El Baile Final de Sofía
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Capítulo 1

El recuerdo de la traición era un fuego que me quemaba por dentro, incluso en la fría oscuridad de la muerte. Vi a mi prima, Isabella, en el escenario más grande del mundo del flamenco. Llevaba puesto el vestido rojo y negro que yo había diseñado, cada hilo, cada lentejuela era un sueño que había tejido con mis propias manos durante meses. La tela se movía con ella, pero era mi alma la que danzaba.

La gente la aclamaba, la llamaban la nueva leyenda del flamenco, mientras yo yacía en el olvido, expulsada de la academia, despojada de mi beca, con mi nombre manchado por una acusación falsa de agresión que ella misma había orquestado.

La desesperación fue mi última compañera. Me aferré al amuleto de mi abuela, una pequeña luna de plata, y leí su diario una y otra vez hasta que las páginas se deshicieron. Pero no fue suficiente. Mi cuerpo se rindió, mi espíritu se quebró. El mundo se desvaneció en un silencio helado, con la imagen de Isabella sonriendo triunfante como mi último tormento.

De repente, un destello, una sacudida violenta.

Abrí los ojos.

La luz del camerino me cegó por un instante. El olor a laca y a maquillaje viejo llenaba el aire. Mis manos temblaban, pero al mirarlas, vi el boceto de mi vestido. El vestido. El que Isabella me robaría. Estaba sobre la mesa, intacto, perfecto.

Mi corazón latía con una fuerza brutal en mi pecho. Me puse de pie de un salto, tropezando con mis propios pies. Miré mi reflejo en el espejo. Era yo, pero más joven, con la ingenuidad todavía en mis ojos, la que me había llevado a la ruina. Saqué mi celular del bolso. La fecha. Era el día del concurso. El día en que todo comenzó, el día en que mi vida se convirtió en un infierno.

Había vuelto.

No sabía cómo ni por qué, pero me habían dado una segunda oportunidad.

Las lágrimas que no pude derramar en mi lecho de muerte ahora brotaban sin control, pero no eran de tristeza. Eran de rabia, de una determinación helada que nunca antes había sentido. Recordé cada detalle de mi vida anterior. La sonrisa falsa de Isabella, sus palabras venenosas disfrazadas de cariño, la forma en que manipuló a nuestra familia para que me dieran la espalda. Recordé la mirada de decepción de mis maestros, el desprecio de mis compañeros y la soledad aplastante que me consumió.

No más.

Esta vez, no sería la víctima. Esta vez, yo escribiría el final de la historia.

La puerta del camerino se abrió y entró Isabella, con su sonrisa de siempre, esa que ahora me revolvía el estómago.

"Prima, ¿estás lista? El concurso está por empezar," dijo, con su voz melosa. Sus ojos se posaron inmediatamente en el boceto sobre la mesa. "Wow, Sofía, ese diseño es... increíble. Eres tan talentosa."

En mi vida anterior, esas palabras me habrían llenado de orgullo. Ahora, solo escuchaba la mentira, la envidia que goteaba de cada sílaba.

Me sequé las lágrimas bruscamente y la miré directamente a los ojos, con una frialdad que la sorprendió.

"No me llames prima," dije, mi voz sonando extraña, más dura, más profunda.

Isabella parpadeó, confundida.

"¿Qué? Sofía, ¿estás bien? Estás muy pálida."

Avancé hacia ella, lenta, deliberadamente, como un depredador que acorrala a su presa. Ella retrocedió instintivamente un paso.

"Sé lo que intentas hacer," continué, mi voz baja y amenazante. "Sé que quieres mi diseño."

El color desapareció del rostro de Isabella. Su sonrisa flaqueó.

"No... no sé de qué hablas."

"Ah, ¿no lo sabes?" Tomé el boceto de la mesa y lo sostuve frente a su cara. "Tú, que nunca has tenido una idea original en tu vida. Tú, que siempre has vivido a mi sombra, codiciando todo lo que es mío."

Un grupo de otras bailarinas que pasaban por el pasillo se detuvo, atraídas por la tensión. Susurros empezaron a volar por el aire.

"Esto se acaba aquí y ahora, Isabella," declaré, mi voz resonando en el repentino silencio. "Delante de todas, quiero que quede claro. Este diseño es mío. Esta coreografía es mía. Este futuro es mío."

Levanté la barbilla, sintiendo un poder que nunca supe que tenía.

"Y si vuelves a intentar robarme algo, me aseguraré de que no vuelvas a pisar un escenario en tu vida."

El shock en el rostro de Isabella era delicioso. La víbora había sido expuesta, y esto era solo el comienzo de mi venganza.

            
            

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