Capítulo 4 4- Lo mejor es no desobedecer a papá.

4- Lo mejor es no desobedecer a papá.

Después de sentir el desprecio de mi padre, decidí hacer lo que mejor me salía, fingir que nada me afectaba y que no tenia sentimiento alguno. Hera estaba disgustada con la situación, se hacia la fuerte, pero ella también quería el reconocimiento de ese hombre lobo. En su conexión empezaron a recordar un recuerdo de cuando por primera vez pudo conocer el mundo exterior.

Hasta los 5 años estuve confinada a mi hogar, no me permitían salir de este lugar, mi relación con mis padres era casi nula; mi padre me ignoraba y mi madre solo me miraba con un desprecio que siempre me hizo sospechar que tal vez no sería su hija. Los que se encargaban de cuidarme eran un grupo de viejas Omegas que intentaron hacer lo posible para que no me sienta tan mal las noches que lloraba hasta quedarme dormida en sus regazos, Margarita fue la encargada de criarme era una Omega, pero su personalidad firme y a pesar de su débil estatus en la manada nunca se dejo pisotearse por nadie. Hasta mi padre y el Alfa Reynaldo mostraban respeto. Siempre me pareció raro, pero ella siempre fue la que me demostró un amor sincero no era por mi estatus, era amor real. El día que tuve que ingresar a la escuela primaria ella me preparo, me puso un bonito vestido color durazno que en el dobladillo se le formaban pequeños bolados producidos por la caída de la tela, nada ostentoso, decidió que lo mejor era ponerme unos can-can blanco con unos zapatos estilo bailarina en el mismo tono que el vestido, peino mi cabello con coletas bajas adornadas con una pequeña libélula de oro blanco en cada una de ellas; para terminar mi preparación me aplico una capa de protector solar y me explico que eso protegería mi piel de frio seco.

Cuando termino de prepararme llego mi madre para supervisar de que este preparada para el inicio del ciclo escolar, por más que para ella era despreciable su orgullo no podría permitir de que alguien la asocie con alguien desalineada o de bajo estatus. Miro con desdén y dijo -luce bien-.

Con mis 5 años pensé - ¿qué fue lo tan terrible que hice para merecer este trato?-, pero enseguida recordé lo que me había dicho Margarita – No puedes obligar a nadie a quererte, tu mereces más-.

Bajé las escaleras y vi a mi padre que solo dijo -espero que te comportes, no me hagas sentir avergonzado de tu existencia-. Asentí agachando la cabeza, que más podía hacer.

Llegando a la escuela me sentí completamente aprensiva, nunca había tenido contacto más que con las Omegas del servicio y mis padres. Llegar a un lugar con tantas personas fue como si necesitaba estar en un estado de alerta constante, pensaba que mientras se mantuviera en las sombras y alejada de los miembros de la manada estaría bien.

Mientras me encontraba sola en una esquina del salón principal, vi a un niñito completamente hermoso, bueno en realidad nunca había visto a otro niño.

Ese niño era morocho con los ojos color avellana, además llevaba un traje azul marino realizado a la medida con una camisa en un tono azul cielo que lo hacía parecer como los modelos que había visto en las revistas de moda que leían las Omegas más jóvenes del servicio de casa, tenía una forma de caminar segura que llamaban mucho mi atención quería hablar con él, preguntarle su nombre, quería empezar una amistad. Pero al ver como todos lo consentían quedo claro, que ella no podía aspirar a tener una amistad con él. Era un niño, pero por su atractivo y seguridad podrías imaginar que debía ser un Gamma o tal vez un Beta, alguien a quien claramente no debería acercarse.

Recuerdo previo a la reunión:

Antes de salir de su casa sus padres dejaron en claro que no podía resaltar de ninguna forma, tenía prohibido intentar acercarse a las familias de alto estatus, aunque permitieron que pudiera entablar relación con Omegas. Decidieron no ocultar que era su hija, pero dejaron en claro de que no podía pertenecer a su círculo social, me gustaría saber la razón, pero con el pasar del tiempo dejo de importarme, ya con poder ir a la escuela era feliz. Otras de las condiciones que impusieron tenia prohibido acercarme a la familia del Alfa Reynaldo en especial a ese niño encantador que se convertirá en el líder de la manada en el futuro – Alejandro-, sintió que su vida no valía nada, pero al recordar que al fin conocería el mundo exterior una extraña paz llego a su alma.

Fin del recuerdo.

Mientras intentaba no mirarlo directamente, vi que se acercaba torpemente, sabía que estaba rompiendo una de las reglas de papá, pero no podía evitarlo quería estar cerca de él, pero mientras sentía que poco a poco nos íbamos acercando escuche que alguien lo saludo con extremado respeto -Alfa Alejandro-, el sonrío con altivez y continuó caminando hacia mi lugar. Mi mente estallo, desobedecer a papá acercándome a alguien que no sea un Omega, tal vez me lo permitiría como una travesura, pero intentar un contacto con quien me prohibieron explícitamente no era algo que se le iba a permitir sin tener consecuencias terribles para ella. Su pequeñito corazón latió pesadamente, pero estuvo tantos años atrapada en el lugar al que debería llamar hogar que le daba miedo cometer cualquier insubordinación tan grave que la lleve a perder este poco de libertad que había obtenido, y su amiga Hera le aconsejo que lo más seguro era la distancia. Cuando Alejandro llego al lugar donde ella se encontraba, ella decidió marcar la distancia clavando una mirada tan seca y vacía como la que le entregaba su madre; sabía que era cruel y que él no merecía un ese trato, pero era mejor no desobedecer a papá.

Lo que ella no noto cuando se aparto del pequeño Alejandro, fue la llama de tristeza y amargura que empezaron a carcomer su tierno corazón de niño.

            
            

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