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Capítulo 9
Dante
Escucho a lo lejos la voz de mi padre y sus incansables golpes en la puerta, pero como estoy que ni siquiera puedo con mi alma únicamente me quedo sentado en la cama sin intenciones de moverme.
Siento como todo a mi alrededor se mueve y ese sonido taladra mi cabeza, pero para cuando quiero levantarme para abrir y que dejen de hacerlo. Mi padre entra como un torbellino por la puerta y suspira aliviado en cuanto me ve, al parecer él había pensado que tal vez había terminado con mi vida. Algo que obviamente pensé y cuando vi la cara de Bruno supe que ambos habían pensado lo mismo, más que nada porque mi amigo escuchó toda mi frustración siendo tratada de calmar mientras destrozaba todo a mi paso.
– Por dios que es todo este desastre – dice mi padre mientras mira a su alrededor – ¿Estás bien Dante? Apestas a alcohol.
– Apesto más que a solo alcohol, apesto a cobardía y a infeliz miserable – digo con la mierda perdida mientras pienso en todo – Soy una basura de ser humano.
– Dante, amigo. No sirve de nada que te lamentes ahora y destroces todo a tu paso. Tampoco creo que sea bueno que comiences a tomar ahora como un demente ¿Cuánto has tomado ya? – me pregunta Bruno mientras pone su mano sobre mi hombro.
– Mucho, he tomado mucho y la verdad no tengo ganas de nada. Solamente quiero volver a ver a mis hijas y a Vanessa, necesito pedirle perdón por todas y cada una de las lágrimas que le ocasione.
– Pues qué bueno que te acuerdes que la lastimaste porque así tendrás presente de que no será fácil lo que quieres hacer. Es más que obvio que tu ex esposa te odia – dijo Bruno cruzándose de brazos.
– Claro y ahora seguramente también vendrá la frase "te lo dije" por parte de todos. Al parecer el único ciego e imbécil fui yo que no vio la verdad ante sus ojos solamente porque me dejé cegar por la ira.
– Pues sí, la verdad es que sí hijo mío. Todos te lo dijimos te dijimos que estabas cometiendo un grave error y no nos hiciste caso, ahora es cuando comenzarás a pagar por eso, pero espero que te mantengas fuerte y así como tuviste el valor de hacer aquella estupidez hace tantos años. Espero que con el mismo valor intentes remediarlo si es que existe una manera.
– ¿De qué sirve decirle ahora te lo dije? Del Dante que había hace unas horas a este frente a nuestros ojos no queda nada ¿Dónde está el hombre que ni siquiera podía escuchar el nombre de su ex esposa? – pregunto mi nana en la puerta de la habitación y ahora entendía por qué ella me miraba con tantos recelos después de que hice aquel desastre y también me ha tratado todos estos años con indiferencia con justa razón.
– Te pido perdón nana, todos tenían razón y el que estaba equivocado era yo. Ahora jamás podré recuperar el tiempo que perdí y mucho menos todos estos años de la vida de esas niñas.
– Lamentarse no lo va a resolver Dante, mejor levántate de esa cama y ve a toma una ducha. Apestas a alcohol y yo no ayudé a criar a un hombre lamentable. Lo mejor por el momento es que tu padre pague los daños que le causaste a la habitación y una vez estés listo y vuelvas a ser persona nos iremos de este hotel.
– Isabel tiene razón hijo, además te necesito sobrio y en tus cinco sentidos para lo que te voy a contar. Ahora es cuando se te viene el mundo encima y ni siquiera estás preparado para esto.
...
Ni siquiera el agua caliente puede borrar de mi piel todos los errores que cometí. Mi mente se tortura una y otra vez con el hecho de recordar las lágrimas de Vanessa años atrás.
No sé cuánto tiempo he pasado debajo del agua, pero mis lamentos se ven interrumpidos por un fuerte toque en la puerta del baño. Seguramente porque me he tardado más de la cuenta ya han de pensar que he cometido una estupidez. Sin embargo, aunque ganas no me faltan, creo que trataré de aferrarme a esta realidad que tengo ante mis ojos.
– Que bueno que ya saliste del baño, ya era hora – dice mi padre quién está sentado en una esquina de la cama con una mirada seria.
– ¿Qué es lo que ha pasado? – le pregunto al ver que ahora me mira diferente.
– Acabo de hablar con Antonio y me ha dicho que su hija quiere deshacer el contrato que hicimos justo ayer. Ella no quiere trabajar con nosotros y le pidió específicamente a su padre que buscara una manera de terminarlo.
– ¿Me estás hablando en serio? ¿Me imagino que no aceptaste verdad? – pregunto de inmediato poniéndome frente a él.
– La verdad ganas no me faltaron de aceptarlo, pero yo si quiero conocer a mis nietas y disfrutar de ellas tanto como lo hace Antonio. Sin embargo, Vanessa no te quiere cerca ni de ella y mucho menos de las niñas. Así que yo trabajaré directamente con ella y tú no te les vas a acercar.
– ¿Estás escuchando lo que me estás pidiendo papá? Hasta hace nada me estabas diciendo que buscara la manera de remediarlo todo. Necesito estar cerca de ellas y necesito de lo que no hay remedio hablar con Vanessa para poder lograrlo. Además, cuanto antes lo haga mucho mejor porque no sé si Bruno ya te ha contado y si no es así te lo digo yo, pero ayer el padre de Vanessa me entregó las pruebas que demuestran su inocencia. Por lo tanto no me pienso quedar al margen de las cosas.
– Pues no sé cómo lo harás, Dante, pero desde ahora te digo que tienes la entrada prohibida a su empresa. De fuentes cercanas escuché que ella misma dio la orden esta mañana y además a mí no me hacía falta pruebas para saber que esa muchacha era inocente.
– ¡Vaya! Ahora me va a tocar tener que acechar a Vanessa como un depravado solamente para poder hablar con ella cuando se encuentre sola ¿Es eso? – pregunte frustrado.
– Exactamente y ni modo, tú te lo buscaste solito. Por el momento te pido que te quedes aquí con Isabel y yo iré con Bruno a la empresa para ver cómo va a quedar el tema del contrato. Tal vez así pueda conseguirte una brecha aunque sea corta para que hables con Vanessa.
Unos golpes en la puerta de la habitación nos hicieron dejar de hablar de inmediato y al abril deseé no haberlo hecho. Ya que eran las dos únicas personas que no quería ver en este momento y no estaba para sus tonterías.
– ¡Vaya! Veo que ya todos están reunidos aquí y me alegro por eso porque en este instante nos regresamos a Sicilia – dijo mi madre como si yo tuviera dos años y solo me quedé viéndola incrédulo.
– ¿Acaso necesitas medicamentos para los nervios? Creo que te estás volviendo loca porque de aquí no me mueve nadie – dije de inmediato.
– A mí tú no me hables así que soy tu madre – dijo en un tono elevado y al parecer estaba dispuesta a discutir conmigo.
– Pues entonces compórtate como tal y a mí no me intentes tratar otra vez como si tuviera dos años. Sabes perfectamente que después de lo que sucedió ayer no me voy a ir de este país y menos después de ver a mis hijas. Porque te guste o no, esas niñas son mis hijas.
– ¡Ay, por favor! De seguro esas niñas no son tuyas, seguramente son de cualquier amante de esa vagabunda y ahí vas tú de estúpido a creer en esa mujer otra vez – dijo ahora Lisandra y mi reacción ni yo mismo me la esperé.
– Vuelve a llamar a Vanessa así otra vez y te juro que te mato. Es más, si vuelves siquiera a insinuar que ella es una cualquiera y que esas niñas no son mías, acabo con tu maldita existencia en un abrir y cerrar de ojos – digo sosteniendo su cuello y quitándole el aire poco a poco
– ¿Pero qué haces? Suéltala en este momento que la vas a matar – dijo mi madre tirando de mi camisa y luego de unos minutos dejo caer a Lisandra en el suelo para que se arrastre buscando un poco de aire.
– Escúchame muy bien todos porque no lo pienso volver a repetir. La próxima vez que cualquier persona vuelva a hablar mal de Vanessa o de mis hijas, juro por Dios que soy capaz de cometer la locura más grande. Que sepan que voy a descubrir quién fue el responsable de drogarla para que yo creyera que me era infiel y si descubro que ustedes dos fueron las responsables, les aseguro que no les va a alcanzar la vida para pagarme – digo mirando ahora mi madre y a su perro faldero antes de salir de la habitación como un tornado y que mi padre me gritara.
...
¿Han escuchado eso que dicen que cuando un tornado está por tocar tierra es mejor estar seguros y buscar refugio? Pues en este momento yo soy ese tornado y quién se cruce en mi camino sufrirá las consecuencias.
Llego a la empresa de Vanessa y justo cuando intentan impedirme el paso, de un solo puñetazo derivo a uno de los guardias de seguridad y advierto a toda voz que el que se meta conmigo tendrá el mismo final. Por lo cual nadie más intervino en mi camino.
Cuando por fin logro llegar al piso en el que se encuentra su oficina, me cuelo dentro de esta impidiéndole el paso a su asistente y después la veo mirando el paisaje por su gran ventanal de cristal. Además, mientras lo hace la veo fumar un cigarrillo y no recordaba que la Vanessa del pasado hiciera eso. La verdad tampoco me gusta mucho que lo haga porque una mujer como ella no debería de tener ese vicio.
– ¿Qué no di instrucciones específicas de que no te dejarán entrar a mi empresa? – preguntó con un tono de voz tan frío y ni siquiera ha volteado a verme desde que entré.
– Puede que hayas hecho eso, pero debes de saber mejor que nadie que ni siquiera Dios impediría que entrara a buscarte Vanessa. Sé perfectamente que estuve mal y que cometí un terrible error, pero necesitamos hablar – digo totalmente calmado tratando de ignorar el hecho de que ella me odia.
– Hay que ver cuánto cinismo hay en ti, pero no, tú y yo no tenemos nada de que hablar porque todo ya está dicho. De hecho, cualquier cosa que puedas decirme en este momento serán consideradas basura para mí. Así que para que no pierdas el tiempo te pido que te largues de mi oficina y no vuelvas aquí jamás – dijo ahora caminando hacia su escritorio para luego apagar el cigarrillo.
– ¿Desde cuándo fumas? – le pregunto sin poder evitarlo al verla expulsar el humo retenido.
– ¿Y a ti que te importa desde cuando fumo o no? No vengas a querer dártelas ahora de muy preocupado y lo mejor será que salgas de aquí o te aseguro que llamaré a la policía – dijo ahora más molesta que antes.
– Pues puedes llamar a quien tú quieras, pero no lo haré. No me iré de aquí hasta que hablemos necesito que sepas que ya sé toda la verdad y sé que tú no me engañaste como me hicieron creer.
– ¡Vaya! Que bueno que mi papá te haya dado mis pruebas toxicológicas y que hayas visto que me drogaron. Sin embargo, eso no prueba que yo no te haya engañado. Tal vez sí me acosté con aquel hombre porque era mejor que tú y todo lo que dije fue por puro teatro. De todas maneras creo que ya es un poco tarde para que vengas a decirme todo esto porque como vez la muerta de hambre al final sí tenía dónde caerse muerta.
– Vanessa sé que estás dolida lo siento en tus palabras y posiblemente me odias, pero sé que me equivoqué. También sé que estás diciendo esto solo para lastimarme así como yo lo hice contigo en el pasado. Aun así, ahora que veo la verdad frente a mis ojos no tienes que decir que en realidad sí estuviste con aquel tipo porque no te creeré una sola palabra.
– ¡¿Ah no me vas a creer?! Muy bien, haz lo que quieras entonces Dante. No me importa porque de todas maneras tú jamás le diste un voto de confianza a mi palabra, pero tú no estás ni cerca de saber toda la verdad y mucho menos sabes todo lo que pase mientras estuve casada contigo. Ni siquiera sabes cuántas veces he maldecido una y otra vez el haberte conocido y el haberme casado con alguien como tú.