Los 30 Día Para Confirmar Tu Amor
img img Los 30 Día Para Confirmar Tu Amor img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

Mientras Sofía se burlaba, escuché una voz masculina de fondo, una voz melosa y deliberadamente provocadora.

"Mi amor, ¿quién es? ¿Tu futuro exmarido? Dile que no moleste, que estamos ocupados."

Era Mateo.

El descaro me revolvió el estómago.

"Dile a tu chango que se calle, Sofía. Y escúchame bien, porque no te lo voy a repetir. Vas a lamentar cada palabra que acabas de decir."

Colgué el teléfono.

Mi madre me miraba con los ojos llenos de tristeza.

"Hijo, lo siento mucho."

"No te preocupes, mamá. Todo va a estar bien."

Le di un beso en la frente, tomé las llaves de mi auto y salí del departamento.

No sabía exactamente a dónde iba, pero mis manos se movían solas, conduciendo hacia el bar de la foto.

Necesitaba verlos, necesitaba confirmar con mis propios ojos la magnitud de su traición.

Llegué al lugar y los vi en una mesa junto a la ventana, riendo y bebiendo.

Me estacioné al otro lado de la calle y esperé.

No pasó mucho tiempo antes de que salieran.

Mateo caminaba pavoneándose, con un brazo posesivo alrededor de la cintura de Sofía.

Caminé directamente hacia ellos.

"Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí," dijo Mateo, con una sonrisa de superioridad.

Me miró de arriba abajo, evaluándome.

"Así que tú eres el cornudo."

Sofía se puso pálida.

"Mateo, por favor..."

Ignoré a Sofía. Mi atención estaba fija en él.

"Y tú debes ser el muerto de hambre que busca que le paguen las deudas."

La sonrisa de Mateo se borró de su cara.

"¿Qué dijiste, imbécil?"

Se acercó a mí, tratando de intimidarme. Era más alto, pero su postura era blanda, la de alguien que nunca ha trabajado de verdad en su vida.

"Dije que eres un vividor," repetí, mi voz era tranquila pero firme. "Un tipo que dejó a Sofía por dinero y que ahora vuelve arrastrándose porque seguramente ya se gastó lo de la otra."

Mateo levantó la mano para golpearme, pero fui más rápido.

Le di una patada en la espinilla, con la punta de mi zapato de vestir.

El golpe fue seco y doloroso.

Soltó un grito agudo y se dobló, agarrándose la pierna.

"¡Mi pierna, pendejo!"

Aproveché su distracción para darle un empujón que lo mandó al suelo.

Cayó de una manera poco elegante, como un saco de papas.

Sofía corrió a ayudarlo, lanzándome una mirada de odio puro.

"¡Estás loco, Ricardo!"

"Él empezó," dije calmadamente, mientras Mateo se levantaba, cojeando y con la cara roja de furia y humillación.

"Te vas a arrepentir de esto," siseó Mateo. "Sofía me ama a mí. Siempre me ha amado. Tú solo fuiste un cheque en blanco para ella."

"La gente que presume de algo es porque carece de ello," le respondí. "Tú presumes de su amor, pero solo buscas su dinero."

Justo en ese momento, algo extraño sucedió.

Frente a mis ojos, suspendida en el aire, apareció una pantalla de luz azul, como una tableta holográfica.

Solo yo parecía poder verla.

En la pantalla, apareció una ficha de información detallada.

[Nombre]: Mateo Hernández

[Edad]: 32 años

[Ocupación]: Desempleado

[Estado Financiero]: Deuda total de 2,000,000 de pesos (préstamos bancarios, tarjetas de crédito, deudas con agiotistas).

[Motivación Actual]: Seducir a Sofía para que pague sus deudas y mantener un estilo de vida lujoso.

Sentí un escalofrío.

No entendía qué era esa pantalla, pero la información que mostraba confirmaba todas mis sospechas.

Miré a Mateo, que seguía tratando de mantener su fachada de tipo rudo.

"¿Dos millones de pesos es mucho, Mateo? ¿Los agiotistas ya te están buscando?"

La cara de Mateo se transformó.

El color se le fue del rostro y sus ojos se abrieron con pánico.

"¿Tú... cómo sabes eso?"

"Sé muchas cosas," dije, mi voz sonando más amenazadora de lo que pretendía. "Sé que estás hasta el cuello de deudas y que ves a Sofía como tu boleto de lotería."

Mateo no pudo responderme.

Tartamudeó algo ininteligible, agarró a Sofía del brazo y prácticamente la arrastró hacia su auto.

Se fueron de allí a toda prisa, dejando un rastro de llantas quemadas en el asfalto.

Me quedé solo en la acera, mirando la pantalla azul que seguía flotando frente a mí.

Esto lo cambiaba todo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022