La Luna de Sofía: Traición y Renacer
img img La Luna de Sofía: Traición y Renacer img Capítulo 4
5
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Unos días después, el que llamó fue mi padre. Su voz no era de súplica como la de mi suegra, sino de furia contenida.

"¡Sofía, qué demonios hiciste!", gritó al otro lado de la línea. "Acabo de ver tu publicación en Facebook. 'Lamento informar que mi esposo, Jorge, se encuentra desaparecido y tememos por su vida'. ¿Estás loca? ¡Acabas de arruinar la reputación de la familia!"

"Hola, papá. Yo también estoy bien, gracias por preguntar. La bebé está perfecta", respondí con un sarcasmo helado.

"¡No estoy para juegos, Sofía! ¿Por qué harías algo así?"

"Porque era necesario", expliqué con paciencia, como si hablara con un niño. "El despacho de Jorge está recibiendo llamadas de clientes y acreedores. Sus socios están nerviosos. Al declararlo 'desaparecido', congelo legalmente muchas de sus obligaciones. Es una estrategia para protegerme, para proteger el patrimonio que aún queda. Dejé de recibir al menos diez llamadas al día desde que lo publiqué".

"¿Protegerte? ¡Parece que lo estás enterrando en vida! La gente está hablando, Sofía. Dicen que lo abandonaste, que eres una esposa fría y sin corazón".

Me reí. Una risa seca, sin alegría.

"¿Y qué esperaban que hiciera, papá? ¿Que me pusiera un vestido negro y llorara en público por un hombre que me abandonó en pleno parto? ¿Que vendiera mi casa para mandarle dinero a su aventura romántica? Por favor. Tú me enseñaste a ser pragmática. Estoy siendo pragmática".

"Esto no es pragmatismo, es crueldad. Es tu esposo".

"Era mi esposo", lo corregí. "Y te recuerdo que tu matrimonio, ese que tanto defendías por las apariencias, terminó porque no soportaste que mamá fuera más exitosa que tú. Así que no me hables a mí de lealtad conyugal. Tú te preocupas por el 'qué dirán', yo me preocupo por el hecho de que tengo una hija que alimentar y un futuro que construir, sola".

Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea. Sabía que le había dado donde más le dolía.

"No tienes idea de lo que estás haciendo", dijo finalmente, con la voz más baja.

"Oh, claro que la tengo", respondí. "Tengo una idea muy clara. Te diré lo que va a pasar. Jorge, en su fantasía, va a rescatar a Laura. Se sentirá como un héroe de película. Y por un momento, ella también lo verá así. Pero luego, la realidad los va a golpear. Él ya no es el abogado exitoso, es un hombre que abandonó a su familia, herido y con deudas. Y ella, la aventurera idealista, se dará cuenta de que un héroe con problemas económicos y un bebé en otra parte del mundo no es tan romántico como parece. Se aburrirá de él. Lo dejará. Y entonces, él querrá volver aquí, esperando que yo lo reciba con los brazos abiertos y le agradezca por su gran sacrificio".

Mi padre no contestó. Estaba procesando la crudeza de mis palabras.

"Pero para entonces, papá", continué, "ya no habrá nada para él aquí. Ni esposa, ni hija, ni casa, ni dinero. Solo las consecuencias de sus propias decisiones".

"Eres... eres muy dura, Sofía", susurró.

"El mundo es duro. Él me enseñó eso de la peor manera. Adiós, papá".

Colgué antes de que pudiera responder. Me sentí extrañamente vacía. Ganar esa discusión no me trajo ninguna satisfacción. Justo en ese momento, Luna comenzó a llorar desde su cuna. Un llanto agudo, exigente.

Suspiré. El mundo de las intrigas familiares, las reputaciones y las venganzas frías se desvaneció. Mi realidad era mucho más simple y demandante. Un pañal sucio, un bebé con hambre, una noche sin dormir por delante. Y por primera vez en días, sonreí. Porque esa realidad, aunque agotadora, era mía. Era real.

                         

COPYRIGHT(©) 2022