Desenmascarando a mi esposa: sus mil caras
img img Desenmascarando a mi esposa: sus mil caras img Capítulo 1 Salvando una vida
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Capítulo 7 No eres mi tipo img
Capítulo 8 ¿Podría haber sido ella img
Capítulo 9 Dales una lección inolvidable img
Capítulo 10 ¿Amigo o enemigo img
Capítulo 11 Una vieja herida img
Capítulo 12 De vuelta a casa img
Capítulo 13 Una conexión con Evan img
Capítulo 14 Una pequeña venganza img
Capítulo 15 Hija no deseada e ilegítima img
Capítulo 16 Veneno en la herida img
Capítulo 17 Todos esos ladridos img
Capítulo 18 Anna se hizo daño a sí misma img
Capítulo 19 ¿Me regañas en nombre de tu querida hija img
Capítulo 20 Intentando casar a Kathryn img
Capítulo 21 Sin propietario registrado img
Capítulo 22 ¿Cómo podía alguien esperar que no ansiara venganza img
Capítulo 23 No avergüences a nuestra familia img
Capítulo 24 El señor Knight está defendiendo a Kathryn img
Capítulo 25 Es una mujer impresionante img
Capítulo 26 Una escena impactante img
Capítulo 27 El plan de Wesley img
Capítulo 28 Eres absolutamente despiadada img
Capítulo 29 Una asociación prometedora img
Capítulo 30 Escándalo img
Capítulo 31 Un giro inesperado img
Capítulo 32 ¡Eres una amenaza! img
Capítulo 33 ¿Quién en su sano juicio te contrataría img
Capítulo 34 La asistente de Evan img
Capítulo 35 Nadie te impide renunciar img
Capítulo 36 Sintió como si hubiera caído en su trampa img
Capítulo 37 ¿Eres tú img
Capítulo 38 Deseó en silencio que no se lo reprochara img
Capítulo 39 ¿Qué perfume llevas img
Capítulo 40 Disciplina img
Capítulo 41 Kathryn ahora me responde a mí img
Capítulo 42 Evan buscaba a quien lo rescató img
Capítulo 43 Carrera img
Capítulo 44 Ella había oído mejor img
Capítulo 45 Mi asistente img
Capítulo 46 Fingiendo ser la salvadora de Evan img
Capítulo 47 Kathryn, ocultas cosas img
Capítulo 48 ¿Quién eres en realidad img
Capítulo 49 Su madre amaba las flores img
Capítulo 50 ¿Por qué no comes con nosotros img
Capítulo 51 Es mi deber ayudar a los demás img
Capítulo 52 Kathryn siempre busca robar lo que es mío img
Capítulo 53 Volviendo al lugar donde ella lo salvó img
Capítulo 54 Esa mujer era meticulosa img
Capítulo 55 La venganza de Franklin img
Capítulo 56 El beso de Kathryn img
Capítulo 57 Anna era culpable img
Capítulo 58 La venganza de Kathryn img
Capítulo 59 Me debes una noche de borrachera salvaje img
Capítulo 60 Dame un baño img
Capítulo 61 Compartir la cama img
Capítulo 62 ¿Realmente estás interesado en mí img
Capítulo 63 Gracias por el baño de leche img
Capítulo 64 Clases de etiqueta img
Capítulo 65 Fotos íntimas img
Capítulo 66 ¡Ups, me equivoqué! img
Capítulo 67 Disfrutar de ser bisabuelos img
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Desenmascarando a mi esposa: sus mil caras

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Capítulo 1 Salvando una vida

En las afueras de la ciudad de Wrille, un fuerte chapoteo resonó cuando algo cayó al río, rompiendo el silencio de la noche.

Kathryn Palmer estaba parada en la orilla, cuando una ola de agua fría la alcanzó sin previo aviso. Instantes después, un sutil aroma metálico se deslizó por el aire nocturno.

Los instintos de la chica se activaron, pues ese olor le resultaba familiar: era el inconfundible aroma de la sangre. Alguien había caído al río, y quienquiera que fuera, estaba herido. Pronto, escuchó voces apagadas en la oscuridad, que se acercaban rápidamente a ella.

"¡Sigan buscando!".

"¡No podemos permitirnos perder ni una sola pista!".

"¡No dejen que salga con vida!".

Una cacofonía de pasos apresurados se acercaba al lugar.

Kathryn se levantó de un salto, con la intención de irse, pero una mano se aferró a su tobillo en un desesperado ruego de ayuda.

"Por favor... te daré lo que quieras. Solo ayúdame...", le dijo un extraño, con una voz tan baja que casi era un susurro. Su agarre se aflojó mientras se desvanecía en la inconsciencia.

Kathryn pensó que el destino nunca colocaba a un sanador en el camino de alguien por accidente. Si ese desconocido había llegado a sus pies, entonces salvarlo era su tarea.

Metiendo la mano en su bolso, sacó un pequeño frasco, dejó caer una píldora en su palma y la deslizó cuidadosamente entre los labios del hombre.

Con cada segundo que pasaba, los pasos se escuchaban más cerca. Los destellos que emitían las linternas cortaban la noche.

Conteniendo la respiración, ella se sumergió en las aguas del río, sosteniendo al extraño.

No mucho después, varios hombres vestidos de negro recorrieron la orilla, con ojos agudos y escrutadores. Sin embargo, la superficie del agua se balanceaba suavemente, sin delatar nada.

Los hombres se dispersaron con las manos vacías, pues no encontraron ni una pista.

Apenas la orilla del río volvió a quedar en silencio, Kathryn arrastró al extraño a la superficie, hasta la tierra firme. El agua helada le entumecía la piel mientras luchaba contra el frío; aunque temblaba y estornudaba, no se detuvo.

Tras una rápida revisión, descubrió que el pulso del hombre era constante, señal de que aún se aferraba a la vida. Sin dudarlo, empezó a hacer RCP.

Los segundos se le hicieron eternos, hasta que, de pronto, el hombre se sacudió en una convulsión y empezó a toser, escupiendo chorros de agua.

Instantes después, Kathryn colocó una de sus suaves manos sobre su nariz, y al percibir el más leve aliento, exhaló aliviada.

Mientras la niebla se disipaba, la luz plateada de la luna inundó la escena. El rostro del extraño se volvió visible: era asombrosamente apuesto, casi demasiado perfecto.

Un movimiento captó la atención de la chica.

El desconocido se movió de nuevo, y abrió los párpados.

Vio a una chica agachada a su lado y, gracias a la luz de la luna, se dio cuenta de que tenía un tatuaje de media luna negra en su clavícula.

Con la poca fuerza que le quedaba, Evan Knight se esforzó por mirar hacia arriba, con la esperanza de ver mejor el rostro de su salvadora, pero el cansancio lo abrumó. Cerró los ojos, antes de volver a caer nuevamente inconsciente.

Kathryn no mostró señales de pánico. Simplemente le metió otra pastilla a la boca.

Los rayos de luna aterrizaron sobre su empapado cuerpo, mientras ella buscaba heridas en el desconocido. La sangre se acumulaba en la cintura del hombre, por culpa de una herida profunda, pero que no estaba destinada a matar. De hecho, se había desmayado, pues esa era la forma en la que su cuerpo lidiaba con la pérdida.

Kathryn rasgó la camisa empapada, limpió la herida y esparció un polvo para detener el sangrado. Sonrió traviesamente cuando terminó con su labor. Luego, pellizcó la mejilla del increíblemente apuesto hombre.

"Te di dos de mis pastillas más raras. Espero que valgas la pena".

Segura de que él se recuperaría, Kathryn recogió sus cosas, lista para irse, pero se detuvo al recordar lo que él le había dicho.

Fijó su mirada en él, específicamente en el colgante que tenía alrededor de su cuello. La luz de la luna hizo que la gema carmesí resplandeciera; era una pieza única e imposible de olvidar.

"Dijiste que me darías cualquier cosa. A mí no me importan las promesas, pero disfruto de pequeños tesoros inusuales", dijo, acercándosele y agarrando el colgante. "Me debes la vida. Solo estoy reclamando lo que me corresponde. Ahora estamos a mano", añadió.

            
            

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