Capítulo 8 Una tarea

"Resulta que así son las cosas. No me extraña que los Jenkins siempre me miraran como si no perteneciera. Me llevaron a su casa, mientras que su verdadera hija tuvo que vivir con otra persona... Es claro que me guardaban resentimiento. ¿Por qué no me lo dijiste antes?", preguntó Alexia, soltando una risa amarga.

"Órdenes de Gaia. Pensó que necesitabas cometer algunos errores, y que eso te ayudaría a desarrollar carácter", contestó Andre, completamente despreocupado, encogiéndose de hombros.

"Típico. Y supongo que tú y ella ya estaban metidos en el lío amoroso de Roger y Marilee desde hace tiempo, ¿verdad?", inquirió la chica.

"Tenemos muchas pruebas que podemos mostrarte", contestó él entre risas.

"No hace falta. No vale la pena", rechazó la oferta Alexia, sin dudarlo.

"Ahora sí me dio curiosidad... ¿Qué le viste a Roger?", preguntó Andre, alzando una ceja ante su franqueza.

Esa pregunta hizo que Alexia se quedara pensativa. Intentó rememorar el pasado, pero todo lo que surgió fue la imagen de aquel chico terco y roto de hacía mucho tiempo, la única versión de su exesposo que realmente se había quedado con ella.

"No lo recuerdo", contestó finalmente.

Sin embargo, en el fondo sabía la verdad: Roger nunca fue el punto. Antes de que los Jenkins la encontraran, ella había crecido como huérfana, siempre anhelando una familia. Todo lo que hizo, cada sacrificio y cada decisión, fue buscando amor, para hacer que la gente se sintiera orgullosa de ella.

Mantuvo esa mentalidad hasta la adultez, especialmente en las relaciones. Para ella, el amor significaba elevar a la otra persona, darle todo de sí, esperando que al menos una parte de eso se le regresara. ¿Y el matrimonio? En ese entonces pensaba que era la clave para finalmente ser amada, pero era algo que tenía que ganarse, no algo que se merecía.

Ahora, al mirarlo desde la distancia, no pudo evitar reírse al darse cuenta de lo equivocada que había estado.

Andre no parecía sorprendido. Sonriendo con complicidad y un toque de sorpresa, dijo: "Lo suponía".

"¿Qué?", soltó ella, ladeando la cabeza.

"Que esto nunca se trató realmente de Roger. La mayoría de la gente piensa que entiende el amor, pero no es el caso. Y tú no fuiste la excepción", dijo Andre, y luego, con una sonrisa traviesa, añadió: "Roger simplemente estaba allí. Si yo te hubiera conocido en ese entonces, y hubiera estado tan roto, desesperado y perdido como él, tal vez ahora estarías conmigo, ¿no?".

Alexia lo fulminó con una mirada cómplice, y estaba a punto de callarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, su amigo giró el volante e hizo que el auto derrapara suavemente por una curva cerrada.

Sobresaltada, ella se aferró al cinturón de seguridad y lo miró con enojo, mientras los conductores a su alrededor se detenían, presas del pánico.

"Si vuelves a hacer algo así en la ciudad, te quitan la licencia", le advirtió.

"¿Y qué? Que lo hagan. Todavía tengo mi licencia profesional de carreras. Y esa no pueden quitármela", respondió Andre con total calma, entre risas.

Justo en ese momento, Alexia recibió una llamada. Miró la pantalla, en donde aparecía el nombre de Eleanor Gibson, la abuela de Roger.

Un destello de duda cruzó por su rostro, antes de contestar.

"Hola, abuelita... No, no te estaba evitando... Pasaré esta noche".

Andre no dijo una palabra y escuchó en silencio hasta que su amiga terminó de hablar, justo cuando el semáforo se puso en verde. Mirándola de reojo, le preguntó: "Entonces, ¿a dónde vamos ahora?".

"A Golden Lake Estate. Gracias", suspiró ella, dejando en claro su reticencia.

Ese lugar pertenecía a la familia Gibson, y ahí vivían los abuelos de Roger.

"Lo que sea por ti", dijo Andre en broma, llevándose dos dedos a la sien.

La chica lo miró con sequedad, pero no respondió.

Poco después, llegaron a la finca. Cuando Alexia iba a bajar del vehículo, Andre dudó, como si hubiera estado pensando en algo por mucho tiempo.

"En realidad, hay otra razón por la que vine a Afoross. Tengo una tarea en la que necesito tu ayuda", soltó finalmente.

"¿Qué tipo de tarea?", preguntó Alexia, intrigada.

"Recientemente, alguien sacó de contrabando un lote de chips de biotecnología del Consorcio Helix. El más importante está incrustado en una corona, conocida como el Corazón de Adán, que ya está en Afoross y será subastada en la próxima gala benéfica de la Cámara de Comercio. Seguro puedes imaginar quiénes serán los principales postores en ese evento. Uno de ellos será el comprador. No podemos permitir que el chip caiga en las manos equivocadas, así que necesitamos que consigas esa corona, idealmente a través de Waylon Manson", contestó el otro, con una expresión seria.

"¿Por qué él?", preguntó Alexia, frunciendo el ceño al escuchar ese nombre.

"Realmente no tienes idea de lo que está pasando, ¿verdad? La Cámara de Comercio está a punto de elegir un nuevo presidente, y digamos que las maniobras políticas están en su apogeo. Esa subasta benéfica se está enmarcando como una fiesta de bienvenida pública para Waylon. ¿Ves hacia dónde va esto?", respondió Andre, recuperando su sonrisa habitual.

Incluso los ajenos a la política podían sentir que algo grande estaba por ocurrir.

"Solo Waylon tiene el poder para cerrar esa subasta sin causar un alboroto", continuó él, bajando la voz a un susurro.

Si el susodicho intervenía, la situación se resolvería fácilmente: sin discusiones ni alboroto.

"Eso todavía no explica por qué quieres que me involucre. Todos saben que no estoy precisamente en buenos términos con él", dijo ella, entrecerrando los ojos.

"Oh, vamos. Eso fue hace años. ¿Quién sabe? Tal vez las cosas han cambiado. Además, se rumorea que Waylon va a participar en el Torneo Ecuestre y de Tiro. ¿Por qué no aprovechas la oportunidad para hacer las paces?", dijo Andre, guiñándole un ojo juguetonamente.

Alexia salió del vehículo cerró la puerta con fuerza.