Capítulo 3

En cuanto Valeria se fue, la llamada con Alejandro continuó, pero el ambiente ya no era el mismo.

"Sofía", dijo con un tono serio, "entiendo que estés molesta, pero no tenías que hablarle de esa forma, fuiste demasiado directa".

Su comentario me dejó perpleja, ¿directa? ¿Acaso yo era la que estaba equivocada?

"¿Qué?", respondí, incrédula, "¿te parece que yo fui la grosera?".

"No digo eso", se apresuró a corregir, "pero antes no eras así, siempre has sido más comprensiva".

Sus palabras me hicieron pensar, recordé todas las veces que otras chicas habían intentado coquetear con él, Alejandro siempre había sido frío y distante con ellas, estableciendo límites claros, nunca les daba la más mínima oportunidad, ni siquiera se dignaba a mirarlas.

Él siempre había sido mi roca, mi lugar seguro, el hombre que despreciaba los juegos y las insinuaciones.

Pero esta vez era diferente, él había permitido que Valeria cruzara una línea, había defendido su "torpeza", había minimizado mis sentimientos.

Había permitido que la situación llegara tan lejos.

Sintiendo mi silencio, Alejandro intentó suavizar las cosas, su voz se volvió melosa y seductora.

Se acercó a la cámara, como si pudiera acortar la distancia entre nosotros.

"Mi amor, sabes que el corazón de Alejandro solo le pertenece a Sofía", susurró, rozando virtualmente mi cabello, "no te enojes, ¿sí? No vale la pena por alguien insignificante".

Luego, se inclinó para besar la pantalla, un gesto que antes me habría derretido, pero que ahora se sentía vacío.

"Ella es solo mi interna, una persona sin importancia", añadió, tratando de tranquilizarme.

Sus palabras eran dulces, sus gestos cariñosos, y por un momento, quise creerle, quise pensar que todo era producto de mi imaginación, que estaba exagerando.

Pero en el fondo de mi corazón, una voz me decía que algo había cambiado.

Hoy, Alejandro no era el mismo hombre del que me enamoré.