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Cinco años después, el Aeropuerto Internacional de Ciudad Imperial estaba lleno de vida, y entre la multitud, un niño pequeño atraía todas las miradas.
Con un overol azul y una camisa a cuadros, el niño caminaba con una gracia inesperada para su corta edad. Su cabello ondulado, sus rasgos delicados y sus largas pestañas rizadas daban la impresión de que sería el chico soñado de muchas chicas cuando creciera. Los transeúntes no podían evitar observarlo con fascinación.
Justo cuando muchos comenzaban a murmurar sobre lo precioso que era, un grito familiar resonó en el aire:
-¡¿Has comprado la Coca-Cola, cariño?! -Una mujer de nariz chata, labios gruesos y pecas esparcidas por su rostro se acercó al niño, con una gran sonrisa en el rostro.
La mujer, que poco tenía en común con la belleza refinada de su hijo, fue objeto de miradas asombradas entre los presentes. ¿Cómo era posible que un niño tan hermoso tuviera una madre tan... poco atractiva?
Pero la mujer no era otra que Olivia, quien había decidido ocultar su rostro detrás de una máscara hiperrealista, que, aunque de calidad impresionante, lograba desviar las miradas de los curiosos. Desde que comenzó a usarla, tales escenas se repetían en cada lugar al que iban. Noa, su hijo, ya estaba acostumbrado a las reacciones.
El niño, sin prestar atención a los murmullos, se acercó a Olivia con una Coca-Cola en la mano, la bebida que había ido a comprar por ella. Le entregó la botella antes de beber un poco de agua con calma.
-Mami, ¿cuánto tiempo piensas usar una cosa tan fea? -preguntó con una expresión de preocupación inocente.
Olivia lo miró, sonriendo levemente.
-¿Estás diciendo que soy fea, cariño? -respondió ella, divertida pero también un poco preocupada.
-¡Por supuesto que no, mami! -Noa se apresuró a corregir, alzando la mano en un gesto que todos los que lo veían interpretarían como la protesta sincera de un niño educado. -Solo me preocupa que te sientas sofocante usándolo tanto tiempo. ¡No tengo derecho a comentar sobre la apariencia de mami!
Las personas a su alrededor no podían evitar quedar boquiabiertas ante la escena. ¿Qué estaba pasando con los estándares de belleza en este mundo? El niño, tan apuesto, parecía ser la joya de su madre, mientras que Olivia... era todo lo contrario.
Pero a Olivia no le importaba. De hecho, su sonrisa era la más genuina que había mostrado en años, aunque la mayoría no pudiera verla detrás de la máscara. Era hora de regresar.
Observando la ciudad familiar pero a la vez extraña a través de las grandes ventanas del aeropuerto, Olivia sintió una oleada de determinación. Cinco años completos. Había esperado pacientemente, con sacrificios y esfuerzo. Ahora era el momento de ajustar cuentas.
Olivia sabía que no sería fácil, que enfrentarse a Maia y a todo lo que había perdido no sería sencillo. Pero estaba lista. No solo por ella misma, sino por Noa, por sus otros hijos, por lo que había sufrido y perdido.
Con una mirada fija y un corazón decidido, Olivia hizo su camino hacia la salida del aeropuerto, con Noa a su lado, completamente ajeno a lo que su madre tenía en mente. Ella había regresado, y esta vez, no se detendría hasta conseguir lo que le pertenecía.
Olivia estaba completamente inmersa en sus pensamientos, anticipando lo que le esperaba en la ciudad, cuando una niña pequeña tropezó con ella y cayó al suelo. El impacto la sacó de su ensimismamiento, y rápidamente se agachó para ayudar a la niña a levantarse.
-¿Estás bien? ¿Te lastimaste? -preguntó con una expresión de preocupación, mientras sostenía delicadamente a la niña para evitar que se cayera de nuevo.
La niña, con grandes ojos brillantes y un rostro dulce, parpadeó sorprendida antes de mirar fijamente a Olivia. En lugar de llorar o gritar, simplemente murmuró:
-M-mami...
El corazón de Olivia se detuvo un instante. La niña, que no debía tener más de cinco años, la miraba con una mezcla de inocencia y determinación que la sorprendió. Antes de que pudiera decir algo más, Noa, que había estado a su lado, reaccionó con celos y exclamó:
-¡No puedes simplemente llamar casualmente a alguien tu mamá! ¡Ella es mi mamá, no la tuya!
Olivia lo miró con una expresión calma, tratando de calmarlo, pero Mia no prestó atención a las palabras de Noa. Con una determinación infantil, la niña envolvió sus pequeños brazos alrededor de Olivia, aferrándose a ella como si tuviera miedo de que la fuera a dejar ir. Olivia, sorprendida pero no sin compasión, miró a Noa, que se encogió de hombros, claramente celoso pero sin atreverse a protestar más.
La escena hizo que Olivia se sintiera extraña, aunque tierna. La niña parecía sentirse segura con ella, como si hubiera algo en su presencia que la calmaba.
-¿Te separaron de tu mami? -preguntó Olivia suavemente, acariciando la mejilla de la niña. -¿Dónde está ella? Te llevaré con ella, ¿de acuerdo?
Mia negó con la cabeza vigorosamente, y la ansiedad en su rostro creció. Olivia asumió que la niña estaba asustada y, queriendo tranquilizarla, le ofreció una sonrisa cálida.
-Confía en mí, ¿de acuerdo? Te ayudaré a encontrar a tu mami.
Pero lo que Olivia no esperaba era el instinto de apego inmediato de Mia hacia ella. Desde el momento en que se encontraron, Mia había sentido una fuerte conexión, como si reconociera algo en Olivia, algo que le daba una sensación de seguridad. A pesar de ser tan pequeña, comenzó a susurrar constantemente:
-Mamá... Mami...
Olivia, sorprendida, no sabía cómo reaccionar. La niña no había hablado antes y, de alguna manera, había comenzado a llamarla "mamá" de forma instintiva. A pesar de lo que había pasado, de todo lo que Olivia había sufrido, ese momento despertó algo profundo en su corazón. Sin embargo, Noa no compartía su comprensión de la situación y, al ver el comportamiento de Mia, una oleada de celos lo invadió.
Mientras tanto, en otro rincón del aeropuerto, el segundo hijo de la familia Brook, Michael, vio a Mia y suspiró aliviado. Había estado buscando a la niña sin descanso, preocupado por las consecuencias que enfrentarían si no la encontraba pronto.
-¡Si no logro encontrarla, Max me cortará la cabeza! -murmuró, ansioso por tomar a Mia bajo su protección antes de que alguien más la hiciera desaparecer en la multitud.
Michael no entendía completamente el vínculo entre Mia y Olivia, pero algo en su rostro le indicaba que las cosas no eran tan simples. Sin embargo, su prioridad seguía siendo asegurarse de que Mia volviera a casa.
La situación estaba a punto de complicarse aún más, ya que las emociones y secretos de todos los involucrados comenzaban a entrelazarse de maneras inesperadas.