El Precio de Hacer Trampas
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Capítulo 1

En mi vida pasada, el día que gané el Concurso Nacional de Arte Flamenco, también fue el día de mi muerte.

Conseguí el contrato soñado con el Ballet Nacional, un honor que cualquier bailaora de mi edad solo podría imaginar.

Mis compañeros de la academia, gracias a las predicciones que les di, también obtuvieron resultados espectaculares, asegurándose puestos en las compañías más prestigiosas de España.

Celebramos juntos, brindamos con champán, y me llamaron su "salvadora".

Pero al día siguiente, todo se vino abajo.

Scarlett Castillo, la "reina" de nuestra academia, la misma que me había suplicado ayuda, convocó una rueda de prensa.

Con lágrimas en los ojos, me acusó de fraude.

"Lina Salazar sabía todas las pruebas de antemano", dijo a los periodistas, "su madre, la jurado principal, se las filtró. Nos engañó a todos".

El resto de mis compañeros, incluido Roy Lawrence, el guitarrista del que yo estaba enamorada, la apoyaron.

Uno a uno, testificaron que yo nunca ensayaba, que era perezosa, y que mi éxito solo podía explicarse por las trampas.

La bomba mediática explotó.

Mi premio fue revocado. Mi madre, una leyenda del flamenco, fue vetada de por vida, su reputación destruida.

Las redes sociales se llenaron de odio. Me convertí en la vergüenza de Sevilla, la tramposa que había manchado el arte sagrado del flamenco.

No pude soportarlo.

El peso de la humillación, la traición de la gente a la que había ayudado y amado, me aplastó.

Me quité la vida.

Pero entonces... desperté.

El ruido ensordecedor de la academia me golpeó. El olor a madera y sudor. El sonido de un taconeo furioso.

Estaba de vuelta.

Justo en el momento exacto.

"¡Lina Salazar!"

La voz chillona de Scarlett Castillo resonó en la sala de ensayo, cortando la música.

Todos se detuvieron. Más de treinta pares de ojos se clavaron en mí.

"Tu madre es la jurado principal del Concurso Nacional. Tienes que saber cuáles serán las pruebas. ¡Es imposible que no sepas nada!"

Scarlett estaba de pie en el centro de la sala, con las manos en las caderas, su caro vestido de ensayo rojo destacando entre todos. A su lado, Roy la miraba con devoción, su guitarra en silencio.

Los demás compañeros formaban un círculo a su alrededor, sus miradas una mezcla de envidia, súplica y acusación.

Era la misma escena. El mismo momento que desencadenó mi caída.

Pero esta vez, algo era diferente.

Yo.

Recordaba cada detalle de las pruebas. No con un 80% de acierto como en mi vida pasada, basado en mi conocimiento y análisis. No.

Ahora lo sabía con un 100% de certeza. Recordaba cada palo, cada letra, cada secuencia exacta.

Y recordaba cada rostro de los que me traicionaron.

Una sonrisa fría se dibujó en mis labios.

En mi vida pasada, mi compasión fue mi ruina.

En esta vida, su codicia sería la suya.

"¿Quieren saber las pruebas?", pregunté, mi voz tranquila pero cortante.

Scarlett sonrió, victoriosa. "Sabíamos que cooperarías".

"Por supuesto", respondí. "Pero no de la manera que esperan".

La venganza había comenzado.

            
            

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