Engañada, repudiada y de repente rica
img img Engañada, repudiada y de repente rica img Capítulo 1 Abandonada
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Capítulo 6 Ya pueden irse img
Capítulo 7 : Pienso ser su vecino img
Capítulo 8 Cuentas pendientes img
Capítulo 9 : Un rostro en el umbral img
Capítulo 10 Eli Caldwell img
Capítulo 11 Un regalo para Kane img
Capítulo 12 Ten cuidado con lo que dices img
Capítulo 13 Una decisión irrevocable img
Capítulo 14 : Te arrepentirás img
Capítulo 15 : El contrato fue robado img
Capítulo 16 : Un golpe bien merecido img
Capítulo 17 Lo que te pertenece img
Capítulo 18 Un vínculo redescubierto img
Capítulo 19 Un nuevo comienzo con aroma a café img
Capítulo 20 Disculpa img
Capítulo 21 : El chantaje img
Capítulo 22 : El plazo de un mes img
Capítulo 23 : Una dulce excusa img
Capítulo 24 : Él también es estudiante en la Universidad de Isonsea img
Capítulo 25 Matteo And Vernon img
Capítulo 26 : Promesas de hermanos img
Capítulo 27 : La verdadera autoridad img
Capítulo 28 : La cuenta regresiva img
Capítulo 29 Llámame reina img
Capítulo 30 : Secretos y serenatas img
Capítulo 31 : El esfuerzo siempre rinde frutos img
Capítulo 32 : Plantada img
Capítulo 33 ¿Y tú quién te crees que eres img
Capítulo 34 : Sus momentos han llegado img
Capítulo 35 : Despedidas y encuentros img
Capítulo 36 No te acercarás a ella img
Capítulo 37 : Otra bofetada para Camila img
Capítulo 38 : Las reglas del juego img
Capítulo 39 Otra bofetada img
Capítulo 40 Una prueba juntas img
Capítulo 41 : Un lugar adicional img
Capítulo 42 Acorralada img
Capítulo 43 Nuestro secreto img
Capítulo 44 : El poder en una cápsula img
Capítulo 45 Refuerzos inesperados img
Capítulo 46 : Te necesito img
Capítulo 47 : ¿Por qué no se te ocurre algo decente img
Capítulo 48 La receta perfecta img
Capítulo 49 Ya me tienes img
Capítulo 50 Apuntar más alto img
Capítulo 51 : Un rostro conocido img
Capítulo 52 : Intenciones ocultas img
Capítulo 53 : Cumplidos envenenados img
Capítulo 54 : Lo valiosa que era img
Capítulo 55 : No doy la mano a perdedores img
Capítulo 56 : La trampa img
Capítulo 57 : El triple desafío img
Capítulo 58 : Una contienda desigual img
Capítulo 59 El sabor de la victoria img
Capítulo 60 : Vine por ti img
Capítulo 61 : Promesas y reveses img
Capítulo 62 Una disputa inesperada img
Capítulo 63 La mejor hermana del mundo img
Capítulo 64 : La máxima autoridad img
Capítulo 65 : Diez veces más img
Capítulo 66 : La confianza de un hermano img
Capítulo 67 : El perdón de Kane img
Capítulo 68 La advertencia de Elijah img
Capítulo 69 : Un favor oportuno img
Capítulo 70 : Más que galletas y pan img
Capítulo 71 Testigos inesperados img
Capítulo 72 Una audacia inesperada img
Capítulo 73 La acusación de Shera img
Capítulo 74 : O te arrodillas o te largas img
Capítulo 75 Una nueva regla img
Capítulo 76 Promesas y sangre img
Capítulo 77 : Su asistencia img
Capítulo 78 El centro de atención img
Capítulo 79 El tirano y el maniático img
Capítulo 80 : Una declaración insólita img
Capítulo 81 Ya tengo novio img
Capítulo 82 El precio de la ingenuidad img
Capítulo 83 : El encanto de su estilo img
Capítulo 84 Una melodía fallida img
Capítulo 85 La droga hizo efecto img
Capítulo 86 : Escándalo img
Capítulo 87 : ¿Cómo podría no ser Eleanor img
Capítulo 88 Chivo expiatorio img
Capítulo 89 Un aroma familiar img
Capítulo 90 : También es tu cumpleaños img
Capítulo 91 Te mereces todo lo bueno img
Capítulo 92 Regalos de cumpleaños img
Capítulo 93 Una tormenta en las redes img
Capítulo 94 : El regreso de la reina img
Capítulo 95 : El precio de la adulación img
Capítulo 96 : El placer de consentirla img
Capítulo 97 : Llámame Isa img
Capítulo 98 Que hierva un poco más img
Capítulo 99 : Solo un amigo img
Capítulo 100 : El amargo sabor del contratiempo img
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Engañada, repudiada y de repente rica

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Capítulo 1 Abandonada

La noche era hipnótica. El suave resplandor de la luna se filtraba por los amplios ventanales, bañando con una luz etérea las dos figuras entrelazadas sobre la cama. Sus besos eran ardientes, desesperados, cargados de un anhelo profundo, casi palpable, que parecía impregnar el aire de la habitación con una tensión carnal.

Por un instante, los movimientos del hombre vacilaron. Se apartó ligeramente, y la sorpresa se reflejó en su mirada al descubrir que la mujer bajo él aún era virgen.

Pero antes de que pudiera asimilar la revelación, unos brazos delgados le rodearon el cuello y lo atrajeron de nuevo hacia ella. Su mirada, nublada por el alcohol y el deseo, lo cautivó como un canto de sirena. La resistencia fue inútil ante el efecto del afrodisíaco y un deseo abrumador. Con un gruñido gutural, se rindió al embriagador hechizo de la noche.

La luz del alba se deslizó sobre las sábanas arrugadas y despertó a Eleanor Marsh. Se giró hacia la figura dormida a su lado, observando cómo la luz doraba sus facciones esculpidas, confiriéndoles una perfección casi sobrenatural.

Los recuerdos de su imprudente pasión regresaron con una claridad punzante. Había pasado años protegiendo su virginidad solo para perderla de una forma tan temeraria y, nada menos, que con un acompañante.

Sus labios esbozaron una sonrisa amarga. Cuando su mejor amiga le mencionó que le conseguiría un acompañante, Eleanor asumió que era una broma; jamás imaginó que se haría realidad.

Sin embargo, entre la neblina del alcohol y el dolor de haber sido expulsada de su hogar, había actuado por impulso, entregándose sin dudarlo.

"Considerando lo apuesto que eres, supongo que la noche valió la pena", susurró Eleanor, mientras la yema de sus dedos recorría con aprecio la mandíbula cincelada del hombre.

Tras contemplarlo un momento más, retiró la mano y se levantó de la cama. Su mirada se detuvo en las marcas carmesí que salpicaban la piel de ambos, mudos testimonios de su febril pasión.

Sin perturbar su sueño, Eleanor se vistió con metódica calma y dejó una elegante tarjeta de crédito negra sobre la mesita de noche. La puerta se cerró tras ella con un clic definitivo.

Solo entonces el hombre se movió. Abrió los ojos de golpe, y en ellos brilló un destello de agudeza. Lentamente, se incorporó mientras la luz del sol se deslizaba sobre su pecho y sus abdominales definidos.

"¿Así que te vas sin decir nada? Qué mujer tan astuta", murmuró con media sonrisa, y su mirada se posó en la tarjeta de crédito que ella había dejado. "Con que pensó que estaba con ella por dinero... Interesante".

El hombre tomó su teléfono y se levantó con la gracia felina de una pantera. La luz matutina bañaba su figura escultural, una obra de arte tallada por los mismos dioses.

Apoyado en el marco de la ventana, marcó un número con dedos firmes. "Soy yo", dijo en cuanto contestaron, con una voz resuelta y cargada de autoridad. "Necesito información sobre una mujer".

Mientras tanto, Eleanor ya estaba en su elegante convertible. Con unas gafas de sol y el largo cabello ondeando libremente al viento, proyectaba una imagen de calma y despreocupación. Era como si la imprudencia de la noche anterior la hubiese liberado de una carga invisible, otorgándole una rara sensación de libertad.

Mientras conducía, una pregunta rondaba su mente: ¿se arrepentía de lo que había hecho? La respuesta era clara: no. Nunca se había arrepentido de una sola de sus decisiones, aunque el peso de su pasado persistía.

Su único lamento era haber pasado años intentando cumplir las expectativas de sus padres, soportando sus estrictas exigencias sin cuestionarlas jamás.

Ellos no aceptaban nada menos que la perfección, y ella siempre había cumplido. Sus logros académicos eran impecables; siempre obtenía el primer lugar en cada examen. Cuando le exigieron que no se distrajera con romances, ella obedeció: rechazó a cada pretendiente y no conoció la intimidad hasta la noche anterior.

Trabajó incansablemente para ganarse su aprobación, esperando recibir aunque fuera el más mínimo elogio, pero todo lo que obtuvo a cambio fue una fría indiferencia y un trato aún más severo.

Durante años, se aferró a la creencia de que la severidad de sus padres nacía del cariño. Esa frágil ilusión se hizo añicos días atrás, con la aparición de la hija biológica de ellos, a quien daban por perdida.

El afecto que Eleanor siempre había anhelado se volcó con generosidad sobre aquella joven, a quien le bastaba un simple parpadeo para obtener lo que años de perfección no le habían conseguido a ella.

Sin embargo, lo más indignante fue lo que sucedió la noche anterior. La hija biológica de ellos la culpó de haber roto un jarrón, lo que provocó que la echaran de la casa sin la menor contemplación.

Sumergida en sus amargos pensamientos, Eleanor no se dio cuenta de que había conducido por instinto de vuelta a la mansión Marsh, hasta que el chirrido de los neumáticos sobre los adoquines la sacó de su ensimismamiento.

Al bajar del auto, sus ojos se posaron de inmediato en su equipaje, arrojado sin cuidado junto a la entrada.

Allí estaba ella, de pie, con los brazos cruzados y la barbilla en alto en un gesto de arrogante desafío. Era Camila Marsh, la verdadera heredera, quien miraba a Eleanor con una mezcla de desdén y satisfacción. "Has sido expulsada de la familia Marsh, Eleanor Harris", dijo Camila, saboreando la incomodidad de Eleanor con una voz que destilaba superioridad.

El rostro de Eleanor se mantuvo frío e imperturbable mientras señalaba el montón de sus pertenencias. "¿De verdad tienes tantas ganas de verme fuera de esta casa?".

"Por supuesto", escupió Camila, con la voz cargada de desprecio. "Solo verte me da asco. La idea de que tú, una impostora, vivieras la vida que me correspondía... es repugnante. ¿Con qué derecho disfrutas de todo lo que esta familia posee?". El rostro de Camila se contrajo por la furia, y sus palabras estaban impregnadas de veneno. "Ahora que yo he vuelto, es hora de que te largues. La impostora no tiene lugar aquí".

            
            

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