El Reclamo de Mi Vida
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Capítulo 2

Lucía salió furiosa de mi habitación y corrió a la suya, cerrando la puerta con tal fuerza que toda la casa retumbó.

Sacó su celular con manos temblorosas y marcó un número.

"¡Ricardo, tenemos un problema!", dijo en un susurro urgente, mordiéndose una uña por el nerviosismo.

Al otro lado de la línea, la voz de Ricardo sonaba tranquila, casi aburrida.

"¿Qué pasa ahora, Lucía? ¿La princesita no se tomó su leche con veneno?"

"¡No es momento para bromas! ¡La tiró! ¡La tiró por el desagüe mirándome directamente a los ojos! ¡Como si supiera algo!"

Hubo un silencio. Pude imaginar a Ricardo frunciendo el ceño, su mente oportunista trabajando a toda velocidad.

"Cálmate", dijo finalmente. "Quizás solo fue una coincidencia. A lo mejor no se sentía bien. Eso no cambia el plan principal".

"¿Y cuál es el plan principal? ¡Se suponía que la droga la dejaría tan confundida que no podría ni escribir su nombre! ¡Así sería más fácil culparla por la trampa!", exclamó Lucía, paseándose de un lado a otro de su cuarto.

"El plan B siempre ha estado ahí. El dispositivo de trampa ya está en su mochila. Cuando lo encuentren, nadie le creerá. El director ya recibió su 'donativo', está de nuestro lado. Incluso si hace el examen perfectamente, la acusación de trampa la destruirá igualmente".

Lucía pareció calmarse un poco.

"¿Estás seguro?"

"Absolutamente. Eres mi chica, Lucía. Y juntos, vamos a conseguir todo lo que queremos. La herencia de tu padre será tuya, y yo estaré a tu lado. Sofía es solo un obstáculo que estamos a punto de eliminar para siempre".

Sus palabras, que deberían sonar a consuelo, tenían un filo frío y calculador.

No había amor en su voz, solo ambición.

"Confío en ti, Ricardo. Eres el único en quien puedo confiar", dijo Lucía, aunque su voz aún temblaba.

"Así me gusta. Ahora, actúa normal. Deséale suerte. Llora un poco cuando la 'descubran'. Ya sabes cómo hacerlo".

Colgaron la llamada.

Lucía se miró en el espejo, respiró hondo y practicó una expresión de tristeza y decepción.

La máscara estaba de nuevo en su lugar.

Mientras tanto, en mi habitación, yo estaba experimentando una revelación.

Al mirar el calendario de nuevo, me di cuenta de algo que en mi pánico inicial había pasado por alto.

En mi vida pasada, Lucía me dio la leche la misma mañana del examen.

Pero esta vez, al mirar la fecha con más calma, vi que el examen no era hoy.

Era en tres días.

¡Había renacido tres días antes del día fatídico!

Una oleada de euforia me recorrió.

No solo tenía el conocimiento de su traición, ¡tenía tiempo!

Tres días.

Tres días para prepararme, para anticipar cada uno de sus movimientos, para tejer mi propia red y atraparlos en ella.

Mi mente, liberada del veneno que la había nublado, trabajaba a una velocidad vertiginosa.

Recordé cada detalle de mi vida pasada: las preguntas del examen que se filtraron después, los temas clave que todos comentaron, los puntos débiles de mis enemigos.

Tomé una hoja de papel y un bolígrafo y empecé a escribir.

Primero, un esquema detallado de los temas más importantes del examen. Con mi memoria intacta, era como tener el examen resuelto frente a mí. Estudiaría sin descanso, asegurándome de conseguir una puntuación perfecta, una que hiciera que cualquier acusación de trampa pareciera ridícula.

Segundo, el plan de contraataque.

Necesitaba pruebas.

Pruebas irrefutables de su conspiración.

Sabía que Ricardo había puesto el dispositivo en mi mochila. ¿Pero cuándo? ¿Cómo?

Necesitaba exponer no solo a ellos dos, sino también al director corrupto que estaba en su nómina.

Mi cerebro era una máquina, procesando información, creando estrategias.

Me sentía más viva que nunca.

El miedo y la desesperación de mi vida pasada se habían transformado en una energía fría y poderosa.

Iba a cambiar mi destino, y de paso, iba a hacerles pagar por cada lágrima que derramé.

Justo cuando estaba inmersa en mis planes, mi celular vibró sobre la mesa.

Era un número desconocido.

Un mensaje de texto.

Lo abrí con curiosidad.

El mensaje era corto, solo cuatro palabras.

"Cuidado con la leche".

Mi corazón dio un vuelco.

¿Quién era?

¿Cómo podía alguien más saberlo?

Miré el mensaje de nuevo, un escalofrío recorriéndome la espalda.

¿Era un aliado? ¿O un enemigo jugando conmigo?

En mi vida pasada, había estado completamente sola.

Nadie me había ayudado, nadie me había creído.

Sacudí la cabeza.

No importaba.

Fuera quien fuese, no podía confiar en nadie más que en mí misma.

Mi conocimiento del futuro era mi única arma, y no iba a compartirla con nadie.

Borré el mensaje, aparté el celular y volví a mis notas.

Tenía trabajo que hacer.

El juego había comenzado, y esta vez, yo dictaba las reglas.

            
            

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