más y me estoy sumiendo en un pozo de tristeza.

Terminé metiéndome a la ducha por un largo tiempo, hasta que escuché la voz de Adán, dar y dar órdenes en la planta baja de la casa.

Un mes después.

Ha pasado alrededor de un mes desde que todos se enteraron de la inminente visita de Victoria, pero yo sigo sin estar preparada para verla regresar como casi una abogada, una mujer que triunfa en la vida y en cambio, yo, solo soy la ama de casa en un matrimonio sin amor.

Adán está preparando todo para darle una bienvenida a Victoria, incluso las habitaciones de invitados están alistándose, no solo ella se quedará con nosotros, sino también mis padres y mi hermano.

Debería pedirme el divorcio, ¿Verdad?

¿Por qué aún no lo hace?

                         

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