Tronos de Huesos: La princesa de las profecías
img img Tronos de Huesos: La princesa de las profecías img Capítulo 6 La visión y los ojos rojos
6
Capítulo 7 Marcus Li Greci img
Capítulo 8 Ser un milagro no es divertido img
Capítulo 9 Minutos para procesar, una amiga y una taza de café... img
Capítulo 10 Mitad vida, mitad muerte img
Capítulo 11 Mitad protector, mitad muerte img
img
  /  1
img

Capítulo 6 La visión y los ojos rojos

La música electrónica se hace más dolorosa para mis oídos, pero sigo abriéndome camino entre la gente bailando para llegar a la barra donde mis amigos ya consiguieron lugar. Él viene atrás mío, a solo un corto paso por el poco espacio que hay con tantas personas juntas. Puedo sentir su presencia detrás de mí, y el calor que emana su cuerpo, enrojeciendo mis mejillas aún más.

El tacto de sus dedos en mi cintura y espalda aún sigue gravado en mi piel, allí donde se posaron, nublando mi mente con esa descarga eléctrica tan intensa, y con su dulce perfume amaderado con la mezcla justa de chocolate.

Unos empujones más y alcanzo a salir de la burbuja de personas bailando, seguida por él. Sara me guiña un ojo y voy a sentarme en el banco al lado de ella. Los chicos comienzan a hablar mientras Andy le da un vaso con cerveza al nuevo.

-¿Pudiste hablar algo con él? Estás colorada, amiga -ríe dando un sorbo a su bebida.

-No. Me puse nerviosa, otra vez -bufo, llamando al barman, mientras me acomodo el cabello tratando de no sentir tanto calor, la piel de mi nuca y cuello aún sigue erizada, y una presión en mi pecho anuncia que este estado de nervios me durará más de la cuenta.

-Espero que esta noche te quites los nervios amiga, porque si no el señor tequila y la señora cerveza tendrán que hacer ese trabajo.

-Quizás eso tenga que suceder -le devuelvo la sonrisa.

La música cada vez inunda más mi mente, y el calor en mi garganta por los tragos de alcohol que le siguieron al primero surgen su efecto de a poco. Tomando por la mano a mi amiga nos dirigimos a la pista de baile, donde la mayoría se amontonan unos contra otros. Los movimientos pasan ligeros por mi cuerpo, quitando los nervios y relajándome.

Sara pasa su brazo por mi cintura cuando comienza a sonar una canción top en las radios, y movemos más las caderas con el ritmo sensual. Siento las miradas de varias personas sobre nosotras, ya que ella sabe bailar muy bien y yo trato de seguirla. Así pierdo la cuenta de las canciones que pasan, entre risas y más de cinco tragos más, hasta que un mareo la desequilibra y la atrapo antes de que caiga por los tacones que lleva.

-Vamos a sentarnos Sara.

-¿Qué? -grita por la música, frunciendo el entrecejo.

-¡Que vayamos a sentarnos!

-No quiero... -vuelve a tambalearse, y se lleva torpemente una mano a la boca-. Baño -balbucea dificultad y cara de asco.

Empiezo a abrirnos paso lo más ágilmente que puedo a pesar de ver un poco borroso. Nos empujan, pero logro sacarnos rápido y guiarla hasta el baño que está al lado de la escalera que lleva a la zona VIP.

La puerta abierta deja ver a dos chicas prestándose maquillaje frente al espejo del lavamanos. Pateo la primera puerta que veo entornada y ella se arrodilla para vomitar. Mientras le sostengo su largo cabello azabache, le acaricio un poco la espalda, hasta que la escucho hipar y temblar: está llorando.

-¿Qué pasa Sara? -pregunto inclinándome un poco para escucharla mejor.

-Vi a Luke besando a Tamara -se le quiebra la voz y la ayudo a levantarse mientras tiro la cadena del escusado.

La música llega más atenuada, y ella comienza a sollozar peor cubriéndose la cara con manos temblorosas. Intento sostenerla de los codos y su cintura en tanto la encamino a los lavamanos.

-Lo lamento, amiga -la abrazo fuertemente de lado y me cercioro de que las otras chicas ya se fueron y quedamos solas-. No lo vi, creí que estaba acercándose en la pista.

-No. Me miró, sí... -abre la canilla y con las manos se pasa agua en la cara, haciendo que su maquillaje se corra aún más-. Pero cuando estaba caminando hacia nosotras, Tamara se le puso a bailar en frente y lo besó.

-Tranquila, amiga. Sabes que ella y ese grupo siempre hacen eso, algo vamos a hacer -miro nuestro patético reflejo ojeroso y despeinado, y una idea fugaz cruza mi mente.

-¿Y qué vamos a hacer? -pregunta secándose la cara y sonando su nariz.

-Ven -tomo su brazo colocándola frente a mí, y del bolso que cuelga de mi codo saco mis maquillajes para poder arreglarnos.

Tardamos unos minutos en los que nos quitamos el maquillaje viejo y nos colocamos nuevo, además de peinarnos. El alcohol de por sí no nos sienta bien, y hoy nos excedimos más de la cuenta, contando que el reloj ya marca las una de la mañana y que pasamos dos horas sin parar de bailar y beber.

-Ahora, vamos a volver y vas a llamar la atención de Luke. Y vas a quitarte esa timidez -le digo confiada para que ella acepte sin chistar, y funciona, ya que una sonrisa alumbra su rostro y sus grandes ojos-. Ya hace bastante tiempo que estás loca por él, tienes que animarte de una vez.

-¿Y tú con Alessander? -pregunta riéndose con mejor ánimo.

-De eso me encargo luego -respondo no muy convencida. No hay forma que pueda llamar su atención, más si acabo de conocerlo hoy, sin contar que sería doloroso para mí, aún no termino de procesar todo lo que pasó tan sólo hoy.

Nos dirigimos a paso firme con nuestros tacones repiqueteando hacia la pista. A lo lejos logro divisar al grupo de niñas ricas junto al equipo de los Bulldogs; y entre ellos está Luke con su típica sudadera del equipo.

Tomo a mi amiga del brazo y la guío hasta posicionarnos cerca del grupo, a la vista de él quien inmediatamente capta a Sara con la mirada. Comenzamos a bailar y ella hace su mejor esfuerzo en parecer distraída, mientras sonreímos cómplices viendo a Luke dejar de prestarle atención a Tamara. Comienza una de nuestras canciones favoritas y en ese momento siento una mirada sobre mí, por lo que recorro el lugar buscando de quién proviene, hasta que me topo con unos ojos verdes observándome serios. Alessander está recostado sobre la pared pegado a la puerta de salida, junto con Andrew y el grupo de Richard que están riendo exageradamente de lo que uno de ellos cuenta.

-¡Viene hacia acá! -dice alterada mi amiga jalando mi brazo.

Miro hacia el costado disimuladamente y veo al chico del que ella está enamorada acercarse con los ojos puestos en ella, que no para de enrollar un mechón de cabello sobre un dedo, con sus pequeñas manos temblorosas.

-¿Ahora qué hago?

-Actúa normal -rio ante su pánico y le palmeo el brazo con suavidad-. Como si fuese una persona y no un extraterrestre.

-Eh, sé más comprensiva -bufa molesta aniquilándome con la mirada.

-Hola, chicas -saluda el rubio con voz cantarina y un poco más gruesa de lo normal, cuando llega a nuestro lado, y ella se paraliza.

-Hola -contestamos en unísono, y noto que Sara se rasca el brazo como siempre hace cuando está extremadamente nerviosa.

-¿Me permites bailar contigo? -sonriendo extiende una mano hacia ella, quien se queda estática mirando la mano.

-¡Claro que sí! -digo empujándola para que reaccione y la tome-. Yo estaré en la barra -le sonrío a mi amiga para luego darme la vuelta y tratar de pasar por un grupo de la pista de baile.

Hay tanta gente que se chocan unos con otros. En un momento me empiezan a empujar y termino con la vista tapada sin ver dónde está la barra de tragos, y un chico rubio más grande que yo, alto y de espalda ancha con la campera de los Bulldogs, se aparta de su grupo un poco para pegarse a mi costado y balbucear algo que por el ruido no logro escuchar. Trato de alejarme, pero del otro lado me empujan y el chico rubio me sostiene del brazo tratando de acercarme a él. Apesta a alcohol y apuesto a que hay alguna otra sustancia en su sistema. Lo empujo para que me suelte, pero no logro hacerle nada y me desespero porque me está forcejeando hacia el otro lado de la pista, a donde se encuentran las escaleras hacia la zona VIP.

Una mano de largos dedos se apodera de mi cintura y me sostiene, mientras otra igual en forma de puño va directo a la cara del chico rubio, asestando de lleno en su mejilla derecha.

-¡Te dijo que la soltaras! -grita Alessander interponiendo su cuerpo como escudo delante de mí, sosteniéndome de los brazos con un cuidadoso agarre.

Vemos como el chico por el impacto pierde el equilibrio y se desploma sobre una mesa con vasos medios vacíos, logrando que varias personas alrededor –incluyendo otros dos con las mismas camperas–, voltearan a ver.

-Vámonos -me apresura ayudándome a salir de ahí. Logro vislumbrar la puerta corrediza que da al patio del local, que por suerte está vacío.

Afuera el cielo sigue despejado, y el viento ayuda a espabilarme y darme una descarga de concentración que con los tragos que tomé no estoy teniendo.

-Elleonor, ¿estás bien? ¿Te hizo algo ese imbécil? -interroga sin dejar de sostenerme por la cintura con una firmeza protectora.

‹‹Que cerca que está. Y qué bien huele... Como al chocolate y la lluvia››, pienso abriendo con lentitud mis ojos, anonadada por la increíble sensación que me brinda su cercanía.

-Elleonor... -levanta una ceja, y me doy cuenta de que lo estoy mirando como tonta.

‹‹ ¡Qué vergüenza! ››

-Eh... Estoy bien -tartamudeo clavando la vista en el suelo de cemento-. Gracias por ayudarme -debo de tener la cara completamente roja, por lo que intento distraerme moviendo un poco mis pies, que están doloridos por tanto bailar.

-Oye -toma suavemente mi barbilla con su mano libre y hace que lo mire a los ojos-. Fue sólo un idiota, pero necesito saber si realmente estás bien.

-¿Y por qué te interesa si estoy bien o no? -me tambaleo en un intento de alejarme, pero mi pie se dobla y él me atrapa, acercándome más a su cuerpo. El calor que emana es tan maravillosamente tranquilizante que siento mis piernas flanquear aún más, como si mi corazón se derritiera en esos ojos verdes brillosos llenos de esa chispa tan especial, aquella que solamente había visto en mis sueños.

-Me preocupo por ti, porque me importas -su voz es baja, casi un susurro gutural, y sus ojos no se apartan de los míos.

¿Acaso escucho bien? Quizá sea otro de los tantos sueños. En el filo de mi mente, muchas veces no sé si son recuerdos, o el futuro, o si es mi imaginación. El corazón palpita fuerte en mi pecho aturdiendo mis oídos, y la cabeza me duele con un punzante ardor. Llevo una mano a mi sien y aprieto, tratando de controlarlo y disminuirlo, aunque sea un poco, pero no funciona.

De pronto mi vista se nubla, todo se vuelve negro, y el pitido en mis oídos se vuelve más fuerte y ensordecedor. Una luz tenue comienza a alumbrar todo, y mi cuerpo tiembla sin control.

"Veo una habitación con dos hombres, uno un poco más alto que el otro, están parados y sus semblantes son serios. Y discuten...

-¡Y, ¿qué si te encuentra?! -brama el de estatura más baja-. Es tu sangre, al fin y al cabo. ¿Cuánto tiempo más vas a esperar?

-Cállate, James. Sabes que aún exigen nuestras cabezas -el más alto golpea con sus manos el escritorio frente a él. El lugar parece ser un despacho, con tantos papeles y pizarras con fotos y recortes pegadas...

-Siempre será así -voltea el tal James, parándose frente a una pizarra-. Hasta que se alce por encima de todos.

-¿Y crees que no quiero que suceda? -vuelve a gritar-. ¿Tantos años permaneciendo en las sombras para evitar que los maten y...?

-¿Qué ocurre, hermano? -se gira rápido con los ojos rojos, con la mirada alerta.

‹‹¿Ojos rojos? Qué demonios...››

-Que descuidado... -se lleva las manos al cabello y tira-. Esto me supera, ya estoy agotado. Estoy perdiendo la fuerza con esta carga.

-¿No has bebido?

-No... -el más alto camina hacia un sofá y toma un saco largo-. Acompáñame, necesito seguir en las sombras. Si ya probó podría saber y..."

Todo se vuelve negro de nuevo, y una ola de calor me invade y provoca que mi cabeza duela como nunca. El pitido vuelve a ser ensordecedor y siento que caigo.

Mi cuerpo tiembla más que antes y estoy sudando frío. Alessander me sostiene con fuerza entre sus brazos y trata de que le conteste. El pitido no me deja escuchar más que mi agitada respiración y el fuerte bombeo de la sangre en mi cuerpo.

-Elleonor, por favor -me sacude de nuevo-. ¿Qué te sucede? Háblame, yo no...

-Estoy bien -lo interrumpo con un hilo de voz.

-Ven, vamos a sentarnos -me guía hasta unos bancos de madera que hay en este pequeño patio. Me sienta al lado de él con su brazo aun pasado por mis hombros. Tengo frío y parece que lo nota cuando me abraza más fuerte y siento el calor de su pecho en mi mejilla.

Nos quedamos un rato en silencio, y el sonido de su corazón latiendo acompasado me relaja. Siento calma en sus brazos, y eso que soy de esas personas que les incomoda que las abracen o le estén muy cerca. Acaricia lentamente mi cabeza y cierro mis ojos disfrutando la tranquilidad de la fría noche, y la sensación de la brisa deslizándose por mis mejillas.

-¿Estás mejor? -siento su voz retumbar en su pecho.

-Sí -murmuro levemente-. Gracias por estar aquí.

-¿Qué te sucedió? Tenías la mirada perdida y temblabas.

-No me pasó nada...

-Ellie -baja su mano de mi cabello hasta mi mejilla y hace que lo mire. Sus ojos brillan con la luz nocturna, pero ¿qué le podría decir? ¿Qué de un momento a otro estaba en una habitación con dos extraños? Nunca viví esto. Sólo veía escenas o cosas estando dormida. Pero estuve despierta y lo que vi...

-No sé qué decirte -suspiro agobiada.

-Creo que sí lo sabes. Y creo que también lo sé -un destello rojo comienza a inundar sus ojos, cubriendo casi la mitad de lo que antes era verde. El contraste era impresionante, surreal, como si fuese sacado de una película de ficción, o de una leyenda.

-Tus ojos... -retrocedo ante el asombro y el miedo inundando mi pecho. En mi mente lo único que podía pensar era en mí misma, viéndome al espejo con ese exacto tono de rojo escarlata, rojo como si se impregnaran de sangre.

‹‹ ¿Qué diablos está pasando? ››

-Todos tenemos secretos, pequeña Elleonor -dice volviendo sus ojos a ese verde intenso de antes, sólo que ahora se notaban más sinceros, con un brillo único de entendimiento mutuo que jamás había visto en nadie más.

-No todos -balbuceo hiperventilando por el pánico ante esa familiaridad que nacía en mi pecho, la misma sensación de estar en mi hogar, una calidez que se mezclaba a la perfección con el miedo y el salvajismo que me provocaba el pensar en él, o en la sangre.

-¿No? -levanta una ceja y se acerca más a mí, a centímetros de chocar su nariz con la mía. Retrocedo, pero el apoyabrazos del banco se clava en mi espalda. Su aliento roza el mío y nos sumimos en la conexión que nuestras miradas crean al encontrarse-. ¿Me vas a negar que lo que tuviste no fue una visión?

-¿Cómo sabes eso? -mi voz quebrada y mi expresión falsamente atónita hacen que él suelte una risa amarga, alejándose un poco.

-Como dije, todos tenemos secretos.

                         

COPYRIGHT(©) 2022