Las Cenizas de un Amor Prohibido
img img Las Cenizas de un Amor Prohibido img Capítulo 3
4
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

La noche era fría. Caminé sin rumbo por las calles del barrio, las mismas calles que me habían visto crecer, que me habían aclamado como un campeón. Ahora se sentían extrañas, hostiles. Cada sombra parecía ocultar a un sicario, cada coche que pasaba me hacía saltar. La paranoia era un veneno que se extendía por mis venas.

Mi cuerpo temblaba, una mezcla de frío, rabia y un dolor profundo que se alojaba en el centro de mi pecho. Me refugié en un pequeño hotel de paso, uno de esos lugares anónimos donde nadie hace preguntas. La habitación olía a humedad y a desinfectante barato. Me senté en el borde de la cama, que crujió bajo mi peso, y me cubrí la cara con las manos.

No podía pensar con claridad. Las voces de Sofía y Mateo se repetían en mi cabeza, una y otra vez. Doscientos pesos. Un escalón. Un perro.

Pasaron horas, o quizás minutos. Perdí la noción del tiempo. Mi teléfono vibró. Era ella. Sofía.

Dejé que sonara. Una, dos, tres veces. Luego llegó un mensaje de texto.

"Ricardo, mi amor, ¿dónde estás? Estoy muy preocupada. No volviste a la habitación. Por favor, contéstame."

La hipocresía era tan descarada que me provocó náuseas. Borré el mensaje sin responder.

El teléfono volvió a vibrar. Otro mensaje.

"Cariño, sé que estás molesto por lo de Mateo. Fui muy dura contigo. Perdóname. Vuelve a casa, por favor. Hablemos."

Estaba probando las aguas, tejiendo su red. Si yo volvía, me envolvería en sus mentiras, me haría creer que todo era un malentendido.

El teléfono sonó de nuevo. Esta vez era Mateo. Dudé un segundo y luego contesté. Quería escuchar qué más tenían que decir.

"Ricardo, cuñado. Oye, lo siento por lo de ayer. Fui un imbécil. Sofía está muy preocupada por ti. ¿Dónde te metiste?"

Su voz sonaba forzadamente arrepentida. Era una mala actuación.

"Necesito estar solo un rato, Mateo", dije, mi voz ronca.

"Entiendo, hermano. Pero no es seguro que andes por ahí solo. Hay gente que te quiere mal. Sofía y yo estamos preocupados por tu seguridad."

La ironía casi me hace reír.

"¿Ah, sí? ¿Y qué sugieren?", pregunté, jugando mi papel.

"Ven a vernos. No a la casa. A un lugar seguro. Sofía encontró una bodega abandonada que podemos usar como refugio temporal hasta que las cosas se calmen. Ella te enviará la dirección. Es por tu bien, Ricardo. Queremos protegerte."

Un refugio. Una trampa. El lugar perfecto para una emboscada.

"Está bien", dije, mi voz vacía. "Dile que me mande la dirección."

Colgué. El plan era claro. Querían llevarme directamente a la boca del lobo.

Mi teléfono vibró de nuevo. No era un mensaje de Sofía. Era otro número desconocido. Un mensaje de texto corto y directo.

"El Chacal sabe dónde estás. Van para allá. Sofía se lo dijo."

Miré el mensaje. No sabía quién me lo enviaba, pero no importaba. Era la confirmación que necesitaba. Me levanté de la cama, el letargo se disipó, reemplazado por la adrenalina helada de la supervivencia.

Justo en ese momento, escuché un coche frenar bruscamente en la calle, debajo de mi ventana. Me asomé con cuidado por un resquicio de la cortina. Un sedán negro, sin placas. Varios hombres corpulentos bajaron. Reconocí a uno de ellos. Era la mano derecha de El Chacal.

No había tiempo.

No había a dónde huir.

Me habían acorralado. La puerta de la habitación del hotel se sentía increíblemente frágil. Escuché pasos subiendo la escalera, pesados y decididos.

Me metí en el pequeño baño y cerré la puerta sin hacer ruido, conteniendo la respiración. Mi corazón martilleaba contra mis costillas.

Escuché un golpe seco en la puerta de la habitación, luego otro más fuerte. La madera se astilló. Un golpe más y la puerta cedió con un estruendo.

"¡Revisen todo!", gritó una voz áspera.

Escuché sus pasos dentro de la habitación, el sonido de cosas siendo arrojadas. Se estaban acercando a la puerta del baño.

Mi mente trabajaba a toda velocidad. No había salida. Solo una pequeña ventana alta que daba a un callejón oscuro.

La perilla de la puerta del baño comenzó a girar.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022