Capítulo 4 La Trampa se Cierra

Los días siguientes fueron una mezcla de preparación y desespero. Mariana estaba decidida a rastrear cada pista, cada contacto que pudiera llevarla hacia Valentina. Se sentía como una sombra en su propia ciudad, moviéndose entre aliados que, ahora, comenzaban a parecer desconocidos.

Su primera jugada fue clara. Usaría la influencia de su conglomerado financiero para infiltrarse en los círculos más oscuros. Sabía que tenía las conexiones necesarias, pero también comprendía los riesgos. Había gente que había estado involucrada en negocios ilegales durante años sin que nadie los detectara.

En las primeras horas del día siguiente, Mariana se reunió con sus más cercanos ejecutivos. Les dio instrucciones estrictas para seguir el flujo de dinero, algo que, en el mundo en que se movían, era la clave para desmantelar cualquier red. Mientras les explicaba, su mente no dejaba de pensar en Valentina.

Aquel niño que había sido su mundo, que la había dado esperanza y razones para seguir luchando, ahora estaba en peligro. El temor de perderla se había apoderado de ella de una forma incontrolable.

Cuando la reunión terminó, Mariana se dirigió a su oficina, donde la esperaban varios informes. Recorrió cada página rápidamente, pero nada parecía ofrecerle algo concreto. Entonces, su teléfono sonó. Era Ricardo.

-Mariana, tenemos algo -dijo él, con una urgencia palpable en su voz-. Encontramos una de las ubicaciones donde las chicas están siendo retenidas. Es un lugar discreto, pero parece que hay alguien con mucho poder detrás de todo esto.

Mariana sintió una chispa de esperanza, aunque sabía que aún no era suficiente. Tenía que ser más estratégica, más meticulosa. Aquel era solo el primer paso. La red era vasta, y por cada cabeza que cortara, miles de otras seguirían surgiendo. Sin embargo, este podría ser el comienzo de algo más grande.

-¿Dónde está? -preguntó, la voz firme a pesar de la tensión que sentía.

Ricardo le dio la dirección. Mariana no perdió tiempo y se dirigió directamente hacia allí. Sabía que no podía hacer todo sola, pero confiaba en su habilidad para manejar las situaciones más peligrosas. La información de Ricardo la llevaría hasta el corazón de la red.

Al llegar a la dirección indicada, Mariana observó el edificio desde la distancia. Era un complejo residencial de lujo, con seguridad privada que patrullaba constantemente. Nada en ese lugar sugería que allí se ocultaran personas en cautiverio. De hecho, parecía el tipo de sitio donde las élites se sentían cómodas, lejos de cualquier tipo de amenaza. Pero en el fondo de su mente, Mariana sabía que estaba frente a una fachada.

Llamó a Ricardo para mantenerlo informado. Necesitaba saber si podía conseguir más detalles antes de hacer una incursión directa. Mientras esperaba, sus pensamientos volvieron a Valentina. Se imaginó en cada rincón, en cada calle que había recorrido, preguntándose si todavía quedaba algo de la niña que ella conoció, si aún quedaba algo de su confianza en el mundo.

El teléfono vibró. Era un mensaje de Sofía.

"Mariana, acabo de recibir información sobre una transferencia sospechosa. Está vinculada a uno de los ejecutivos que conoces bien. Puede que tenga algo que ver con lo que estamos buscando."

El corazón de Mariana dio un vuelco. No podía ser una coincidencia. Tenía que ser parte de la red. Sin perder tiempo, marcó el número de Sofía.

-Sofía, ¿dónde está ese ejecutivo? -preguntó con tono firme. El juego estaba a punto de cambiar.

-Está en una reunión con uno de los inversores principales. Se están reuniendo en el piso 24, al final del pasillo. -Sofía parecía preocupada, pero también decidida a ayudar.

Mariana apretó los dientes. Si ese ejecutivo estaba involucrado, no podía dejarlo escapar. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al edificio donde se encontraba la reunión. La operación debía ser rápida, limpia. No podía permitirse que más cabos sueltos complicaran la misión.

En el camino hacia el lugar, su mente se aceleraba. Cada paso que daba la acercaba más a un precipicio, pero no había marcha atrás. Pensó en las personas que había conocido a lo largo de los años: empresarios, políticos, altos funcionarios, todos ellos rodeados por la apariencia de poder. Nunca imaginó que alguno de ellos pudiera estar involucrado en algo tan oscuro.

Finalmente, llegó a la entrada del edificio. La seguridad estaba algo menos estricta en ese momento, tal vez por la hora. Mariana se deslizó sin hacer ruido, manteniendo su presencia discreta. Un par de pasillos más y estaría cerca de la reunión. Decidió no arriesgarse y usó una llave maestra que tenía guardada. Era una medida desesperada, pero valía la pena.

Cuando abrió la puerta del despacho, lo primero que vio fue a Javier Montoya, el ejecutivo que había estado con ella durante años, charlando con un hombre alto y corpulento. La mirada en los ojos de Montoya era la de alguien que había traicionado su confianza.

Mariana entró sin previo aviso. Javier se giró inmediatamente, su rostro pálido al ver a su jefa. El hombre corpulento no tardó en levantarse también, adoptando una postura defensiva.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Montoya, tratando de esconder su nerviosismo detrás de una fachada de calma.

-La pregunta es, ¿qué estás haciendo tú aquí? -respondió Mariana, con un tono helado que dejaba claro que no estaba jugando.

El silencio que siguió fue tenso. Mariana observó cada movimiento, cada expresión. Su mente calculaba la situación en fracciones de segundo. Sabía que la red de trata no se desmantelaría tan fácilmente, pero este podría ser el inicio de algo que cambiaría el curso de la batalla.