El Renacer del Heredero
img img El Renacer del Heredero img Capítulo 3
4
Capítulo 4 img
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

Mis padres, Alejandro y Carmen Valbuena, regresaron de su viaje a nuestros viñedos en La Rioja dos días después. Entraron en casa con la energía de siempre, hablando de la cosecha y de nuevos planes para las Bodegas Valbuena.

Sofía no perdió el tiempo.

Durante la cena, con una calma ensayada, soltó la bomba.

"Papá, mamá. Javier y yo nos vamos a casar."

Carmen dejó caer el tenedor. Alejandro la miró, su rostro endureciéndose. La reacción era exactamente la que yo esperaba, la misma que tuvieron en la vida pasada.

"¿Casarte?", la voz de mi padre era grave. "¿Con un becario? Sofía, no digas tonterías."

"¡No es una tontería! ¡Lo amo!", exclamó ella, con el dramatismo que la caracterizaba.

"Ese hombre no es para ti," sentenció Alejandro. "No tiene nuestro nivel, ni nuestra educación. Su ambición es demasiado obvia."

La discusión subió de tono, las mismas palabras, las mismas acusaciones. Pero esta vez, antes de que el dolor se instalara en los ojos de mis padres, intervine.

"Padre," dije, y todos se giraron para mirarme. "Si Sofía es feliz, ¿no es eso lo que importa? Javier parece un buen hombre. Quizás deberíamos darle una oportunidad, conocerlo mejor."

El asombro en la mesa fue total. Mis padres me miraron como si me hubiera vuelto loco. Sofía me observaba con una mezcla de triunfo y desconfianza.

Mi padre, desconcertado por mi cambio de actitud, finalmente suspiró. "Lo discutiremos más tarde."

La cena terminó en una tensión incómoda. Más tarde esa noche, estaba en mi estudio, revisando unos contratos, cuando Sofía irrumpió sin llamar.

"¿Qué estás tramando, Mateo?"

"No tramo nada," respondí, sin levantar la vista de los documentos.

Se acercó a mi escritorio y vio mi diario. El mismo diario donde, en mi vida pasada, llenaba páginas y páginas con mi amor no correspondido por ella.

Lo agarró con rabia. "¡Sigues escribiendo sobre tus sucios sentimientos por mí! ¡Déjame en paz de una vez!"

Estaba a punto de abrirlo, pero la detuve con un gesto tranquilo.

"No te molestes," dije. "Ya no escribo sobre ti."

Tomé el diario de sus manos y lo abrí por la última página. Se la mostré.

Sus ojos se abrieron como platos. La caligrafía era la mía, pero el nombre que se repetía una y otra vez no era el suyo.

"Clara," leyó en un susurro incrédulo. "¿Quién es Clara?"

"La mujer de la que estoy enamorado," respondí con una calma que me sorprendió a mí mismo. "La protagonista de mi vida ahora es ella."

Le quité el diario, lo cerré y lo guardé en un cajón con llave. El chasquido de la cerradura fue el sonido de una puerta cerrándose para siempre.

Sofía se quedó allí, inmóvil, por primera vez sin palabras. La mujer que creía ser el centro de mi universo acababa de descubrir que el sol ya no giraba a su alrededor.

                         

COPYRIGHT(©) 2022