Pero había un problema. También recordaba que mi madre había renacido conmigo. En el epílogo de mi vida anterior, antes de que todo se volviera negro, tuve una visión fugaz: mi madre, años después, recibiendo la noticia de mi exoneración póstuma y sonriendo con una tristeza infinita. Ella había actuado en las sombras para limpiar mi nombre, pero ya era tarde.
Ahora, ambas estábamos de vuelta.
¿Cómo contactarla sin romper las estrictas reglas del concurso? Cualquier comunicación podría ser interpretada como la prueba de fraude que Scarlett buscaba.
Decidí no arriesgarme. Mi madre era inteligente. Si ella también recordaba, sabría que yo actuaría. Confiaría en mí. Y yo confiaría en ella para hacer su parte cuando llegara el momento.
Mi plan no era simplemente ganar. Era destruir a Scarlett y a todos los que la siguieron, usando su propia ambición como arma.
La confrontación en la academia continuaba.
"Lina, no seas egoísta", dijo uno de los bailarines. "Este concurso es nuestra única oportunidad. Una pequeña ayuda tuya puede cambiar nuestras vidas".
"Sí, hemos trabajado muy duro", añadió otra, casi llorando. "Solo queremos una oportunidad justa".
Justa. La ironía era tan espesa que casi podía saborearla.
Miré a Roy. Él no dijo nada, pero su mirada era clara. Estaba decepcionado de mi "egoísmo". El amor que una vez sentí por él se había convertido en cenizas amargas. Él era solo el perro faldero de Scarlett.
Fingí dudar, dejando que la presión aumentara. Dejé que sus palabras codiciosas llenaran el aire, que sus verdaderos colores se mostraran.
"Está bien", suspiré finalmente, bajando la cabeza como si estuviera derrotada. "Tienen razón. Es injusto que yo tenga esta... ventaja".
Un murmullo de alivio recorrió la sala. Scarlett sonrió, triunfante.
"Pero no puedo decirlo aquí", continué, levantando la vista. "El Maestro podría oírnos. Y no quiero que todos sepan lo mismo. Si todos hacemos la misma coreografía, será demasiado sospechoso".
Mi lógica pareció impecable para sus mentes ansiosas.
"Me reuniré con cada uno de ustedes en privado", propuse. "Pero esto tiene que ser un secreto absoluto".
Scarlett frunció el ceño. Su plan era obtener la información y luego usarla para consolidar su poder, probablemente vendiéndola ella misma. Mi propuesta se lo impedía.
"¿Por qué no me lo dices a mí y yo lo distribuyo?", sugirió, intentando mantener el control.
La miré directamente a los ojos. "Porque tú, Scarlett, eres la que más tienes que perder si esto sale mal. Y eres la que más quieres ganar. Te daré algo especial. Algo que nadie más tendrá".
Sus ojos brillaron con codicia. La idea de tener una ventaja exclusiva sobre los demás era demasiado tentadora.
"Acepto", dijo rápidamente.
El resto asintió, cada uno soñando con el secreto que los catapultaría a la fama.
La trampa estaba preparada. Ahora solo tenía que esperar a que entraran, uno por uno.