Capítulo 4 La Decisión

El aire en la oficina se sentía denso, casi pesado, como si las paredes mismas estuvieran presionando sobre Víctor. La conversación con Ricardo que había estado evitando durante días ahora parecía inevitable. No había vuelta atrás. El dilema que había estado luchando en su mente, ese sentimiento que se había apoderado de él sin previo aviso, finalmente estaba tomando forma. No podía más. Necesitaba saber. Necesitaba entender.

Ricardo lo miró, la expresión serena en su rostro como siempre, pero sus ojos, esos ojos oscuros y profundos, llevaban consigo una mirada que parecía reconocer la turbulencia interna de Víctor. Durante los últimos días, Víctor había pasado innumerables horas pensando en cómo acercarse, cómo romper el silencio que se había formado entre ellos, cómo hablar de lo que realmente sentía. Pero ahora que estaba frente a Ricardo, con la boca seca y el corazón palpitando, las palabras le parecían aún más difíciles de encontrar.

Finalmente, tras unos segundos que parecieron eternos, Víctor rompió el silencio. Su voz, aunque firme, estaba teñida de una vulnerabilidad que rara vez había mostrado en su vida.

- Ricardo, sé que esto puede sonar extraño, pero... desde que te conocí, no he podido dejar de pensar en ti. Y no sé si esto tiene sentido, pero lo que siento no es solo atracción profesional. Es algo más profundo. Algo que no puedo ignorar. -Las palabras salieron a trompicones, como si no fueran las suyas, como si estuviera hablando desde un lugar muy distante, más allá de su propia comprensión.

Ricardo permaneció en silencio por un momento, y aunque su rostro no cambió, sus ojos mostraron un destello de comprensión, de sorpresa quizás, pero también de algo más. Algo que Víctor no logró identificar. Era como si, en ese preciso instante, Ricardo estuviera evaluando todo lo que acababa de decir.

Víctor se sintió como si estuviera flotando, como si las palabras que acababa de pronunciar no pudieran pertenecerle a él. Era algo tan arriesgado, tan fuera de lugar en su vida perfectamente estructurada, que se preguntó por un momento si había cometido un error al abrir su corazón de esa manera. Pero, por otro lado, no podía volver atrás. No podía seguir viviendo en una mentira, sin ser honesto consigo mismo.

Ricardo finalmente habló, su voz calmada y profunda.

- Entiendo lo que estás diciendo, Víctor. Pero necesito que sepas algo. -Hizo una pausa, sus ojos fijos en los de Víctor, como si estuviera evaluando cada palabra que iba a pronunciar. - Esto no es sencillo. No es algo que pueda ser resuelto rápidamente. Lo que estás sintiendo... no es algo que desaparezca fácilmente, pero tampoco es algo que puedas manejar solo. Si seguimos adelante, no va a ser solo una cuestión entre tú y yo. Habrá consecuencias. Consecuencias que quizás no hayas considerado.

Víctor lo miró fijamente, sintiendo la gravedad de sus palabras. Había algo en su voz que hacía que todo pareciera aún más real, más inminente. ¿Cómo podía haber pensado que esto sería sencillo? ¿Cómo había imaginado siquiera que podría hablar de esto sin que sus acciones tuvieran un impacto significativo en su vida? La vida que había construido con Sofía, con sus hijos, con su empresa, todo eso parecía estar colapsando lentamente ante la posibilidad de un solo deseo, de una sola verdad.

- Lo sé -respondió Víctor, su voz baja, casi un susurro. - Lo sé, y estoy dispuesto a asumir las consecuencias. Pero lo que no puedo seguir haciendo es ignorarlo. No puedo seguir viviendo en esta mentira, no puedo seguir siendo alguien que no soy solo por miedo a perder lo que tengo. Necesito ser honesto. Necesito saber si lo que siento por ti es real o si solo es una confusión, pero no puedo seguir aquí sin saberlo.

Ricardo lo observó en silencio por un largo momento, evaluando sus palabras, su mirada. Era extraño cómo en ese instante parecía que todo se reducía a este momento, a esta conversación. Víctor sentía que se encontraba en un precipicio emocional, y Ricardo, con su calma imperturbable, era la única persona que podría ayudarlo a decidir si debía saltar o regresar.

Finalmente, Ricardo se levantó, caminando lentamente hacia la ventana. Miró hacia afuera, como si quisiera ver algo en la distancia antes de continuar con la conversación. Víctor lo observó desde donde estaba, cada paso de Ricardo parecía una reflexión más profunda de todo lo que estaba sucediendo. Cuando Ricardo volvió a hablar, su voz ya no era tan serena. Había algo en ella que había cambiado, algo que indicaba que él también sentía la misma tensión.

- Víctor, esto no es fácil para mí tampoco. Yo... -Hizo una pausa, como si las palabras le costaran más de lo que había anticipado. - Yo también he sentido lo mismo. Sé que es confuso, sé que esto va a cambiar todo. Pero lo que no puedo prometerte es que esto no se complique más de lo que ya lo está. Mi vida no está exenta de complicaciones, y no quiero que pienses que esto es algo que podamos manejar de forma sencilla. Esto... esto va más allá de nosotros.

Víctor tragó saliva, las palabras de Ricardo calando profundamente en su alma. Sabía que esto no sería un camino fácil, pero en ese momento algo en su interior le decía que tenía que seguir adelante. No importaba lo que sucediera. No importaba cuán oscura y aterradora fuera la incertidumbre. Necesitaba saber si lo que sentía por Ricardo podía ser algo real, algo verdadero, algo que valiera la pena.

- Entonces, ¿qué hacemos? -preguntó Víctor, su voz más firme ahora, como si la decisión ya no estuviera en sus manos, sino en las de Ricardo. - ¿Vamos a intentar ver qué es lo que tenemos o...?

Ricardo lo miró y, por un segundo, sus ojos se suavizaron. Víctor no sabía qué pasaba por su mente en ese instante, pero lo que sí sabía es que, en ese momento, ambos se encontraban ante una elección que cambiaría sus vidas para siempre.

- No lo sé, Víctor. Pero no puedo seguir pretendiendo que esto no existe. Lo que sea que haya entre nosotros, no podemos ignorarlo. No puedo ignorarlo.

Víctor asintió, con el corazón acelerado, pero con una sensación de alivio al mismo tiempo. Al menos ahora, finalmente, estaba siendo honesto consigo mismo y con Ricardo. Las preguntas seguían, la incertidumbre seguía, pero en ese instante, algo en él sentía que, por primera vez en mucho tiempo, estaba tomando las riendas de su vida.

El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Los dos sabían que, a partir de ese momento, nada volvería a ser igual. Las decisiones que tomaran a partir de ahora definirían su futuro, y, aunque el miedo seguía ahí, también había algo de esperanza, algo de liberación. Porque, al final, lo único que importaba era ser verdaderos con uno mismo.

Finalmente, Ricardo rompió el silencio:

- Tenemos mucho de qué hablar, pero no hoy. Necesito tiempo. Tú también. No sé qué será esto, pero sé que tenemos que ir paso a paso.

Víctor asintió lentamente. Sabía que lo que estaba por venir no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba en el camino correcto, uno que lo llevaría a descubrir quién era realmente.

Y esa, pensó Víctor mientras se levantaba de la silla, era la primera de muchas decisiones que tendría que tomar.

            
            

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