Mi esposa, Sofía, me iba a dejar por otro, y yo iba a hacer que se arrepintiera por el resto de su vida.
No con gritos ni con peleas, sino con algo mucho peor, algo que la obligaría a ver la verdad que tanto ignoraba.
Hoy es el cumpleaños de mi madre, habíamos quedado en celebrarlo juntos, una cena tranquila en su casa, como todos los años.
Sofía me prometió que saldría temprano del trabajo.
Pero ya eran las ocho de la noche y no contestaba el teléfono, su silla en la mesa seguía vacía.
Mi madre me miraba con preocupación, intentando disimular.
"Tal vez tuvo mucho trabajo, Ricardo, ya sabes cómo es su empresa."
Yo sabía perfectamente cómo era, porque esa empresa la levanté yo, y se la di a ella como regalo de bodas hace dos años.
Un escalofrío recorrió mi espalda, no de frío, sino de una certeza helada.
Revisé mis redes sociales, y ahí estaba.
Una publicación de una de sus amigas.
Una foto grupal en un bar caro, todos sonriendo a la cámara.
Y en el centro, Sofía, abrazada a un hombre.
No era cualquier hombre, era Mateo, su primer amor, el tipo que la dejó plantada por una mujer con más dinero años atrás.
Sofía se veía radiante, feliz, como no la había visto en meses.
Pero había un detalle que me llamó la atención, un detalle que gritaba traición.
En la mano que rodeaba el cuello de Mateo, su dedo anular estaba desnudo.
Se había quitado el anillo de bodas.
El coraje me subió a la cabeza, un calor que me quemaba por dentro.
Sin pensarlo dos veces, dejé un comentario en la foto, visible para todos sus amigos y conocidos.
"Qué bien te ves, mi amor. Lástima que te olvidaste del cumpleaños de mi madre. Pero veo que estás ocupada con tu 'verdadero amor' . Espero que al menos él sí tenga dinero para pagarte las cuentas."
La respuesta no tardó en llegar.
Menos de un minuto después, la foto desapareció, y mi comentario con ella.
Inmediatamente, mi celular sonó.
Era Sofía.
"¿Se puede saber qué demonios te pasa, Ricardo? ¿Por qué me humillas públicamente?"
Su voz sonaba irritada, como si yo fuera el que había hecho algo malo.
La rabia que sentía se convirtió en una calma peligrosa.
"¿Humillarte? ¿Yo te estoy humillando a ti? ¿O eres tú la que me humilla a mí, faltando al cumpleaños de mi madre para irte a revolcar con ese bueno para nada?"
"¡No te permito que le hables así a Mateo! ¡Él es el amor de mi vida!"
"¿El amor de tu vida? ¿El mismo que te pateó en cuanto encontró a alguien con más lana? ¿Ese es el gran amor que tanto presumes? No seas ridícula, Sofía."
"¡Tú no entiendes nada! Lo nuestro es real, es amor de verdad, no como el nuestro, que fue un simple arreglo."
"Un arreglo que te dio una empresa, una casa y una vida de lujos. ¿Estás dispuesta a renunciar a todo eso por ese pendejo?"
Pude escuchar su risa burlona al otro lado de la línea, una risa que me partió el alma y selló su destino.
"¿Renunciar? ¿Por qué tendría que renunciar? La empresa está a mi nombre, Ricardo. Y una vez que nos divorciemos, la casa también será mía. Tú te quedarás sin nada."