Tronos de Huesos: La princesa de las profecías
img img Tronos de Huesos: La princesa de las profecías img Capítulo 4 Los ocho hombres y el lobo negro
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Capítulo 7 Marcus Li Greci img
Capítulo 8 Ser un milagro no es divertido img
Capítulo 9 Minutos para procesar, una amiga y una taza de café... img
Capítulo 10 Mitad vida, mitad muerte img
Capítulo 11 Mitad protector, mitad muerte img
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Capítulo 4 Los ocho hombres y el lobo negro

Al traducir el artículo leemos que menciona, además del nombre Di Lorenzo, una investigación en la cual descubrieron varios objetos enterrados. Algo sobre unas copas y vasijas pertenecientes al año 2000 a. C., aproximadamente.

-Se ve interesante -sonríe Sara con una sonrisa triunfante-. Tu futuro suegro tiene un trabajo emocionante -se ríe señalando al señor Di Lorenzo.

-Oye, cierra la boca -río también, aun admirando al hombre que se me hacía familiar-. Puede que hayamos encontrado al padre de Alessander, pero no al tal Marcus.

-Bueno, debe ser uno de estos siete hombres más. Y sabemos al menos que fue colega de su padre en esta investigación.

-Pero ¿qué tiene que ver conmigo?

Unos golpes en la puerta nos sacan de nuestra burbuja. Atino a compartir el enlace de la página a mi correo antes de levantar la vista hacia la madre de mi amiga, tenía su delantal amarrado a la cintura con manchas nuevas de salsa, y una sonrisa alegre. Los spaghetti eran su plato favorito, precisamente por la receta especial que tenía para una salsa perfecta.

-Sara, ven a poner la mesa que ya está la comida.

-Voy, mamá -dice yendo tras ella.

Cierro el buscador con un clic, y me dejo caer sobre el respaldo de la silla. Al menos conozco un poquito más sobre él y su familia, luego podría buscar sobre el pueblo Marianopoli, a ver si aparece algo.

Me levanto y voy hacia la cocina, Sara está terminando de poner los vasos y su madre de colocar una olla humeante, el aroma dulzón de la salsa inunda toda la sala, y siento mi estómago gruñir reclamando un buen plato para devorar.

Comemos las tres, mientras la señora Cooper nos pregunta sobre nuestro día en el Instituto. Ella también está al tanto de la nueva familia, que la señora Di Lorenzo es una mujer castaña y amable, y que es reportera e investigadora de fauna local.

-Le vendría bien un poco de atención al pueblo -sigue diciendo la señora Cooper-. Está muy aislado desde que abrieron ese parque de diversiones en Sunnyslope.

-¿Qué creen que investigará? No tenemos una fauna tan variada o exótica que digamos -dice Sara enroscando un spaghetti con el tenedor.

-Escuché que creen que hará un reporte sobre el parque estatal Peshastin Pinnacles y la vida salvaje del bosque, y que nombrará los lobos y las leyendas viejas -se mofa su madre-. Siguen creyendo en esos cuentos del cuco y el monstruo del armario. Se nota que en el pueblo no hay nada mejor de qué hablar.

-Mamá, yo sí creo que esas leyendas hayan sido ciertas. Es parte de la vieja cultura de Cashmere y los viejos casos de desapariciones sin resolver -refuta Sara tomando el vaso con agua.

-Sí, pero muchas de esas supuestas desapariciones, tiempo después resultaron siendo personas que se marcharon para vivir en las ciudades.

-¿Y las demás?

-Los demás, como lamentablemente pasa en tantos otros lugares, pueden ser por cualquier motivo humano. Las personas ya son lo suficientemente monstruosas como para agregarle ficción a la vida diaria.

-En eso concuerdo -digo apartando un poco el plato ya vacío.

-Por cierto, mamá, hoy los chicos del Instituto saldrán a Moonlight.

-Sólo trata de no llegar tan ebria, que sabes que el alcohol no lo toleras bien -la señora Cooper le pellizca la mejilla a su hija, mientras se ríe y ella le saca la lengua, actuando como ofendida.

Riendo levanto los cubiertos y vasos para llevarlos al fregadero mientras Sara, soltando un bufido, guarda la olla en el refrigerador.

-Mentira, yo sí puedo tomar sin que me afecte.

-Hija, las veces que has bebido te reías tanto que te terminabas quedando dormida en donde sea -refuta la señora Cooper sentándose en el sofá de la sala y tomando el control de la televisión-. La última vez tuve que llevarte a rastras hasta el sillón para que duermas, porque ni caminar dos pasos podías.

-De acuerdo -rueda los ojos, pasando por el lado de su madre y arrojándole un cojín-. Seré más medida en lo que tomo -y con un gesto de cabeza me dice que la siga, volviendo otra vez a la habitación.

-¿Qué haremos para buscar más información? -bufa cerrando la puerta de nuevo con el pie.

-No tengo idea -me dejo caer en la cama, levantando los brazos por arriba de mi cabeza para estirar la espalda, que siento crujir dos veces. El estrés acumulado ya me está pasando factura-. Lo primero será acercarme más a él y esperar a que diga algo con lo que poder conseguir más pistas.

-¿Cómo dijiste que se llamaba el pueblo del que venía? -pregunta sentándose en la silla y tecleando para abrir un mapa satelital.

-Marianopoli -escucho el ruido de las teclas y me levanto para ver más de cerca. El mapa se abre en el sur de Italia, en la isla de Sicilia. Es un pueblo rodeado de muchos campos verdes, y cerca se divisa lo que fácilmente se ve como bosque-. Al parecer dijo la verdad, es hermoso.

-Ahora veamos las noticias -sale del mapa y teclea "Marianopoli Italia noticias". Varias páginas salen, la mayoría sobre el clima, otras sobre el volcán Etna, y algunos diarios italianos de otras regiones. Sigue bajando los resultados hasta que uno nos llama la atención, era un diario local de Caltanissetta, donde nombraban al pueblo, databa del año 2018, el año pasado.

-"Un joven fue ingresado en el hospital de Marianopoli con heridas graves tras ser atacado por un animal la noche del veintitrés de agosto. Joaquín Herrera, un fotógrafo de veinticuatro años, se adentró al bosque a doce kilómetros del mencionado pueblo, intentando captar la vida nocturna, cuando se topó con un animal al que describió como un perro gigante negro -leo en voz alta, no cayendo del asombro-. Un vecino de la zona escuchó los gritos del joven Herrera y corrió a su auxilio, declarando no haber visto rastros de ningún animal cerca".

-Esto cada vez se pone más interesante -sonríe Sara, con evidente fascinación.

-Un perro gigante negro -repito, atónita. ¿Es en serio?

-Los datos de la fauna local dice que no hay lobos ni osos -dice mi amiga mientras sigue tecleando rápido y buscando más información. Yo retrocedo hasta la cama dejándome caer nuevamente. Y el recuerdo de un lobo negro y grande vuelve a mi junto con un fuerte dolor de cabeza.

-Mira, encontré un artículo para turistas. Además de las atracciones de la región, habla sobre las leyendas urbanas. No es tan cerca de Marianopoli, pero hay un parque llamado Parco delle Madonie, es una zona de castillos históricos. La zona es de pueblos medievales y están llenos de mitos y rumores por las especies salvajes de la zona.

-¿Y crees que un gran lobo negro viajó todos esos kilómetros para asustar a un pobre muchacho? -mofo apretando mi frente que duele.

-No hablo de eso Ellie, lo más seguro es que por algo nacieran esas leyendas. ¿Y si esa zona es territorio de hombres lobo?

-Entonces dices que lo que atacó a ese chico fue eso. Un hombre lobo feroz.

-Lo que trato de decirte, amiga -se levanta y me mira seria-. Es que lo que te dijo Alessander sobre que los cuentos nacen por algo, quizá sea porque él sabe algo. O vivió algo.

Y por un instante, sólo un instante..., el lobo negro con el que solía soñar no parecía tan lejano a mi realidad.

            
            

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