Siempre hay un roto para un descosido
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Capítulo 7 El Duomo.

Esta última semana había sido realmente interesante, nunca en mi vida había rechazado a tanta mujer en mi vida y la lista seguía sumando. No vayan a creer que es por mi ¡No! Me encantan los hombres, pero mi jefe se había puesto o muy quisquilloso o se le había dado vuelta la tortilla porque no entendía el motivo al desechar tanta propuesta del sexo opuesto.

¿Se acuerdan de que les dije que me gustaba la mitología? Pues estaba pensando en mi jefe el día de hoy y en qué dios mitológico lo podría encuadrar, pero seguía dándome vueltas.

Por el carácter era cien por ciento Hades, el dios del Inframundo, negro como la noche, pero con un poquito de luz bien escondida evocando a su Perséfone.

Por su astucia era como si viera a los Oniros, jugando con la mente de sus contrapartes como si se metiera en sus sueños o peor aún, en sus pesadillas.

Pero definitivamente en el amor aún no podía distinguirlo, con sus hermanas era como Eros, todo miel, pero con las mujeres que han sido sus citas era más parecido a Vidar, el dios nórdico hijo de Odín, ese que se escabullía como si nada. Diablos es que ya no sabía que excusa más dar al listado de señoritas que lo buscaba y en eso me encontraba hoy frente a él para indagar más y poder darle un cierre al tema.

Si hasta se me ocurrió preguntarle si era gay y casi, solo casi me fulminó con la mirada, de verdad debería hablar con sus hermanas, sobre todo con la señora Val que era la artífice de la mayoría de sus citas a ciegas.

Con el panorama más claro y no dudando de la masculinidad de mi jefe (después de la reprimenda y mis constantes carcajadas, internas obviamente) me quedé pensando en lo que había visto el otro día que buscaba una libreta para hacer mis anotaciones y me encontré con uno de sus diarios. Le eché una ojeada y wow, mi jefe de verdad que había sido una mala persona con la chica que le gustaba, pero lo que había leído me dejó un sinsabor en el estómago, el sufría de desamor y la chica llevaba desaparecida mucho tiempo.

¿Será que una persona puede seguir enamorada de alguien por tanto tiempo y no poder dejarla pasar?

¿Cómo será estar enamorado de alguien?

O mejor aún ¿Cómo será que alguien te ame con esa intensidad?

Estaba sentada en la sala de lectura del Duomo. Hoy mi queridísimo jefe tenía reunión con don Giacomo y me echó, sí me echó de la oficina para trabajar solos y yo quería saber quién era el tal Leonardo, pues con él me estaban comparando.

-Hola señorita López.-levanté la vista y me encontré con el guapísimo de Thor que me miraba de pies a cabeza.

-Ho... hola. Oh, perdón, ¿cómo está Jex?

-Ahora muy bien, ¿También vienes al Duomo? - ay si supieras...

-Estoy con mi jefe, necesitaba reunirse con don Giacomo.

-Ah, mira tú que bien y ¿Viene muy seguido? - ¿y a qué se debe tanta pregunta?, pensaba yo...

-Pues martes y jueves con don Enzo, para darles clases a los chicos.

-¿Clases?

-Sip, clases. Mi jefe y don Enzo son una maravilla de persona, se toman su tiempo para acompañarlos y apoyar a cada uno de los chicos que están aquí. Ellos los adoran.

-Mira tú eso es genial- dice tocándose el mentón y dios se me hizo agua... la boca, sí, la boca.

-¿Y usted también vendrá a dar clases? No lo había visto por acá.

-Puede ser. Tendría que ver los horarios y saber si tengo tiempo para hacerlo, pero no es mala idea.

Y ahí estaba yo, la muy babosas, ya me estaba imaginándome al Thor frente a mí en pantaloncillo y musculosa dando clases de...

-Señorita López, ha sido un gusto verla, pero ya me tengo que ir, me ha servido mucho su información.

-Qué lástima...- digo sin pensar en que me está escuchando.

-¿Perdón?

-Nada, nada, también fue un gusto verle. Dele saludos a la señora Alma de mi parte.

-Sí, sí, por supuesto. Que tengas un lindo día.

-Ya se me hizo... Perdón, para usted también, Jex.- y dale con meter la pata hasta el fondo Daniela ¡qué te pasa?

Y ahí se va dejándome en las nubes, ¡Qué hombre!

-¿Terminaste? -mierda ¿En qué momento llegó el dios del Averno?

-Jefe, me asustó- del susto derramé toda mi deliciosa gaseosa y terminé con mis ojos llorosos, mientras mi querido jefecito se reía de mí como poseso, ¡qué rabia!

-Lo siento. Vamos que mamá nos espera para almorzar.

-Será a usted, jefe. Yo no estoy-le respondo y no me deja terminar de hablar.

-Ya le avisé que andaba contigo y te invitó.

-Wow, esto está de película, yo, Daniela López una simple mortal, almorzará con la reina y el tiburón de los tribunales, ¡señor qué he hecho para merecer este tremendo honor!

-Ya bájale, López. ¿O te quieres quedar aquí?

-No, no, no. Vamos jefecito lindo, usted manda.

-Me caes bien López, me caes bien.

-Y usted a mi jefecito.

-Ya cállate y vamos a comer, que muero de hambre.

Me iba a pagar el quedar toda pegajosa y avergonzada y ya estaba pensando en como sería mi dulce venganza.

Nos subimos al auto y justo una de sus conquistas me envió un mensaje...

-Mire jefe me escribió la señorita Roxana.

-¿Quién?

-La señorita con la que almorzó el jueves de la semana pasada.

-Ah ¿y qué quiere?

-¿Qué más va a querer? - si será bruto ( y sí, me estoy cubriendo la cara de la impotencia) - obvio que saber qué pasó que no la llamó más.

-Ah...- me responde ¡ME RESPONDE Y SE QUEDA ASÍ DE CAMPANTE! ¡DIOS! ¡¿QUÉ MIERDA HE HECHO EN MI VIDA PARA MERECER UN JEFE TAN, PERO TAN LENTO?!

-¿Y si le digo que se murió? No, no, me van a pillar, mejor que contrajo herpes con su última pareja y está en tratamiento. - las risas de don Luis y obviamente las mías estallaron de inmediato, en cambio mi jefe ya estaba rojo como tomate maduro y con ganas de fusilarme. Le gustó dejarme fuera de la reunión y después hacerme una broma, pues toma señor Scott, que dulce me salió mi venganza.

-¡López!

-Bromita, jefe. Le diré que le avisaré cuando tenga un tiempito ya que está ocupado con mucho trabajo, sí... Esa será la mejor excusa para todas.

Cuando llegamos al lugar donde almorzaríamos, me encontré con que a mi jefa y su hijo les gustaba un buen restaurante familiar, nada de cinco mil tenedores Michelin o cinco estrellas o como se les diga.

La señora Blue estaba esperándonos, pero lo que le sorprendió a mi jefe fue ver al caballero que parecía el dueño del lugar. El señor era un viejo tan amoroso y nos atendió como si fuéramos su familia y por lo que vi ellos también lo consideraban así pues le respondieron muchas veces lo mismo cuando él les preguntaba.

El almuerzo se mantuvo entre risas, pero lo que me sacó de foco fue la delicia de postre que me comí, un tiramisú hecho por los dioses, lo disfruté hasta el último trocito, si solo me faltó lamer el plato, definitivamente vendría con Sarita y a lo mejor, solo a lo mejor podría invitar a alguna cita así como en la historia de la dama y el vagabundo, para disfrutar en pareja rica pasta.

Pero todo quedó en un sueño cuando mis jefes recibieron la noticia de que la señora Alma estaba en el hospital, salimos casi disparados del lugar y mientras mis jefes se iban juntos yo me iba con don Luis para reagendar todas las reuniones de ellos y orando para que a la señora Alma no le pasara nada.

Una semana después...

La jefa andaba muy misteriosa, pero mi jefecito lo atribuía a los cuidados de la señora Alma, aunque ayer me sorprendió por la petición que me hizo y por eso ando como los espías, buscando las cosas que me pidió.

Heme en el centro comercial más grande de la ciudad buscando un dinosaurio morado, el mismo que ama Sarita más que a mí. Cómo será eso que la muy bocaza, el día que cuando juré que por primera vez me diría mamá, me balbuceó Ma... indicando la televisión y luego dijo Malny, sí no era yo a la que se refería, ¡sino que al maldito dinosaurio! Todavía me dan escalofríos y hasta celos de ese bicharraco que me quitó toda mi ilusión.

Pero bueno, al punto. Como decía estoy en medio de la juguetería buscando al señor de "con por favor y gracias" y una serie de otras cosas para niños. ¿Qué era lo extraño? Que ni a las mellizas, ni a los gemelos les gustaba ese dinosaurio, ellos eran de la onda del ratón y de esa niña del demonio que era Masha, y tanto Sofi, como Kat y mi bello Elliot ya estaban en la onda de la Play y el Xbox. Como digo no sé que mierda hago aquí buscando eso, pero como dice mi jefecito para eso me pagan.

Una vez que termino con mis compras infernales echo el saco de santa a la maletera del auto, con la mirada atenta de don Luis, que trata de aguantarse la risa por la cara de fastidio que llevo, me subo en el asiento del copiloto y le pido a don sonrisas que me lleve a la casa de la jefa.

-Deja de refunfuñar, se te fruncirá el ceño como a tu jefe y aún eres muy joven para esos trotes y tener arrugas.

-Dígame una cosa don Luis ¿No le parece extraño que la jefa nos haya pedido venir por estas cosas?

-Para nada, a ella le encanta regalonear a sus nietos y me imagino que a alguno de ellos le debe gustar Barney. Mi hija lo amaba y hasta yo terminé aprendiéndome todas sus canciones.

-Oh, por favor. A mí me daba pavor verlo, era más de los Backyardigans o de los mini Einstein, hasta la casa del ratón prefería ver antes que a ese monstruo morado.

Su sonora carcajada me dejó sin palabras, así que solo me sumé a sus risas. Al llegar a la casa de los Scott Soré don Luis me ayudó a sacar todo lo que traía y la señora Paula me recibió. Ella era la nueva ama de llaves de la casota esta y debía decir que su trabajo era impecable y me caía la mar de bien.

Me avisó que la jefa estaba en la sala de juegos con las gemelas, el bello de Elliot y una visita que se pondría muy feliz con lo que le llevaba. Cuando entré a la sala de juegos me encontré con las pequeñas diablillas jugando con sus muñecas, al principito bello con su Play y a la señora Blue con otro niño que al parecer se había quedado dormido.

-Hola jefa-dije casi susurrando.

-Hola Dani, gracias por ayudarme con lo que te pedí.

-¿Quién es esta preciosura?- pregunto pues no conocía a este pequeñín.

-Este es mi querido nietecito Tomás, el pobre terminó muerto, no está acostumbrado a tanta intensidad de esas dos loquillas.

-¡¿Qué?!- Era el hijo de mi jefe, se llamaba igual que él, pero ¿Cómo que el hijo del jefe? ¿Cuándo fue que lo hizo? Si ya estaba criadito y peor aún ¿Quién era su mamá?

-¡Dani!

-Oh, por fin me notaron- salí de mis cuestionamientos y dije saludando a las gemelitas que se abalanzaron para llenarme de besos-. Bajen el volumen que van a despertar a su primito.

-Es igual de flojo que el tío Thomas, no aguanta nada y además es un llorón - me dice Alondra ¿O será Catalina? Jamás las puedo distinguir, pero lo que dice corrobora mis especulaciones.

-¿Qué nos trajiste, Dani?

-Bueno, yo...

-La caja de legos de Ema y las Barbies, Dani -me dice la jefa.

-Oh, sí, sí, me siento como la duende de santa en navidad con tantos regalos de su abuela ¿Se han portado bien?

-Por supuesto, somos dignas hijas de mamá, unas dulzuras- me responde una y la otra termina la frase, con la jefa sólo nos reímos y seguí con mi trabajo de ayudante de santa. Para ese momento, los gritos de felicidad de las gemelas despertaron al pequeñito que miraba todo con sus ojitos aún con sueño.

-¡Balney! ¿Es pada mí? - pregunta con esos ojazos que dios le dio ¡Mierda se parecían a los de la gatita huraña!

-Sí, sí, es para ti precioso.

-Dani, será mejor que dejemos a los niños con Gloria, ven que necesito hablar contigo.

¡La santa madre que te parió! la jefa se debe haber dado cuenta que yo me di cuenta y... ¡Ah! ¿Qué digo? Estoy muerta.

-Sí, vayan, yo me encargo de estos angelitos.

Fui detrás de la jefa, con la cabeza gacha y esperando lo peor, mi estómago estaba apretado y ya había empezado a sacar las cuentas de cuanto me quedaba ahorrado para buscar trabajo en algún lugar donde no me pidieran papeles y darle la cara a don Enzo por haberlo dejado mal y...

-Toma asiento Dani, Lo que te voy a contar es muy importante y requiere de la máxima discreción.

-¿No me va a despedir?

-¡No! ¿Por qué lo haría mi niña?

-Ay no sé jefa, con ustedes nunca se sabe. - digo avergonzada, ya la cagué, pero la jefa soltó una dulce risita y se sentó frente a mí.

-Bueno, eso podrías haberlo dicho cuando revisé tus antecedentes y no lo hice ¿no?

-En eso tiene toda la razón y se lo agradezco, pero ahora cuénteme el chisme que muero por saber.

La jefa me contó lo que estaba pasando y lo importante que sería para el jefe gruñón el que su familia volviera, me imploró que no le contara y obviamente eso hice, ni cuando se destapó el escándalo unos días después mis labios hablaron, fui una verdadera tumba y cada día que pasaba me contentaba ver a mi jefe con una sonrisa de oreja a oreja todas las mañanas, pero no todo en la vida era alegría para mí y de eso sería testigo y parte fundamental los meses que seguirían...

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