Arrepentirías a Ofenderme: El Regreso De La Ceo
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Capítulo 3

Al día siguiente, cuando Ximena entró en las oficinas de Tequila Imperio, la atmósfera era palpable.

El aire, normalmente vibrante con llamadas y el ajetreo de un negocio próspero, estaba cargado de un silencio tenso. Los empleados que solían saludarla con sonrisas y respeto ahora desviaban la mirada, susurrando entre ellos en cuanto ella pasaba.

Era como caminar por un campo de minas. Cada mirada era una explosión silenciosa, cada silencio un cráter de incertidumbre.

Ignoró las miradas y se dirigió a su oficina, la más grande, con vistas panorámicas a los campos de agave que ella misma había elegido comprar hacía años.

Sobre su escritorio de caoba, perfectamente ordenado como siempre, había un sobre blanco con el logo de la empresa. No tenía remitente, pero no necesitaba tenerlo.

Lo abrió con un abrecartas de plata, un regalo de aniversario de Ricardo. Dentro, una sola hoja.

"Por medio de la presente, y por decisión unilateral del Director General, Ricardo Valdés, se le notifica a la señora Ximena Ríos que queda relevada de todas sus funciones y responsabilidades dentro de la empresa Tequila Imperio S.A. de C.V., con efecto inmediato. Se le prohíbe el acceso a las instalaciones a partir de la fecha."

Ximena releyó la nota, una sonrisa amarga se dibujó en sus labios. Era absurdo. Infantil. Ricardo estaba jugando a ser el rey en un castillo que no le pertenecía por completo.

La puerta de su oficina se abrió suavemente y Mateo, el director de marketing, asomó la cabeza. Su rostro estaba pálido y lleno de preocupación.

"Ximena... ¿lo viste?" preguntó en voz baja, cerrando la puerta detrás de él. "Todo el mundo está hablando de ello. Dicen que te despidió. Es una locura, no puede hacer eso."

"Claro que no puede," respondió Ximena con calma, doblando la nota y dejándola a un lado. "Pero puede intentarlo. Está tratando de humillarme, de aislarme."

"La víbora de Sofía ha estado paseándose por toda la oficina desde primera hora," continuó Mateo, su voz llena de disgusto. "Está dando órdenes, diciendo que ahora ella es la mano derecha del director y que todos deben reportarle a ella. La gente está confundida y asustada."

Ximena asintió, procesando la información. Esto era más que una rabieta de su esposo; era un golpe de estado mal ejecutado.

"No te preocupes, Mateo," dijo, y su voz, firme y segura, pareció calmar al preocupado director. "Un perro que ladra mucho no siempre muerde. Y Ricardo acaba de demostrar que su correa es muy corta. Legalmente, él no puede despedirme. Soy dueña del cuarenta y nueve por ciento de las acciones. Soy cofundadora y miembro del consejo. Este papel no vale ni el árbol del que lo sacaron."

Mateo suspiró aliviado. "Sabía que no te quedarías de brazos cruzados. Eres la mujer más fuerte que conozco."

Hizo una pausa, y su tono se volvió más personal, casi tímido.

"Ximena... si necesitas algo... lo que sea. Un testigo, un contacto... he notado cosas raras en las finanzas últimamente. Movimientos que no tienen sentido. Quizás no sea nada, pero..."

Ximena lo miró, agradecida por su lealtad y su astucia. Él siempre había sido un aliado, un hombre inteligente y decente. Quizá, en otro universo, las cosas habrían sido diferentes.

"Gracias, Mateo. Lo tendré en cuenta," dijo con una sonrisa genuina. "Aprecio tu apoyo más de lo que crees."

"Siempre," respondió él, y en esa sola palabra había un mundo de promesas.

Después de que Mateo se fue, Ximena no perdió el tiempo en lamentos. Se sentó en su silla, encendió su computadora y se puso a trabajar. Abrió el informe de ventas trimestral y comenzó a analizar los datos, su mente aguda enfocándose en las cifras y las proyecciones.

Si Ricardo y su amante pensaban que una carta estúpida la iba a detener, estaban muy equivocados. La guerra apenas comenzaba, y ella no planeaba perder. Su campo de batalla sería la empresa que había ayudado a crear, y sus armas serían su inteligencia, su fortaleza y la verdad.

            
            

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