Un CEO, cinco bebés y una mentira
img img Un CEO, cinco bebés y una mentira img Capítulo 5 Prisionera en una Mentira
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Capítulo 11 Sombras del Pasado img
Capítulo 12 Ecos del Pasado img
Capítulo 13 Fragmentos Perdidos img
Capítulo 14 La Verdad Que Acecha img
Capítulo 15 Sombras del Pasado img
Capítulo 16 Ecos de la Memoria img
Capítulo 17 El Rostro del Pasado img
Capítulo 18 La Sombra del Pasado img
Capítulo 19 La Larga Sombra de la Verdad img
Capítulo 20 La Revelación Final img
Capítulo 21 El peso de la verdad img
Capítulo 22 El filo de la verdad img
Capítulo 23 La verdad oculta img
Capítulo 24 La revelación final img
Capítulo 25 La decisión final img
Capítulo 26 Sombras del pasado img
Capítulo 27 La verdad oculta img
Capítulo 28 La encrucijada de la verdad img
Capítulo 29 El peso de los secretos img
Capítulo 30 Entre la verdad y la traición img
Capítulo 31 Descubriendo las sombras del pasado img
Capítulo 32 La grieta en la máscara img
Capítulo 33 Ecos del Pasado img
Capítulo 34 Secretos a la Luz img
Capítulo 35 Entre Sombras y Verdades img
Capítulo 36 Un Paso en Falso img
Capítulo 37 Una jaula de oro img
Capítulo 38 Verdades y mentiras img
Capítulo 39 El pasado que no se olvida img
Capítulo 40 El peso de las decisiones img
Capítulo 41 Ecos del Pasado img
Capítulo 42 La Decisión Final img
Capítulo 43 El Encuentro Inesperado img
Capítulo 44 La Verdad Oculta img
Capítulo 45 La Decisión img
Capítulo 46 El Desafío del Corazón img
Capítulo 47 La Verdad Entre Nosotros img
Capítulo 48 El Viaje Hacia la Verdad img
Capítulo 49 La Fortaleza del Corazón img
Capítulo 50 El Peso de la Decisión img
Capítulo 51 La Larga Espera img
Capítulo 52 La Verdad en sus Manos img
Capítulo 53 La Esperanza de un Nuevo Comienzo img
Capítulo 54 Un Paso hacia la Verdad img
Capítulo 55 Nuevas Decisiones img
Capítulo 56 El Peso del Pasado img
Capítulo 57 La Verdad en la Oscuridad img
Capítulo 58 Caminos Cruzados img
Capítulo 59 Reencuentro en la oscuridad img
Capítulo 60 Ecos del pasado img
Capítulo 61 Un nuevo comienzo img
Capítulo 62 La verdad que se esconde img
Capítulo 63 La cena que lo cambiaría todo img
Capítulo 64 La tormenta interior img
Capítulo 65 Decisiones que cambian destinos img
Capítulo 66 El peso de las decisiones img
Capítulo 67 El juego de la verdad img
Capítulo 68 Caminos entrelazados img
Capítulo 69 El peso de la verdad img
Capítulo 70 Sombras del pasado img
Capítulo 71 Revelaciones del corazón img
Capítulo 72 Las sombras del pasado img
Capítulo 73 Entre las cenizas img
Capítulo 74 La decisión del alma img
Capítulo 75 El Peso del Silencio img
Capítulo 76 Las Sombras del Pasado img
Capítulo 77 El Precio de la Esperanza img
Capítulo 78 El Camino del Perdón img
Capítulo 79 Nuevos Comienzos img
Capítulo 80 El Peso del Pasado img
Capítulo 81 Renacimiento img
Capítulo 82 El Precio del Cambio img
Capítulo 83 El Camino de la Redención img
Capítulo 84 El Reflejo de la Esperanza img
Capítulo 85 La Decisión img
Capítulo 86 El Regreso de las Sombras img
Capítulo 87 La Verdad Tras las Sombras img
Capítulo 88 La Encrucijada de los Sentimientos img
Capítulo 89 Los Ecos del Pasado img
Capítulo 90 Verdades Veladas img
Capítulo 91 Ecos del Pasado img
Capítulo 92 La Sombra del Pasado img
Capítulo 93 Ecos del Ayer img
Capítulo 94 Sombras del Pasado img
Capítulo 95 Ecos de la Verdad img
Capítulo 96 Sombras del Pasado img
Capítulo 97 Secretos en la Oscuridad img
Capítulo 98 La Cacería Comienza img
Capítulo 99 En el Ojo de la Tormenta img
Capítulo 100 El Juego de la Verdad img
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Capítulo 5 Prisionera en una Mentira

Isabella sintió que el aire abandonaba sus pulmones mientras sus manos temblorosas sostenían el informe policial.

Alexander Blake había sido el responsable de su accidente.

El hombre que la miraba con ternura, que le prometía protección, que decía ser su esposo... era el mismo que la había dejado sin recuerdos.

Sintió una oleada de náuseas subir por su garganta. Su mente trabajaba frenéticamente, tratando de comprender la magnitud de la traición. Si Alexander había mentido sobre eso, ¿qué más estaba ocultándole?

No puedo quedarme aquí.

Debía salir de esa casa.

Intentó encender el auto, pero no tenía las llaves. Buscó desesperadamente en la guantera, en los compartimentos laterales, debajo de los asientos. Nada.

Respiró hondo, tratando de calmarse. Quizás podía encontrar otra forma de escapar.

Abrió la puerta del garaje con sigilo y volvió a la casa, deslizándose por los pasillos oscuros. Su única opción era buscar en la oficina de Alexander. Seguramente ahí tendría las llaves de los autos... o algo más que la ayudara a salir.

El estudio estaba en el ala derecha de la casa. Caminó con cautela, conteniendo la respiración cada vez que el suelo crujía bajo su peso. La casa estaba en completo silencio, salvo por el leve murmullo de la lluvia contra las ventanas.

Cuando llegó a la puerta, giró el pomo con cuidado y empujó.

Estaba cerrada con llave.

-Maldición... -susurró, mordiéndose el labio.

Su pulso se aceleró. ¿Dónde podía estar esa llave? Miró alrededor, buscando algún otro acceso. La ventana era demasiado estrecha y no parecía una opción. Entonces recordó: Alexander solía llevar las llaves en el bolsillo.

Si no estaban ahí, debían estar en su habitación.

Un escalofrío la recorrió al darse cuenta de lo que debía hacer.

Regresar al cuarto de Alexander no era una opción que le agradara, pero no tenía alternativa. Se movió con rapidez, manteniéndose en las sombras.

Al llegar, empujó la puerta lentamente. Dentro, Alexander dormía profundamente, con la respiración pausada y uniforme.

Isabella avanzó con cautela, rezando para que no despertara.

Su mirada recorrió la habitación hasta posarse en la mesita de noche. Allí, sobre una pila de documentos, descansaban unas llaves. Se acercó con el corazón martillándole el pecho y las tomó con delicadeza.

Cuando sus dedos las envolvieron, escuchó un leve movimiento detrás de ella.

Se quedó inmóvil.

Esperó, conteniendo el aliento.

Alexander solo se giró hacia el otro lado, murmurando algo en sueños.

Aprovechó la oportunidad y se alejó, saliendo de la habitación con la misma cautela con la que había entrado.

Una vez en la oficina, probó una de las llaves y la cerradura cedió con un leve clic.

Entró rápidamente y cerró la puerta detrás de ella.

Encendió la lámpara de escritorio y comenzó a revisar los documentos con rapidez.

Había informes financieros, contratos, correspondencia... pero nada que indicara que ella fuera su esposa.

Buscó en los cajones y encontró una carpeta con su nombre: Isabella Ramírez.

La abrió con manos temblorosas.

Dentro había copias de su historial médico, pero lo que la dejó helada fue una serie de fotos... fotos de ella antes del accidente, caminando por la calle, entrando a una clínica.

Había imágenes de su embarazo avanzando, de ella sola, sin Alexander.

Era evidente: la había estado vigilando.

Su estómago se contrajo de terror.

Sintió un nudo en la garganta cuando encontró un documento que la hizo temblar de pies a cabeza.

Era una orden de custodia.

Alexander Blake había solicitado la tutela de su embarazo alegando que ella no estaba en condiciones de tomar decisiones por sí misma debido a la amnesia.

Sus labios se separaron en una expresión de horror.

No solo la había hecho creer que era su esposa...

Planeaba quedarse con sus hijos.

El sonido de pasos en el pasillo la sacó de su aturdimiento.

Apagó la lámpara de inmediato y contuvo la respiración.

La puerta se abrió de golpe.

Alexander estaba allí, de pie en el umbral, con la mirada oscura y afilada.

-¿Qué estás haciendo aquí, Isabella? -su voz sonó suave, pero había algo peligroso en su tono.

Ella apretó los documentos contra su pecho, sintiendo que su corazón iba a salirse de su pecho.

Alexander avanzó lentamente hacia ella.

-No deberías haber visto eso.

Isabella dio un paso atrás, pero se encontró atrapada entre el escritorio y su imponente figura.

-Tú... tú mentiste -susurró, con la voz temblorosa-. No soy tu esposa. Tú... fuiste quien me chocó.

Alexander exhaló con pesadez y cerró la puerta tras él.

-Isabella, escúchame...

-¡No! -gritó, sintiendo lágrimas calientes nublarle la visión-. ¡Planeabas quitarme a mis hijos!

El rostro de Alexander se endureció.

-Solo intentaba protegerte.

-¡¿Protegerme de qué?! ¡De ti mismo?!

Alexander se quedó en silencio por un instante, como si estuviera calculando qué decir. Luego suspiró y dio un paso hacia ella.

-Las cosas no son tan simples, Isabella.

Ella negó con la cabeza, sintiendo que todo su cuerpo temblaba.

-No puedo quedarme aquí.

-No tienes otra opción.

Su voz fue un susurro, pero fue suficiente para hacerla comprender la verdad.

Alexander Blake no iba a dejarla escapar.

            
            

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