Capítulo 5 Tarjeta negra con crédito ilimitado

El Bachillerato Briskvale se encontraba en la cima de la educación local, famoso por contar con los requisitos de ingreso más rigurosos de la ciudad; a lo largo de su larga e ilustre historia, nunca habían aceptado a un estudiante que proviniera de otra escuela, y mucho menos a alguien que hubiera abandonado sus estudios.

Gianna se había ganado su lugar en Briskvale a través de un arduo esfuerzo, respaldada por el apoyo de su familia y un historial impecable.

Gianna se burló para sus adentros mientras miraba de reojo a Grace, quien en ese momento estaba disfrutando tranquilamente de su sopa. ¿Realmente esta huérfana creía que podía entrar a un lugar tan prestigioso como el Bachillerato Briskvale?

Solo los estudiantes más brillantes y ambiciosos caminaban por esos pasillos, y casi todos los graduados asistían a las mejores universidades en el mundo.

¿De verdad aceptarían a alguien que se atrevió a abandonar la escuela?

Eso sería un completo escándalo y mancharía su reputación; una escuela tan importante no correría el riesgo de dañar su legado.

"Tía Julia...". Gianna fingió preocupación. "Escuché que Grace no tenía las mejores calificaciones cuando estudiaba en su ciudad natal...".

Dejó que sus palabras flotaran en el aire deliberadamente mientras sus ojos brillaban con una burla apenas disimulada.

Julia se tomó su tiempo para servirle otra porción de sopa a su hija adoptiva, manteniendo en todo momento una sonrisa cálida y reconfortante. "No hay nada de que preocuparse. Rodger donó un edificio entero a la escuela. El director cree que cada estudiante merece una oportunidad justa, así que Grace puede estudiar en su escuela".

Gianna forzó una expresión de preocupación, pero no pudo evitar que su mandíbula se tensara con indignación. "Solo lo digo por su propio bien. Anteriormente llegó un estudiante que también pagó para ser admitido, pero no pudo seguirnos el ritmo y al final la pasó muy mal. De hecho, se sintió tan presionado que cayó en la depresión".

Le avergonzaba la idea de que alguien en la escuela la asociara con Grace, por lo que decidió hacer todo lo posible para evitar que estudiara en el mismo lugar.

Por un instante, el semblante de Rodger se tornó reflexivo y un atisbo de preocupación cruzó por sus rasgos; realmente no se detuvo a pensar en todos los desafíos a los que su hija adoptiva podría enfrentarse.

Cuando se volvió hacia Grace, notó que sus grandes e inocentes ojos estaban fijos en él; esa mirada tan dulce tocó una fibra sensible dentro de su ser.

El hombre adoptó un tono más gentil de lo habitual: "Grace, si en algún momento te sientes abrumada con las actividades en esa escuela, podemos considerar otras opciones. He realizado donaciones a muchos otros institutos...".

La chica dejó su cuchara con un suave tintineo y se encontró con la mirada de su padre adoptivo antes de responder gentilmente: "No te preocupes. Si tú crees que el Bachillerato Briskvale es el lugar correcto para mí, entonces estudiaré allí. Y para que lo sepas, no soy tan inútil como todos piensan".

Una sensación cálida floreció en el pecho de Rodger. ¿Cómo terminó con una hija tan considerada?

Para él, no importaba si esta chica era brillante o no; los Holden poseían los recursos suficientes para brindarle una vida llena de comodidades.

Todo lo que quería era protegerla de la decepción y darle todas las oportunidades para que alcanzara la felicidad.

Mirándola con una ternura que era inusual en él, comentó: "Todo lo que tu madre y yo deseamos es que encuentres la felicidad y disfrutes de una vida plena".

Esta ternura siempre había estado reservada solo para su esposa, pero parecía que su hija también era digna de recibirla.

Al otro lado de la mesa, Gianna apretó con tanta fuerza su tenedor que sus nudillos se pusieron blancos.

En su opinión, Rodger y Julia estaban siendo demasiado impulsivos e ingenuos. ¿Acaso se creían los dueños del Bachillerato Briskvale, dejando entrar a cualquiera que quisieran a su antojo? Tal nivel de estupidez era difícil de soportar.

Ella estaba convencida de que Grace recibiría un duro golpe de realidad en el momento que pusiera un pie dentro de la escuela; de hecho, los planes para hacer miserable su vida ya se estaban gestando en su mente.

"Creo que sí puedo manejarlo", replicó Grace con una expresión serena.

Los ojos de Rodger se suavizaron aún más mientras sacaba una tarjeta negra de su bolsillo. "Toma esto. Es una tarjeta con crédito ilimitado. Úsala para comprar todo lo que necesites".

El tiempo pareció detenerse y el aire se volvió espeso por el asombro de todos los presentes, cuyas miradas se posaron en Rodger y Grace.

No se trataba de una tarjeta de crédito común y corriente; esta tarjeta negra era un símbolo de privilegio muy raro, existiendo muy pocos ejemplares en todo el mundo. En esta ciudad, quizás solo había dos o tres personas que poseyeran una.

¿Rodger estaba pensando con claridad o simplemente había enloquecido? La incredulidad hizo que Gianna estuviera a punto de romper el tenedor en su mano, con la ira hirviendo justo debajo de la superficie; entregar tal símbolo de estatus a una hija recién adoptada le parecía inconcebible.

Bajando la mirada, Grace dejó que sus pestañas parpadearan mientras fingía estudiar la tarjeta. Ella la reconoció con solo echarle un vistazo; había una casi idéntica descansando tranquilamente en el interior de su bolso.

Sin embargo, algo en la expresión de Rodger la hizo aceptarla sin dudar, dejando que sus dedos delgados se curvaran alrededor del plástico.

"Muchas gracias, papá", le agradeció con una voz suave mientras trazaba los bordes de la tarjeta con delicadeza.

Con la mandíbula apretada, Gianna observó la escena, convencida de que Grace solo estaba montando un espectáculo.

Con su rostro suavizándose con una calidez muy pocas veces vista, Rodger agregó en voz baja: "Si necesitas algo más, solo pídemelo".

Después de unos momentos, añadió: "¿Por qué no sales mañana y compras algo de ropa nueva?".

Grace respondió con un ligero asentimiento y guardó la tarjeta en su bolso.

Desde el otro extremo de la mesa, Gianna fulminó con la mirada ese simple bolso, con sus celos ardiendo con tanta intensidad que apenas podía mantenerse quieta.