Corazón Roto, Linaje Descubierto
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Capítulo 3

"Una decisión excelente, padre," dijo Marco, su voz tenía un tono de falsa gratitud. "Así Luna tendrá una ocupación tranquila y podrá... ayudar a mi hermano."

El Director General asintió, dando por zanjado el asunto. Para él, era una solución práctica a un problema menor. Yo había sido públicamente rechazada por su hijo heredero, y ahora me asignaban a su hijo "defectuoso". El equilibrio se mantenía.

Miré a Estrella. Su sonrisa era perfecta, su postura era la de una reina. Nadie sabría que creció en el mismo barrio pobre que yo, que durante años luchó por ocultar nuestro origen. Ella se había reinventado a sí misma, puliendo cada detalle hasta convertirse en la joya que Marco creía que era. Pero yo conocía la verdad, conocía las mentiras sobre las que había construido su vida.

Marco y Estrella se acercaron a mí, su felicidad era tan evidente que resultaba grotesca.

"Felicidades, Luna," dijo Estrella, fingiendo compasión. "Diego es un buen hombre. Seguro que te cuidará bien."

"O más bien, tú lo cuidarás a él," añadió Marco con una sonrisa burlona. "Supongo que es un trabajo adecuado para una programadora de interfaz básica. No requiere mucho esfuerzo mental."

Sus palabras buscaban herirme, humillarme una vez más. En mi vida anterior, me habrían destrozado. Pero ahora, solo veía a dos tontos celebrando una victoria que no entendían.

Los miré con una calma que los descolocó.

"Tienes razón, Marco," dije, mi voz era suave pero cortante. "No se puede comparar. Tú elegiste el brillo exterior, la promesa de un gran poder." Hice una pausa y luego añadí: "Yo me quedo con la nobleza de corazón. Es algo que, lamentablemente, el dinero y las estrellas no pueden comprar."

La cara de Marco se contrajo. Le había golpeado donde más le dolía, en su obsesión por el estatus y el linaje.

"No sabes de lo que hablas," siseó. "Estrella y yo crearemos un heredero que hará historia, un genio que superará incluso a tu... anterior milagro. Un ser de linaje puro, no una casualidad afortunada como la tuya."

Ahí estaba. La confirmación. Él también recordaba. Recordaba a nuestro hijo, y lo despreciaba por tener mi sangre. Su ambición no tenía límites.

"Ten cuidado con lo que deseas, Marco," le dije, mi mirada pasando de él a Estrella. "Y tú también, hermana. A veces, cuando pides un dios, el universo te entrega un monstruo."

Marco soltó una carcajada.

"Amenazas vacías de alguien que lo ha perdido todo. Disfruta de tu vida cuidando a un enfermo, Luna. Es el lugar al que perteneces."

Se dieron la vuelta y se alejaron, riendo juntos, convencidos de su aplastante victoria.

No sabían que acababan de entregarme las llaves del reino.

            
            

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