ME ENAMORÉ DE UN AMOR QUE NO ERA MÍO.
img img ME ENAMORÉ DE UN AMOR QUE NO ERA MÍO. img Capítulo 4 Mauro
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Capítulo 6 Mi mejor img
Capítulo 7 ¿Seran celos img
Capítulo 8 Tentación img
Capítulo 9 Promesa img
Capítulo 10 Juliana img
Capítulo 11 Tanta calma asusta img
Capítulo 12 No me arrepiento img
Capítulo 13 Conociéndole un poco img
Capítulo 14 Quería más img
Capítulo 15 Esos eran mis planes img
Capítulo 16 Todo se desmorona img
Capítulo 17 Lo quiero todo img
Capítulo 18 Un mal presentimiento img
Capítulo 19 Morí img
Capítulo 20 Maldita suerte img
Capítulo 21 Lo disfrute img
Capítulo 22 Por qué img
Capítulo 23 Por qué img
Capítulo 24 El libro se cerró img
Capítulo 25 Narrador img
Capítulo 26 No queda nada img
Capítulo 27 Creí que era mejor odiarlo img
Capítulo 28 Todo es tan difícil img
Capítulo 29 Duele img
Capítulo 30 El amor no es suficiente img
Capítulo 31 No soy como tú img
Capítulo 32 Soltar duele img
Capítulo 33 Es lo mejor img
Capítulo 34 Por qué img
Capítulo 35 Quería caer img
Capítulo 36 Una más img
Capítulo 37 Es hora de soltar img
Capítulo 38 Unos amigos que se aman img
Capítulo 39 El último adiós img
Capítulo 40 Final img
Capítulo 41 Epílogo img
Capítulo 42 Extra img
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Capítulo 4 Mauro

ME ENAMORÉ DE UN AMOR QUE NO ERA MÍO.

Capítulo 3.

El domingo me levanté muy temprano y le ayudé en algunas cosas a María. Empaqué y subí al parque, quería aprovechar para ver a Mauro antes de irme. Me saludó con un beso en la mejilla.

-Estás hermosa.

-Gracias -sonreí.

-Te voy a extrañar mucho, espero verte pronto muñeca -sonrió.

Rodé los ojos.

-Voy a matar a Carlos.

-Pero si es verdad. Eres tan hermosa, tan perfecta.

Me sonrojé. Pero al instante un frío me recorrió la columna. Lo que Mauro dijo me dejó sorprendida.

-Ana, ¿cuándo crees que pueda ir a tu casa? Creo que es hora de presentarme delante de tu papá.

Me quedé mirándolo, tratando de procesarlo, ¿de verdad era real lo que estaba escuchando?

-¿Estás seguro? -pregunté en un gesto de incomprensión.

-Mucho. Obviamente primero me presentaré como tu amigo, pediré permiso para poder visitarte y así poder ir seguido a tu casa. Quiero ganarme la confianza de tu papá -me tomó de la mano y sonrió-. Aunque yo quisiera ir de inmediato y decirle que su hija me encanta que quiero ser su novio, pero no creo que tu papá lo vea de buena manera, así que ni modo tocará esperar para que tu padre apruebe nuestra relación y vea que mis intenciones con su hija son serias. Luego le suelto la bomba y le digo que si me permite salir con su hija como mi novia porque me trae loquito.

No pude evitar soltar una risita. Eso se escuchaba tan hermoso.

-¿De verdad lo harás? -Inquirí.

-El don de la paciencia no es mi fuerte. Te confieso que es la primera vez que para tener novia tengo que pedir permiso primero a sus padres. Pero por ti estoy dispuesto a ser paciente, esperaré lo que tenga que esperar. Por el momento tendré que llegar a tu casa solo como un amigo. Ana, quiero que sepas que me enamoré de ti, puedo decir que la primera vez que escuché tu voz algo dentro de mi cambió y luego lo confirmé la primera vez que te vi. Quiero hacer las cosas bien porque de verdad quiero que seas mi novia. En este momento podría pedirte que empecemos a salir a escondidas, al menos mientras tenemos la aprobación de tu papá, pero no, eso no es lo correcto. Tú eres diferente a las demás, eso es lo que me enamoró de ti, tu autenticidad. Por esa razón quiero seguir cada regla que me impongan al pie de la letra, todo para estar contigo. Esperar valdrá la pena, pues mi recompensa será ser el afortunado novio de una princesa tan bella.

Después de escuchar esa declaración sentí que los pies se me quedaron pegados al piso y la lengua al paladar,

es más, ni sabía cómo se pronunciaban las palabras, porque hasta eso olvidé. Respiré profundo tratando de controlar el enjambre de mariposas que había dentro de mí. Me aclaré la voz.

-Todo eso se escucha tan lindo, de verdad quiero creer que no son sólo palabras. Es la primera vez que siento tantas cosas bonitas cuando estoy al lado de una persona, me sonrojo con una mirada, al escucharte se me acelera el corazón, cuando estás cerca la piel se me pone chinita, me tiemblan las manos incluso la voz. Son tantas cosas que jamás había sentido, estoy segura que es eso que todos llaman amor. Me enamoré de ti... y tengo miedo.

Hice una pequeña pausa, aspiré con fuerza para poder seguir, él me miraba atento.

»Tal vez ese miedo que siento sea normal porque tú eres mi primera ilusión, mi primer amor... Y de verdad me da mucha ilusión escuchar que estás dispuesto a hablar con mis padres, sé que para los chicos de ahora eso es tonto, pero tú quieres hacer las cosas bien y eso me da tanta alegría, hace que crezca más esta hermosa ilusión. Me hace soñar con pasar tiempo a tu lado.

Mauro tomó mis manos y dejó un beso en ellas.

-Ana, haría todo por estar a tu lado. Confieso que me da un poco de nervios al pensar en la impresión que tendrá tu papá de mí, pero te miro y deja de importar porque por ti vale la pena.

Caminamos por el parque mientras platicábamos. Me dijo que haría todo lo posible para ir ese sábado a mi casa. Aprovecharía para subir por mí e irnos juntos en la tarde. Mi trabajo era decirle a papá que un amigo iría a casa. Eso me daba un poco de nervios, pero yo también estaba dispuesta a darlo todo para poder estar con él. Yo quería ser su novia oficial.

Mi padre no era tonto, yo sabía que al mencionar la palabra "amigo" otras cosas llegarían a su cabeza. De inmediato iba a deducir que iba con otras intenciones, pues nunca antes había llevado a nadie a la casa. Me acompañó hasta el carro, dejó un beso en la comisura de mis labios y sonrió. Luego me entregó un paquete, dijo que era un pequeño detalle para mí. Me negué a recibirlo, pero él insistió, me dijo que si no lo hacía se iba a sentir mal. En el paquete había; frutas, chocolates, dulces. En Colombia era muy común que los chicos que cortejaban a una chica, o cuando ya eran novios les llevaran una bolsita con el mecato. Así se le dice a los dulces y chocolates.

En ese momento recordé las historias que me contaba mamá. Cuando papá empezó a cortejarla llegaba con una bolsa llena de mecato. Ella decía que no había nada más emocionante que esperar los sábados la visita del muchacho que le gustaba. Antes incluso tenían horarios de llegada y salida, tenían que seguir las reglas que los suegros imponían.

Ojalá mis padres no lleguen a esos extremos; Pensé.

Si todas esas cosas que yo sentía en ese momento de verdad era amor, era la sensación más hermosa. Es increíble lo que puede provocar una mirada, una sonrisa, una palabra, un simple roce de la persona que te gusta.

...

Cuando llegué a casa ahí estaba Juliana esperándome. Nos fuimos a mi habitación, la felicidad se me salía por los ojos. Le conté lo que había pasado.

Qué ingenuos somos a veces, confiando en quien no debemos. Frente a ti, muestran una sonrisa, pero en cuanto te das la espalda, te atacan como perros traicioneros, afilados como armas de doble filo.

Empezó a saltar como niña pequeña, me bombardeó con un montón de preguntas;

¿Cómo besa?

¿Te gustó?

¡Por fin besaste a alguien!

Soltó una risita, al igual que yo.

-Pensé que ibas a ser monja, con 16 años y apenas tu primer beso -dijo en un tono burlón.

-Que tonta eres -sonreí-. Por supuesto que me encantó. Besa delicioso.

-¡Que emoción! ¡Ay que envidia! Pero de la buena -sonrió-. O sea que con él si perderás la virtud.

Puse los ojos en blanco.

-Vas muy rápido. Apenas estamos iniciando. Cada cosa a su tiempo.

-Yo no lo he hecho porque mi novio no es que me guste tanto como para hacerlo, cuando llegue alguien que me encante lo haré.

-Tú eres una niña -la regañé-. No sé cómo haces para escaparte. Donde mis tíos se enteren te matan.

-Lo que más te prohíben es lo más bueno. Cambiando de tema que bueno que tu Mauro viene el sábado, que emoción ya quiero conocerlo para ver si es tan lindo como dices tú, o es solo porque el amor es ciego.

-No solo es lindo físicamente, su forma de ser y tratarme es lo que me enamora -sonreí.

-Y lo detallista, porque mira esa bolsa que te dio llena de mecato, que rico un novio así -agregó.

-Tú no cambias, eres una interesada, eso no importa.

-¿Cómo que no importa? -se cruzó de brazos-. Un novio guapo, además especial fuera de eso que te regale cosas, el combo completo.

Ella no iba a cambiar, los novios que había tenido nunca los tomaba en serio, ellos se enamoraban de ella, pero ella solo se fijaba en ellos por interés. Cuando no le daban nada, se buscaba otro, cambiaba de novio como cambiando de zapatos.

-Tú sabes que eso es lo de menos -respondí.

-Pues eres una tonta -puso los ojos en blanco-. Pero que bueno por ti, al menos ya te dejan tener novio. Podrás salir con él y lucirlo delante de todos.

-Estoy feliz, pero falta esperar la decisión de papá. Lo único seguro es que lo quiero y soy correspondida.

-Eres tan afortunada -hizo un puchero -. Quiero crecer rápido para poder tener la edad de tener novio.

Solté una carcajada, ella frunció el ceño.

-¿Por qué te ríes? -preguntó.

-Porque tú ya tienes novio y has tenido novios.

Soltó una risita.

-Tontita, pero no delante de todos. Siempre es a escondidas y no puedo salir con él.

Nos quedamos platicando hasta que Mauro me llamó. Ella insistió en que la dejara escuchar su voz, la dejé, pero le dije que no hiciera ruido. Él me decía cosas lindas y ella empezaba a hacer caras, muecas; diciendo que romántico.

Juliana regresó a su casa. Yo aproveché para comentarle a mamá que Mauro quería conocer a papá. Ella me dijo que le iba a comentar para ablandar el terreno y luego me tocaba a mí. Me comentó que lo que veía difícil era que papá aceptara que se quedara a dormir. Pero Mauro no podía irse el mismo día, el pueblo estaba un poco lejos, además a esa hora no había transporte. Lo único que me quedaba era esperar que la confianza que llevaba trabajando con papá tuviera sus frutos.

...

Continué con mi rutina diaria. Trabajaba, hablaba con Mauro. Juliana todos los días me repetía; me muero de curiosidad.

Mamá me contó que habló con mi papá, él no era tonto, sabía que las intenciones no eran de un simple amigo. Pero le dijo a mamá que no había problema. El problema era que quería escucharlo de mi boca. Era mi turno de hablar. Aprobaron que se quedara a dormir porque confiaban en mí.

...

Busqué la manera de hablar con mi papá así que lo acompañé a recoger leña, me preguntó del colegio, hablamos de la finca, los cultivos, los animales, hasta que me decidí. Tomé aire y lo solté, le dije que un amigo quería visitarme y conocerlo. Su silencio fue aterrador, luego empezó con preguntas leves, quién es, cómo se llama, de dónde era su familia, qué hacía. Empecé a contarle un poco sobre él. Platicamos varios minutos, papá mostró interés, lo más importante tomó las cosas bien. Luego se quedó en silencio, eso para mí era aterrador, empecé a sudar frío hasta que soltó.

-Hija, sólo te diré toma las cosas con calma. Tómate el tiempo de conocerlo y que te conozca mejor.

-Papá, solo somos amigos... por ahora, luego veremos que pasa -respondí.

-Hija, yo también fui joven, sé que ese chico no viene solo porque quiere ser tu amigo, si lo hace es por que quiere algo más que una amistad. Solo que primero está tanteando el terreno. Ana, te conozco y nunca antes hablaste así de un amigo... Con tanto interés. El brillo en tus ojos te delata. Eres una gran mujer, excelente hija, siempre lo has sido. No descuides tus estudios, no se apresuren...

Aspiré muy despacio.

-Sí papá, nos estamos conociendo, ya luego miramos que pasa. Claro que seguiré enfocada en terminar mi bachillerato. Tengo muy presente mis responsabilidades.

Solté todo el aire acumulado, papá tomó las cosas de la mejor manera. Corrí a contarle a Mauro, se puso feliz aunque seguía nervioso. Esa semana se hizo más larga de lo normal, al menos para nosotros lo fue.

Sábado.

Estaba más nerviosa que Mauro. Sentía que se me iba a salir el corazón. Cuando salí del colegio él me estaba esperando. Se acercó, me saludó dejando un beso en mi mejilla y luego me entregó una rosa y una caja de chocolates.

-Que días más largos, contaba los segundos, los minutos, las horas para poder verte otra vez -sonrió.

Solté una risita nerviosa.

-Fue una semana eterna.

-Valió la pena la espera, por fin pude ver esos ojos hermosos, esa sonrisa angelical.

Sonreí con las mejillas sonrojadas, me delataba el calor que se subía por mi rostro. Lo acompañé a comprar unas cosas que quería llevar a mi casa, le dije que no era necesario, pero él dijo que no quería llegar con las manos vacías. Así lo educó su mamá.

Caminamos tomados de la mano, para mí esa sensación era hermosa. Nos subimos al carro rumbo a mi casa. Luego de media hora llegamos a nuestro destino. Teníamos que caminar cinco minutos más para poder llegar a casa. Sus manos estaban heladas, hacía respiraciones profundas, los nervios estaban haciendo estragos con él. Yo me reía, pero también estaba nerviosa. Para romper la tensión del momento comenté;

-Papá es un poco estricto, pero no es un ogro -solté una risita.

-Así fuera un ogro hablaría con él -apretó mi mano-. Solo por estar contigo.

Sonreí como tonta. Cuando llegamos a casa la primera en recibirnos fue mi mamá. Luego salió papá, los presente como era debido, después de eso Mauro se relajó un poco. La verdad ambos respiramos aliviados. Se quedaron platicando, la conversación fluía de maravilla, mientras yo le ayudaba a mi madre a preparar la comida. La puerta de la cocina se abrió de golpe, me tomó por sorpresa, era Juliana. Miré el reloj eran las 6:30 pm. Mamá la miró preocupada.

-Juliana, ¿pasó algo?

Ella soltó una risita.

-No tía, sólo quería conocer al famoso Mauro.

-Que chismosa eres -sonreí.

-Es que lo mencionas tanto que no pude aguantar la curiosidad. Además me quedaré a dormir contigo.

En ese momento no me pareció extraño, pues no era la primera vez que ella bajaba a dormir a casa. Además éramos como y las hermanas no se traicionan.

Continuará...

            
            

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