Cuando el Juego Termina
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Capítulo 4

El chat del mundo se volvió loco. Las capturas de pantalla de los anuncios circulaban por todas partes.

"¡Qué romántico! ¡Guerrero de Fuego es el mejor!"

"Pobre Puente del Sur de Bambú, la usaron y la tiraron como basura."

"Se lo merecía por fea. ¿Quién se cree que es para estar con un dios como él?"

Sofía no pudo soportarlo más. Se desconectó bruscamente, arrancándose el casco. Las lágrimas que había contenido finalmente brotaron, silenciosas y calientes. Se acurrucó en su silla, el dolor tan intenso que le costaba respirar. Era solo un juego, se repetía, pero el dolor se sentía demasiado real.

Después de horas de llorar, una idea desesperada se apoderó de ella. Necesitaba verlo en persona. Necesitaba que él la viera, a la verdadera Sofía, para que entendiera lo que había perdido. Le envió un mensaje de texto desde un número anónimo. "Soy Puente del Sur de Bambú. Necesito hablar contigo. Te veo en el Café Rive Gauche a las tres."

Por primera vez en años, abrió su armario y sacó un vestido que no había usado desde la universidad, un sencillo vestido blanco que acentuaba su figura. Se maquilló ligeramente, dejando que su belleza natural brillara. Cuando salió a la calle, sintió las miradas de la gente sobre ella, pero esta vez no eran de burla, sino de admiración. Por un momento, se sintió casi normal.

Llegó al café y eligió una mesa junto a la ventana. Las tres en punto llegaron y se fueron. Luego las cuatro. Y las cinco. Héctor nunca apareció. El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de naranja y púrpura. La esperanza de Sofía se desvaneció con la luz del día.

Cuando finalmente se levantó para irse, ya era de noche. La calle estaba oscura y casi desierta. Dos hombres de aspecto sospechoso la vieron y comenzaron a seguirla. Su corazón se aceleró de pánico.

"Oye, preciosa, ¿a dónde vas con tanta prisa?", dijo uno de ellos, bloqueándole el paso.

Sofía intentó rodearlos, pero el otro la agarró del brazo. "No seas así, solo queremos divertirnos un poco."

Justo cuando el miedo estaba a punto de paralizarla, un hombre alto y de hombros anchos apareció de la nada. Con dos movimientos rápidos y precisos, neutralizó a los agresores. "Lárguense. Ahora." Su voz era tranquila pero llena de una autoridad innegable. Los matones huyeron sin mirar atrás.

Sofía, temblando, solo pudo susurrar un "Gracias". El hombre la miró con preocupación. "Deberías tener más cuidado. ¿Estás bien?"

Mientras tanto, en el mundo virtual, el teléfono de Sofía vibró con una notificación. Era un mensaje de Héctor en el juego.

"¿Todavía esperando en el café, tonta? ¿De verdad pensaste que iría? No me hagas reír."

                         

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