Sexland
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Capítulo 4 Sex🔥3

Aborrezco cocinar.

Es algo que no termino de apreciar y gracias a dios y a toda la nómina eclesiástica del cielo, tengo mucha pasta para pagarme muchos chefs que me hagan la vida fabulosa librándome de la puta cocina.

Hasta Calum cocina y yo sigo queriendo morirme cada vez que por algo muy puntual, me veo frente a una cocina... Justo como ahora.

- Ya les aviso que esto va a ser un asco - grito para las chicas, que están en el sofá, mirando el catálogo de monitores. Resoplé y lo hice en un tono muy alto para llamar la atención básicamente... vamos, que hice un poco de drama y seguían ignorandome.

Lo único que no había en la isla, era bufet. Había que cocinar en cada casa y yo, había perdido en piedra, papel o tijera y ahora estaba jodida viva. Que estrés por dios. Me tocaba cocinar.

Me asomé a la sala, apoyándome en la encimera, pues se veía desde allí y pido ayuda - Rebeca ayúdame por el amor que nos tuvimos - le grité a mi hermana que me miró y cuestionó - ¿Nos tuvimos? - se puso de rodillas en el sofá, mirándome como yo dramatizaba - si no vienes ahora, ya no te voy a amar y te haré la vida tan miserable que vas a odiarme y será un amor en pasado. Así que porfis, por el amor que nos tuvimos ayúdame para seguirlo teniendo.

- Mira, solo para que te calles, con todo el lío que has montado hablando, voy. Pero cocinas tú, yo ayudo- vino caminando hasta mí, y le sacó el dedo del medio a Lindsey, cuando dijo - esa solo va para garantizar su comida y a nosotros que nos den.

Mi hermana terminó riendo a carcajadas cuando le mostré lo que estaba preparando para cenar.

- ¿Un sándwich de pavo? - señaló burlona, las otras vinieron a ver mi enorme acto culinario - ¿Todo este drama por esta mierda?

- Yo me comeré una polla luego, porque definitivamente me quedaré con hambre - acotó Lindsey, pues siendo Lindsey.

Finalmente mi hermana me ayudó a terminar de preparar los sandwiches, ella preparó una ensalada que ni en diez días yo lograría hacer y nos sentamos a comer.

- Cuenta todo puta - me decía Lindsey, que ya estaba vestida para la galería del orgasmo.

La muy ligera ya iba medio desnuda. Tenía un cuerpo que cualquier ser humano, de la preferencia sexual que sea, admiraba. Era un monumento de mujer y una cara preciosa como complemento.

- En mi vida, había recibido un masaje de clítoris... Fue increíble y quiero que Callum me lo haga o lo traigo a Sexland para que aprenda a hacerlo.

Rommy se atoró con su ensalada y bebió vino antes de decir - ¿En serio traería a tu marido aquí? Es que eres de lo que no hay tía.

Las demás rieron y yo me dispuse a contar mi experiencia con el super sexy monitor que me iba a estar dando jaleo toda la semana.

Mi novio si que sabe proponer despedidas.

- Mira tía, tiene unas manos que parece que te van a atravesar el cuerpo de como toca - me recosté en mi silla, mirando al techo y alzando las manos para ponerlas en perspectiva - mueve los dedos, que te mueres cuando te toca - me había ganado su atención y me estaba calentando solo de pensarlo - me imagino lo que hará con la lengua tía, porque es que es súper hot verlo y tiene unos labios que me apetece morder y estirar y chupar y dios, que cachonda estoy.

- ¿Te quieres callar que me estoy mojando? - me reñía Lindsey abanicandose con las manos. Estaba sonrojada.

- ¿Pero no le has dicho tú qué te cuente? - reclamaba mi hermana.

- Claro pero es que me están dando ganas de que me follen y voy a entrar a la galería teniendo un orgasmo en la puerta. Quedaré como el puto culo tía.

Todas nos reímos a carcajadas y terminamos de comer oyendo las intensidades de Rommy, que todo le parecía demasiado. A mi hermana no parecían alcanzarles los días para hacer todo lo que quería hacer allí y a la loca de Lindsey, le faltaba tiempo que contar para llegar a la bendita galería.

Finalmente, estábamos sobre el carrito para ir a la mencionada galería del orgasmo. Nos cruzamos por el camino con varias chicas que iban a dónde mismo íbamos nosotros.

Era una noche calurosa, así que todas íbamos en ropa corta y fresca, y aunque se veía por las palmeras y matas de plátano que movían fuerte sus hojas, que había fresco, yo tenía un calor sobrehumano.

- ¿Cómo se supone que va esto? - preguntaba Rommy, que la pobre era un poco mojigata para este tipo de sitios pero tan buena amiga, que no dejó de venir a pasar la semana conmigo.

- A ver nena - le dije yo, tocando su muslo desnudo, ya que íbamos las dos sentadas detrás y conduciendo mi hermana y mi amiga la fresca delante, ella siempre ansiosa - vamos a ver una galería de orgasmos, supongo que sean cuadros o algo así, que indiquen posturas o cosas similares que pongan un poco de manera gráfica, los diferentes orgasmos que se puedan manifestar de alguna manera artística supongo.

Mi comentario ilustrativo, por decirlo de alguna manera la calmó un poco y el corto resto del camino, lo hizo callada y acomodando su pequeño atuendo.

Yo me había puesto un vestido negro, completamente suelto y sin tirantes, casi que se sostenía solamente por el lazo debajo de mis pechos, era corto y con mucho acceso a piel. Iba buscando guerra y en tanga. Sin sostén.

El lugar estaba al fondo de la isla y se veía un sitio super amplio desde fuera.

- Necesito una copa - dijo Rommy nada más bajarse, sin dejar de mirar el sitio - que sean dos - dijo mi hermana entrando con ella y Lindsey y yo, nos quedamos detrás.

Había luces que sobresalían por el techo del cielo que se adivinaba a cielo abierto.

En la puerta dos tíos buenísimos en tanga solamente y con una pajarita roja, nos recibieron. Esto era surrealista.

- Buenas noches chicas, aquí tienen - nos dijeron y guiñando un ojo, ambos nos dieron a cada una unos paquetitos pequeños de toallitas húmedas perfumadas.

Me quedé mirando aquello y el que me lo había entregado me sonrió alzando las dos cejas divertido.

- ¿Tan intenso va a ser? - pregunté bajito, acercándome un poco a él, que ladeó la cabeza y sonriendo confirmó - esa es la idea.

- ¡Genialllll! - gritó la loca de mi amiga y dándole un pico al de la puerta me tomó de la mano para meterme dentro del lugar y empezar a flipar.

De todas las posibilidades que mi mente creó para encontrar aquí, no estaba nada de lo que veía.

- ¡JODERRRR!...

Mi amiga, tremendamente asombrada miraba exactamente lo mismo que yo, que tampoco daba crédito.

Efectivamente el sitio era a cielo abierto y enorme. Había pequeñas plataformas por todo el sitio, en las que se encontraban varias parejas, absolutamente desnudas y en posturas muy sugerentes.

En medio, había como una pasarela para que caminaramos y frente a cada plataforma, un corto número de asientos para los que decidieran admirar aquel, peculiar y sexual arte.

- ¿Pero y esto qué es tía? - un camarero pasó, con una bandeja de copas de champagne y tomé dos, me tomé una y delante de él, la devolví a la bandeja y me quedé con la otra, sin dejar de ver qué iba vestido, justo como los de la puerta.

La temática aquí, era justamente que cada pareja mostraba un distinto tipo de orgasmo en vivo. Estaba asombrada y alusinada de pensar en como hacían estás personas para producir un orgasmo detrás del otro.

Cuando alguien tomaba asiento, ellos empezaban a mostrar el orgasmo. Había instrucciones para disfrutar debajo de cada pequeña plataforma en la que estaban subidos, con un cristal que los separaba del público.

- Sussy, tengo que ver cómo puedo hacer para venir a trabajar aquí, joder que relajados deben estar estos seres - me decía mi

amiga, sin lograr obtener mi atención pues yo había divisado el objeto de mi interés aquí.

Sin contestar siquiera, pude ver como el monitor que me había dado el masaje en la mañana y no podía evitar desear ir hasta el, que estaba detenido en este momento y sería yo, quien viera su destreza antes de probarlo.

Caminé hasta allí, quedaba dos estrados más adelante y cuando estuve frente a él, sus ojos verdes me devoraban las ganas.

En su espacio había un sofá rojo de cuero, en el que había una chica rubia con un vestido que marcaba todo su cuerpo y el solo llevaba boxer, que exponían un tremendo miembro dentro, se podía ver claramente el regalo muy mal envuelto.

Me senté, mirando su boca apetecible y el pasó la lengua por sus labios, medio sonriente.

Una chica se sentó a mi lado y ambas, cruzando las piernas, nos dispusimos a mirar el espectáculo.

Recostó a la chica en el sofá y deslizando sus dedos por la piel erizada de ella fue sacando el vestido de tela transparente de ella y lo dejó en el suelo, al lado de una cesta, desde la que sacó un curioso artefacto.

La música del sitio era suave y sensual, a pesar de estar bien alta, supongo que para camuflar los gemidos que se escuchaban ya por el sitio y te ponían la piel de gallina, sin que nadie te tocara. Ahora empezaba a entender las toallitas que nos dieron en la entrada.

Las manos de aquel hombre, recorrieron el abdomen de la chica y se detuvieron entre sus piernas, haciendo que sus labios se abrieran entre sus dedos y ella se retorcía bajo sus manos. Encorvaba el cuerpo, apretaba los puños y se mordía los labios, mientras el solo nos miraba a nosotras que tratábamos de no jadear y de vez en cuando nos mirábamos cómplices.

Introdujo dos dedos en ella y dando vueltas en su vagina, sentí el primer momento de inquietud entre mis piernas, tuve que cambiar mi postura y volví a cruzar una sobre la otra nada más acomodarme en el asiento.

Tomó lo que había sacado de la cesta y era una pieza con tres cadenas y tres pinzan de diferente tamaño una de ellas.

Besó, lamió y chupó los pechos de la chica sin dejar de masturbarla y colocó, con cuidado dos de las pinzas en sus pezones. Tragué saliva y sentí que quería que me lo hiciera a mí. Estaba muy caliente en este momento y faltaba todo.

Quedaba una cadena y una pinza que no podía creer cuando ví hacia donde iban.

La chica a mi lado me apretó un brazo sin poder evitarlo y nos miramos asombradas e inquietas cuando vimos lo que seguía.

Él, llevó la otra cadenita hasta el clítoris de la chica y puso allí, la tercera pinza, haciendo que ella gritara de placer. Le dió una palmada en el centro y yo casi me corrí allí mismo.

¡Dios que intenso!

Nos miraba, corriendo el sofá, para que quedara en una posición que pudiéramos observar bien lo que seguía y ya teníamos más público en nuestra plataforma. Seis chicas se nos habían sentado detrás, entre las que estaba Rommy.

Le abrió las piernas a la rubia y no perdió ni un solo segundo, cuando ya estaba metiendo la cabeza dentro de sus muslos y lamiendo su sexo con voracidad.

Subía y bajaba la lengua con una lentitud que me hacía palpitar el clítoris. Sus manos apretaban los pechos de la chica que no se podía mover mucho, pues cada vez que encorvaba el cuerpo, le retorcían las pinzas y le tiraba el clítoris, por lo que debía aguantar quieta y yo que solo miraba, me sentía a punto de explotar allí mismo delante de todos, imaginaba como se sentiría ella y no sé si podía perdermelo. Quería que me hicieran eso a mí también.

El metía y sacaba su lengua de dentro de ella y no dejaba de mirarme mientras lo hacía, cosa que me ponía muy cachonda y sentía mis pezones asomados a la tela de mi ropa. Me movía sobre la silla, buscando algún tipo de fricción que me aliviara las ganas y estaba perdiendo el control sobre mí.

Había detrás, voces y jadeos, cada vez que el subía su lengua por la feminidad de aquella chica y ella gritaba cada vez que era demasiado y se movía porque no aguantaba y le tiraban los pechos y el clítoris.

Levanté la mano para pedir otra copa y todas dejamos vacía la bandeja del chico que nos trajo alcohol, pues aquello daba sed. Pero sed de muchas cosas.

El monitor apresuró el ritmo de sus lamidas y poco a poco, fué llevando su mano hasta el abdómen de la chica, que justo en él, descansaba el centro de aquel juguetes y dejó su mano allí, mientras seguía chupando y lamiendo el sexo de la rubia.

No pude saber cuándo, pero si ví el resultado final, pues de pronto, cuando el así lo entendió, tiró de lo que tenía entre las manos y sacó de un solo golpe las tres pinzas, haciendo que nosotras gritaramos y la chica se corriera en su boca.

Aquello fue alusinante de ver y mucho más de sentir, pues yo también me había corrido. Me sentía llena de mi propio éxtasis y sin pudor alguno, mirándolo a él, que me veía solo a mí, abrí un poco las piernas, el miró lo que yo hacía y me coloqué una toallita que recogiera la mojasón que había dentro de mí.

La chica en la plataforma, bajó y fue hacia el baño supongo, mientras el, acomodaba su erección y algunas chicas le sugerían ayudarlo.

Yo seguía inmóvil, mirando como me miraba y no pude evitar lo que hice, porque quería follar con ese hombre, cuánto antes.

Me levanté, tratando de no temblar y apretando la toallita entre mis piernas y mi tanga, caminé hasta el estrado en el que estaba y le dije...

- ¡Quiero tener un orgasmo así!

Todas me miraron, incluso Rommy y supongo que envidiaron lo que me respondió mi monitor.

- Tienes toda una semana conmigo para que los tengas mejores incluso. Hasta más tarde Sussy.

Me entregó una tarjeta que sacó de la cesta y tenía un número de habitación. Sin embargo, lo que más llamó mi atención, fue el hecho de que supiera mi nombre, cuando ni siquiera quería decirme el suyo.

¿Cómo y por qué sabía cómo me llamaba y cómo me decían?...

            
            

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