La Venganza de La Esposa Renacida
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Capítulo 4

Desperté con el olor a desinfectante y el pitido rítmico de una máquina. Estaba en una cama de hospital, con una vía intravenosa en el brazo y la mano vendada. La luz del sol se filtraba suavemente por la ventana.

Carlos, el joven pasante, estaba sentado en una silla a mi lado, cabeceando.

"¿Carlos?" , susurré. Mi garganta estaba seca.

Él se sobresaltó y se puso de pie de inmediato. "¡Señora Sofía! ¡Despertó! ¿Cómo se siente? ¿Le duele algo?"

"Estoy bien" , mentí. Me dolía todo. "¿Qué pasó?"

Su rostro se iluminó con alivio. "¡Funcionó! Marco hizo un trabajo increíble. La defensa de la anciana fue un éxito. La declararon inocente de todos los cargos."

"¿Y la pandilla?" , pregunté, temiendo la respuesta.

"Fueron arrestados" , dijo Carlos, y luego añadió algo extraño. "Pero fue raro. Apenas terminó el juicio, ellos mismos se entregaron a la policía que ya estaba afuera. No opusieron resistencia. Era como si su único objetivo fuera que la anciana quedara libre. Una vez que lo lograron, el resto no les importó."

Era exactamente como yo había predicho. Su lealtad no era a la anarquía, sino a esa mujer.

La puerta se abrió y Marco entró. Se veía terrible. Tenía un ojo morado y varios cortes en la cara, pero su expresión era de pura mortificación.

"Sofía..." , empezó, su voz era apenas un susurro. "Yo... no tengo palabras. Lo siento tanto. Ricardo... me llenó la cabeza de mentiras. Me dijo cosas horribles sobre ti. Fui un idiota, un completo imbécil."

Lo miré, pero no dije nada. Mi silencio era un muro más grueso que cualquier palabra de reproche.

Se acercó, queriendo examinar mi mano vendada. "Déjame ver..."

"¡No la toque!" , espetó Carlos, interponiéndose entre nosotros. Su lealtad era un pequeño punto de calor en el frío que me rodeaba.

En ese preciso momento, la puerta del cuarto se abrió de una patada con una violencia que hizo temblar las paredes.

Eran Ricardo y Camila.

Ricardo entró como un huracán de furia. Su traje de diseñador estaba impecable, pero su rostro estaba contraído por la rabia. Camila se aferraba a su brazo, con los ojos enrojecidos como si hubiera estado llorando por horas.

"¡Eres una perra manipuladora!" , me gritó Ricardo, señalándome con el dedo. Su voz resonó en la pequeña habitación. "¡Todo esto es tu culpa! ¡Por tu culpa, Camila casi pierde a su perro para siempre! ¡Por tu culpa, tuve que pasar todo el día en una comisaría!"

Marco, sorprendido, intentó intervenir. "Ricardo, no sabes lo que pasó. Sofía..."

"¡Tú cállate!" , lo empujó Ricardo, haciéndolo tropezar. "¡Seguro que ella también te engañó a ti!"

Se acercó a mi cama, su rostro a centímetros del mío. Su aliento olía a café caro y a ira.

Se rio, una risa cruel y sin alegría.

"¿Te lastimaste a ti misma para que sintiera lástima? ¿Para que volviera corriendo a tus brazos? No te creo nada, Sofía. Conozco tus trucos."

Luego, se inclinó aún más, su voz bajó a un susurro que solo yo pude oír, un susurro que me heló la sangre.

"Sé que tú también 'renaciste' . Dejaste que me culparan en la vida pasada, y ahora quieres arruinarme en esta. Pero no te va a funcionar."

Me quedé paralizada. Así que él también lo recordaba todo. Esto no era solo una venganza, era una guerra entre dos almas que habían vuelto de la muerte.

Carlos, sin entender la amenaza oculta, estalló. "¡Señor, no puede hablarle así a su esposa! ¡Ella casi muere por su culpa!"

"¡No la llames mi esposa!" , gritó Ricardo, su furia volviendo a estallar.

Me incorporé en la cama, el dolor punzante en mi cuerpo no era nada comparado con la rabia fría que me invadía.

"El hipócrita aquí eres tú, Ricardo" , dije, mi voz sonaba rasposa. "Tú abandonaste a tu cliente. Tú me abandonaste a mí. Todo por ella." Miré a Camila, que se encogió bajo mi mirada.

Camila comenzó a sollozar. "Ricardo, por favor, no peleen. Vámonos."

Inmediatamente, la furia de Ricardo se disolvió y se convirtió en una ternura empalagosa. La abrazó, acariciándole el pelo.

"Tranquila, mi amor. Ya pasó todo." Se giró hacia mí, su rostro de nuevo una máscara de desdén. "Como ves, mi protegida necesita descansar. Su perro ya fue encontrado, sano y salvo. La anciana fue defendida. Todo se resolvió sin mí. Ahora, si nos disculpas..."

Y sin más, se dio la vuelta y salió de la habitación, rodeando con su brazo a una Camila sollozante, como si fueran las verdaderas víctimas de todo el calvario.

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