Amor Muerto, Odio Vivo
img img Amor Muerto, Odio Vivo img Capítulo 3
4
Capítulo 4 img
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

Cuando entro a la oficina contigua a la cocina, Sofía ya está ahí, regañando a Ricardo. La puerta está entreabierta, y me detengo en la sombra para escuchar.

"¿Se puede saber qué te pasa?", le sisea Sofía, su voz baja y furiosa. "Te dije que te comportaras. ¿Tenías que hacerle eso a Elías? ¿Delante de todos?"

Ricardo se encoge de hombros, con una expresión de fastidio.

"Ay, por favor, Sofía. Fue solo una broma. Además, no soporto la forma en que te mira, como si fuera un perrito faldero. Me da asco."

"Ese 'perrito faldero', como tú lo llamas, es la razón por la que estás vivo y fuera de la cárcel", replica Sofía, su voz temblando de ira contenida. "Es mi esposo, y lo mantengo feliz y dócil para protegerte a ti. Así que más te vale empezar a mostrarle un poco de respeto, al menos en público. ¿Entendido?"

Hay un silencio. Espero que Ricardo proteste, pero en lugar de eso, escucho un tono completamente diferente en su voz, uno suave y casi suplicante.

"Lo siento, Sofi. No volverá a pasar."

Entro en ese momento, fingiendo que acabo de llegar. Llevo una filipina limpia.

"No peleen por mi culpa", digo, con mi mejor tono conciliador. "Ricardo acaba de llegar, está cansado del viaje. De verdad, no fue nada."

Sofía se vuelve hacia mí, su expresión se suaviza al instante. Me toma de la mano.

"Ves, Ricardo. Elías es un caballero. Aprende de él."

Ricardo me lanza una mirada de odio puro, pero no dice nada. Yo le ofrezco una pequeña sonrisa, una sonrisa que dice 'yo gano'.

Más tarde, esa noche, mientras la fiesta continúa, me aseguro de que mi plan secreto siga en marcha. A través de las cámaras que Laura instaló, observo a Sofía y a Ricardo. Se han retirado a uno de los balcones privados del hotel, creyendo que nadie los ve.

En la pantalla de mi teléfono, los veo hablar. No puedo oír lo que dicen, pero sus gestos lo revelan todo. La forma en que Sofía le acaricia la mejilla a Ricardo no es la de una hermana. La forma en que él se inclina hacia ella, buscando su calor, es desesperada, necesitada.

Y entonces lo veo.

Sofía se inclina y lo besa.

No es un beso en la mejilla ni en la frente. Es un beso en los labios, largo y lleno de una emoción retorcida que me revuelve el estómago. Es un amor enfermo, incestuoso.

Ahora todo tiene sentido. La protección obsesiva, la disposición a destruir vidas por él. No es solo amor fraternal. Es algo mucho más oscuro y profundo.

Guardo el video. Esta es la dinamita que necesito.

Regreso a la fiesta. Busco a Sofía. La encuentro sola cerca de la barra, observando a Ricardo reír con un grupo de gente. Su expresión es de pura adoración.

Me acerco a ella y la abrazo por la espalda. Fingo un temblor.

"Sofía", susurro, mi voz quebrada. "Ver a Ricardo tan feliz, tan lleno de vida... me hace pensar en Mateo. Me hace pensar en lo que perdimos."

Es una jugada arriesgada, pero sé cómo funciona su mente. Mi dolor es su control.

Ella se da la vuelta y me mira, sus ojos llenos de una falsa compasión que ahora me parece grotesca.

"Oh, Elías. Mi amor."

"A veces", continúo, dejando que una lágrima falsa resbale por mi mejilla, "siento que necesito... no sé, estar más cerca de ti. De tu trabajo. De tu mundo. Para no sentirme tan solo con mis pensamientos. Para sentir que soy parte de algo."

La miro con ojos suplicantes, el hombre roto que busca un ancla.

"Sé que tu estudio es tu espacio privado, pero... ¿crees que podría trabajar a veces desde ahí? Solo para estar cerca de ti. Me ayudaría mucho."

Veo la duda en sus ojos, pero luego mira a Ricardo, riendo a carcajadas al otro lado del salón. Su amor por él es su debilidad, y yo la estoy explotando. Protegerlo a él significa mantenerme a mí feliz y controlado. Si darme acceso a su estudio me mantiene dócil, lo hará.

"Claro que sí, mi amor", dice finalmente, acariciando mi rostro. "Mi estudio es tu estudio. Puedes usarlo cuando quieras. Haremos que te pongan un escritorio pequeño al lado del mío."

Sonríe, creyendo que me ha concedido un capricho, un gesto de su infinita generosidad.

Yo le devuelvo la sonrisa, sintiendo el sabor de la victoria en mi boca.

"Gracias, Sofía. Significa todo para mí."

No tiene ni idea de lo que acaba de hacer. No me ha dado un escritorio.

Me ha dado la llave de su caja fuerte. Y estoy a punto de saquearla por completo.

                         

COPYRIGHT(©) 2022